La maldición de la Perla Negra culminó los
sueños húmedos de todo “blockbuster” consiguiendo no sólo reventar todas las
taquillas sino trascender hasta crear una imaginería propia. Disney puso
rápidamente en marcha la maquinaria para explotar su nueva gallina de los
huevos de oro, y tres años después nacía el díptico El cofre del Hombre Muerto
y En el fin del mundo.
Después de dejar atrás a los no-muertos de
Barbosa, el infame Capitán Jack Sparrow huye de los calamáricos secuaces de
Davey Jones, el Holandés Errante, que lleva las almas de los muertos al
infierno… Éste le reclama el alma de Jack como pago de una antigua deuda. Por
medio, Will y Elizabeth quieren capturar a Jack por… algo, con lo que se meten
en medio de los planes de Davey Jones.
Pero bueno, ¿acaso importa de qué va la
película? El objetivo de Disney no es otro que hacer un “más grande, más largo
y ¡más Sparrow!”. La película se ha hecho por y para él, y si antes ya robaba
cada escena en la que aparecía, ahora todo se ha realizado para su gloria. Se
cogen los diálogos chulescos de Jack (que para que negarlo, siguen haciendo
gracia), se añade un nuevo malo con el que presumir de FXs (una pasada), se
mete a Will y Elizabeth por ahí (que son monos y gustan a la gente) y se
finaliza con escenas de acción marca de la casa (siempre divertida).
A parte de un vehículo para sacar dinero, la
película está concebida como una introducción para En el fin del mundo,
pretendido colofón y despedida de la saga. Es por ello que este acto tiene una
importancia, digamos, liviana. A diferencia de su predecesora, el conjunto
adolece de falta de frescura y empaque. El carisma de Jack da para mucho, pero
cuesta entender por qué huye realmente, la película tarda en arrancar, se
pierde en florituras innecesarias y da la sensación de que encontramos
situaciones metidas con calzador (la aparición de Norrington o hacer que Will
acabe en el Holandés) para que un personaje en concreto aparezca y ya está.
¿Pero, qué decir de los efectos especiales?
Simplemente brutales. Son mucho mejores que los de la primera parte (aunque
menos resultones) y son capaces de mover con naturalidad a una criatura tan
brutal como el Kraken, que a su paso destruye navíos con una facilidad pasmosa.
¿Y el diseño artístico? Mejor. Escenarios de inmensa belleza y algunas
secuencias deliciosamente paradisíacas. A lo largo de todo el metraje aflora un
deje sobrenatural que deja entrever que Jack Sparrow juega habitualmente con
fuerzas mucho más importantes de lo que parecía en su predecesora, dando a toda
la película un aire muy artificioso, recordando mucho (demasiado) a la mítica
Monkey Island (y que no me digan que Davey Jones no es LeChuck, ¡vamos!). El
error del director es que, a pesar de tener más medios, no consigue aprovechar
su influencia para que el nivel de la película suba gracias a ello.
Por otro lado, los actores no se toman
especialmente en serio su trabajo, especialmente un Depp desbocado, que se
dedica a hacer mueca tras mueca repitiendo los tópicos de su personaje, pero no
es hasta la última hora de metraje (esta manía de hacer las películas épicas de
tres horas… mala influencia de LOTR) que se desata por fin el festival. Hemos
soportado dos horas de idas y vueltas sin mucho sentido hasta que encuentran el
dichoso cofre. Ahí, algo hace click. Marca el inicio de una espiral de acción
vertiginosa en que todo pasa a fluir con una facilidad pasmosa. El sentido
sigue brillando por su ausencia, pero la película se acelera y las espadas
empiezan a danzar en una trepidante noria (juas juas) componiendo un
“crescendo” sorprendente donde cualquier cosa es posible. El final, aunque
incoherente con visto en el resto de la película, es brutalmente épico, con un
duelo apoteósico de Jack contra el Kraken (y dejando un cliffhanger de manual).
Como la mayoría de secualas no previstas de
inicio, es obviamente inferior a su predecesora. Hay más medios y el trepidante
final deja un buen sabor de boca, pero la pérdida de frescura se nota mucho,
especialmente en sus dos primeras horas. Eso sí, Jack sigue siendo Jack, y
Davey Jones es mucho Davey Jones, lo que basta para muchos.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.2
No hay comentarios:
Publicar un comentario