Pocos años después de aterrarnos con la presencia de un
pasajero inesperado, la teniente Ripley despierta de su coma sólo para
descubrir que debe adentrarse otra vez en el cubil de la criatura, en calidad
de asesora, para ayudar a un comando de élite a exterminar una plaga de
Xenoformos. Pero Alien es un organismo perfecto y las cosas nunca salen como
deberían.
Después del descomunal éxito que supuso la película de
Ridley Scott (tanto en taquilla como en crítica), las ganas de exprimir la
franquicia estaban disparadas. Sin embargo,
entre que el director estadounidense no estaba muy por la labor de
continuar al frente del proyecto y los
guiones que se presentaban no acababan de estar a la altura de lo deseado, su
secuela se iba posponiendo. Cuando al final el trabajo de realizarla recayó en
manos de un jovencísimo James Cameron, éste se vio ante la diatriba de hacer
una secuela continuista (lo habitual), escogiendo aquellos elementos que habían
funcionado y potenciarlos al máximo o darle un toque personal que la
diferenciara claramente de su predecesora. Ser continuista asegura mantener
contento a los fans, pero normalmente implica una reducción de la calidad, al
reducirse la posibilidad de innovación. Un enfoque más rupturista permite dar
un aire nuevo a una misma idea, pero se corre el riesgo de espantar a los
seguidores sin llegar a captar nuevos adeptos.
Esta decisión es todavía más incómoda cuando el referente se ha
convertido en una referencia dentro de la ciencia—ficción terrorífica. Desde un punto formal, estos proyectos están
(casi) abocados al desastre.
Pero bueno, James Cameron siempre ha sido el más listo de
la clase y decidió salirse de la tangente, con una propuesta que era a la vez
rupturista y continuista. Abordó el mismo universo, la misma historia y un
diseño claramente deudor de la película de Scott, pero al presentarla desde un
género completamente diferente –la conviertió en una película de pura acción-
le dotó de una frescura y un sentido de la novedad que dejó contento a todo el
mundo. Después de todo, los años ya nos mostraron que este hombre se las pinta
solo a la hora de mezclar la acción con los efectos especiales y los diseños
más impresionantes.
Si bien Cameron repite el mismo planteamiento, con un
preámbulo muy reposado que sirve para presentar la historia –sorprendentemente
coherente con lo visto previamente- y permitir que conozcamos la vida cotidiana
de un puñado de personajes que se preparan para lo peor. A partir del momento
en que el comando toca el hostil planeta, las diferencias se hacen patentes. El
terror y la incertidumbre sobre la presencia de la criatura se ve sustituida
por la acción y la espectacularidad de la lucha de un escuadrón marcial
extremadamente bien entrenado y las hordas de xenomorfos que no dejan de atacar
desde cualquier rincón imaginable.
Es decir, Cameron aprovecha todo lo que Scott nos ha
hecho sentir y lo utiliza para volver loca nuestra adrenalina cada vez que los
Aliens atacan. Las inmensas capacidades de un grupo de soldados de élite
extremadamente bien armados se muestran insuficientes ante el depredador más
perfecto de la galaxia. Se nos da sentido completo a una acción de primera
calidad desde el minuto treinta (más o menos) hasta el final de la película,
sin dejarnos descansar apenas un suspiro, en continuo crescendo llevado con el
mejor estilo.
La desesperación golpea a cada baja, ante cada nueva
dificultad que los Xenomorfos plantean. A ello contribuyen las formas
inhumanamente fálicas de Geiger, que convierten en realidad las pesadillas más
aterradoras de nuestro subconsciente. A pesar del errático carácter del suizo,
Cameron consigue que éste dé un paso más allá a la hora de concebir una
atmósfera que pone los pelos de punta ante aquello que podría estar escondido
en la siguiente sombra. Coge lo que se desarrolló en El octavo pasajero y lo desarrolla hacia fronteras que uno no
podría imaginar.
Un elemento adicional reside en la caracterización de los
personajes. En una propuesta de acción pura, Cameron se entretiene en dar un
sentido a la misma y en diferenciar a todos los miembros del escuadrón. Les da
nombres, características distintivas e incluso manías. Sin alejarse del
prototipo del soldado (siguen siendo lo que son), adquieren una personalidad
diferenciada, con un carácter trazado. Por ello, cada baja se siente, ya que
perdemos a un componente del grupo y no un personaje aleatorio que no te
importa nada.
