domingo, 18 de diciembre de 2011

Una pareja de tres


John es un periodista de cierto éxito que está casado con la bellísima Jenny. Cuando llega el momento de empezar a tener hijos, John no se siente preparado para ser padre y, con la intención de “distraer” el instinto maternal de Jenny, le regala un cachorro de labrador que se unirá a la pareja y deberá adaptarse a la vida con uno más en la familia. Marley, que así se acaba llamando el cachorrito, será testigo de todas las vicisitudes de la pareja a lo largo de su vida.

He de reconocer que la película me ha sorprendido, en su momento se vendió como una comedia romántica tonta y lo parece durante los primeros diez minutos. Sin embargo, tan pronto como Marley aparece en la vida de la pareja, la película adquiere un tono más serio con la presencia de diversos gags más o menos agradables. Se podría dividir en dos partes: en la primera, desarrollada siguiento un esquema clásico, Marley hará sus travesuras y la familia deberá adaptarse, con más o menos fortuna, a su presencia en la familia. En la segunda, el film se convierte en una historia sobre la vida familiar y laboral de un joven matrimonio norteamericano: ambos tienen sus sueños y sus metas, pero la vida no es fácil y en todo momento la vida te va llevando a tomar decisiones que afectan a tu vida. Es necesario elegir entre familia y carrera, matarse a trabajar y luchar por un ascenso o simplemente disfrutar trabajando en lo que te gusta, cobrando menos, etc.

ACTORES: Ésta fue quizás la mayor sorpresa. Nos encontramos a Owen Wilson tomándoselo en serio haciendo lo que no se espera de Owen Wilson (es decir, sin payasadas raras), con Jennifer Anniston haciendo lo que no se espera de Jennifer Anniston (de tonta sufridora por culpa del amor) y con un perro llamado Marley que no hace lo que se espera de las mascotas de pelis de animales traviesos (chupar cámara y robar tiempo con el tópico de la cocina destrozada mientras buscaba galletas). Sin  desprender gran química, esta pareja de tres funciona, sorprendentemente realista y con una actuación más seria y correcta de lo que sería esperable.

DIRECTOR: Frankel saltó a la fama con El diablo viste de Prada y vuelve a demostrar su calidad en esta misma. Bajo cualquier otra dirección más torpe, esta película se habría convertido en un reguero de tópicos y chistes pseudograciosos sobre los perros o en un dramón lacrimógeno bastante amargo. Sin embargo, Frankel consigue rizar el rizo y crea una alegre película familiar, imperfecta y desordenada, pero con momentos de genuina dulzura, con algunas gotas de humor entre la sacarina y la tristeza. Una película puede ser mejor o peor, pero se nota cuando se ha hecho con cariño, y ésta es una de ellas.

GUIÓN: La película invitaba a irse hacia la comedieta chorra o al drama de pañuelo, pero el guión es muy medido y redondo. Se trata de un slice of life bastante correcto, contando la historia de una vida de una “pareja más” -dentro de los cánones yanquis, claro- con la que cualquiera puede identificarse. Es además un relato inofensivo, pero agradable, un pequeño homenaje a todas aquellas mascotas que se convierten, con pleno derecho, en un miembro más de la familia a quien querer y a quien mimar. Frenkel repite guionistas, que se muestran eficaces y construyen una película con defectos, pero razonablemente entretenida, pensada para toda la familia y totalmente intrascendente.

No es una historia de perros listos o simpáticos o valientes. Es una historia de Amor, con mayúsculas, de cómo dos jóvenes enamorados consolidan su amor hasta fundar una familia, con altibajos, con subidones y baches, con tragedias, con alegrías… ¿el perro? Sí, es travieso y simpático, pero no es el protagonista con sus patochadas, sino un conductor de la historia, el hilo con el que se van cosiendo unas etapas con otras en la narración de la vida de la pareja… una narración simple, sencilla, con desparpajo, optimista, sin pintarnos las cosas de color de rosa pero sin recrearse en los dramas, seguramente más acorde con la realidad que muchos de los peñazos de presuntos expertos que sólo hacen películas sobre el lado tristes del amor, o las perversiones por amor o la pérdida del amor… ¿Acaso alguien ha dicho que para que una película sea buena tiene que reflejar tragedia tras tragedia? 

Yo creo que a Frenkel se le murió el perrito y quiso hacerle un homenaje, muy tierno y con mucho cariño, en el que expresaba su amor por esos pequeños demonios que también son parte de nuestra familia. Probablemente, todo aquel que tenga o haya tenido una mascota querida se sentirá muy identificado con la historia, llegando a emocionarle, a pesar de la sencillez y la humildad de su planteamiento.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.1

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