Llevaba una buena racha
de películas densas seguidas y el cuerpo me pedía algo suavecito para poder
simplemente relajarme y disfrutar. Después de hacer la selección para las 69
películas de los 80, me fijé en esta película que se había quedado fuera de la
lista (sí, ya os avanzo que El castillo en el cielo no pasó el
corte y no está en el especial. Hay una peli de Ghibli en él y no es ésta
:p). Entre el cariño que le tengo a Miyazaki y lo que me apetecía una película
“fácil” de ver, ¡pues p’adentro!
En El Castillo
en el Cielo encontramos todo
lo que esperaríamos que apareciera en una obra de Miyazaki (menos
algún cerdo): antiguas civilizaciones muy avanzadas pero
extintas, aviones por todos lados, steampunk, buenos protagonistas y
sobretodo imaginación, mucha imaginación. Una persecución a
bordo de un anacrónico dirigible es el pistoletazo de salida de una búsqueda
mítica, una empresa que ha llevado a los hombres a surcar los cielos, a buscar
más allá y llegar adonde nunca ha llegado nadie con la idea de encontrar
Eldorado de este mundo, el perdido continente de Laputa.
A primera vista puede
parecer que estamos ante una película de aventuras típica, con un guión
anodino, personajes estereotipados, y escenas que nos recuerdan algo ya visto.
Pero si nos paramos a apreciarlo encontramos algo bien distinto. La aventura es franca y típica pero no
vulgar, su argumento está perfectamente estructurado y la trama, una vez
lanzada, mantiene el brío con acierto pleno.
Es formalmente la
primera película del estudio Ghibli pero la magia de Miyazaki ya impregna cada
escena.Crea un mundo que rebosa
frescura y autenticidad, le aporta una imaginería fascinante, lo puebla de
personajes con alma y le añade el punto de épica que convierte una historia
simple en deliciosamente épica. Todo gira en torno a la búsqueda de
Laputa y no hay más que disfrutar con la llegada al castillo celeste,
atravesando una tormenta impenetrable y llegando así a un mundo casi
onírico para entender el genio de su autor; sin olvidar de nuevo a uno de esos
personajes sin dialogo ni expresión facial que el cofundador del estudio vuelve
a sacarse de la manga, nos referimos al robot que ya se ha convertido en parte
de la cultura popular de la animación.
Como todos los niños (grandes o pequeños) la idea de encontrar un mundo
de fantasía a la vuelta de cada esquina siempre ha tenido magia. Y es lo que se
consigue en esta película. Sus protagonistas son simples niños,
sin edulcorantes ni berrinches, sólo pequeños que sueñan llegar a un lugar
fantástico, madurando a cada paso que dan y viviendo las aventuras que soñamos
de niños. ¿Y que sabemos de Laputa? Nada, apenas un par de frases… Pero como
reverberan en nuestra imaginación ¿Cómo llegó a ser en su apogeo? ¿Qué provocó
su caída? Son preguntas que no se responden, sólo nacen y piden a nuestra
capacidad de fascinarnos que fantasee y disfrute.
La amistad, el amor incondicional, la aventura, el pacifismo y el respeto
por la naturaleza y la imaginación desbordada así como la perfección técnica
son ingredientes comunes en el trabajo de Miyazaki, y presentes por supuesto en
este filme. Pero él, lejos de ponerlos ahí y punto, los mezcla
con acierto, dándole ritmo, corazón y aportando humor en medidas justas para
entregar una obra gratificante. Desborda excesivamente el buenismo habitual en
sus películas, lo que puede repeler a un espectador más curtido -junto a su
historia, algo simplona-, pero cuando tu niño interior aun sabe dejarse
cautivar, es imposible que no te saque una sonrisa entrañable.
Su animación es muy
deudora de la época e indudablemente nos recordará a series como Heidi o Marco.Los años transcurridos desde su estreno se
hacen notar y palidece ante las animaciones actuales, pero su cuidada
construcción de escenas y su espléndido diseño le permiten envejecer aceptablemente.
Destinada
a pequeños de todas las edades, es una pequeña joya divertida, mágica y
entretenida. Y es que una historia de piratas, de princesas, de castillos
perdidos en el aire, de tesoros inmensos y robots resucitados, de naturaleza
mágica y embarcaciones aéreas, de aventura sin límite es justo lo que cualquier
crío necesita tener a mano.
Nota:
8
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