Después de disfrutar como un enano y descubrir a este director tan particular con Moonrise Kingdom (gracias CVO xD), tenía claro que iba a seguir sus nuevas películas. Y si además traía tan buenas críticas y recomendaciones… pues bueno, más puntos aún.
Un escritor en pleno bloqueo se traslada a un
decrépito gran hotel en franca decadencia. Allí entabla amistad con Zero, el
dueño del hotel que le cuenta su historia… pues empezó como botones en el hotel
y bajo la protección de Gustave H. el legendario conserje que dominaba el
ambiente del hotel en sus años de esplendor. En un evocador relato se verán
implicados en una turbia herencia y la extraña aparición de varios cadáveres
estrangulados donde Zero y Gustave tendrán que echar mano de todos sus recursos
para salir con vida.
Wes Anderson es uno de estos directores que
supedita cualquier estructura narrativa a una propuesta estética determinada.
Para él, la composición de cada escena es mucho más importante que la propia
historia que se está contando. Además, refleja su particular idiosincrasia en
unos personajes muy absurdos, con extrañas costumbres y reacciones. Este modo
de construir sus películas provoca una abundancia de encuadres extraños
(incómodos a veces), un avance de la trama muy a golpes y unos diálogos que
rayan entre el absurdo y la iluminación. Por suerte para nosotros, esta vez, el
Sr. Anderson tiene algo que contarnos. A los travellings, panorámicas, colores
llamativos, planos cenitales, personajes peculiares, travellings ópticos…
típicos en las películas de Anderson hay que añadir en esta ocasión un juego
narrativo fascinante. Una historia muy pasada de vueltas, sin duda, pero que sirve
de sobras para llenar de contenido un estupendo continente.
Durante dos horas seremos zarandeados por una
comedia absurda marca de la casa donde lo imprevisible se vuelve norma con
muchos detalles de comedia negra que nos harán soltar más de una carcajada
cruel. Las normas de la lógica se vulneran un poco, pero el resultado es un
desternillante viaje, con un poquito de todo, intrigas palaciegas, asesinos,
prisiones, gastronomía, amor y tragedia,
dónde incluso ella, la dulce pastelera, lleva el mapa de México en su
cara.
Wes Anderson nos invita a un delirante viaje
donde una extravagante banda sonora ayuda a dar vida a cada imagen, dotada de
un extraño cromatismo visible en cada pieza de decorado (ese aire a Corto Maltés o Tintin me encanta) de este mundo exagerado y exuberante. La innecesariamente
minuciosa artesanía con que está fabricada cada escena parece buscar una
esencia de cine de animación retro construyendo un cuento para niños adultos,
tal como veríamos en otras películas como Delicatessen
o Charlie y la fábrica de chocolate.
Un estupendo Ralph Fiennes hace de cicerone,
un conserje exquisito, pedante, amanerado y gerontófilo, tan presto a hacerse
amar como volverse un auténtico repelente. A su alrededor, orbitan un montón de
grandes actores en registros de comedia absurda, muchas veces muy alejados de
lo habitual. Con algunas excepciones, sus papeles apenas sobrepasan en el
cameo, pero me encanta volver a ver a Edward Norton en un papel tan “anti-sexy”
como su Boy-Scout (Moonrise Kingdom),
para el resto, basta ver el poster de la película y sorprenderse con la
cantidad de caras conocidas que encontramos.
La historia se mueve entre el suspense y la
comedia absurda, con toques de humor negro con bastante mala leche. Hay que
reconocer que la cantidad de “¿Qué demonios pasa…?” que acabas soltando a lo
largo de la película es bien grande y eso puede enfadar a más de uno. Es con
diferencia lo más flojo del film, pues
no sirve más que de armazón para que Anderson nos prepare un derroche de
barroquismo visual y nos bombardee con su particular sentido del humor. Eso si,
esta vez Anderson tiene algo que contar, lo que hace la película más llevadera
para aquellos que no casan con su peculiar manera de montar las películas.
Esta comedia desmadrada se convierte en un
preciosista ejercicio visual y un buen sistema para mandar la lógica a volar
durante dos horas. Quizás la mejor obra que ha parido Anderson en su conjunto y
perfectamente recomendable, pero claro, con la salvedad de que fascina y repele
a partes iguales, dependiendo de cómo nos caiga su humor “de cara de palo”. A mí
me tiende a encantar, por lo que la he disfrutado como un enano.
Nota: 8
Nota filmaffinity: 7.5
Mira que iba a pasar de largo, pero visto lo visto habra que darle una oportundiad.
ResponderEliminarTe gusta Wes Anderson? Te gustará la película. ¿No te gusta Wes Anderson? Mejor busca otra cosa. Es una d elas películas más digeribles por un profano, pero el hombre es particular con ganas xD
ResponderEliminarMt