A pesar de todos estos detalles de primera calidad, el
tinglado no se sostendría si no es por la impresionante participación de dos
féminas.
Primero la Teniente Ripley. Si en El octavo pasajero Sigourney Weaver construía una heroína (casi) sin
precedentes en el cine, aquí da muestra de ser la “puta ama” del cotarro,
poniendo a todo el mundo en orden cuando la matanza se desmadra. Por si fuera
poco, la aparición de Newt le permite mostrar un lado tierno, sin por ello
perder un ápice de carisma o molabilidad. Dentro de la Nostromo ya teníamos a
un personaje inolvidable, pero es que aquí la seguiríamos hasta el mismo infierno.
Carga a sus espaldas con el peso de toda la película, nos mantiene en tensión
durante dos horas y crea a un mito del cine. Todo ello sin dejar de ser una
película de acción pura en la que lo más importante son los tiros. Creo que a
nadie le tuvo que pillar por sorpresa que se llevara una nominación al Oscar
por su enorme trabajo.
Frente a ella no podíamos tener a un malvado cualquiera.
Las historias son tan míticas como malvados son sus antagonistas. En la
Nostromo no teníamos más que a un simple Alien, pero en el planeta habita la
Reina del enjambre. Reflexionemos sobre ello, un xenomorfo básico se las basta
para arrasar fácilmente con una escuadra enemiga. ¿Qué no podrá hacer el mayor
monstruo creado por las profundidades insondables de los horrores
incognoscibles? Geiger y Cameron sobrepasan los límites de nuestros terrores y
crean al mal más puro que hayamos visto en una pantalla de cine (tarea premiada
con un par de Oscars). Desde el primer momento que aparece hasta la batalla
final con el traje especial de Ripley (qué bien introducido, ¡coñe!) se hace difícil
respirar sin estremecerse. Lo dicho, inolvidables ambas.
En ese sentido, debo destacara lo bien que ha envejecido
esta película. Más allá de ciertos detalles técnicos obvios e insalvables, el
uso del plástico y las maquetas es inmejorable para que la película adquiera
una textura viscosa y maligna aun hoy en día. Los efectos especiales casan a la
perfección con la atmosfera de la película e incluso Cameron se permite avanzar
el futuro con el cambio de esencia de las batallas reales, introduciendo videocámaras
en los cascos para transformar los tiroteos en directos televisivos. Habría que
destacar también el impresionante trabajo de edición de los efectos sonoros. No
hay como tener un buen pedazo de equipo de sonido para poder disfrutar (sufrir)
de la experiencia de estar en la estación espacial y oír cada ínfimo ruido que
se produce. No es que puedas notar cada paso lejano o cada respiración de los
desafortunados personajes, ¡es que te parece oír sus latidos! Lo dicho,
impresionante en todos los sentidos.
Estamos
ante un gran film de acción, de toque terrorífico, pero donde prima el cariz de
aventura tenebrosa. Donde Ridley Scott sugería, Cameron exhibe, donde yacían
víctimas indefensas, luchan aguerridos soldados, donde acechaba una criatura,
ahora atacan a miles, donde reinaba el terror… ¡esta vez, es la guerra!
Nota:
9
Nota
Filmaffinity: 7.3
Como
nota aparte, esta vez he visto el llamado "montaje del director" en
el que se añaden 18 minutos de escenitas aquí y allá. Es muy fácil saber que es
nuevo porque hay redoblaje y, por tanto, las voces y los ruidos cambian. Sin
embargo, esta vez lo considero innecesario, ya que el metraje adicional se
limita a alargar escenas y presentarte diálogos innecesarios que solo consiguen
bajar el ritmo sin aportar nada. Para Aliens: el regreso, mejor el metraje
original.
A
diferencia de su predecesora, la Academia respetó el gran despliegue técnico de
esta película, nominándola a Montaje, Banda Sonora, Diseño, sonido y premiando
ambos efectos visuales y sonoros. Que se nota que la película está BIEN hecha.
Adicionalmente, Sigourney Weaver consiguió una nominación a mejor actriz por su
trabajo, algo que seria casi impensable en una propuesta de acción pura como
esta (toma ya).
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