En la línea realista de las películas de Ken Loach o de
Stephen Fears, hoy toca una película sobre los bajos fondos de Inglaterra, ambientada
en pleno Tatcherismo, con muchos toques autobiográficos en ella.
Shaun es un chico de doce años gordito, tímido y marginado
en el colegio. La muerte de su padre en la guerra de las Malvinas y su madre ausente
e irresponsable no componen el mejor panorama para hallar cobijo en el hogar.
En uno de sus peores días, es acogido por una banda de skins, que lo “adoptan”
como una especie de mascota. Por primera vez en su vida, Shaun se siente
querido y apreciado, con lo que rápidamente trabará gran amistad con ellos. Sin
embargo, el retorno del antiguo cabecilla del grupo, recién salido de la cárcel, dónde se han radicalizando sus ideales, provocará cambios en la panda, lo que será una dura prueba para Shaun.
Aunque a primera vista, podría parecer que es una película sobre el racismo al estilo de American
History X, la veo más bien parecida a una crónica de una época y una tribu urbana mas parecida a Quadrophenia.
Sirve de recuerdo de la época en la que surgió el movimiento Skin y como una
muestra de cómo la individualidad se disuelve dentro del grupo y permite a la
persona hacer cosas que de otra manera no podría; la dinámica de grupos, la
influencia de un líder pernicioso, la soledad y la necesidad de compañía…
ACTORES: Es obligatorio destacar el papel del pequeño Thomas
Turgoose como Shaun, que consigue transmitir muy bien la vulnerabilidad y el
miedo de su personaje, su desesperación y su deseo de ser aceptado. Resulta
casi imposible no coger cariño a este personaje. El resto de actores de la
pandilla cumplen con su función, con cierta corrección.
DIRECTOR: Shane Meadows ya tiene una larga tradición de películas
de trasfondo social, explicando historias de los bajos fondos desde un punto de
vista diferente al habitual. En esta película compone un buen retrato de una época
en la que un niño descubre la dureza de la vida que le ha tocado vivir. Enseña
un retrato diferente de los skins, no demoniza a la tribu urbana ni se arrastra
por idealismos abstractos relacionados con dichos grupos sinó más bien nos
lleva a unos maravillosos pero grises y plomizos años ingleses. Es la Inglaterra arrojada
al compact disc, al aerobic, a los teleñecos, las gominolas y a Margaret
Thatcher. Aunque deja perfilar un poco el ideal skin de su tierra prestada a
concesiones como igualdad entre razas, surgido del descontento heredado de la generación de
nacidos en países de la Commonwealth (uno de los chicos es jamaicano). No obstante, no
se deja de lado la esencia del nacionalismo como bandera que ondean estas
tribus urbanas y que posteriormente tomará las riendas del movimiento y le dará
la fama que tiene. Shaun refleja claramente el preadolescente indeciso,
enfurecido y negado por los demás con un futuro no muy esclarecedor y su
protector Combo la fría, violenta y dura veteranía con una frustración que no
tiene otra manera de justificar su realidad que con odio. Una fotografía
correcta capta adecuadamente la tristeza y la dureza de su tiempo, lo cual,
unido a una muy buena banda sonora, sirve para poder sumergirse en unos años fríos
y sombríos para todos, especialmente los jóvenes.
GUIÓN: El guión, según el director, muy autobiográfico, contiene
una historia realista e intimista, con un inicio muy logrado. En él vemos como
Shaun es un niño que necesita cariño y, sorprendentemente, lo encuentra en un
grupo de skins, el cual, mientras lo observamos, vemos que está compuesto de jóvenes
tan solos, desorientados y perdidos como el propio Shaun, que aprovechan la
presencia de un grupo y un líder para hacer lo que solos no se atreverían
hacer, unidos por una propuesta estética común que les atorga un sentimiento de pertenencia a un grupo más que a una ideología concreta. Tras la llegada de Combo, la película pasa a mostrar como un movimiento
urbano de ruptura se va
radicalizando y carcome al movimiento -y al grupo- llevándolo hacia una senda que
es de sobras conocida. Exceptuando sus últimos veinte minutos, donde la
historia deja bastantes cabos sueltos -Woody o Lol, por ejemplo-, se suceden un
par de despropósitos un tanto extraños -la reunión del Front National o todo lo
de Smell- y no acaba de encontrar un final muy lógico, el ritmo general es muy
adecuado y la historia bien desarrollada, sabe captar la atención y no la
pierde durante gran parte de la película.
"Mirad, la vida que he tenido puede volver malo a un
buen hombre". Algo así rezaba aquella canción de The Smiths. Y esta
película habla de ello. El movimiento skinhead, la Inglaterra de Margaret
Thatcher, la guerra e incluso el fascismo son sólo un marco, el contexto, la
excusa para hablarnos con gran emotividad y mesura sobre la amistad, sobre
el amor, la integración y la violencia contenida; pero sobretodo para hablarnos
del miedo y su aterradora extensión: el odio, odio surgido de la desesperanza y
la desesperación que se ceba en buscar un culpable, lo que lleva a una
violencia estúpida y sin sentido. En This is England vemos a Shaun sentirse
parte de algo por fin, lo vemos recuperar la figura paterna y madurar tan
rápido como un puño armado de furia tarda en llegar a un rostro descuidado.
Todo con una sinceridad aplastante, casi inusitada. Lástima de los últimos
veinte minutos, que desastran el resultado.
Nota: 6
Nota Filmaffinity: 7.1
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