lunes, 26 de noviembre de 2018

Loca academia de Policía


Hace un tiempo, escribí una reseña sobre Loca academia de Policía III y comentando sobre ello, resultó que mi pareja no había visto ninguna de las películas que componen la saga. Quizás ponerse al día con todas sería algo cruel, pero entendí que había que ver, al menos, la película que dio pie a esta mítica saga ochentera de policías atontados y chorradas por doquier.

La película nos situa en una anónima ciudad de Norteamérica (se rueda en Toronto, por su os interesa) en la que la recién elegida alcaldesa decide levantar cualquier tipo de requisito para entrar en la Academia de Policía, al tiempo que la convierte en un destino ideal para todo aquel que no tiene donde carse muerto. Los nuevos cadetes son un precioso compendio de torpeza, estupidez y desbarajustes mentales a cada cual más tarado, lo que dará pie a un chorrón de gags mientras los ineptos y acomplejados instructores intentan formar policías del variopinto grupo de anormales que tienen a cargo.

Como ha pasado tantas veces (American Pie, Paranormal Activity), Loca Academia de Policía es la típica película menor, que ha costado dos duros y apenas contiene más que patochadas que, de alguna manera, sorprende a todo el mundo triunfando en las taquillas mundiales. Como encima ni siquiera era una película de Hollywood (es canadiense), sus actores cobraban entre poco y nada (es un decir), por lo que la vía de las secuelas estaba abierta de par en par, bastaba con que recaudaran un poco para dar beneficios por lo que se tiró para adelante, llegando a hacer un total de 7 películas donde iban apareciendo y desapareciendo personajes.

La película se sustenta en el carisma de unos personajes muy extremos y estereotipados que sirven de armazón para un continuo de chistes de lo más variado. Algunos de ellos siguen totalmente vigentes, como las idas de olla de Takelberry, los complejos de Harris o las interferencias de Ruiditos, bien capaces todos de provocarte carcajadas como pocos. Otros que recuerdo como graciosos me han dado algo de vergüencita vistos hoy día (todo lo que envuelve al ligón latino o a Mahoney) y unos terceros ya me parecían desagradables hace veinte años y no han mejorado en absoluto (los idiomáticos del oriental, la vocecita de Winslow o esa fiesta de despelote gratuito).

A pesar de algunos altibajos, esta spoof movie es bien capaz de proporcionar 90 minutejos de risas. Con la perspectiva de hoy día se le ven las costuras por todos lados y, a la que le pidas algo más que tres chistes malos y un par de carcajadas, no llega. No obstante, sigue siendo una película que se ve sin el más mínimo esfuerzo y que se acaba antes de que te des cuenta.

Otro de los detalles que la hacen más carismática está en la propia banda sonora, sorprendentemente reconocible para una propuesta de este calibre, lo que le da un buen empuje de identidad y reconocimiento y que, una vez vista la película, obliga a escucharla con una sonrisita condescendiente.



Soy consciente de que se sostiene en gran parte por la nostalgia, pues Loca Academía de Policía (la que fuera) es la película de sobremesa de los Domingos en mi infancia, una época donde todo era más fácil y tres ruiditos tontos y un poco de carne bastaban para pasar una tarde entera a lo grande (ay esos 12 años sobrehormonados…). Tanto en mi caso como en los de mi generación, Steve Guttemberg siempre será Mahoney, Bubba Smith, Hightower, David Graf, Tackleberry, Michael Winslow, Jones, el de los ruiditos, etc.

Debo reconocer que esperaba ver una película MUCHO más mala de lo que dictaban mis recuerdos, tal como ha pasado con bastantes productos de mi infancia. No tiene sentido pedirle más de lo que es, pero más allá de unos cuantos chistes anacrónicos, se aguanta sin problemas como la chorrada simpática que era hace veinte años, cumpliendo a la hora de dar 90 minutos tontos con los que apagar el cerebro.

Nota: 4
Nota filmaffinity: 5.8

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