Venga, ¡a ver quien la suelta más gorda! Básicamente es esto
lo que propone “Misión Imposible: Protocolo Fantasma”. Un enorme castillo de
fuegos artificiales con la intención de no dejarte un momento de respiro y
tenerte dos horas pegado al asiento con explosiones y acrobacias imposibles.
La historia nos emplaza a Ethan Hunt preso en una cárcel
rusa de la que deberán rescatarle (a ritmo de La gran evasión). Sin embargo, su grupo se ve implicado en la
voladura del Kremlin (¡cazi ná!), por lo que son suspendidos como agentes
secretos. Hunt y su equipo deberán emprender una caza en solitario, buscando al
auténtico responsable de la voladura del Kremlin: un científico loco que quiere
destruir el mundo.
La película es simplemente un despiporre de acción. La cosa
empieza directamente con: “hay que infiltrarse en el Kremlin”, como si fuera la
cosa más fácil y simple del mundo. A partir de allí, ¡fiesta! La película
transcurre en una continua cuenta atrás, con una sucesión de escenas de acción
sin respiro con un cierto regusto al cine de espías de Bond, muchas dosis de
autoparodia fantasma y unas enormes ganas de buscar el “más difícil todavía” de
manera continuada.
ACTORES: Tom Cruise se ha dejado mucha pasta en la película
y va directamente a fondo. A pesar de sus cincuenta años, no tiene ninguna pega
en buscar la acción al límite, incluso dando algo parecido a un trasfondo sentimental
a su personaje. Ranner y Patton consiguen hacer que sus personajes sean algo más
que maniquís y el impagable Simon Pegg (Zombies
party) añade un puntito cómico al grupo con un carisma arrollador. En una
película que no demandaba otra cosa que muecas y caras serias encontramos
cuatro actores que se toman en serio su papel (aunque el guión no les exija mucho).
DIRECTOR: Atención directores de acción real, los reyes de la
animación también saben dirigir el carne y hueso. Bird (Los increíbles, Ratatouille) sabe que para que la película
funcione, tiene que dar acción sin límites y ritmo sin descanso. Y vaya si lo
hace. A lo bestia. La realización es ejemplar y espectacular. Contiene
fantasmada tras fantasmada y animalada tras animalada, pero de la buena,
totalmente disfrutable. Las coreografías son magníficas, el dinero bien gastado
y los efectos especiales se dedican a asombrar. El bueno de Tom empieza con una
conmoción cerebral en el Kremlin y a partir de ahí es un no parar. De la semana fantástica del Corte Inglés a Hawai-Bombay, Bird despliega un
excelente bufet de medios, explosiones, caídas y re-re-re-caídas en los que el
término fantasmada se queda bastante corto. ¡Cuánta leche… y qué bonita!
¡Cuánta explosión… y qué preciosa! ¡Qué coche más maravilloso… a juego con el
traje de Tom! Un festival. Escenas como la del parking o la de la tormenta de arena son
una buena muestra de cómo hacer una coreografia de acción bien hecha, que tomen
nota muchos directores.
GUIÓN: Para que una película funcione, debe tener un guión
decente. En este caso, han conseguido que sirva de aceptable excusa para el
festival de explosiones y acrobacias que constituye todo el film. La película contiene
el número de fantasmadas y animaladas que se podrían esperar y muchas más, la base argumental está muy
clara, los personajes tienen (sorpresa) fuerza en pantalla y cada uno de ellos se
desarrollan con fluidez en la película, el guión tiene el sentido necesario
(ejem) para que todo tenga un motivo, no hay diálogos estúpidos (cosa rara en
un producto de este estilo, veamos Transformers),
se ríe mucho de sí misma y, sobretodo, el ritmo no para en ningún momento, para que cuando acabe no te de la sensación de haber perdido el dinero. Que sí, el malo es un soso y no tiene motivos para destruir el mundo aparte de "querer destruir el mundo", pero... ¿y qué?
Después de que Brian de Palma adaptara la serie de televisión
con un producto muy personal en el que importaba más la intriga que la acción, Woo
realizó seis años más tarde la segunda parte, alardeando de su maestría en el cine de
acción de videoclip, pero le quedó poco lograda y con fantasmadas exageradamente
exageradas que provocaban más bien desapego. Abrams hizo la tercera parte con escenas absolutamente fantasmas pero mejor elaboradas, a pesar de tener un guión con bastante poco sentido. Finalmente,
quince años después de la primera parte, Bird conjunta una historia reliada
como la que realizó de Palma con un festival palomitero de acción a lo Abrams.
Y le sale bien.
Con un gusto por la acción fantasma con estilo, unas dosis
de acrobacias imposibles espectaculares y un guión que sustenta más o menos el
conjunto, es perfectamente recomendable para todos los amantes de la acción
palomitera.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.6
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