sábado, 9 de diciembre de 2017

Muerte de la luz (George R. R. Martin)

En espera del sexto libro de Canción de hielo y fuego (je), me entretengo con el libro debut de Martin, un drama romántico con toques de ciencia-ficción. Creo que no hay nada más parecido a la saga que le hizo famoso (je je)
  

Título: Muerte de la luz
Autor: George R. R. Martin
Título original: Dying of the light
“Worlorn, durante su esplendor, albergó el famoso Festival de los Mundos Exteriores; ahora es un planeta moribundo que se aleja irremediablemente de la Rueda de Fuego para sumirse en una noche sin fin. A él viaja Dirk t’Larien con la esperanza de reencontrar el amor de Gwen Delvano y expiar errores del pasado; pero en su lugar hallará a Gwen unida por jade-y-plata a Jaan Vikary y a su teyn, Garse Janacek, en un vínculo incomprensible de amor y de odio, tan terrible y a la vez tan grandioso como el fin inevitable de Worlorn.”

Para el joven Martin, la fuerza más importante es la del amor. Fuera quedan ambiciones y envidias. Pero no solo el amor hacia una pareja o hacia un amigo, sino el amor ante una cultura o hacia una forma de vida, a pesar de que ésta, lentamente, se despida del universo, como hace el moribundo planeta Worlorn, alargando sus últimos estertores en una lenta y melancólica agonía. En honor de esta idea, creo un mundo fascinante, habitado por animales extraños y tétricos, imbuidos de una oscura aura de decadencia. Cada ciudad/estado brilla con luz (u oscuridad) propia, identificable y distintiva, construidas con una imaginación en la que se enfrentan ferozmente las tradiciones, el progreso y aquello que nunca volverá.

La premisa sobre la que se basa Muerte de la luz (no olvidemos, la primera novela larga de Martin) es, ciertamente, brillante. La analogía del mundo marchito, que se apaga –tal como aquel amor que se da por supuesto y que no se cuida- se talla con agudeza e ingenio. Las primeras cincuenta páginas en que se desarrolla y este Universo se despliega ante tus ojos es fascinante, sin duda lo mejor del libro. Sin embargo, a medida que avanza el libro, se va poco a poco dejando esta idea –sin abandonarla del todo, por suerte- y se desarrolla mediante una trama que destila un romanticismo trágico bastante más convencional y predecible.

Como ya hemos dicho, Martin es aquí apenas un veinteañero, probablemente dolido por los primeros amores frustrados, algo descreído con el mundo pero con la voluntad (y el ego) de mostrar todo lo que sabe, que ya es bastante. Su calidad ya es notoria en el diseño de los personajes, entre los que destacan:

Dirk t’Larien: Me atrevería a decir que es un trasunto idealizado del propio Martin, evocando una historia del pasado idealizada con los tintes románticos que permite la literatura. Empieza como un perdedor proveniente de un mundo civilizado, asustado al principio por la descarnada sinceridad de Worlorn, pero que pronto se lanza a cualquier locura para paliar (aunque sea ante sí mismo) todos aquellos momentos del pasado en que fue un cobarde.

Gwen Delvano: El amor imposible e idealizado de Dirk. Desde un primer momento, se muestra como una mujer inalcanzable para el protagonista. No sólo está entregada a un trabajo de vital importancia, sino que está unida a un hombre que es todo lo que Dirk no puede ser. Las heridas del pasado siguen doliendo en un corazón que, aun así, guarda un cierto cariño con aquel que compartió su vida. Aplastada por una situación que no ha escogido, se mueve azorada entre la nostalgia de aquello que pudo ser, los compromisos adquiridos para más de una vida y las duras condiciones de una sociedad que toma todas las decisiones por ella.

Su pareja actual, su unido por el hierro es Jaan Vikary. Parte como uno de los noble más importantes de su planeta,  pero ha sido exiliado del mismo justo por ser más abierto de mente, buscando antes el progreso de su pueblo que aferrarse a unas tradiciones ancestrales y anacrónicas. Orgulloso hasta la saciedad, también se trata de un hombre lleno de honorabilidad que está siempre dispuesto a arriesgarse para salvar a aquellos a quién aprecia.

