Título: Ilión I: el asedio
Autor: Dan Simmons
Título original: Ilium
“Asistimos al
desarrollo del asedio de Troya guiados de la mano del erudito Thomas
Hockenberry. Se trata de un personaje misteriosamente revivido y presente en
este Marte del futuro, cuyo Monte Olimpo se ha convertido en la morada de los
posthumanos, quienes, con nombres como Zeus, Palas Atenea, Ares y otros ya
conocidos, se comportan como los dioses de la saga homérica. Hockenberry tiene
como misión contar si lo que ocurre ante las murallas de Troya se ajusta
precisamente a lo narrado por Homero y, desde el distanciamiento del estudioso,
nos proporciona además, una sugerente lectura comentada de la Ilíada.”
Con esta contraportada tan sugerente, es evidente que el
libro tiene su gracia. Y tiene más porqué ésta es solamente una de las tres
tramas que conforman la novela.
La primera es la ya descrita: una guerra de Troya
escenificada en el planeta Marte en la que los Dioses no son más que seres
tecnológicamente más avanzados que “juegan” a la guerra con los humanos, siendo
lo que siempre han sido los dioses griegos: Niños malcriados con mucho poder.
Las armas mágicas son simplemente de una tecnología más avanzada, y los “toques
divinos” son chutes en forma de nanomáquinas de combate que convierten al
Diomedes de turno en un Terminator. Para explicarnos la historia tenemos a los
escólicos: estudiosos de la Ilíada de nuestra era que han sido resucitados
debido a que su conocimiento sobre los hechos que han de ocurrir los hacen de
vital importancia para el juego de los Dioses. Contemplamos los hechos desde el
punto de vista de Hockenberry, que nos narra las cosas al mas puro estilo de
comentarista deportivo, añadiendo una interpretación desde un punto de vista
“actual” y entreteniéndose en explicar las imágenes de la Ilíada y las
polémicas en torno a la obra, como si fuera una lectura comentada, pero que
luego se puede cotejar con la “realidad”.
La segunda trama es la de los Moravecs -aficionados a la
robótica, atentos-, que son unos seres semiorgánicos, sentientes y autónomos,
originalmente humanos pero que han evolucionado por separado en las lunas de
Júpiter. El gobierno local ha detectado una serie de radiaciones cuánticas
provenientes de Marte y deciden enviar una misión de “exploración” para investigar
que ocurre. Los cuatro integrantes de la operación saben de su peligrosidad y
son conscientes de que es poco probable que vuelvan a casa. No obstante, harán
lo que puedan por llevar a cabo la misión con éxito.
Finalmente, la tercera trama ocurre en la Tierra
aproximadamente en el año 15.000. Los humanos viven una existencia parecida a
la del “Mundo Feliz”, pero con menos sustancia aún. Han perdido cualquier
interés por cualquier cosa que no sea pasárselo bien y dependen de los
servidores robóticas para todo. Ignorantes del mundo que los rodea, viven su
corta existencia de manera plácida en sus hogares. Pero un grupo de ellos se
vuelve consciente e intenta investigar porqué el mundo es como es. Poco a poco
empiezan a darse cuenta de que la realidad en la que viven ha sido puesta ante
sus ojos y la vida fuera de sus ciudades no tiene nada que ver con lo que les
habían explicado.
Al principio del libro, cada una de estas tramas es
totalmente independiente y no hay la más mínima relación entre ellas. Sin
embargo, a medida que avanza la novela, se empiezan a ver indicios de una
cierta interconexión, pudiéndose atisbar apenas la madeja que ha tejido Simmons
para hilar las tres historias. Debo reconocer que inicialmente la trama más
floja es la de los humanos, un tanto insulsa en sus primeros capítulos en
comparación con la guerra de Troya en Marte o los preparativos y desventuras de
la expedición de los moravecs (y sus discusiones literarias). No obstante,
luego la trama coge más fuerza y gana mucho interés.
El mayor problema que he tenido con el libro es que está
partido por la mitad. Ilión: el asedio es
la mitad del libro escrito por Simmons que la editorial española decidió publicar en dos partes -porqué sale más rentable-. Todas las tramas quedan cortadas
en seco al acabarse el libro. No hay el más mínimo tipo de conclusión o de
dejarte las cosas en el aire. Simplemente, el libro se acaba a mitad de
historia, dejando todo colgado, por lo que me tocará coger la segunda parte
para ver como sigue la cosa.
Hay un par de cosas a destacar:
Sus personajes son realmente sólidos. Están fantásticamente esculpidos, con personalidades muy bien conseguidas, amplias dosis de matices y evoluciones muy trabajadas sin incoherencias.
