martes, 21 de mayo de 2019

Mistery Men (Hombres misteriosos)


En estos tiempos de Vengadores, Fuerzas mutantes y otros supergrupos veredes, no viene mal recordar uno de los grupos más cachondos que recordaba de mi adolescencia: Los hombres misteriosos.

En un mundo donde hay un súper-héroe perfecto, que vive de patrocinadores y ha hecho tan bien su trabajo que casi no tiene gracia ser un guardián de la ley, ¿quién iba a querer ser un héroe? Pues un puñado de inadaptados que parecen no desear otra cosa que procurar que el día a día de sus vecinos sea algo más agradable (¡su vecino y amigo… Flatulencia!). Pero claro, estamos de acuerdo en que para dedicarte a esto debes de tener poderes o ser riquísimo. ¿y sí tu único poder es volverte muy, muy furioso? Quién dice eso, dice también manejar con maestría una pala (cromada) o ser un artista lanzando cubiertos (de plata). Entre esta improbable panda de patanes yace la única esperanza para la ciudad de Champion City una vez su héroe local desparezca del mapa por… cosas que pasan.

Este predecesor más cómico de Kick-Ass y su troupe procede de un cómic de la Dark Horse que parodiaba con mucha mala leche y un buen puñado de gracia toda la imaginería superheroica con unos héroes improbable que, de alguna manera, deben arreglar todo el tinglado.

Ésta es una de esas películas que veía cuando iba a ver a mis primas de Badalona. De cuando en cuando me tocaba ir con toda la familia, y como la chavalería se acababa aburriendo mucho, acabábamos yendo al cine más cercano a ver lo más digerible que hubiera. Recuerdo ver Perdita Durango con apenas 13 añetes. ¡Ay que zagalillo! Una de éstas que cayó fue Mistery Men, de la que me sonaba ser el único que había disfrutado con ella (hablando, mi hermano también guarda un buen recuedo).

No en vano, se trata de una película de lo más curioso. Kinka Usher es un director de anuncios francés que, un buen día, leyó determinado cómic de la Dark Horse y, enamorado de sus páginas, removió cielo y tierra para conseguir los derechos y rodar la versión para los cines del mismo. Después de tocar un montón de puertas, coincidió con Ben Stiller, al que le hizo gracia el guión y, entre ambos, liaron a la Universal y a un puñado de amiguetes para dar luz a este Hombres misteriosos de hoy. A la que te pones a repasar, hay que reconocer que está la flor y nata del elenco cómico de finales de los 90 de los EEUU. No falta nadie y sorprende, de hecho, comprobar la enorme cantidad de cameos curiosos que aparecen por ahí.


El resultado es un engendro que hace las veces de parodia de todos los grupos de súper – héroes que estaban por venir en los veinte años siguientes, realizada mucha antes de que éstos se pusieran de moda. Aunque ahora quizás hubiera tenido mucho más éxito, pasó completamente desapercibido en taquillas, pero cumplió el sueño de Usher, que volvió a dirigir sus anuncios con tranquilidad y no ha tenido más inquietudes de volver a hacer un largo.

Hay que reconocer que la película es realmente simpática, y se nota que todos sus actores se lo estaban pasando en grande, disfrutando con ganas del rodaje, como si de una reunión de amigos se tratara (ejem). Sin embargo, se debe notar que la película presenta graves problemas en su guión. A pesar de guardar un puñado de chistes tremebundos, se toma demasiado en serio a sí misma (nada comparable a los más recientes Guardianes de la Galaxia o a Deadpool, mismamente), lo que ocasiona unos problemas bien gordos a la hora de desarrollar una trama que pide un tratamiento más cachondo. Que sí, que el argumento es inesperadamente coherente y tiene un poso que bien podría envidiar la Marvel, pero cuesta de tomar en serio, con unos cuantos baches que provocan que se haga bastante larga. Reconozco que con los años sólo recordaba los 4-5 chistes buenos y me había olvidado de todos los pedos y demás zaranganadas que no tienen sentido.

También se debe tener que cuenta que Universal apenas hacía otra cosa que distribuir, por lo que el presupuesto del que goza la película es ciertamente diminuto, por lo que los decorados y la puesta en escena son bien dignos de la serie de Adam West. Hay escenas que dan realmente cosica. Se nota que han cambiado los tiempos. Veo ahora la mucho más reciente (y no tan sobrada de dineros) Kick-Ass y es que no hay punto de comparación. En ese sentido, ésta última bebe de los mismos mimbres (aunque sea mucho más bastarda), por lo que siempre hay que reconocerle un poco de mérito a los pioneros. Hay muy buenas ideas y un puñado de chistes descacharrantes, aunque ya hayan pasado sus años.

En resumen, es una película que desborda orgullo por el frikismo. Que se sabe ridícula y convive muy bien con ser un esperpento voluntario, consiguiendo varias escenas realmente descojonantes con muy poco sentido de la vergüenza ajena. Tiene unos fallos gordotes en su puesta en escena y su poco brío en la acción, pero sabe ser lo suficientemente simpática para que se perdonen muchas cosillas. Si quieres ver un esperpento de súpers sin complejos ni sentido, ésta puede ser una buena manera de pasar 2 horitas.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 5.3

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