miércoles, 29 de abril de 2020

Parásito: Parte 2


Hace ya un par de años (¿tanto? El tiempo pasa demasiado rápido) me vi una simpática película de comedia/terror en la que unos “parásitos” invadían Japón tomando el control de una serie de huéspedes escogidos para así tomar el poder de la sociedad. Shinichi, un tímido estudiante cualquiera, no habría sufrido una suerte distinta de los demás, si no fuera porque Migi -su parásito-, es también algo torpón y no consigue más que poseerle la mano. Como la muerte del anfitrión conlleva la muerte del parásito, ambos no tenían otro remedio que colaborar para detener la invasión y la ola de asesinatos que los extraterrestres estaban causando. Después del festival de hemoglobina con el que acababa la película, se dejaba abierta la puerta a una segunda parte que prometía una vorágine de vísceras, decapitaciones y otras animaladas por el estilo.

Y he aquí que por fin he visto la segunda parte.


Ésta nos sitúa unos cuantos meses después de los hechos finales de Parásito 1. Durante este tiempo, Shinichi se ha labrado una reputación como asesino de aliens. Por ello, la mandamás de los invasores decide emprender una campaña destinada a acabar con él como último paso antes de tomar el poder en el país. Mientras sus subalternos trabajan (y mueren) para conseguirlo, ella explora en qué consiste ser un humano, pues no entiende el ansia de vivir que muestran casi todos, muy diferente del pragmatismo insectil que muestran los aliens. Por su parte, el segundo al mando está harto de seguir las órdenes de una blanducha que no está por la labor de arrasar la humanidad a sangre y fuego, por lo que ultima un golpe de estado.

A primera vista, el planteamiento parece tentador (dentro de los cánones esperables), especialmente cuando suele ocurrir que las segundas partes consisten en coger lo que mejor ha funcionado de la primera parte y engrandecerlo. Sin embargo, aquí parece haber pasado lo contrario.

La película prescinde en gran manera de la acción desmadrada, limitándola a un par de explosiones de destrucción no demasiado lograda, con peores efectos especiales, coreografías desganadas y una puesta en escena bastante más cutre que su predecesora. Además, los devaneos filosóficos cogen mucha cuota de pantalla, gastándose más de una hora en flipadas a lo Sun-Tzu sobre el deber del comandante, el ser humano como verdadero virus destructor de la Tierra y otras zaranganadas sobre el sentido de la vida. Por consiguiente problema de ritmo, que se vuelve excesivamente pesado, sin que la escasa acción contribuya a remediarlo.


Encontramos también numerosos errores de continuidad, con personajes que aparecen y desaparecen, teletransportes extraños según cambia el plano, menciones a diálogos que no hemos visto y otros erráticos cambios de personalidad.

El elenco actoral, que ya mostraba limitadas capacidades, no contribuyen a levantar el irregular guión de la película, fracasando especialmente cuando ésta intenta tomarse en serio a sí misma. Se pierde cualquier asomo de la gracia gamberra que convertía a Parásito en un proyecto simpático y, cuando se les exige algo más a sus actores, se comprueba que éstos no dan de sí.

La única escena que se podría destacar de toda la película es la escena de sexo entre dos de los protagonistas. Creo que se trata de la primera vez que veo un “orgasmo femenino” en pantalla en que la japonesa parece disfrutar con ello en vez de chillar como una rata o avergonzarse de lo que está sintiendo. Para que esto sea lo destacable, os podéis imaginar el resto…



No es que fuera con unas grandes expectativas, pero la decepción ha sido gordota. Lo que venía siendo una propuesta simpática, supliendo la absurdez y la falta de medios con cierto cariño gamberro, se ha transformado en un proyecto aburrido con extrañas ínfulas de grandeza que no llevan a ningún lado. Al final, la película no sabe si ser seria, chorra, gore o romántica, con lo que fracasa en casi todo lo que intenta.


Nota: 1
Nota goodreads: 5.6

lunes, 27 de abril de 2020

El vosque (Sergio S. Morán, Laurielle)


Hace ya un porrón de años descubrí el mundo de los webcomics y entré, por casualidad, en la página de un informático loco. De ahí, entré en un link de un dibujo que me parecía muy bien hecho y descubrí a un asesino de árboles. El vosque no tenía ni quince páginas de vida y ya me había atrapado. Seguí con ansia sus actualizaciones durante años, ávido de desentrañar todos los misterios que se ocultaban entre sus sombras (¡Un cerdílope, ay!). Cuando publicaron el tomo en que recopliaban toda la historia de El vosque, procedí una vez más a arrojarles mi dinero (tengo también los seis números por separado, todos dedicados ^^), y agenciarme este precioso volumen, que procedí a leer, rememorando una vez más porqué me había encantado este cómic. Debí haber sido más puntual al hacer la reseña, pero mi retraso (gracias) es el que es.