Sus personajes son realmente sólidos. Están fantásticamente esculpidos, con personalidades muy bien conseguidas, amplias dosis de matices y evoluciones muy trabajadas sin incoherencias.
En cuanto cogen ritmo, las tramas
son espectaculares, no dejándote apenas un momento de respiro. Las tres tramas
son completamente diferentes en cuanto a estilo, pero todas tienen una dosis de
carisma y épica que hacía tiempo que no veía -vale, hace un mes, pero llevo una
muy buena racha-.
Los estilos de las tramas están muy bien reflejados, pues a
su modo, son novelas “casi” independientes -no lo serán en un futuro, supongo,
pero por ahora lo son-.
La guerra de Troya es una novela bélica con un narrador muy
cachondo, en la que los Dioses y los Griegos le añaden un punto de carisma impagable.
La expedición moravec es una novela de aventuras de ciencia
ficción clásica, con una ambientación futurista que contrasta con las dudas
existenciales de los protagonistas, con frecuentes digresiones filosóficas bien
entrelazadas con la historia.
La tierra humana recuerda en muchas cosas a algunas novelas
de ética y sociedad situadas en un momento futuro, estilo La máquina del tiempo o Un
mundo feliz en que se describe largamente cómo está organizada la sociedad
y cual es el sentido de la existencia (42, siempre) de los humanos. Es la más
descriptiva y ello provoca que al principio tenga poco fuelle respecto a las
otras historias.
En cuanto a los personajes, dividámoslos por tramas:
Troya
Thomas Hockenberry: Profesor universitario, relativamente
entradito en años que ha sido resucitado para ser testigo de aquello que ha
sido su obsesión durante toda su vida. Lo que en un principio le llena de
excitación -poder ser testigo de la guerra- poco a poco empieza a hastiarle.
Retransmite las batallas tal como se haría con un partido de fútbol y se
permite entretenerse en añadir comentarios que son como las anotaciones que
tiene todo libro comentado. En todo momento te va relacionando lo que ve con
imágenes actuales, mientras explica lo que ve. Además, sus comentarios
pasadísimos de vueltas contienen unas dosis de retranca bien metida y, cuando
su situación se vuelve desesperada, es capaz de evolucionar y actuar a pesar de
estar “manchando sus calzones” (sic).
Aquiles: Siendo uno de los mayores responsables de la
Guerra, es evidente que va a tener mucha importancia. Sus habilidades en
combate lo convierten en una picadora de carne si los dioses no están cerca.
Adorado y temido, es de los pocos con voluntad de desafiar a los dioses si la
situación lo requiere. Es una montaña de músculos sin mucho cerebro, pero con
unas dosis de inconsciencia apoteósicas. “un Schwarzenneger revivido” (sic).
Helena de Troya: Es el botín de la guerra. Martirizada
continuamente porque su belleza es la causante de toda la matanza, no desea
otra cosa que la paz entre los dos pueblos. No obstante, no olvida que teniendo
una belleza “mas allá de toda mi capacidad literaria, tanto es que los hombres
eyaculan a su paso” (sic) es muy capaz de mandar sobre la voluntad de los
hombres, si la ocasión lo requiere.
Dioses griegos: aquellos que saben un poco de mitología
clásica ya los conocerán. Son unos adolescentes salidos con unas maquinitas muy
chulas. Maniáticos, obscenamente orgullosos, borrachos de poder… son descritos
en todo momento como seres con un aura de poder tan grande que provocan
adoración. Cuando Zeus, Atenea, Afrodita o Ares están interviniendo, hablando o
luchando, la sensación de arrogancia divina que desprenden es de una rotundidad
impresionantemente bien conseguida. Imponen. “Al aparecer Ares, el mundo se
detuvo. Estaba hablando un DIOS” (sic)
Moravecs
Mahmut de Europa: Es el piloto de la expedición, un avezado
piloto de los mares submarinos de la luna congelada de Europa que, en su tiempo
libre se dedica a analizar la obra de Shakespeare con una dedicación que
sobrepasa en mucho la obsesión. A través de sus análisis, intenta descubrir que
es lo que significa ser Humano y, a partir de ello intentar ser mejor
“organismo” sin por ello dejar de lado su misión. Generoso y de buen corazón,
tendrá problemas de conciencia al enterarse de que la operación es militar.
OrPhu de Io: Un moravec proveniente de un ambiente
extremadamente hostil como es Io. Es el mecánico de la expedición a pesar de
ser grande y torpe. Siempre alegre y optimista, con un chascarrillo a punto en
todo momento, actúa a modo de voz de la conciencia del grupo. A diferencia de
Mahmut, no está obsesionado con Shakespeare, sino con En busca del tiempo perdido de Proust por las mismas razones que
Mahmut, con lo que tiene material para discutir y divagar, incluso en los
momentos más inoportunos.
