viernes, 25 de octubre de 2019

El viaje de Chihiro


Chihiro es una chiquilla de 10 años, contestona y un poco caprichosa. Muy a desgana, va en coche con sus padres: La familia se muda y ella no está muy entusiasmada; no es fácil dejar a los amigos, la escuela, todo su pequeño mundo. Un desvío, una duda, y la familia se extravía, tras llegar a un callejón sin salida, entrar en un inmenso edificio rojo parece la única ruta.

Al otro lado se asoma un pueblo fantasma, una especie de parque de atracciones abandonado… Un inquietante silencio azota el lugar y cuando cae la noche, empiezan a ocurrir cosas muy extrañas…

Chihiro pierde entonces el contacto con sus padres, y empieza a correr, a correr, hasta que pierde el aliento, hasta que finalmente encuentra una cuidad imponente sobre la que planean inmensas nubes de humo. Ayudado por un chico misterioso, Haku, Chihiro descubre entonces que está en los territorios de Yubaba, una bruja maléfica y ladina que dirige con mano de hierro todo que acontece en los baños termales, el edificio más importante de la ciudad. Haku le muestra que se trata de un lugar sagrado dónde los Dioses vienen a reponerse y relajarse antes de volver a sus ocupaciones divinas… En este lugar, los recién llegados, los humanos, se transforman en animales con el fin de convertirse en comida. Los pocos que escapan a este funesto destino son condenados a desaparecer, pues son inútiles para la sociedad del lugar. Para escapar de este trance, Chihiro tendrá que empezar a trabajar y firma un contrato con Yubaba, la cual, en prueba de obediencia, le confisca su nombre….

Comienza así este fantástico periplo, este viaje de Chihiro lleno de encuentros más o menos felices, más o menos divinos, más o menos peligrosos, pero siempre magníficamente habitados por la poesía, la singularidad, el onirismo y la belleza del maestro Miyazaki. Cada uno de estos encuentros esconde en sí mismo una reflexión sobre la filosofía y las enseñanzas del sintoísmo, que invitan a reflexionar y repasar sobre nuestras propias convicciones, sin por ello descuidar una historia hechizante con la que dejarse fascinar. Presenta tantas capas que se hace difícil de apreciar de una sola vez, convirtiendo los revisionados en un placer con el que descubrir una suerte de nuevos detalles cada vez que nos ponemos frente a ella. Sorprende también la facilidad para que entendamos todos los entresijos de un personaje con apenas unos segundos de verlos en pantalla. Una tarea solo al alcance de muy pocos.

Es imposible no sentirse fascinado cuando se ve El viaje de Chihiro por primera vez. El diseño de los baños termales, la magia del viaje en tren, el inefable carisma de Yubaba… Cada fotograma es una obra de arte en la que sumergirse y dejarse llevar, con un magnífico diseño que conjuga admirablemente la belleza, la poesía y la funcionalidad narrativa.


Esta conjunción de elementos se da en excepcionales ocasiones: belleza en la pantalla, historia fascinante, diálogos absorbentes y personajes inolvidables. Es, pues, obligatorio apreciarlo como un regalo del cielo, del que se me hace difícil encontrar palabras para expresar lo mucho que me impresiona. La saboreo a cada segundo, a cada fotograma, esperando que no se acabe este disfrute. Pocas películas me hacen desear poder olvidar haberlas visto, sólo para poder volver a fascinarme de la cándida manera en que lo hace un primerizo espectador.

En fin, pluscuamperfecta. Gracias Miyazaki-San. Muchas gracias.


Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.1

Se trata de la única película no-yanqui en llevarse el Oscar a mejor película de Animación, con lo suyos que son en la Academia. ¡Qué no es por cualquier cosa!

martes, 22 de octubre de 2019

Pesadilla en Vancouver (Eric Wilson)


Dentro de mi propósito de leer todos los libros de la Cesta’13, llegan a veces cosas como éstas, un libro infantil del Barco de Vapor que ya leí cuando era pequeño. Dos detalles que no van a impedir que me ponga con él claro (libro Nº26)

Título: Pesadilla en Vancouver
Autor: Eric Wilson
Título original: Vancouver nightmare

“El joven Tom Austen está pasando las vacaciones en Vancúver, junto a sus abuelos y su amigo Dietmar. La máxima aspiración de Tom es convertirse en detective y aprovecha cualquier oportunidad para ello, incluso seguir una arriesgada pista sobre los traficantes de droga de la ciudad. ¿En qué peligorsas aventuras se meterá Tom? Una entretenida novela sobre la valentía y la superación personal.”