Título: El bosque
Autor: Laurielle, Sergio S. Morán

“El Vosque es un reino pequeño lleno de humanos, hadas, elfos y demasiados árboles. Un reino protegido por una diosa que lleva años muerta. Un reino gobernado por varios reyes. Y acaban de asesinar a uno: el rey de los árboles ha caído. ¿Podrán un hada borracha y un alquimista pirómano descubrir qué hay detrás de este crimen? ¿Oculta algo la testigo del hacha? ¿Afectará a la fiesta de palacio? ¿Ese árbol se ha movido?”

El vosque empieza siendo una historia de asesinatos con algo de politiqueo de por medio, pero repleta de personajes estrambóticos, situaciones absurdas y gags espectaculares. Divertidísima pero vacua. Sin embargo, pronto deviene en una aventura muy bien trazada que desarrolla con una sorprendente profundidad a sus personajes. Su trama adquiere una trascendencia disparatada en la que el futuro del propio mundo está en juego. Ademmás, a cada página se suceden los momentazos de molabilidad desbordante, los giros argumentales que te dejan boquiabierto (que ya te habían anunciado 200 páginas antes pero en los que no te habías fijado), los chistacos que te tiran del asiento y misterios dentro de misterios dentro de misterios. También hay que destacar los descansos (o no) para el café, y, sobretodo, las páginas que cuesta pasar porque sabes qué es lo que viene detrás (snif, snif).

Y luego está el final. Joé, que final. Se dice que toda saga que te ha mantenido años pendiente de cada uno de sus giros, que ha conseguido que adores a todos sus personajes (desde los más borrachos a los más traidores, pasando por los come-personas), que esperas con ansía cada nueva entrega, es imposible que tenga un final a la altura de lo que el fan más desesperado concibiera en su fervorosa imaginación. Pues bien, El vosque tiene un desenlace que sobrepasa todas las expectativas. Mis felicitaciones, buena gente.



Aunque se basan –aparentemente- en los clichés típicos de la fantasía con elfos, hadas, náyades y reyes gordinflones, pronto veremos que son perfectamente conscientes de ello para subvertirlos, provocando giros y carácteres inesperados por doquier. Saben jugar con tus expectativas para aplicar la lógica con brutalidad de la manera que menos podías prever. Encima, cuando crees que te van a sorprender con un giro ingenioso que te ves venir, deciden hacer lo tópico para dejarte el trasero todavía más roto.

Es obvia la influencia de Pratchett (nunca ocultada por sus autores) en gran parte de la construcción de personajes y desarrollo de la trama. En este caso aderezada por el descacharrante humor de Eh, tio  y luego dibujada por la mejor ilustradora del webcomic patrio. ¿Qué más se puede pedir?

Y es que ahí reside el secreto. Por un lado, tienes a un guionista lleno de ingenio, presto a soltar un arsenal de chistes casi inacabable que sabe mover bien una trama. Por el otro, tienes a una dibujante maravillosa que sabe dotar de personalidad distintiva incluso a las rocas, que te monta escenas de acción con diez mil soldados llena de epicidad y, además, convierte cada viñeta en la obra de orfebrería que la historia necesita. Por si fuera poco, son un amor y me firman todo lo que les ofrezco.



Así en conclusión, el Vosque era el mejor webcómic que podías encontrar en castellano durante sus años de “emisión”. Por ello, este tomo recopilatorio es el mejor regalo que le podáis hacer a cualquiera que sepa disfrutar de una buena historia. Más de 400 páginas de diversión, con una historia emocionante y personajes que se hacen querer como pocos. ¿A qué esperáis?

Nota: 10
Nota goodreads: 4.42/5

sábado, 25 de abril de 2020

El club de la lucha


Hace un par de meses, la más joven de mis compañeras de trabajo (veintipocos) vino todo emocinada a la hora del café a ver la pedazo de película que habíamos visto, que teníamos que verla, que era antigua pero que no podíamos dejarla pasar. En cuanto nos dijo el título, todos los de mi quinta (ya de treintaytantos) dejamos salir una gran sonrisa y estuvimos completamente de acuerdo con ella. La pobre se quedó un poco chafada porque ella no había oído nunca hablar de ella y para nosotros era algo que pasaba de conocido.

