Es un día soleado, calmado y casi idílico. Todo parece
armoniosamente en calma. Pero ¡ay! un ataque al corazón golpea a un simple
ferretero, llevándolo al borde de la muerte. Su hijo, Jeffrey Beaumont, va a
visitarlo al hospital. Al volver hacia casa, encuentra una oreja humana en el suelo. La
lleva a la policía, que le recomienda que se olvide de ello. Pero Jeffrey
quiere saber de dónde viene esa oreja y empieza a investigar por su cuenta,
adentrándose en un mundo extraño y sórdido, muy parecido al suyo, pero perversamente
malvado.
Lo primero que es necesario tener en cuenta -y no olvidar
en ningún momento- es que el director de esta película de David Lynch, uno de
los mayores bichos raros del cine. El desarrollo de la película es ciertamente
diferente. A Lynch siempre hay que cogerlo con ganas y estar preparado
mentalmente para lo que te va a contar, que siempre es un plato de difícil
digestión, denso, confuso y onírico, cercano a un sueño perverso.
ACTORES: En cuanto a los actores, reina un tanto la
confusión. El guión es tan surrealista que es evidente que los actores no saben
por donde cogerlo. Rossellini es la que sale mejor librada, construyendo un
personaje desesperado y excentrico relativamente bien logrado. MacLachlan, que
interpreta a Jeffrey, crea a un personaje enigmático, a medio camino entre la
inocencia y la oscuridad, mojigato pero pervertido, muy confuso. Hopper y Dern
acaban haciendo caricaturas de sus personajes, especialmente Hopper, con un
personaje demasiado histriónico y exagerado como para tomar con un mínimo de
seriedad, quedando a medio camino entre el ridículo y la grosería.
DIRECTOR: Lynch tiende a ser un director bastante
indigesto. Nadie puede discutir su genialidad ni su gran capacidad para hacer
lo imposible, pero en muchas ocasiones peca de ser deliberadamente confuso y
surrealista. En esta película juega a mezclar dos mundos cercanos: un mundo
“normal” donde todo es luminoso, bonito, esplendoroso… un mundo en el que dos
universitarios se conocen y empiezan a cortejarse y quizás emprender un futuro
en común; y un mundo “oscuro” que existe, oculto y extraño a nuestros ojos,
donde se esconden todas nuestras perversiones, aquel en el que impera la
violencia, el terror y la locura, pero los hombres son libres de hacer lo que
desean. El autor juega a mostrarte lo juntos que están estos dos mundos, en el
que el hallazgo de la oreja sirve de nexo, de puerta de entrada para que un
joven inocente -o no tanto- descienda del sueño americano hacia la suciedad de
los bajos fondos, que se encuentran simplemente atravesando un portal. Una vez
que cruzamos el portal, pasando a través del terciopelo azul, nos adentramos en
un ambiente donde la perversión se respira, a pesar de que pueda parecer que
nada ha cambiado. En un momento, podemos contemplar como todo es absurdo,
desquiciado, perverso y perturbador. Lynch es un maestro en el arte de la
perversión. No muestra nada, apenas te permite atisbar, pero consigue dotar a
toda la película de un ambiente de confusión único. Es ciertamente diferente,
una locura maestra, aunque esté realizada al servicio de la nada.
GUIÓN: El inicio es ciertamente poético y, si te pilla con
la disposición adecuada, poderoso. A medida que se desenvuelve la trama, las
cosas empiezan a ocurrir de una manera bastante ilógica, desordenada y
tendiente a la confusión. No es que esté mal hecha, es que es justamente la
intención del autor: crear una película diferente, jugando en todo momento con
la dualidad de los suburbios y el mundo normal. A ratos delirante, a ratos
insulsa, a ratos genial, la genial estructura narrativa tiene momentos intensos
y perturbadores -la violación de la cantante, o la primera visita de Jeffrey al
apartamento-, con una gran calidad en la construcción de las escenas,
técnicamente impecables… Al servicio de una historia con poco carisma, en la
que importa mucho más el jugar con las dualidades, las sensaciones y los
sueños.
¿es una película mala? Ni por asomo. Lynch construye todas
las escenas a la perfección. Técnicamente es perfecto, magistral. La manera de
encarar cada escena es magnífica. En cada letra del texto, en cada escenario,
en cada gesto hay un mensaje escondido, una invitación a entrar en el extraño y
confuso mundo de Lynch. ¿es una película
buena? Es difícil decirlo. Lynch es diferente, especial. En sus películas, todo
está calculado hasta el más ínfimo detalle, no deja absolutamente nada al azar.
Es único, pero está como una cabra. Prácticamente nadie es capaz de hacer
películas como él, aunque ello no significa que la película pueda gustar. En su
mundo, es sorprendente con qué poco es capaz de tanta perversión. Sus desvaríos
te llevan a pensar, indefectiblemente: “Qué mal está este hombre”. No son extrañas, a veces, las ganas de tirar
sus películas a la basura.
En este caso, es necesario aclarar para aquellos que teman
que esta película sea un insoportable desvarío más del director, que el filme
no es tan enrevesado ni tan simbolista como otros que de su autoría. Ello es ya
un aliciente, pues la película tiene un ritmo saludable y ejerce una magnética
y natural atracción por desvelar el misterio que desarrolla. Claro que quedarán
dudas en el tintero, pues Lynch no es un director que te brinda el desenlace
digerido, pero al menos la película no escapa por universos oníricos que
irriten y que den ganas de “linchar” al querido David y abandonar la
proyección.
La historia es bastante “convencional” por tratarse de una
cinta dirigida por Lynch, para algunos ello es saludable y para otros más
adeptos a lo críptico sea una tremenda decepción. Las circunstancias siguen una
investigación sobre un caso oscuro donde pareciera que hay muchos secretos y
personajes enigmáticos y a la vez amenazadores.
El director le imprime a su filme una atmósfera sensual y
perversa, va generando un in-crescendo de la atención del espectador.
Lamentablemente el desenlace no aporta muchas satisfacciones como para
desahogar la tensión y el acertijo que se fue construyendo durante el metraje.
Es uno de los Lynch más asequibles para el público,
pero sigue siendo Lynch. Raro, perverso
y desasosegante.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.5
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