Me llevé una pequeña alegría cuando vi este librito, pues yo lo había tenido hace un porrón de años (a saber dónde andará mi copia) y no pude sino dejar aflorar los entrañables recuerdos de cuando la vida era más simple. Pesadilla en Vancouver es una novelilla infantil escrita en los años 70 que buscaba alertar a los más pequeños de los peligros de las drogas y las malas compañías, todo ello envuelto en una pequeña trama de detectives con niños que se meten en líos y policías que salvan el día.

Como ya podremos imaginar, hablar de construcción de personajes o del desarrollo de una trama es una tarea innecesaria. 160 páginas de letra bien grande dirigidas a los más pequeños dan para lo que dan. No cuesta nada de leer, pudiéndotelo ventilar en un suspiro. Curiosamente, no llega a hacerse ofensivo. Es muy simple pero siempre trata al lector con respeto.

No obstante, se nota que ha pasado el tiempo. No en vano, se trata de un libro para niños 10-12 años de los años 70. Tiempos más sencillos en los que el sueño de un niño no iba más allá de ser un detective que atrapaba a los malos. En los 90, soñaba con ir a países exóticos y vivir aventuras (El reino del dragón de oro) y en los 2000 teníamos a todos los chiquillos deseando ir a una escuela de magos (Harry Potter). La fantasía se ha desarrollado como género y hay que ir mucho más allá para excitar la imaginación de los más pequeños.

En este caso, basta un mini-thriller infantil con mensaje moralizante. Hay que alertar del peligro de las drogas (que, obviamente, se quedan en un concepto abstracto) y de las consecuencias de andar con malas compañías (como le ocurre al personaje de ZZ). En lo que no se corta es en mostrarte unos bajos fondos bien sórdidos, pues tenemos prostitutas, yonquis, ladrones e incluso un proxeneta de niños. Todo ello suficientemente disimulado para que el niño no lo pille (mientras que el adulto sí), pero está allí.

A la que tengamos un churumbel de la edad adecuada, puede funcionar como un divertimento agradable. El problema viene cuando existen alternativas como Percy Jackson o Harry Potter para satisfacer las ansias de un pequeño lector, pues tienen mucha más chicha que las veleidades policiales del apocado Tom Austen.


Nota: N/A
Nota goodreads: 3.71/5

sábado, 19 de octubre de 2019

Sopa de Ganso


Pues este es un día en que queríamos ver una película en Movistar+ y nada más empezar nos da un error. Cómo estábamos un poco rebotados y teníamos ganas, no se nos ocurrió otra cosa que poner la que había al lado, bien conscientes de quienes estaban en la portada.

Quién conozca a los hermanos Marx sabrán que describir el argumento de sus películas suele ser un ejercicio fútil, pues sus películas se mueven normalmente en momentos, secuencias, diálogos y giros absurdos, más que en historias coherentes. Sin embargo, Sopa de ganso es de sus pocas propuestas que mantiene algo parecido a una trama. Por estas cosas que pasan, el magnate Rufus T. Firefly (Groucho Marx) es nombrado presidente de Freedonia. Gobernará el país a su manera, con sus frases hirientes, sus pullas gratuitas y su cara de cemento armado, para descojone del espectador y desespero de sus allegados. Sus hermanos Chico y Harpo interpretan a dos espías enviados por Sylvania, el país vecino, con el objetivo de recabar información para una posterior invasión militar. A base de morro y juegos de manos, se infiltran en el gobierno con disparatadas consecuencias e hilarantes resultados. El cuarto hermano, Zeppo, también aparece en la película, pero con un papel mucho menor (y sin apenas gracia).