La diferencia generacional podría ser la causante de que ella no supiera de esta propuesta, pues todo el que fuera adolescente tardío a finales de los noventa 99-00 sufrió el impacto de El club de la lucha, de enorme calado entre la chavalería de la época. Tal como sucedió con Trainspotting en la generación justo anterior, se trató de esas películas que TODOS (o casi) vimos en su momento atráidos por sus pretensiones contra-culturales, su espíritu incendiario, además de su extravagancia en la puesta en escena.

La película nos presenta a un narrador que tiene una vida aparentemente agradable. Tiene un trabajo fácil, gana un buen dinero y más allá de una pareja, no parece faltarle nada material. Sin embargo, vive cargado de neuras que le impiden dormir y llevar un día a día normal. Un día, conoce a un misterioso vendedor de jabones, Tyler Durden, que le muestra su particular modo de vida. Entre ambos crearán un “club de la lucha”, en la que hombres se citan para dejar salir toda la mierda que arrastran en su día a día. Al principio todo parece ir a mejor, pero luego la cosa se empieza a salir de madre. Mucho.


Desde el primer momento, la película se siente diferente: violencia muy explícita, sangre desbordante, un estilo muy cuidado y la sensación de que en todo momento te están contando algo que cambiará tu vida. Igual que ocurría con Trainspotting, lo tiene todo para llamar la atención, a lo que se suma un rabioso alegato para rebelarte contra el mundo porque… bueno, porque el mundo es una mierda.

Pero, ¿Quién era David Fincher en aquel momento? Cuatro años antes lo había petado a lo grande con Se7en, dejando claro ese chaval era alguien a tener en cuenta. Dos años después, The game dejó a todo el mundo con el culo torcido, demostrando una vez más que Fincher SABÍA qué hacer tras la cámara. Cuando se estrenó El club de la lucha, todo el mundo cinéfilo estaba expectante para ver qué nos tenía preparado. Ya sabíamos que manejaba bien el thriller, que era un tramposete, pero nadie podía esperar que nos narrara una “revolución” pseudo anarquista, llena de violencia y visceralidad, filmada con fuerza y buen tono, descolocando al espectador a cada segundo, intentando comprender qué demonios está ocurriendo.

El estupendo guión es aprovechado por tres protagonistas en estado de gracia, de los que Fincher saca incluso lo que no hay. Edward Norton sabe hacer como nadie de atontado que parece que tiene un plan pero no se entera de nada, además de desbordar carisma, mala leche y  musculitos. Brad Pitt nunca ha sido tan super-fucker como aquí, putoamismo a más no poder llevado al extremo, el epítome de lo que todo onvre quiere llegar a ser. Impresionante. ¿Alguien sabe de otra película que vaya tan sobrado como aquí? Y finalmente, Helana Bonham-Carter que borda (una vez más) el papel de chica pervertida // zumbada // con ínfulas de trascendencia.

 Otro de las cosas que todo el mundo conoce (o no) de El club de la lucha es el famoso final que te deja el culo roto y te obliga a volver a ver la película. Lo curioso es que a diferencia de lo habitual (pongamos El sexto sentido como ejemplo), ese giro no ocurre cuando faltan 5 minutos, sino que, una vez lo conoces quedan 40 minutos buenos de película, que dejan al protagonista tan perdido como al espectador, intentando entender el alcance de una conspiración que le supera. Y cuando parecía todo aclarado, volvemos otra vez, acabando con un giro final del giro final todavía más enorme y molón, lo que refuerza todavía más la dualidad conseguida entre el patetismo del Narrador y el carisma de Tyler.

La película marco la vida de toda una generación (especialmente en el mundo anglosajón), a la que se le vendió que cuando crecieran serían jugadores de la NBA, ricachones a lo Bill Gates o cantantes de profundo éxito como Kurt Cobain; que luego acabaron como parguelas en compañías gigantescas en los que eran apenas números, trabajando en empleos que nos soportaban para comprar cosas que no necesitaban (Trainspotting, ¿mande?). Mientras que la obra de Danny Boyle tiraba por el fuck the system a base de chutarse de todo como modo de rebelión, aquí tenemos una exaltación desnortada de la masculinidad juntada con una revolución anarquista con la idea de despertar a las mentes adormecidas. Me encanta como entra en contradicciones al cargar contra el consumismo y las convenciones mientras tienes a Durden como un ser de pura chapa y pintura superficial. Pero bueno, esto no implica que la película mole un puñado y parte de otro.


