jueves, 5 de marzo de 2020

Las calles de nuestros padres (Francisco González Ledesma)


De vez en cuando cae un libro del e-book, y como había empezado la saga del Inspector Ricardo Méndez (del que ya reseñamos la primera parte AQUÍ), decidí contiuarla, que ya hacía mucho tiempo que había estado con él.

Título: Las calles de nuestros padres
Autor: Francisco González Ledesma

“Al periodista Amores todo le va mal. Necesita cuanto antes encontrar el reportaje de su vida. Mientras lo busca, decide ir con una prostituta, con tan mala suerte que en realidad es un travesti y bajo su cama hay un cadáver. Se trata del cuerpo sin vida de María Teresa Pau, secretaria de un importante banquero que trafica con divisas a escala internacional. Será necesaria la intervención del inspector Méndez para solucionar el misterio y esclarecer los hechos.”

A diferencia de su predecesora, ahora sí tenemos una novela perfectamente reconocible de Francisco González Ledesma. Hay un asesinato que resolver, unas cuantas intrigas aquí y allá y los bajos fondos de Barcelona. Eso sí, no se quita el ambiente de novela negra clásica (El sueño eterno y tal), por lo que tenemos ambientes canallas, parajes sórdidos, vicisitudes varias y personajes tan esperpénticos que provocan incluso alguna que otra risa. Todo ello aderezado por comentarios sarcásticos del narrador que hay en el fondo (entendemos que el autor). Sin embargo, la decadencia de la ciudad no se come la trama como sí ocurría en El Expediente Barcelona.



Como barcelonés, me sigue haciendo mucha gracia reconocer todos los nombres y repasar dónde estaban todos los prostíbulos y casas de mal proceder de la ciudad. Todo ello en un ambiente decrépito y peligroso que no casa con mis recuerdos de la ciudad en los ochenta, pero bueno, sin ello el libro pierde mucha de su gracia.

El Inspector Méndez que ya habíamos conocido es ahora un policía curtido, que ha visto mucha más mierda de la que cualquiera podría soportar. Su ego no ha cambiado, pues continua siendo el súper-macho alfa que va siempre sobrado, sin perder una oportunidad para recordar a los demás como eran las cosas antes, cuando los tragos sabían a algo, las putas tenían clase y a él todavía se le levantaba. Estoy seguro de que no se escribió así, pero provoca situaciones de comedia involuntaria tan delirantes que cuesta contener las carcajadas en más de uno de los embrollos.



A su alrededor hay un par de pobres diablos que intentan siempre sonsacarle información. El abogado Sergi Llor y el periodista Sebastián Bei. Dos personajes más o menos íntegros que tienen sus cositas (y una gran afición a las prostitutas), intentando mantener la cabeza fuera del agua en un follón que claramente les viene grande. Son los personajes más normales, que podríamos ver en el día a día de nuestras vidas. Gente con defectos (claros), pero mayormente bienintencionados que aspiran a hacer su trabajo con un mínimo de decencia.

A medio camino entre el alivio cómico y el motor para hacer avanzar la historia tenemos al periodista recién incorporado Amaro Amores, una suerte de patán al que siempre le pasa todo. Si aparece en escena es para recibir, pero de alguna manera se las arregla para estar en el meollo de todos los líos y se convierte (a su pesar) en parte vital para la resolución del caso. A su manera, me recuerda mucho al uso que le da Pratchett al personaje de Rincewind, un desastre adorable que siempre la está liando.

A pesar de tratarse de una novela negra que sigue un esquema clásico, puede hacerse desagradable. Es grosera y zafia, describe un continuo de hechos execrables y es incómoda tanto en lo que ocurre como con los personajes, a cada cual más corrupto y oscuro. Al modo de la ciudad del pecado, pero sin tanto glamour, Barcelona se convierte en una ciudad hostil llena de hipócritas de intenciones funestas (todos quieren matarte, robarte o violarte, casi).


Además, durante un buen trecho, cuesta ver hacia dónde va la novela. Parece dar vueltas en torno a sitios oscuros sin avanzar hacia ningún desenlace concreto. Una vez la trama empieza a desmadejarse, entré con ganas en ella, consiguió intrigarme con el viaje que propone y entrega un final satisfactorio. La historia es la que hemos visto mil veces pero no molesta en su desarrollo, pese a su previsibilidad.

Esta novela negra barcelonesa repasa todos los tropos del género sin dejarse ni uno, aderezado con una correcta historia convencional, sin ningún alarde pero tampoco errores de bulto. Cumple la función de entretener y las páginas se pasan sin dificultad. Se gusta quizás demasiado con palabras y actos gratuitamente soeces, por lo que su sordidez puede hacerse desagradable para muchos.

Nota: 6
Nota goodreads: 3.54/5

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