Aunque igual las nuevas generaciones no los acaban de conocer, los Hermanos Marx son unos de los humoristas más jrandes de la historia del cine. Reventaron todas las taquillas en los primeros años del cine, tiranizaron la pantalla y volvieron la vida imposible de todos aquellos que tenían la suerte de estar cerca de ellos. Fueron los putos amos y se permitían cualquier locura, con escenas y respuestas que son verdaderas gamberradas. Hoy todavía nos parecen cosas muy locas, pero en 1920 tenían que estar fuera de toda escala.

Sus películas son un verdadero delirio en el que se permitían hacer (casi) cualquier cosa. Esto redundaba en una gran falta de cohesión que deslucía el conjunto, más allá de un estupendo puñado de sketches. Sopa de Ganso es, de todas ellas, la que más lógica argumental mantiene, convirtiéndose en una historia aprovechable (ejem ejem), por sí misma. Eso sí no debemos olvidar que hay minutos de guión descritos con una profundidad tal como “Harpo hace cosas”, así que ya os podéis imaginar. Al final, constituye una comedia delirante repleta del humor surrealista más divertido del séptimo arte.

El rey de todo el cotarro es Groucho, que tenía una tara genética que le impedía no ser la hostia, en esta película se mueve sin control, una apabullante ametralladora de comentarios ingeniosos y cínicos con los que te ríes tanto como te ofendes. Se trata de un hombre tan jrande que cualquier comentario se queda corto. Chico no se queda atrás con un puñado de gags llenos de morro a cada cual más enorme y Harpo con sus ruidos y su cara de cemento armado es simplemente descojonante.

En apenas 66 minutos, un suspiro para los cánones actuales, los hermanos Marx se permiten meter de todo. Tenemos sus chistes por todos lados, números musicales gratuitos y escenas alargadas sin motivo, pero también una crítica a la sociedad del momento, con trastazos gratuitos a los políticos corruptos, al expansionismo imperial, la diplomacia de las armas y ¡hasta escenas bélicas! Sorprende como pueden meter tanta cosa en un espacio TAN pequeño.

Todo ello, obviamente, en un ambiente de jolgorio general con gags auténticamente inmortales que han sido copiados cienes y cienes de veces: Los dos Grouchos ante el espejo, la canción de toma de posesión, la esperpéntica declaración de guerra…El bombardeo de chistes es descomunal, de los que dejan ojiplático. Si bien algunos han quedado algo desfasados (el del sombrero, por ejemplo), la mayoría aciertan y son bien capaces de tirarte de la silla.

El conjunto es un engendro extraño y sin sentido, con un argumento estúpido pero brutalmente desternillante. 66 minutos de descojone absoluto que pasan en un suspiro y nos recuerdan que lo absurdo no está en la película, sino en la realidad. Una buena cura para la tristeza que no podéis dejar pasar.


Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.1

miércoles, 16 de octubre de 2019

Flush (Virginia Woolf)


Libro leído como parte de la CLO (gracias Cocodras). Siempre es un placer acercarse a Woolf, aunque lo hago mucho menos de lo que debería.

Título: Flush
Autor: Virginia Woolf
Título original: Flush - a biography
Traducción: ¿?¿

“Flush es un cocker spaniel de orejas largas, cola ancha y unos «ojos atónitos color avellana». A los pocos meses de su nacimiento es regalado a la famosa poetisa Elizabeth Barrett. Flush se convertirá en su compañero inseparable y, posteriormente, en el cómplice de sus amoríos con el poeta Robert Browning, aunque primero debe superar la animadversión y celos que siente ante su afortunado rival... Virginia Woolf relató la historia del perro de Elizabeth Barrett con rigor biográfico, recreando una época tan impresionante como la victoriana y consiguiendo una de las obras más deliciosas de la literatura contemporánea. Como señala Quentin Bell, Flush no es el producto específico de un amante de los perros, sino una narración construida a partir del esfuerzo de ver el mundo a través de la mente de un perro, un mundo dominado por los olores, las fidelidades y los deseos caninos.”

¡Que dulcecito más mono!

