Empiezo mi –anunciado, aunque con calma- repaso a las
películas de Villeneuve con la predecesora de La Llegada.
Nada más dar al play, un equipo de SWATs asalta una casa
a ritmo de un incesante retumbar de tambores que te pone a mil desde el segundo
cero. Agotada la resistencia inicial, las sorpresas se esconden tras las
paredes del chalet. La madriguera de conejo llega mucho mas al fondo de lo que
parecia inicialmente. La impactante actuacion de la agente Kate llama la
atencion del equipo antidrogas de EEUU, que decide contratarla para unas
operaciones en la frontera.
Kate, entrenada donde las haya, se prepara para lo peor,
pero una vez en El paso, las cosas no seran tan claras como parecen y la
frontera entre el mal y el bien pasa a ser tan difusa como la que hay entre
ambos paises....
Partiendo del hecho que estamos ante una película de
VIlleneuve, el inicio es de impresión. El asalto apenas tiene tres cambios de cámara,
pero te deja con el culo pegado al asiento. ¡Que manera de crear tensión! ¡Que
aprendan los demás como no se necesitan mil cambios de vista para ponerte a
mil! Esta claro que este canadiense sabe lo que se hace con la cámara. Lo mismo
se puede decir de la persecución en coche que se produce en el Paso o la escena
final en las minas. Estas piezas de orfebrería de unos quince minutos cada una
contienen toneladas de emoción, una puesta en escena primorosa y unas coreografías
al alcance de muy pocos. Solo por esos 45 minutos ya vale la pena la película,
de sobras.
Villeneuve se permite jugar un poquito con tus conceptos
(otra vez) y te crea una sensación de agobio muy malsana. Llegas a la conclusión de que la
vida es una mierda y que en cualquier momento te va a llegar el bofetón, aunque
cuando te lo arreen no puedes entender de donde ha salido.
Sin embargo, encuentro que las escenas que hacen de
pegamento no acaban de tener la fuerza que deberían. No por hallarse mal
construidas, sino porque el guion no les acaba de dar el sentido necesario para
que entendamos que ocurre. Si, nos movemos en aguas turbias donde se hace difícil
distinguir entre los ejércitos, las policías y las mafias de ambos bandos de la
frontera, pero el guion no separa a explicar muchas cosas que ocurren en
pantalla y nosotros no siempre somos capaces de llenar los huecos. Por ejemplo,
¿Para qué la necesitaban? ¿Habría cambiado algo de no haber estado? Benicio del
Toro y Denis Quaid, son buenos, malos... ¿o solo unos malnacidos? Este
desconcierto provoca que pierda el propio objetivo de la película. Sí, tenemos
escuadrones de élite, agencias de inteligencia más turbias de lo debido y
narcotraficantes con muy mala idea, pero sus continuas digresiones sobre la
distancia entre la justicia y la legalidad consiguen aburrirme en los
fragmentos donde la acción no toma el mando.
Ni siquiera la portentosa actuación de sus integrantes,
al mando de una impresionante Emily Blunt, es capaz de hacer remontar el film.
Resulta sorprendente como una chica tan pequeñita (en tamaño) es capaz de
transmitir tanta fuerza como policía, moviéndose entre la determinación y el
desconcierto tras los zarandeos al que le somete el guión. A su cargo tenemos
una de las mejores escenas de (no) sexo que he visto en una pantalla de cine.
Del resto de turbios personajes, hay que destacar a un correcto (y hostiable)
Dennis Quaid y a un impresionante Benicio del Toro, cuyas toneladas de cinismo
consiguen quedarse marcadas a fuego.
Sicario aparece tras el éxito de taquilla que supuso Prisioneros (que ya será reseñada),
permitiendo a Villeneuve rodar con mucha más libertad un precioso ejercicio de
onanismo audiovisual con cuatro escenas de una precisión apabullante que están
al alcance de muy pocos. Es curioso como escenas de una factura tan impecable,
con unos aciertos tan impresionantes se vean separadas por unos interludios
emburullados que no hacen sino bajar el ritmo y confundir al espectador,
dejando una sensación amarga, pues los errores pesan demasiado y deslucen el
resultado de una película que, por momentos, provee de magnificencia
cinematográfica.
Nota:6
Nota
filmaffinity: 6.8
Nominaciones a Fotografía, Banda Sonora y efectos sonoros
en los Oscars. Sin premio. Otra ronda de nominaciones técnicas a pesar del
reducido presupuesto de la cinta. ¡Villeneuve sabe hacer mucho con poco!
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