Garse Janacek es el Teyn de Vikary. Un Teyn evoca la relación de hermandad entre dos hombres de la Hellas clásica. Una amistad // amor fraternal más allá de cualquier prueba, para los que todo es compartido y todo se permite. Admira a Vikary con un fervor desmedido, soportando con resquemor todas las trasgresiones que éste hace de sus creencias religiosas. No aspira más que a compartir una vida llena de decencia con Vikary, pero Jaan se lo impide. Garse es un ser veleidoso, creído y arrogante, lleno de desprecio por Gwen, a la que considera causa de su infortunio y su exilio, pero al mismo tiempo capaz de mantener una enfermiza lealtad por el amor que profesa para con su compañero.

Pero estos no son los únicos habitantes del planeta moribundo. Llegamos a conocer a la veintena de humanos que todavía quedan en el mismo, descritos con la habilidad propia de Martin, capaz de que nos hagamos una idea de todas las aristas que perfilan a un personaje con apenas unas líneas de descripción. De ellos, los que más se clavan en la memoria son justo los más odiables, como Ruark Arkin, un comerciante que bajo una capa de cordialidad esconde a un ser pusilánime y rastrero, eterno enamorado de una Gwen a la que nunca pudo ni podrá tener, o Bretan Braith, último representante de un clan para el que el honor (un honor anacrónico e inamovible) constituye la base de su existencia, es un cazador implacable, un guerrero inagotable y un malnacido de los que hacen época.

Resulta fácil dejarse llevar inicialmente por la indignación de una mujer que busca liberarse después de haber sido atrapada bajo las redes de una sociedad misógina, pero es cuando empezamos a descubrir porqué la sociedad se comporta de esta manera, que la situación se vuelve más perturbadora. La trágica historia nos explica como la sociedad se abocó a la extición, al perder a casi todas las mujeres y que, por tanto, las convirtió en tesoros valiosos y propiedades comunitarias, a pesar de partir de una posición arrogantemente igualitaria. Se trata, pues, de una situación realmente desagradable, pero que se describe y aprecia con toda la complejidad del extraño vínculo de amor/amistad que hay entre los hombres, complicado todavía más por las intrincadas reglas de duelos de honor, tácticas de batalla y trofeos de conquista, bajo la inusual mezcla de tradiciones ancestrales y una tecnología llena de exotismo.

A fin de cuentas, es tanto un conflicto entre amores nuevos y viejos como entre culturas irreconciliables. Está lleno con tantas mentiras, medias verdades y malentendidos que me entristece. Todos sus personajes están encerrados en un mundo marchito en el que estoy seguro que morirán, incapaces de dejar de lado sus diferencias para sobrevivir.

El esfuerzo con que se dota de verosimilitud y fascinación a este imposible Universo contrasta con la propia ingenuidad de la historia, propia de un chavalín de veinte años (como era este Martin), que suena con amores imposibles y aventuras más allá de las estrellas, totalmente predecible y, porque no decirlo, algo tostona, que bien podría firmar una Lena Valenti o una Stephenie Meyer poco inspirada. En fin, Martin ha creado un Universo fascinante y casi no lo usa para otra cosa que marear la perdiz para ver quién se acuesta con quién. Evidentemente, fastidia lo que podría haber sido –y no es- esta novela.



Eso no quita que se trate de una propuesta muy curiosa, con aspectos aprovechables que derrocha imaginación en su concepto. Irregular en su conjunto, puede servir para acercarse a un Martin muy novato al que se le ven mimbres pero al que todavía le queda por mejorar en su ejecución. No obstante, la melancolía que invade el texto, propia de un mundo que desaparece, es ideal para dejarse llevar por un imposible y a buen seguro puede marcar a alguien que la lea en el momento adecuado de su vida.

Nota.: 6
Nota goodreads: 3.55/5

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