Una de las cosas que más gracia me hace es que la película se mofa del onvre super-macho –alfa, ridiculizándolo a cotas bastante considerables. Sin embargo, también es una de las películas emblema de este tipo de sub-seres, que parecen incapaces de comprender la ironía que esconden las escenas de Fincher. Tal como ocurre con Cartman o con la reciente propuesta del Joker (un ejemplo más patrio sería Mauricio Colmenero, que me sorprendía al encontrarme gente que no captaba que se realizara una parodia torrentil del tropo), personajes que están para mostrar que los malnacidos son malos, no ensalzarlos.

El club de la lucha es una de las películas que marca de manera indefectible a toda una generación. Esto ya es de per-se algo a tener en cuenta. Además, es un thriller lleno de momentos molones, presto a sacudirte las tripas en un viaje absorbente de dos horas que todo el mundo adora por primera vez (y muchos adoran todavía más en una segunda vuelta). Un gran director que sabe pegarte al asiento, con una puesta en escena novedosa e impactante, un guión tremendamente agudo y unos actores en estado de gracia. En resumen: grande, muy grande.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.1

jueves, 23 de abril de 2020

Cuentos de amor imposible (Lorenzo Mediano)


Libro leído como parte de la Cesta’13 (Nº35 de la misma). Autor que no conozco, portada que no augura nada nuevo y un toque romántico en la contraportada. Éste no lo hubiera tocado de otra manera, ni con un palo.


Título: Cuentos de amor imposible
Autor: Lorenzo Mediano

“¿Por qué a veces la vida nos parece un hermoso cuento?
Este libro nos sumerge en un mundo de vivencias y sueños donde lo intangible raya lo cotidiano. La pasión, entonces, nos engulle arrebatadora trasportándonos lejos, muy lejos.
Los sorprendentes relatos transcurren en un claro del bosque, dentro de una acuarela, sobre un rústico muro o en el interior de una estalagmita… Tal vez allí encontremos respuestas, ilusión y entusiasmo para vivir un sueño, a pesar de los amores imposibles.
Su prosa elaborada y poética permite a nuestros sentidos embarcarse en aventuras reales e imaginarias a través del tiempo y del amor.”

Pero no tenemos una novela romántica al uso, lo que se agradece. Cuentos de amor imposibles es un compendio de pequeños relatos de apenas 4-5 páginas (salvo uno) en que se nos narra, justamente eso, cuentos de amor imposible. En medio de un estilo lleno de lirismo exacerbado, tan bello como farragoso, habita el amor que no puede ser. No el manido tópico romántico, al que las circunstancias impiden triunfar, sino amores genuinamente imposibles, absolutos quiméricos como el amor de una oveja hacia su pastor, el de un anciano por asesinar niñas o el de un hombre solitario que ansía encontrar alguien  que le escuche. La mayoría de ellos se leen en un suspiro, destacando por su originalidad y sus puntos de vista inusuales, con lo que se hacen lecturas frescas y rápidas.

El más largo de ellos es “El talador de estalagmitas”, que llegará a tener unas 40 páginas y, por tanto, un argumento concreto. En apenas un segundo crea un mundo de fantasía en el que habita, como no, otro amor imposible, realizado con un sorprendente despliegue de imaginación que conjuga muy bien con la prosa poética que emplea el autor. Puede pecar de ampuloso, pero consiguió fascinarme de una manera completamente inesperada.

Todos los relatos comparten, eso sí, un gusto por la palabra grandilocuente, siempre bien encontrada, con abundancia de adjetivos pomposos, que dotan a la lectura de lirismo. Dejan la impresión de pedir ser leídos en voz alta, para que te puedas deleitar con la sonoridad de cada acción, dejando que fluya la poesía junto a los perturbadores sucesos que se nos narran. Además, como cada relatillo dura apenas 4 páginas, te los ventilas en un segundo, con lo que el peligro de leerse el libro en un par de ratos tontos está bien presente.

El libro es de pocas páginas de letra grande. Te despistas y te lo has merendado en dos viajes de metro. Hay relatos que no pden tanta grandilocuencia, pero la hay. Los que sí la piden realmente tienen su gracia.

Obviamente, tiene el problema (y la grandeza) de los compendios de mini-cuentos. La calidad de los relatos que los componen es siempre desigual, habiendo algunos flojos, otros buenos y algunos que piden un libro entero sólo para ellos. En este caso, podremos disfrutar de este librito para desengrasar entre cosas sesudas, funcionando estupendamente para paladear cada palabra y disfrutar de la vistosidad del término escogido en cada caso, mientras nos sorprendemos por la originalidad de sus planteamientos.


