Chihiro es una
chiquilla de 10 años, contestona y un poco caprichosa. Muy a desgana, va en
coche con sus padres: La familia se muda y ella no está muy entusiasmada; no es
fácil dejar a los amigos, la escuela, todo su pequeño mundo. Un desvío, una
duda, y la familia se extravía, tras llegar a un callejón sin salida, entrar en
un inmenso edificio rojo parece la única ruta.
Al otro lado se
asoma un pueblo fantasma, una especie de parque de atracciones abandonado… Un
inquietante silencio azota el lugar y cuando cae la noche, empiezan a ocurrir
cosas muy extrañas…
Chihiro pierde
entonces el contacto con sus padres, y empieza a correr, a correr, hasta que
pierde el aliento, hasta que finalmente encuentra una cuidad imponente sobre la
que planean inmensas nubes de humo. Ayudado por un chico misterioso, Haku,
Chihiro descubre entonces que está en los territorios de Yubaba, una bruja
maléfica y ladina que dirige con mano de hierro todo que acontece en los baños
termales, el edificio más importante de la ciudad. Haku le muestra que se trata
de un lugar sagrado dónde los Dioses vienen a reponerse y relajarse antes de
volver a sus ocupaciones divinas… En este lugar, los recién llegados, los
humanos, se transforman en animales con el fin de convertirse en comida. Los
pocos que escapan a este funesto destino son condenados a desaparecer, pues son
inútiles para la sociedad del lugar. Para escapar de este trance, Chihiro
tendrá que empezar a trabajar y firma un contrato con Yubaba, la cual, en
prueba de obediencia, le confisca su nombre….
Comienza así este fantástico
periplo, este viaje de Chihiro lleno de encuentros más o menos felices, más o
menos divinos, más o menos peligrosos, pero siempre magníficamente habitados
por la poesía, la singularidad, el onirismo y la belleza del maestro Miyazaki.
Cada uno de estos encuentros esconde en sí mismo una reflexión sobre la
filosofía y las enseñanzas del sintoísmo, que invitan a reflexionar y repasar
sobre nuestras propias convicciones, sin por ello descuidar una historia
hechizante con la que dejarse fascinar. Presenta tantas capas que se hace
difícil de apreciar de una sola vez, convirtiendo los revisionados en un placer
con el que descubrir una suerte de nuevos detalles cada vez que nos ponemos
frente a ella. Sorprende también la facilidad para que entendamos todos los
entresijos de un personaje con apenas unos segundos de verlos en pantalla. Una
tarea solo al alcance de muy pocos.
Es imposible no sentirse fascinado cuando se ve El viaje de Chihiro por primera vez. El diseño de los baños
termales, la magia del viaje en tren, el inefable carisma de Yubaba… Cada
fotograma es una obra de arte en la que sumergirse y dejarse llevar, con un
magnífico diseño que conjuga admirablemente la belleza, la poesía y la
funcionalidad narrativa.
Esta conjunción de
elementos se da en excepcionales ocasiones: belleza en la pantalla, historia
fascinante, diálogos absorbentes y personajes inolvidables. Es, pues,
obligatorio apreciarlo como un regalo del cielo, del que se me hace difícil
encontrar palabras para expresar lo mucho que me impresiona. La saboreo a cada
segundo, a cada fotograma, esperando que no se acabe este disfrute. Pocas
películas me hacen desear poder olvidar haberlas visto, sólo para poder volver
a fascinarme de la cándida manera en que lo hace un primerizo espectador.
En fin,
pluscuamperfecta. Gracias Miyazaki-San. Muchas gracias.
Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.1
Se trata de la única
película no-yanqui en llevarse el Oscar a mejor película de Animación, con lo
suyos que son en la Academia. ¡Qué no es por cualquier cosa!
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