Y mira que ya había leído la contraportada, pero no esperaba que fuera a encontrar una doble biografía (otra más). Woolf siempre es un placer a la hora de disfrutar de un buen bocado literario. En este caso, se nos resume la vida de la poeta Elizabeth Barret y de Flush, su fiel cocker, narrado en todo momento desde el punto de vista del canino compañero.

Es, pues, un libro que degustar con calma, disfrutando de la miríada de detalles que jalonan cada una de las páginas. No obstante, hay algún que otro detallito que recordar. A decir verdad, no pasa gran cosa en todo el libro. Y bueno, a la que te pones a rascar, la vida de un perro… no es que sea especialmente interesante. Además, se trata de un librito cortito, de estos que apenas has empezado y ya has acabado. Por ello, si no estás atento, apenas te da tiempo a enterarte de nada. Se trata de un libro que degustar de manera consciente. Saborear bocadito a bocadito, paladeando cada sensación que Woolf te ha preparado. Si lo devoras, se estropea y no funciona (sí, un libro de 100 páginas que debe durar una semana, o más).


Flush está escrito con talento y su historia destila bonitisidad por todos los lados. Es toda una declaración de amor por esos animalicos que nos acompañan en nuestro día a día, que seguro disfrutaremos con ternura si tenemos la suerte de que alguno nos de su amor.

Pero es que no es sólo eso. Es también un ejercicio de estilo por parte de la escritora, presentando una pieza llena de talento en un ambiente inusual, con un requiebro tan innecesario como bien encontrado. Transforma con habilidad los ambientes en los que se mueve Flush (Londres, la campiña inglesa, Florencia), para describírnoslos con habilidad, casi pintándolos en un cuadro. Manteniendo, curiosamente, un punto de vista perruno, centrándose en los detalles que le interesarían a Flush antes que a un observador humano.

No he encontrado en el libro referencia alguna a la persona que ha hecho las labores de traducción (algo muy raro), pero desde aquí felicito al responsable por su meritorio trabajo. No es fácil trasladar las intrincadas, recargadas frases que cantan el inglés de Woolf manteniendo una exquisita entonación y un lirismo irónico. Mucho mérito tiene.



Asimismo, también se debe destacar la profusa documentación con la que el libro está orquestado. Se hace patente que Woolf ha trabajado la figura de Barrett y se las arregla para que quede patente, tanto en la descripción del personaje como en la evolución de su vida y los abundantes poemas que jalonan el libro. Para muestra, un botón:

To Flush, my dog (by Elizabeth Barrett Browning)

LOVING friend, the gift of one,
Who, her own true faith, hath run,
Through thy lower nature ;
Be my benediction said
With my hand upon thy head,
Gentle fellow-creature !

Like a lady's ringlets brown,
Flow thy silken ears adown
Either side demurely,
Of thy silver-suited breast
Shining out from all the rest
Of thy body purely.

Darkly brown thy body is,
Till the sunshine, striking this,
Alchemize its dulness, —
When the sleek curls manifold
Flash all over into gold,
With a burnished fulness.

Underneath my stroking hand,
Startled eyes of hazel bland
Kindling, growing larger, —
Up thou leapest with a spring,
Full of prank and curvetting,
Leaping like a charger.

Leap ! thy broad tail waves a light ;
Leap ! thy slender feet are bright,
Canopied in fringes.
Leap — those tasselled ears of thine
Flicker strangely, fair and fine,
Down their golden inches

Yet, my pretty sportive friend,
Little is 't to such an end
That I praise thy rareness !
Other dogs may be thy peers
Haply in these drooping ears,
And this glossy fairness.

But of thee it shall be said,
This dog watched beside a bed
Day and night unweary, —
Watched within a curtained room,
Where no sunbeam brake the gloom
Round the sick and dreary.

Roses, gathered for a vase,
In that chamber died apace,
Beam and breeze resigning —
This dog only, waited on,
Knowing that when light is gone,
Love remains for shining.

Other dogs in thymy dew
Tracked the hares and followed through
Sunny moor or meadow —
This dog only, crept and crept
Next a languid cheek that slept,
Sharing in the shadow.