Nota: 7
Nota goodreads: 3.25/5

martes, 21 de abril de 2020

Rebeca (Daphne du Maurier)


Este libro es uno de los míticos que había en la librería de mis padres, una gastada edición de 1965, con las hojas amarillentas y ese aroma a libro viejo que tanto me encanta. Alguna vez lo había tenido entre mis manos, pero nunca me había puesto con él. No sé si es que le tenía respeto a la famosa obra, o porque sonaba demasiado de otra época o por qué, pero tuve que esperar a la CLO (gracias Alies) para ponerme a leer el libro.

Título: Rebeca
Autor: Daphne du Maurier
Traducción: Fernando Calleja

“Anoche volví a soñar que iba a Manderley...
La novela empieza en Monte Carlo, donde nuestra heroína se ve sobrepasada por la osadía del viudo Maxim de Winter y su inesperada propuesta de matrimonio. Huérfana y trabajando como dama de servicio, apenas puede creer su suerte. Es solamente cuando llegan al majestuoso castillo cuando se da cuenta de la sombra que permanecerá ominosa sobre sus vidas, como un mal persistente que amenaza con destruir su matrimonio desde la tumba.”

Por decirlo de alguna manera simple. No es que sea uno de los mejores libros que he leído a raíz de la CLO, es uno de los mejores libros que he leído en mi vida. Así de simple, es lo que es. El que disfrutas acurrucado bajo una manta, al lado de la chimenea, con un té caliente bien dispuesto. El que adoras mientras las persianas resuenan con el golpeteo de la lluvia. Ese que te mantiene toda la noche en vela, mientras un escalofrío te recorre la espina dorsal (pero un escalofrío bueno) mientras lees.

Empezamos por el espectacular retablo de personajes, esculpidos con mimo mayúsculo.


Empezamos por la protagonista, de la cual nunca llegamos a conocer el nombre. Tímida e intentando siempre pasar inadvertida, se siente indigna de convertirse en la Señora de Winter. Como dice ella misma, “No tenía el orgullo, no tenía las narices. Apenas había salido al mundo.” Tiene un síndrome del impostor de campeonato que complica todavía más cada uno de sus actos: no se acaba de creer que alguien como Maxim pueda quererla, queda abrumada ante la majestuosidad de su nueva vida, se siente incapaz de ordenar nada ante un servicio del que justo antes formaba parte y, sobretodo, no puede luchar ante la figura que debe sustituir, esa Rebeca de la que todos hablan maravillas. Con el transcurrir de las páginas, vemos a nuestra heroína sufrir de todas las maneras mientras, poco a poco, va aprendiendo a convivir consigo misma y soportar todas las comparaciones. Poco a poco, empezará a comprender que ella también tiene derecho a ser feliz, a pesar de todo.

Su marido es el riquísimo Maxim de Winter. En un primer momento parece mostrarse como alguien que se aprovecha de su edad, su experiencia y su estatus social para impresionar a nuestra heroína, sin que acabemos de comprender sus intenciones. Posteriormente, pasaremos a conocer a un hombre hosco, incapaz de tratar con una mujer que tan pronto parece querer como no soportar. Con el paso de las páginas veremos que arrastra oscuros traumas y secretos del pasado que, de alguna manera, le impiden pasar página y permitirse querer a alguien sin remordimientos.

La casa, esa Manderley de la que habla el resumen de la contraportada, está a cargo de Miss Danvers, el ama de llaves. Una mujer entrada en años, severa e inflexible, con un punto siniestro que parece hacer bajar la temperatura de todas las páginas en las que aparece. Por alguna razón, odia con ahínco a nuestra heroína, buscando a cada momento la oportunidad de ridiculizarla y hacer patente lo fuera de lugar en que se encuentra, como si quisiera echarla del hogar. Pocas veces he encontrado un personaje tan odiable y retorcidamente malvado sin hacer nada “fuera de lo normal” (ejem, Annie Wilies, ejem).

Y Rebeca, oh Rebeca. Re-be-ca. Sorprende como un personaje que está muerto al inicio del libro y que no hace nada en ningún momento (no hay nada sobrenatural aquí) se vuelva una presencia tan omnipresente. Pareciera como si el espíritu de la mujer impregnara cada pared de la casa, cada árbol del jardín, obsesionando a su viudo y convirtiendo la vida de la nueva Mrs. De Winter en un infierno. Es a través de su misteriosa figura que radica el conflicto central de la novela, pues nuestra heroína debe explorar tanto la mansión como sus terrenos para comprender los eventos del pasado, esos secretos que interfieren con su posibilidad de aspirar a la felicidad.



