Después del exitazo que había
sido En busca del Arca Perdida, no
iba a pasar mucho tiempo para ver una segunda parte de las aventuras de Indy.
En vez de repetir esquemas, Spielberg mantiene al personaje principal y lo mete
en una historia completamente diferente, distanciándose mucho de la primera
parte. Esta película se aleja de la idea original del famoso arqueólogo, de su
universidad y de todo lo que tiene que ver con su vida personal porque, en esta
ocasión, Indy anda perdido en algún remoto lugar de Asia, acompañado de un niño
amigo suyo y de una bailarina tiquismiquis.
Situada ANTES que En busca del Arca Perdida, la película
se olvida de nazis, misiones y excavaciones. Más que un arqueólogo, parece que
tenemos un James Bond metido a aventurero. La historia empieza con una aventura
casi de espías de la que Indy sale airoso sólo para meterse en una más bestia,
acabando en un poblado indio. Allí decidirá ayudar a los indígenas a recuperar
a sus niños, secuestrados por un cruel maharajá bajo cuyo palacio se encuentra
el Templo Maldito del título.
Spielberg se aleja bastante de
las aventuras y el misticismo para meternos una película de acción muy bien
coreografiada. El inicio en Shanghai
llenaría de orgullo a cualquier director de James Bond. A partir de allí,
sorprende lo diferente que es de su predecesora. Aunque parece que todo sucede
un poco demasiado “porque sí”, sigue manteniendo esas escenas marca de la casa.
ACTORES: Harrison Ford vuelve a
bordar al hombre del Sombrero. Poco más se le puede pedir. Sabe incluso ser
oscuro cuando es poseído por el mal (aunque es un gustazo cuando atiza a
Tapón). La intrépida Marion es sustituida por la cursi Willie Scott, que no
tiene otro honor que ser la mujer de Spielberg. Data se transforma en un mucho
más repelente Tapón, al que da ganas de atizar durante la mitad de la película.
Lástima de secundarios repelentes que le quitan química a la película.
DIRECTOR: A Spielberg se le da
bien entretener a la par que contar historias y aquí lo demuestra una vez más. Pasadizos
secretos, tiroteos en el Obi Wan, una mina escondida, sesos de mono en el menú
y recuperar los ídolos que protegen a un poblado, poco más necesita Spielberg
para volver a encandilarnos. No obstante, a pesar de un inicio brutal, la
película tiene bastantes altibajos y pocas escenas míticas. Eso sí, las que
hay, son grandiosas; las carreras de vagonetas, la pelea en el puente, el
banquete o el trago de sangre son marca de la casa. Spielberg le da una vuelta
de tuerca más oscura al personaje y hace una buena película de acción con uno
de los mejores malos que he visto en una película “para toda la familia”. Y es que, la verdad, acojona y mucho pensar en
una turba de hindúes zombis liderados por un tío que se dedica a arrancar
corazones del cuajo. Y el maldito niño príncipe con toda su calma pasando del
tema. Comparado con la primera película, Spielberg y Lucas tienen más medios a
su disposición y, vamos, se nota. Los efectos especiales y los escenarios están
muy, pero que muy trabajados (Oscar incluido). John Williams pone la partitura,
con grandísimas piezas que prácticamente no dejan de sonar en todo el metraje y
se encarga de sostener buena parte del peso donde el argumento o la acción no
son suficientes. Especialmente
destacables son el número musical del comienzo y la llamada "marcha de los
esclavos", una música que acompaña a una de las mejores partes del film,
que es la pelea en las minas.
GUIÓN: Chascarrillos, humor y una
historia bien llevada. Jones está más desatado que nunca y se cree mucho más el
papel de súper-héroe invulnerable seductor de damas. No obstante, tiene ciertos problemas de ritmo
–desde que bajan en barca hasta que encuentran el pasadizo, sobrevive a base de
chistes, no de historia- y la misión, aparte ser “encontrada” en vez de
“encomendada”, es algo más simplona y, claro, esto le quita gracia a la cosa.
La película se aguanta (y muy bien) a base de acción y carisma, lo que le
reduce calidad y provoca que sea la inferior de la saga.
Puntualicemos, puede ser la peor
película de la saga en términos generales (y, de hecho, lo es), tal vez los
decorados acaben siendo demasiado tétricos y oscuros, la violencia puede estar
más presente, y el guión ser más simplón... pero, objetivamente, es imprescindible
y mucho más que digna. Me resulta difícil creer que a alguien al que le gustó
la primera parte no le guste esta.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.4
Los medios y la calidad de
Spielberg en el despliegue fueron premiados con un merecido Oscar a “mejores
efectos visuales”. El trabajo de John Williams se llevó una nominación, que no
es poco.
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