Pues esto es que era
un día tonto en que teníamos que buscar una película más o menos neutra que
pudiera verse de fondo sin que nadie se ofendiera. Así es que abrimos Movistar+
y a ver qué nos ofrecían. Dentro del catálogo, esta película parecía la menos indigesta,
así que se acabó poniendo.
A pesar de que
habitualmente soy de los que no se pierde muchas propuestas de animación, nunca
me sentí atraído por esta versión de las aventuras de Hércules. Yo había
crecido disfrutando con las películas que me pillaron a la edad correcta (laBella y la Bestia, Aladdin, el Rey León…) y para cuando llegó Hércules, Disney
ya me había traído un par de propuestas cuestionables, que no hacían presagiar
nada bueno, el diseño me producía más rechazo que otra cosa y, además, yo ya
estaba interesado en otros temas (la edad y tal), por lo que tardé muchos años
en ponerme a verla.
Este remedo muy
personal de las aventuras del eterno aspirante a dios griego constituye uno de
los últimos ejemplos de animación tradicional en Disney. En un intento de
llamar la atención con un diseño desenfadado y diferente, se busca con ahínco
un look muy cartoonesco, generando así una Grecia/Roma muy particular que en
ningún momento busca tener el más mínimo atisbo de realismo. De hecho,
sorprende la cantidad de elementos de nuestra realidad que se han pasado por el
filtro de la película para “grecializarlos” sin ningún tipo de vergüenza.
De la misma manera,
cualquier parecido con la historia original o la mitología clásica es pura
casualidad. En vez de tener las aventuras del forzudo hijo de Anfitrión (fue
Zeus), Disney convierte a Hércules en un héroe famoso, con su propia línea de
merchandising, fans y demás parafernalia asimilable a nuestras estrellas de la
música. Por su parte, Hades quiere matarle por sus razones, mientras que Zeus
se propone darle unas buenas clases de humildad para que aprenda antes de
merecerse la entrada en el Olimpo.
Argumentalmente, la
película no tiene gran cosa, pues el desarrollo de la trama sigue todos los
convencionalismos del género, sin nada fuera de lo esperable. La película no
sorprende, es tonta durante gran parte del metraje y sigue el camino del héroe
con tanta rigidez que se podría hacer pesada. Sin embargo, este re visionado me
ha gustado bastante más de lo que recordaba, me ha reconciliado bastante con la
película.
El principal motivo
se halla en sus personajes. Si bien Hércules cumple al hacer la parodia del
héroe musculitos que se lo tiene muy creído, acaba por no ser el protagonista
de su propia película. Son Hades y su pandilla los que acaparan cada escena en
la que salen. El dios del inframundo se convierte en uno de los malvados más
desternillantes de todos los clásicos Disney, con ataques de ira simplemente
hilarantes y unos secuaces tan idiotas como geniales (Pena y Pánico). Además,
Megara no se queda precisamente atrás. No sólo es la fémina más sensual que ha
creado Disney en 2D, sino que se aleja considerablemente de los tópicos de las
princesas. Su carácter cínico e interesado, su poca fe en el amor y su
autonomía son rara avis dentro del marasmo de las mujeres en la nevera típicas
de la franquicia. Mulán lo llevaría todavía más allá, justo antes de los diez
años de proyectos fallidos que sufrieron los estudios.
Y, finalmente, las
musas. Son geniales. Si ya estamos metiendo hamburguesas, batidos y zapatillas
de velcro en la antigua Grecia, ¿por qué no Góspel? Esta mezcla de personajes
clásicos que son al mismo tiempo cantantes de R&B de Nueva Orleanas, llenas
de desparpajo y buen rollo las hace verdaderamente únicas.
Todos estos
personajes se aprovechan en un guión lleno de humor paródico y desenfadado, que
pocas veces se había visto en Disney. Hades y su pandilla se marcan unos
puntazos TAN grandes que cuesta permanecer en el asiento de la risa. Visto en
perspectiva, este humor desmitificador es precursor del que luego Shrek terminó
por perfeccionar, detalle en el que yo no había caído hasta que he vuelto a ver
Hércules y he comparado fechas.
Asimismo, la banda
sonora de Hércules se haya entre las mejores de toda la franquicia. Puede que
meter góspel en Grecia sea una afrenta al buen gusto, pero vaya si queda bien.
Incluso la canción romántica no-romántica es una deliciosa declaración de
principios.
Hércules lo tiene
todo para pasar desapercibida. Sufre de un argumento banal, el desarrollo es
previsible y está más que visto. Su personaje principal tiene poco carisma y el
diseño de la imaginería tira para atrás a muchos. Sin embargo, los personajes
secundarios son espectaculares, los chistes provocan abundantes risas y la
banda sonora mola tanto que se le acaba perdonando todo lo demás, dejando un
regusto la mar de agradable.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 6.7
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