Ahí radica la belleza mística de Manderlay. La extraordinaria mansión, con sus extensísimos jardines, su puerto privado y su vasta colección de caminos se torna una ominosa prisión para la protagonista. Se trata de un lugar que está vivo para el lector, siendo particularmente delicioso ver como se despliega ante ti, descrito por una persona que está experimentado su presencia (e intentando hacerse con Manderlay) por primera vez. Uno de los mayores placeres culpables de las novelas góticas de la época es la descripción de una magnífica y vetusta mansión, y aquí tenemos una descripción tan rica, tan precisa en detalles que puedes fantasear sobre lo maravilloso (y escalofriante) que sería vivir en ella. Manderlay es uno de estos lugares que no existen más que en el alma del lector, pero que una vez se instala, se queda allí para toda la vida. 

La trama que se desarrolla en el libro ha sido copiada posteriormente tantas veces que no puedo sino ser buena. Te sientes muchas ganas con ganas de animar a nuestra heroína para ganar confianza mientras empieza a creerse su papel, viendo como Mrs. Danvers pierde influencia, y con ella, la hechizante presencia de Rebecca. Y claro, justo cuando las cosas empiezan a ir bien, las cosas empiezan a ir MUY mal.

Esto nos lleva a su final, en el que se ejemplifica la necesidad de tener que vivir con la culpa a tus espaldas (o no), haciendo hincapié por los sacrificios que hacemos y dejamos de hacer para ser felices (o poder simplemente, vivir un día más). SPOILER. En el prólogo, parecen vivir de hotel en hotel. Ambos parecen una pareja consolidada, compuesta por seres que han sufrido demasiado y que ahora se limitan a pasatiempos banales para pasar el día sin pensar. Incluso aunque la mujer que nos narra la historia –lo descubrimos luego, apenas ha pasado los treinta. ¿Puede esto considerarse felicidad? Esta pregunta me persiguió en todo momento mientras leía el libro, y ahora de vez en cuando afecta mis variables impresiones sobre sus temas. Me pregunto ahora, escribiendo estas líneas, ¿cuál es el destino final del narrador? ¿Consiguió tener algún tipo de felicidad, aunque modesta, al haber triunfado sobre la dominante Rebeca, teniendo por fin a Maxim –ay, sus pecados- para ella sola? ¿Se ha resignado a aceptar las vacuas normas sociales y la tonta rutina contra la que Rebeca –a pesar de sus pecados- se rebelaba? ¿O es feliz porque, a su manera, domina a Maxim, de una manera que Rebeca nunca pudo? Sea cual sea la respuesta, ¿no es esta felicidad inferior a la que una vez mostró cuando, brevemente, creyó que era la señora de Manderley, después de exorcizar el fantasma de Rebeca, antes de que su mundo ardiera en llamas? FIN DEL SPOILER


Si eres fan del misterio, del romance, del terror o de los thrillers con toques sobrenaturales, este libro es una lectura deliciosa.

Sorprende cuanto puede dar de sí, la de veces que puedes volver a una página al azar y descubrir un detalle nuevo que se te había pasado por alto en una lectura anterior. Sorprende cuánto puedes llegar a conocer a un personaje que ya está muerto desde la página cero. Sorprende cómo puedes llegar a querer y desesperarte por una heroína de la que no conoces ni el nombre.
En conclusión, podemos decir que éste es uno de los mejor libros que he leído. Manderley, Rebeca, sus giros, el climax y el desenlace… soberbio en todos sus detalles.

Nota: 10
Nota goodreads: 4.23/5

domingo, 19 de abril de 2020

La dama boba


Esta película se puso una de estas tardes tontas en que uno no sabe bien qué ver, pasea por las películas disponibles y acaba poniendo una obra de teatro porque, bueno, no acaba de saber uno bien porqué.

La Dama Boba es una obra de teatro clásica de Lope de Vega. En ella, dos hermanas de una familia noble han encontrado la mejor manera de soportar los deberes que la sociedad dispone para ellas: una, la dama lista, busca en la superioridad intelectual el modo de saberse mejor que el rebaño de hombres que pululan a su alrededor; la otra, la dama boba, finge ser estúpida para que así nadie la importune. Casualmente, ambas se acabarán enamorando a la vez, lo que hará surgir los celos que nunca habían sentido, obligando a que desvelen sus verdaderas personalidades. 

A estas alturas no vamos a ponernos a desglosar gran cantidad de detalles sobre un autor tan clásico como Lope de Vega. Sus obras de teatro, de las más famosas en lengua castellana, eran casi siempre comedias de enredo con amoríos, malentendidos, un poquito de crítica social y finales felices para que todos se fueran contentos a casa. Incluso leídas hoy día son entretenidas lecturas, muy ingenuas pero siempre divertidas, con el único impedimento del castellano antiguo para poderse disfrutar plenamente.

