domingo, 4 de diciembre de 2011

La delgada línea roja


Esta es una de estas películas diferentes con una capacidad inmensa de llegar al fondo del espectador y no dejar a nadie indiferente. Preguntes donde preguntes o es una auténtica maravilla o un bodrio enorme. Para muestra: después de veinte años sin rodar una película, anunció que iba a hacer ésta. Una gran cantidad de actores de prestigio anunció que estaba más que dispuesto a ponerse a sus órdenes gratis o pagando para poder estar en la película (y no estamos hablando de don nadies, muchos eran grossos).

La película se centra (por decirlo de alguna manera) en la batalla de Guadalcanal, una de las primeras grandes batallas del frente del Pacífico. En ella, los yanquis se enfrentaron a los japoneses por el control de la isla polinesia que fue la primera cabeza de puente para que los yanquis consiguieran la hegemonía en el Pacífico. No obstante, aunque la película suceda durante una guerra y los protagonistas sean militares, la película no va de batallas, ese no es su juego. El film se centra principalmente en las reacciones de los soldados ante el horror de la guerra (que apenas es insinuado), en cómo cada soldado -de diferente jerarquía militar y estrato social- se enfrenta a la destrucción de su humanidad y su reducción a una mera máquina de matar a otros humanos, tan deshumanizados como ellos.

¿Hay acción? Sí. Hay algunas batallas, pero Malick hace hincapié en las consecuencias que tiene la batalla para el ser humano, cosa que le sirve de punto de partida para otras divagaciones sobre el papel del ser humano en la Tierra y la maldad o bondad intrínseca del ser humano.

ACTORES: La película es un amplio relato coral con muchos personajes, como hilo conductor se usa a un correcto Jim Caviezel, cuyo personaje es un desertor que cree en la bondad del ser humano e intenta hacer lo correcto en medio de este horror que es la guerra. A su alrededor van orbitando el resto de personajes: el Sargento Walsh, interpretado por Sean Penn, cínico y amargado, odia al personaje de Caviezel ya que es consciente que la guerra le ha arrebatado toda la bondad que a al otro aún le queda; el coronel Tall (fantástico Nick Nolte), que no se perdona a si mismo todas las veces que ha tenido que humillarse ante sus superiores y para el que los soldados no son más que piezas desechables para conseguirle un ascenso; el capitán Staros (correcto Elias Koteas) es el jefe de campo, para el cual los soldados son sus hijos, y no quiere perderlos tontamente y si sigo, me puedo tirar páginas y páginas, porque la cantidad de personajes es enorme. Hay momentos en que puedes jugar a “Torrente” y empezar a buscar actores famosos y conocidos por la escena. “Pesos pesados” como Travolta o Clooney apenas tienen una frase, Brody no llega a hablar y así con muchos más…

DIRECTOR: Malick es un director con un estilo muy pausado, que se centra mucho en los monólogos interiores y en las imágenes oníricas y poéticas. Es de estos que o adoras o odias. En vez de hacer una película bélica al uso, Malick se recrea en observar la relación del hombre con la naturaleza, con sus miedos y su yo interior, viendo como cada personaje se va desmoronando y deshaciendo, mientras intercala algunas imágenes simbólicas, como para recordar que, en medio del horror, existe un espacio para la bondad y la esperanza -los niños nadando en el agua, o el indígena que vive en comunión con la naturaleza mientras los soldados pasan a su alrededor-. Mientras retrata el horror de la guerra, enfocado en el terror y la tensión previos a la batalla, compone una preciosista película, allí donde se gestan las obras de arte. Deleita con una poderosa película que llega al interior del ser humano y lo cambia, acompañado casi sacralmente por una partitura a cargo de Hans Zimmer, mucho más que correcto. 

GUIÓN: El guión corre también a cargo del propio Malick, con un desarrollo magnífico -de hecho, si los diálogos y las imágenes no estuvieran en consonancia, la película sería un tostón de campeonato- en el que encontramos unos diálogos que dicen mucho más de lo que parece, con una telaraña de historias corales muy bien trenzada. Este retrato coral le sirve a Malick para mostrar todos los puntos de vista y las ideas que quiere plasmar en la pantalla pero que puede provocar -y provoca a muchos- cierta falta de empatía con los personajes, a los que vemos sufrir sin, quizás, compartir su dolor. Curiosamente, Malick rodó alrededor de nueve horas de película, quedándose mucho metraje en la sala de montaje. En ella, quedó una hora de metraje de Clooney, otra de Billy Bob Thorton y John Cusack, además de toda la historia del personaje de Brody que, inicialmente iba a ser el personaje principal de la película. El montaje narrativo y la madeja tejida por Malick es una magnífica cabriola técnica que permite al director transmitir su mensaje… Comienza como en un sueño, con dos personas perdidas en otro mundo. Pero la guerra, la realidad, está ahí, esperándolos, y sin demasiada paciencia. Luego la película transcurre entre fuego y enjambres de personas, de pequeñas historias que se van deshilvanando ante nuestros ojos. Vidas que continúan, otras que se cortan...

Ay, qué película. Cómo llena tus sentidos y, a la vez, llama a la puerta de los sentimientos. Cómo te hace pensar y empatizar no sólo con lo que se ve, o con los personajes, sino también con lo que se dice. Creo que es una obra maestra, o lo mismo es que me ha cogido en un día tonto, pero es un film que me ha llegado.
Reconozco que probablemente nada más diverso  que el impacto que crea un película en cada persona que la contempla; a unos les puede agradar, a otros les puede contrariar y a los de más allá les puede dar, simplemente, asco; pero me ha parecido simplemente magnífica. 
La delgada linea roja no es un film verídico, no es una aproximación del estilo realista de Salvar al soldado Ryan, corre perpendicularmente en su concepción humana y visual; La delgada linea roja nos muestra la impasibilidad de la naturaleza ante la destrucción humana, la visión inusual de hombres que se matan como moscas que chocan contra una ventana, el absurdo de contemplar otros pueblos ajenos e ignorantes de la guerra viviendo en su paraíso mientras cerca se dirime el futuro del planeta. La guerra en un fondo, casi una excusa, donde mostrar la belleza posible, la potencialidad de lo que pudo ¿podría? ser la especie humana. Malick no se mueve en circulos comerciales, no le interesa la taquilla ni el reconocimiento ni los premios, es un artista que nos invita a reflexionar sumergiéndonos en una poética sinfonía de imágenes sin una gran intención narrativa.

Al coincidir en tiempo con Salvar al Soldado Ryan, son inevitables las comparaciones. Ambas son auténticos monumentos, pero totalmente diferentes en concepto y realización. Sería estúpido tener que decir cual es mejor, sería como preguntar si quieres más a mamá o a papá. Quedémonos con los dos, con dos visiones magistrales y únicas de la guerra.

Visualmente preciosa y desgarradora, se clava dentro de ti y no te deja huir hasta bien terminados los créditos. La Delgada Línea Roja es una obra maestra, pero dirigida a un público muy selecto, que puede tener efectos somníferos en gran parte de todo el que la vea. 

Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.0

Nominada a siete Oscars: Película, Director, Guión Adaptado, Fotografía, banda sonora, montaje y sonido. La técnicamente superior Salvar al Soldado Ryan se llevó los técnicos e incomprensiblemente, Shakespeare in Love se llevó mejor película.

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