Después de
la apoteósica Necropolis, llega el
turno a la cuarta entrega de los Fantasmas de Tanith. Lamentablemente, es
imposible mantener el nivelazo desplegado en la entrega anterior…
Título:
Guardia de Honor
Autor: Dan
Abnett
Título
original: Honor Guard
“El Comisario Gaunt y sus fantasmas vuelven al frente de
batalla en un mundo-santuario de vital importancia táctica y espiritual. Pero
las envilecidas fuerzas del mal no van a dejarles saborear la victoria durante
mucho tiempo. En mitad de un feroz contraataque, Gaunt es enviado a recuperar
la reliquia más preciada de todas, los restos de la antigua Santa que abrió el
camino de la Humanidad a las estrellas. “
Después de
la destrucción de la Colmena Verghast, la cruzada sigue. Los Fantasmas se han
nutrido de muchos supervivientes de la Colmena y tanto recién llegado provoca
tensiones entre ambos grupos. Los Vergashtistas y los Tanith no acaban de
llevarse bien, pero deben volver a entrar en combate y ganar las batallas que
se les presenten, por su bien. En el mundo sagrado de Hagia se halla la más
Santa de las tumbas, pero el Archienemigo ha tomado el planeta. Los Fantasmas
deberán emprender una misión casi suicida para recuperar sus restos y así poder
evacuarlos.
El libro se
halla dividido en tres partes muy diferenciadas. Al principio, asistimos a la
primera entrada en batalla de los Fantasmas después de las nuevas
incorporaciones: falta de coordinación, tensión entre escuadras… No es el mejor
ambiente para una feroz batalla en inferioridad numérica. Posteriormente, la
acción se divide entre el devenir de la misión de los Fantasmas y las
vicisitudes del Carro de los heridos,
dónde están los Fantasmas lastimados en la acción anterior. Ambas tramas se van
intercambiando a lo largo de las páginas, con contrapuntos bastante bien
conseguidos. El estilo rápido y ágil se mantiene, aunque con más bajones de
ritmo provocados por la falta de fuerza de la trama.
Una cosa que
ha de quedar clara es que los Fantasmas iban a ser únicamente tres libros y,
debido al éxito que tuvo en la franquicia, la editorial decidió ampliar la saga
(con cuatro libros más). Es necesario reabrir todas las historias y esto fuerza
la aparición de un libro menor, introductorio, para todo lo que tiene que
venir. En efecto, es Guardia de Honor,
con todo lo que ello conlleva.
La primera
vez que lo leí, el libro me decepcionó mucho. Después del subidón épico que
suponía el final de Necropolis, un
libro tan derrotista y desolador como éste me sentó bastante mal. Me costó
aceptar que los Fantasmas lo pasaran mal y recibieran estopa de la buena.
Además, de que el tono pesimista que envuelve toda la narración no ayudaba a
que quisiera leerlo. En esta segunda relectura el libro me ha gustado más
(aunque me sigue pareciendo flojo), igual al conocer más la saga en su conjunto
o entender mejor las “políticas de guerra” que cuando lo leí por primera vez me
han ayudado a comprender mejor qué ocurre en cada momento del libro.
A los
numerosos personajes que ya conocíamos (de los que ya van quedando menos), se
les unen los recién reclutados en Verghast. Muchos ya habían salido en Necropolis y hace ilusión volverlos a
encontrar.
En este
libro vemos a un Comisario Gaunt más
desolado y descolocado que nunca. Es la primera vez que, habiendo hecho todo a
la perfección, ha fracasado. Su rectitud y seguridad parecen haber
desaparecido. Está perdiendo el control, lo que redunda en más decisiones
impetuosas y pérdidas innecesarias. Emprende la misión con cierto aire suicida
como un último intento de redención, pero parece incapaz de seguir adelante
cuando antes nunca dudaba en arriesgar.
Para
ayudarle con la disciplina (y porque no se fían de él), los altos mandos
designan al Comisario Hark que lo
acompañe. Éste es un comisario a la antigua usanza, de gatillo rápido y maneras
brutales, que rápidamente chocará con el informal estilo practicado por Gaunt.
Ambos creen estar seguros de su manera de disciplinar y no cejarán en su empeño
de imponerla.
Aparecen
también dos personajes que tendrán mucha importancia para los Fantasmas. El
optimista y puñetero Ayatani Zweil,
un viejo sacerdote curtido por la vida que se une al ejército para dar apoyo
espiritual sorprende a todos con una visión especialmente cínica de la vida
aportará un toque de humor negro a la historia, siempre con una mala leche muy
bien buscada. El otro personaje es el Soldado
Elijah Cuu, un pandillero de Verghast con reputación de asesino que se ha
unido a los Fantasmas. Es quizás la incorporación con más talento para la
batalla entre los nuevos reclutas. Es insuperable en cuerpo a cuerpo, tirador
certero, astuto y un experto en incursiones, pero también cruel y depravado. Se
ha unido a los Fantasmas para escapar de asuntos algo turbios en la Colmena y
disfruta de un desarrollado amor por el sufrimiento gratuito que lo convierte
en una compañía muy incómoda (aunque luche a favor de la humanidad).
Alrededor de
ellos, el coral grupo que son los Fantasmas: los valientes gigantones Corbec y Bragg, el malintencionado Rawne,
los carismáticos Kolea, Soric, Varl…
Y las recién llegadas Banda y Nessa, que revolucionarán un poco el
ambiente al unirse a los francotiradores del regimiento (muy a pesar del
inestable Larkin). En total, unos
cuarenta personajes con carácter y personalidad que dotan a la acción de mucha
frescura y variedad.
El libro se
enfrenta a dos graves problemas: la acción y la trama.
Para paliar
el bajón que supone el cambio de escenarios y para intentar aportar algo nuevo,
Abnett introduce las luchas de blindados. No se puede negar que están
trabajadas, pero se encuentran muy faltas de dinamismo y gracia. Las luchas de
tanques no son lo mismo que una incursión en la sombra o un asedio. Las escenas
de acción “humana” se ven muy reducidas y no acaban de llenar lo que deberían.
De la misma
manera, el detonante de la acción en el libro está forzado. Abnett quiere
hacérselo pasar mal a los Fantasmas mientras éstos siguen siendo los héroes y
no acaba de funcionar. El recurso usado no acaba de ser coherente con lo que
habíamos visto hasta ahora y deja un regusto amargo que acompaña toda la
novela. No obstante, al avanzar la saga queda más explicado y entendible (Abnett
lo arregla un poco en los libros siguientes, vamos). Después de todo, en el
libro no acaba de quedar clara la necesidad de llevar a cabo la misión ni
porqué Gaunt debe de ser el encargado de llevarla a cabo. Además, todo lo que
ocurre con el Carro de los Heridos y el desenlace es un poco más patillero de
lo normal y, claro, no queda bien
Es todo un
bajón después de tres libros magníficos pues ni la trama ni la acción acompañan
a estos carismáticos personajes. Entiendo que hay que reabrir la historia, pero
Abnett sabe hacer estas cosas mejor. Parece estar hecho con desgana y esto se
acaba notando. Es bastante flojito, pero se hace necesario para continuar con
el resto de la saga.
Nota: 4
Nota anobii:
3.5/5
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