De La dama boba, una de sus obras más redondas, tenemos aquí una adaptación casi literal del texto original, llevada a la pantalla con fastuosidad de medios y un puñado de actores de primera línea del momento. Desconozco quién pudiera ser el impulsor del proyecto original, pero se nota que se trata de una película en la que hay ganas de hacer las cosas bien. Además, se nota que hay buenos dineros gastados en escenarios y vestuarios. Da gusto cuando hay talento bien usado en la parte técnica. Obviamente, se trató de un proyecto que se estampó a lo grande en las taquillas, pero eso es otra historia.


 Lo primero que llama la atención es que se ha respetado el verso original. Los actores no hablan, sino que declaman. Esto provoca un efecto rarísimo durante los primeros cinco minutos, y apostaría que dificultará muchas cosas a los que están al otro lado del charco. Enseguida me acostumbré, pero sé que echará para atrás a muchos.

La protagonista de toda la película, robando cada escena en que aparece, es Silvia Abascal, que borda su papel de dama boba, variando el tono entre ingeniosa, romántica, boba y emocionante cuando debe. A su alrededor, unas excelentes Verónica Forqué y Macarena Gómez no se quedan precisamente atrás, dando lugar a un trío femenino protagonista realmente de bandera. En cuanto al elenco masculino, tenemos a José Coronado como uno de los galanes. Debemos reconocer su esfuerzo y, realmente, hace un buen trabajo, pero alguien decidió que debía presentarse como una suerte de Jack Sparrow castizo. El efecto es bastante desconcertante. Finalmente, el otro galán es Roberto SanMartin, que carga con el personaje más deslucido de la obra, pero aun así realiza un gran trabajo sacándolo adelante, cosa que tiene más mérito debido a su origen cubano.



En cuanto al propio contenido de la película, se ha cogido la obra original y se ha traspasado tal cual. Por ello, además de los diálogos, se mantiene exactamente la misma trama y los mismos giros, que además están dispuestos tal como se concibieron originalmente. Se nota, en su disposición, en su ritmo, en las reacciones de los personajes, que son de otro tiempo. Como antes con el verso y las declamaciones, echará para atrás a muchos, pero el trasvase está hecho con talento, por lo que si te dejas llevar, se ve con proverbial agrado.

Uno de los temas principales de La Dama Boba es la crítica velada de la mujer de la época. Tanto lo que solía ocurrir con sus necesidades vitales (su único objetivo en la vida debía ser casarse) y lo que se esperaba de una mujer de bien (aceptar el marido que sus padres tuvieran a bien escoger, luego ya aprenderían a quererlo. O no). Las dos damas principales de la obra son unas inadaptadas que no aceptan las normas de lo que se espera de ellas, por lo que intentan escapar, cada una a su modo. Al final, como se enamoran, la inevitable boda se ve con otros ojos, claro. Queda claro que podrán seguir viviendo a su modo, porque los hombres se salen de lo que se espera de ellos (comprar una criada al casarse) y se enamoran de verdad de las damas, permitiendo que sean felices, ante todo. Es una manera bien curiosa de retratarlo.


 La Dama Boba es una de las mejores opciones para tener una obra de teatro en el salón de tu casa, tal como se hacía en el pasado con Estudio 1. Los medios en la puesta en escena son amplios y fastuosos, el elenco es espectacular (especialmente el femenino), y la obra es una de las más importantes de la literatura española. Son ingredientes muy interesantes para pasar un buen rato. Si es que te gusta disfrutar de una representación muy literal de una obra de teatro del Siglo de Oro, claro. Cada uno con sus perversiones que haga lo que quiera.


Nota: 6
Nota: 5.4

jueves, 16 de abril de 2020

Mensajes en las alas (Moringa Nosoyplaga)


Este libro se leyó a través de un burrín un tanto a traición al que me apuntaron, casi arrojándome el libro entre las manos. ¡Gracias Luiszama por organizarlo! Además, después del tocharro que acabo de leer, no viene mal un librito ligero para desconectar un poco.


Título: Mensajes en las alas
Autor: Moringa Nosoyplaga

“¿Por qué una paloma escribe un libro? Porque demasiadas mueren en redes y jaulas, porque estas aves sinantrópicas se han ganado un lugar en el corazón de muchos, porque una paloma que apareció en una papelera cambió la vida de dos humanos y dos gatas.”