Tierra
Herman: Quizás el único humano vivo con capacidad de leer
y, sobretodo, con ganas de aprender porqué la sociedad ha sido diseñada tal
como es. Científico obsesivo, empieza a desarrollar sentimientos tales como la
amistad y la cooperación al verse obligado a colaborar con un grupo de gente
para descubrir la verdad
Daeman: es un joven seductor encantado de llevarse a todo
lo que pasa por delante a la cama. Orgulloso de su ignorancia, se ve atrapado
en una aventura en la que tendrá que dar todo de sí para poder sobrevivir y
desentrañar la verdad escondida en su mundo. Al principio es odioso, pero poco a poco va cogiendo gracia.
Ada: Una chica joven e ingenua, pero que es consciente de
que hay algo que no funciona tal como debería, aunque no sabe que es. Se debate
entre un amor más físico y otro más intelectual con los dos anteriores
personajes. Valiente y decidida como pocas, es quién mantiene el grupo unido.
Indudablemente, estos no son más que los principales
personajes. El libro tiene una gran cantidad de secundarios, todos ellos con
personalidad propia, sin necesidad de recurrir a clichés. No los pongo todos
porque si me paro a explicar la personalidad de cada uno lleno páginas y
páginas y se me os morís de asco. Baste decir que están muy bien pensados y
escritos.
Una vez situadas las tramas -que es más o menos la mitad
del libro-, empiezan a pasar cosas en serio. En Troya, poco a poco los sucesos
se van separando de los hechos descritos en la Ilíada (Hockenberry mediante, o
no, ¡metepatas!) y a medida que avanza, la cosa se va saliendo de madre -y más
que lo hará-. Con los moravec, el detonante se produce al llegar a Marte y ver
como está el percal -sin acercarse al Monte Olimpo, ojo-. Y luego en la Tierra,
una vez dejan de discutir lo que saben de cómo está hecho el mundo y empiezan a
investigar, la cosa pasa de ser interesante a ser espectacular.
Aparte de su talento a la hora de construir personajes y contar
historias, hay algo en lo que Simmons es muy bueno: crear momentazos épicos. A lo
largo del libro se van viendo momentos en los que el autor se queda realmente
muy a gusto, y uno, como lector, puede disfrutar de sus idas de olla. Sobradas
entre dioses, actuaciones bélicas un tanto pasadas de vueltas, personajes que
se quedan con todos… Para muestra: hay un momento en que Ulises pregunta qué
hay de comer. Como el menú es la misma comida de siempre, decide irse de caza
para buscar Aves Terroríficas (unas macrauchenia,
no, no preguntéis que hacen dinosaurios por ahí). ¿Qué necesidad había de ello,
aparte de que Simmons quería quedarse a gusto viendo como Ulises se luce
matando avestruces prehistóricas? Lo mejor es que no es una de las sobradas más
espectaculares, que las hay para todos los gustos.
Además, en la Tierra del futuro, Simmons se divierte mucho
describiendo lugares sin decirte qué son, pues sus habitantes lo han olvidado,
así el lector avispado puede entender que está hablando de Notre-Dame, el
Golden Gate y monumentos similares. En algunos momentos te mete unos goles muy
bien metidos.
Simmons es un autor largamente aclamado tanto por la
crítica como por el éxito en las ventas. Pero no recomiendo el libro por ello.
Lo recomiendo sobretodo por su eclecticismo; por su falta de pudor a la hora de
meter en la coctelera todo lo que se le viene a la mente y conseguir un buen
resultado; por mezclar con maestría géneros y subgéneros como la space-ópera,
el cyberpunk y la ética futurista; por beber de las fuentes mitológicas y
religiosas; por ser tan extremadamente original siendo tan conservador; por
crear personajes entrañables, mundos espectaculares, sociedades increíbles…
Ilión: el asedio ha sido un
delicioso trago refrescante absolutamente adictivo. Una novela muy diferente y
agradablemente absorbente, con unos momentazos espectaculares. A ver, ¿a quién
se le ocurriría poner a dos robots discutir sobre ética humana en la literatura
de Proust y Shakespear y hacerlo de forma amena y creíble? ¿Y qué tiene eso que
ver con el asedio a Ilión y los humanos de un Mundo Feliz? Nada, y avanzando el
libro, tampoco mucho, pero poco a poco las piezas van encajando magníficamente,
al menos hasta donde el mutilado libro permite.
Nota: 9
Nota amazon: 4.29/5
Mi recomendación -a la espera de
conseguir la segunda parte- es que cojáis las dos y os las leáis del tirón, que
quedarme cortado así ha sentado muy mal.
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