Tal como hice hace unas
semanas con El León de Damasco, sigo
repasando los libros que tengo por defecto en el e-book, llegando así a este
libro de Julio Verne. De pequeño Verne alimentó todas mis fantasías con
submarinos fantásticos y decididos viajes a la luna, así que decidí atacarlo,
aunque sea una obra suya que no me suena de nada. Después de todo, Verne
escribió tropecientos…
Título: Un drama en
Livonia
Autor: Julio Verne
Título original: Un
drame en Livonie
“Un maestro es acusado del asesinato de un banquero, los conflictos
sociales y etnicos de Livonia, complican la situación y màs cuando él se niega
a descubrir los motivos de su viaje, ante el desconsuelo de sus pobres hijos.”
Desde el primer momento
se aprecia una estructura de novela por entregas. Los diferentes capítulos
tienen casi la misma longitud (página arriba o abajo) y se acaba siempre en un
cliffhanger o golpe de efecto (más o menos afortunados) con la intención de
aumentar la intriga y las ganas de leer el siguiente capítulo.
Por lo que he leído, fue
publicada originalmente en la Magasin
d’Education et de Récréation y tiene una estructura extraña, con dos partes
claramente divididas:
- La primera parte consiste en una novela de
aventuras a través de la campiña Livona (actual Estonia), dónde un fugitivo
debe atravesar la región para regresar a su hogar. En ella, la abundante acción
se mezcla con descripciones minuciosas de todos los paisajes y pueblos
bucólicos que nuestro héroe va encontrando, amén de profusa información sobre
la situación política de la región, anteriormente bajo dominio alemán y ahora
conquistada por los rusos. Estando entretenida, me ha dejado la impresión de
que Verne ha pasado sus vacaciones en Livonia y ha aprovechado para preparar
material para su futuro libro, situando la acción allí.
- De
repente se produce un asesinato y empieza la segunda parte del libro,
convirtiéndose en un drama judicial que poco tiene que ver con lo contado
anteriormente. El fugitivo pierde toda su importancia y surge un conflicto
político entre prorrusos y proalemanes con una investigación clásica de CSI, en
el que destaca uno de los primeros usos de la investigación científica en una
novela de ficción. Cada nuevo descubrimiento supone un giro que hace saltar las
sospechas de un personaje a otro, jugando acertadamente sobre quién es el
culpable.
Es un planteamiento
inusual para un autor tan característico como Verne, no en vano se trata de una
obra por encargo. Aquí deja de lado sus
neuras científicas para producir una obra con mucho más contenido político en
la que su estilo es igualmente reconocible. El retrato que hace de las
tensiones sociales de la Estonia del momento está más que logrado: los alemanes
han sido expulsados del poder, pero siguen siendo los dueños del comercio, los
periódicos y los bancos locales, mientras que los habitantes de origen ruso
conforman la mayoría del pueblo y de los gobernantes. Además, se acercan
elecciones y hay un candidato de cada vertiente, por lo que la opinión pública
(muy bien reflejada) reacciona visceralmente ante cada nuevo descubrimiento de
la Policía.
Como suele pasar con
Verne, los personajes son muy buenos o muy malos. Para él no son más que meros
vehículos de la acción y no suelen tener mucha profundidad.
Destacan los pertenecientes a la familia Nikolaiev: Dimitri es el progenitor, candidato a diputado en las próximas elecciones, profesor en ratos libre y dechado de virtudes honorables hasta el último de sus poros, lo que obviamente le mete en líos. Ilka es su hija, una virginal criatura que es el cúlmen de la feminidad de la época. Iván es su hermano, joven, idealista y alocado, pero más bueno que el pan. Vladimir es el fugitivo y prometido de Ilka, condenado por luchar contra la opresión alemana y escapado con la complicidad de las tropas rusas, es una versión juvenil de Dimitri. Ni atisbo de grises ni aristas en ninguno de ellos ni en los secundarios que los orbitan.
Los antagonistas son
todos alemanes: La familia Johausen (padre
e hijo) son los contrincantes de los respectivos Nikolaiev, ricos y zafios,
están dispuestos a cualquier ardid y maldad para acabar con los Nikolaiev sin
más otro motivo que el hecho de ser los malos de la historia.
Y de la misma manera
hosca y despectiva se retratan los demás personajes germanos de la novela: Kroff el posadero es desconfiado y avaro, siempre
pensando en el dinero; los policías Eck y
Verder están siempre buscando rusos a los que fastidiar e incluso el simple
empleado Poch se dedica a ningunear a
todo personaje de origen ruso. Un poco de variedad se habría agradecido.
La simpleza al presentar
y mover a todos los personajes es exagerada, pues ninguno de ellos se aleja del
simple arquetipo sin ninguna personalización: El bueno, el malo, los
secundarios buenos y malos, el juez, el respiro cómico… Verne no destaca
precisamente por sus grandes personajes, pero en este caso es demasiado obvio
que no quería comerse la cabeza.
A grandes rasgos, el
drama judicial está claramente inspirado en el Caso Dreyfuss, que conmocionó
Francia a finales del siglo XIX, convirtiéndose en uno de los primeros grandes
escándalos de la prensa moderna. En él, un capitán del ejército francés fue acusado
de espionaje sin más pruebas que el hecho de estar en el lugar equivocado y no
tener más pruebas para defender su inocencia que su palabra. La prensa, con
mucho poder en el París de la época, se
volcó en juicios paralelos, interpretaciones interesadas y lanzamientos gratuitos
de mierdas varias.
Ningún gran personaje pudo impedir posicionarse a favor o en
contra del Capitán Dreyfuss, y el pueblo debatía visceralmente su culpabilidad
en la barra del bar tal como hoy se discutiría sobre la titularidad de Casillas
o la incompetencia de Alonso. Declarado culpable e inocente varias veces
durante un proceso que se alargó varios años, Dreyfuss murió sin acabar de
limpiar su nombre.
Es perfectamente
posible, teniendo en cuenta las fechas en que se publicó, que el caso Dreyfuss
estallara a mitad de escritura/publicación y Verne decidiera variar el
argumento inicial de Un drama en Livonia
en función de ello. No deja de ser curioso en un escritor ya veterano que
tradicionalmente se había mantenido alejado de la escena política.
Como cada capítulo del
libro tiene sus 15 páginas, se hace muy fácil coger ritmo y seguir la pauta que
Verne ha planteado para cada “entrega”. Como libro ligero que es, se lee
agradablemente y sin esfuerzo, pero no provoca ansias de seguir leyendo,
especialmente con su abrupto cambio argumental sin aparente explicación. Da más
impresión de estar constituido por dos libros pegados antes que tratarse de un
conjunto concreto. Con un desarrollo claramente irregular, probablemente se
trate la peor obra de Verne que he leído, pues ni la huida ni el drama judicial
llegan a hacerse especialmente interesantes en casi ningún momento.
Nota: 3
Nota goodreads: 3.17/5
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