Other dogs of loyal cheer
Bounded at the whistle clear,
Up the woodside hieing —
This dog only, watched in reach
Of a faintly uttered speech,
Or a louder sighing.

And if one or two quick tears
Dropped upon his glossy ears,
Or a sigh came double, —
Up he sprang in eager haste,
Fawning, fondling, breathing fast,
In a tender trouble.

And this dog was satisfied,
If a pale thin hand would glide,
Down his dewlaps sloping, —
Which he pushed his nose within,
After, — platforming his chin
On the palm left open.

This dog, if a friendly voice
Call him now to blyther choice
Than such chamber-keeping,
Come out ! ' praying from the door, —
Presseth backward as before,
Up against me leaping.

Therefore to this dog will I,
Tenderly not scornfully,
Render praise and favour !
With my hand upon his head,
Is my benediction said
Therefore, and for ever.

And because he loves me so,
Better than his kind will do
Often, man or woman,
Give I back more love again
Than dogs often take of men, —
Leaning from my Human.

Blessings on thee, dog of mine,
Pretty collars make thee fine,
Sugared milk make fat thee !
Pleasures wag on in thy tail —
Hands of gentle motion fail
Nevermore, to pat thee !

Downy pillow take thy head,
Silken coverlid bestead,
Sunshine help thy sleeping !
No fly 's buzzing wake thee up —
No man break thy purple cup,
Set for drinking deep in.

Whiskered cats arointed flee —
Sturdy stoppers keep from thee
Cologne distillations ;
Nuts lie in thy path for stones,
And thy feast-day macaroons
Turn to daily rations !

Mock I thee, in wishing weal ? —
Tears are in my eyes to feel
Thou art made so straightly,
Blessing needs must straighten too, —
Little canst thou joy or do,
Thou who lovest greatly.

Yet be blessed to the height
Of all good and all delight
Pervious to thy nature, —
Only loved beyond that line,
With a love that answers thine,
Loving fellow-creature !

No podemos olvidar tampoco la habitual retranca con la que Woolf retrata la sociedad inglesa en la que se mueve. A su manera, Flush es toda una sátira social de lo más ingeniosa. Somos testigos, desde su punto de vista, a las restricciones de las costumbres victorianas, las absurdeces de la conciencia de clase y la absurdez de la aristrocacia (humana y canina), la aburrida vida de las damas londinenses (y sus perros), la exultante vida de Italia (libre de tantas restricciones) y las delicias de la libertación sexual, tan lejana en aquel momento.


En muchos aspectos, me ha recordado mucho a la novela que reseñé hace muchos años, “Soy un gato”, de Soseki, en la cual se también se pintaba admirablemente la cotidianeidad del día a día a través de un espectador externo. Los propósitos y el desarrollo son diferentes claro, pero un recuerdo entrañable es un recuerdo entrañable.

Lo que no debemos olvidar cuando leemos Flush es que no seremos testigos de más (ni de menos) que la vida de un perro. Más que suficiente para unos, indudablemente poco para otros. Obviamente, es una propuesta vacua e inofensiva, pero escrita con talento, llena de belleza y lirismo, ideal para leer con una sonrisa en los labios mientras paladeas cada frase. Woolf cada día me emociona más. No sé por qué, pero al leer el libro, me imaginaba Woolf escribiendo en su cuarto propio con su perro canela a sus pies y el aroma de las flores filtrándose por la ventana. 

Nota: 7
Nota goodreads: 3.8/5

domingo, 13 de octubre de 2019

Los Increíbles 2


Cuando se estrenó esta película yo fui totalmente feliz a mi cine de cabecera a verla, sin fijarme si estaba siquiera o la sesión que me interesaba. No veáis mi sorpresa cuando me encontré que el cine estaba de vacaciones. Sí. De vacaciones, un cine. Así pues, al día siguiente me tocó buscar un nuevo lugar donde verla, mucho más incómodo que al que puedo llegar caminando cinco minutos desde casa.

Pero bueno, 14 años después de que la espectacular cinta de superhéroes de Brad Bird arrasara en los cines (durante años la mejor del género), cuando ya todos creíamos imposible su retorno, Pixar nos sorprendía con una secuela.

