De la enorme pila de libros pendientes que andan por casa aparece un buen
tochete de unos autores que se han labrado una buena reputación con sus
thrillers. Un libro fácil y devorable de vez en cuando sienta la mar de bien.
Autor: Douglas
Preston, Lincoln Child
Título original: The
book of the dead
“El inspector Pendergast está a punto de ser vencido por su peor enemigo:
su propio hermano. Parece que ha llegado la derrota definitiva para Pendergast.
Su sombra, su secreto enemigo, su propio hermano Diógenes, sólo piensa en
destrozarle. Pendergast, el genial detective, está en una prisión de alta
seguridad, acusado de todos los crímenes cometidos por su hermano. Denostado
por la policía, nada puede hacer para impedir que el plan de Diógenes tenga
éxito. ¿O quizá todavía tiene una oportunidad?
Diógenes ha conseguido introducirse en casa de Pendergast y seducir a su
protegida Constance. A la vez, está decidido a dar un terrible golpe en un
escenario muy habitual en las historia de Preston y Child: el Museo de Ciencias
Naturales. Las cosas tampoco van bien allí. Una valiosa colección de diamantes
fue robada y posteriormente devuelta pero convertida en polvo. Sin embargo su
director recibe una gran noticia: un multimillonario ofrece financiación para
restaurar una tumba olvidada durante años en los sótanos del museo y organizar
una gran exposición alrededor de ella. No obstante durante las semanas de
preparación las cosas empiezan a ir mal y sólo Pendergast sospecha quién puede
estar detrás de todo.”
Ya hacía tiempo que no disfrutaba leyendo una
historia de asesinatos de manual. Aquí no hay disquisiciones morales, ni
ambientes turbios ni detectives torturados. Hay un puñado de buenos, un asesino
muy malvado, una trama bien llevada y una masacre que impedir. Da gusto
perderse con estas simplezas de vez en cuando.
Lo único que no sabía al empezar el libro es
que se trataba de la tercera parte de una trilogía, una conclusión a la misma.
¡Ups! Los autores no pierden el tiempo en presentarte a unos personajes que ya
deberías conocer y, evidentemente, tampoco se molestan en explicarte que
ocurrió en el pasado. Sin embargo, el libro es suficientemente independiente
como para poderse leer sin problamas una vez eres consciente de que te faltará
algo de información.
La trama es muy peliculera, casi como si
fueran escenas de la gran pantalla, cada capítulo es muy corto, de apenas 3-4
páginas que se leen de un suspiro, dando lugar a un ritmo vivísimo donde la
acción cambia a toda velocidad de un lado a otro. Por ello, entre que no paran
de pasar cosas y que la tentación de leer un capítulo más está siempre
presente, el libro se devora sin enterarte. Te despistas un poco y te has
pegado un atracón. Hacía tiempo que no me pasaba de parada en el tranvía, y con
El libro de los muertos me ha pasado
unas cuantas veces. Además, como no pierde tiempo en las presentaciones, es
fácil entrar en su historia y devorarlo en 2-3 días.
El libro mezcla pesadillas generadas por la mística egipcia, el thriller
psicológico, resolución de asesinato clásica y rivalidades enconadas. A medida
que avanzaba por el libro, especialmente con ese título y todas las historias
de maldiciones egipcias que hay por todos lados, esperaba que se añadieran
algunos toques sobrenaturales que luego no aparecieron. Por otro lado, el
desarrollo de la trama es un pelín (muy) fantasma, pues todos los personajes
son unos cracks descomunales en todo y resuelven enigmas, realizan proezas
físicas y diseñan planes complejísimos con miles de imponderables considerados
como si nada. Pero bueno, las dosis de emoción hacen que estas fardadas se perdonen
fácilmente. Además, los personajes no despiden el tono pedante que suele
acompañar a los repelentes resuelve-enigmas, lo que se agradece.
Aloysius Pendergast y su hermano Diógenes son las dos
caras de la misma moneda. Su mente privilegiada y su impecable condición física
les ponen por encima de la inmensa mayoría de la humanidad, a la que tratan con arrogancia y
superioridad. Van tan sobrados que se lo pueden permitir. Uno es un psicópata
que quiere vengarse de la humanidad, el otro es el mejor inspector que el FBI
podría soñar tener y, en el fondo, sólo tienen en común el odio enconado que se
profesan. Molan de los pasados de vueltas que llegan a ir.
Sin embargo, no es el FBI quién lleva el caso
de los diamantes, sino la inspectora de policía Laura
Hayward. Mujer hecha
a sí misma, es una investigadora eficiente que no se deja pisar por nada ni por
nadie. Se hace querer por su tesón y supone un gustazo encontrar un personaje
femenino tan bien tratado en un género en que no acostumbran a ser más que
recursos de guión.
Otro personaje con gran importancia es Constance Greene. Al principio es una joven ingenua que apenas sabe nada de la vida,
demostrando un carácter inseguro y temeroso ante casi cualquier acción que
emprende. Me costó un poco cogerle el punto, ya que es el personaje que más
traumas y problemas arrastra de los libros anteriores (con el resto nos basta
casi con conocer su ubicación). Sin embargo, a medida que avanza el libro, va
demostrando que es una Pendergast y poco a poco va mostrando su clase e
inteligencia. Es especialmente obvio al final, cuando ya no tiene absolutamente
nada que perder y saca a relucir una determinación de las que hacen época. Me
gustó mucho su evolución, realmente.
Es muy fácil ventilarse el libro en un plis,
especialmente por su combinación de claustrofobia, emoción, acción y tensión.
Sin embargo, el ambiente peliculero es tan marcado que se hace necesario leer
el libro del tirón. A la que te lo tomas con calma y dejas que la acción (y la
cantidad de animaladas que hacen los protas) tomen un poco de poso, verás que
las cosas empiezan a no cuadrar. Hay una suspensión de la incredulidad
demasiado grande, saltándose las leyes a voluntad, tiroteos por doquier, viajes
a lo largo del mundo demasiado rápidos y convenientes… Pero oye, el libro mola,
así que tampoco nos vamos a poner picajosos.
Por otro lado, hay que reconocer que el libro
es un rato bestiajo y los corazones sensibles pueden sentirse impresionados con
facilidad.
No es uno de estos libros que van a marcar tu
vida, pero he salido entusiasmado con sus buenas dosis de emociones fuertes y su distancia con la previsibilidad que acechan a la mayoría de thrillers. Vicia con ganas entretiene
de lo lindo. Si todos sus libros son como éste, creo
que voy a buscarme más libros de Preston/Child para leer cuando quiera
desconectar ni agobios, ¡Como ha entrado este!
Nota: 8
Nota goodreads: 4.12/5
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