Curiosamente no habían pasado 14 años para la familia Increíble, sino que Los Increíbles 2 se sitúa EXACTAMENTE a continuación (el instante siguiente) que su primera parte, con la aparición del Socavador. En ella, las circunstancias provocan que Elastigirl pueda retomar su trabajo de heroína, mientras que Mr. Increíble se ve obligado a ocuparse de las tareas del hogar y cuidar de la familia. Los problemas de pareja se juntan con la aparición de un nuevo malo maloso (el Secuestrapantallas), la incapacidad de Violet para tener una cita con su enamorado, los ejercicios de matemáticas de Dash y el hecho de que nadie de la familia ha visto los poderes de Jack-Jack.

La inversion de roles de pareja permite jugar un poco con el feminismo, especialmente cuando Mr. Increíble no se aclara con la casa y contempla, envidioso, como Elastigirl está consiguiendo ser más popular de lo que él jamás fue, provocando que la situación pierda provisionalidad (además de ver cómo afecta a su Ego). Se trata de un juego que ya tenemos un poco visto de otras propuestas, en las que probablemente se ha hecho mejor que aquí. Mi impresión es que el guión se escribiera en 2004 y no se hubiera variado desde entonces, porque el tratamiento parece cierto aire anacrónico, como si fuera de otra época. No obstante, se trata del mayor hallazgo del guión, pues presenta bastantes fallas no habituales en este estudio. Encontramos personajes cuya personalidad ha desaparecido y no hacen más que estar allí (Frozono o Dash), otros que no tienen nada que ver con el que conocimos hace tiempo (Violet) o no se utiliza más que como puro alivio cómico (Edna). Además, tanto la identidad del antagonista como la propia resolución del conflicto no destaca por su trascendencia.



Esto no hace que la película sea aburrida. El ritmo es vivo, los chistes funcionan en su mayoría y el carisma de sus personajes hace que la diversión esté asegurada. Sin embargo, peca por su falta de trascendencia. La acción es fluida, pero no tiene ningún asomo de la profundidad emocional que caracteriza al estudio. Tal como ha ocurrido con muchas de sus segundas partes (Buscando a Dory, Monstruos Universidad), se trata de películas que se ven (y disfrutan) con agrado, pero realizadas con propósitos más digestivos, claramente inferiores a lo que sabemos que la franquicia es capaz de proporcionar.

Como nota aparte, me sorprende comprobar como los tres momentos de acción más importante se basan en impedir que un vehículo choque contra alguna parte de la ciudad (tres veces en la misma película).

Asimismo, la animación fluye admirablemente, con un bello diseño continuista que se aleja del hiperrealismo que hemos visto en las últimas películas de Pixar. Estos años sesenta retrofuturistas rarísimos, muy deudores de las películas de Bond de los 80, lucen espléndidamente en pantalla. En ese sentido, parece como un cómic de Marvel puesto en movimiento. Pixar son los mejores con la animación por ordenador y lo siguen demostrando.

Uno de los detalles más curiosos es que en ambas películas Increíbles, el antagonista se trate de una persona sin poderes especiales, más allá de su capacidad tecnológica. ¿No sería interesante que un mortal cualquiera fuera capaz de derrotar a los súpers, en un universo que odia a tales personajes? (Vale, tienen tantos poderes como Batman o Ironman, pero we…).



En ningún momento puedes decir que Los increíbles 2 sea una película siquiera floja. Constituye un buen ejercicio de imaginación, presenta un diseño retro-futurista de lo más bonito. Tiene unos guiños muy bien encontrados y es, a fin de cuentas, una película de aventuras bien hecha, divertida y disfrutable. Sin embargo, es tan claramente inferior a su predecesora que no acaba de dejar un buen sabor de boca.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.8

Finalmente, debo poner un pequeño aparte para BAO, el pequeño corto inicial sobre un niño-mochi. Una micro-historia de tres minutos llena de ternura que es bien capaz de dejarte el culo torcido. Simplemente adorable y mucho mejor que la película que venía a continuación.