Además, ¡resulta que está escrito por una paloma! ¡Como mola! Ya leí en su momento un libro escrito por un gato y otro por un dragón. Así que, ¿por qué no una paloma?
A decir verdad no se trata de ninguna novela. El libro, pone voz a la paloma para hacer una serie de micro-relatos del día a día de estos animales, en una suerte de disneyzación de las palomas para concienciar sobre la importancia de preservar la vida de las ratas voladoras que pueblan nuestras ciudades.

En muchos casos, Moringa (jé) coge detalles de historias conocidas, libros, canciones o película famosas y reconocibles, que “apaloma” en los mini-relatillos que conforman el libro. Algunas veces consigue historias ciertamente ingeniosas. Otras veces, se le nota indignada por alguna razón, con la herida todavía supurando. También se pasa de graciosete de vez en cuanto, pero mayormente se hacen lecturas simpáticas.

Lo que me ha parecido más bonito del libro es el compendio de haikus y poemas con los que el libro concluye. No soy muy de poesías, pero tienen su puntito bien cogido.
Evidentmente, no se trata de un libro literariamente elevado ni se ha hecho por estos motivos. No es intención de la paloma escribir una obra culta y delicada, sino concienciar de la problemática que defiende.

No tiene mucho sentido leérselo en un par de viajes de bus o coger una tarde tonta y zampárselo, sino que es mejor ir tomándolo poco a poco, para que así el mensaje pueda tomar más poso.

Nota: N/A

martes, 14 de abril de 2020

El profesor (John Katzenbach)


Éste es uno de los (muchos) libros que llevaban años por casa, en espera de que les hiciera algo de casito. Y mira que otros libros de Katzenbach me habían gustado, pero no encontraba nunca el tiempo/ganas para ponerme, hasta que al fin, al fin…

Título: El profesor
Autor: John Katzenbach
Título original: What comes next (Qué viene ahora)
Traducción: Julio Sierra

“Una chica de 16 años es raptada por una pareja de psicópatas: la encierran en un sótano, la torturan, la maltratan, y no contentos con esto lo retransmiten todo por internet. Un viejo profesor de psicología – ya jubilado, viudo, enfermo y con la idea de quitarse la vida – parece ser su única vía de escape…”

Los curtidos en la literatura de este autor conocerán ya sus características más reconocibles. En sus libros encontramos personajes muy extremos, seres llevados al límite por las circunstancias, siempre con capacidades casi sobrehumanas (asesinos veteranos, intelectuales de vastos conociemientos). Estos personajes se enfrentan a situaciones de brutal violencia, de las que se clavan con ansia en los higadillos mientras resuelven un caso a contrarreloj o sobreviven a un asalto implacable, siempre manteniendo unos niveles de tensión de lso que te impiden dejar de leer, provocando que te ventiles sus tochacos en un suspiro.

En este caso no iba a ser menos, aquí tenemos a unos desalmados que han secuestrado a una chiquilla con el objetivo de torturarla hasta la muerte, ganando dinero con la venta del "espectáculo" a anónimos espectador ávidos de emociones fuertes a través de la red. De lo más bruto que uno pudiera concebir. 

Para llevar a cabo tanto el secuestro como la inevitable investigación, Katzenbach ha creado unos personajes de gran hondura intelectual, bien perfilados y trabajados, con profusión de detalles y manías bien construidas. Se hace fácil comprender las motivaciones que mueven sus actos, empatizando con algunos de ellos, mientras que odias a otros con infinitas ganas y razones.



El protagonista es el profesor del título. Después de años enseñando en la universidad, el psicólogo Adrien Thomas, es consciente de que se halla ante sus últimos días. Sin objetivos en la vida tras la muerte de su mujer y su hijo, bajo una profunda depresión y sabiendo que padece una enfermedad incurable, sólo espera ver pasar las mañanas sin novedades ni sobresaltos, barajando la idea cada vez más tentadora de un suicidio. Será testigo casual de un secuestro y, desconfiado de las autoridades como ha sido siempre, decide que su última contribución a este mundo será la de salvar a la pobre chiquilla que ha desaparecido. Así pues, se pone en marcha en su investigación en la que se hace patente su formación académica, destacando por una aproximación muy parecida a la de Mentes criminales (pero menos pedantes). En un último giro inusual, Katzenbach le añade ciertas alucinaciones de sus seres queridos muertos, que le ayudan a resolver los diversos misterios de los que él no es capaz, como si tuviera a Legión a su disposición. Muy curioso.

La pobre secuestra a la que hemos aludido es Jennifer, una huérfana en hogar de acogida que ya ha sufrido bastante más de lo que le tocaba en esta vida. Dura y curtida por la vida que le ha tocado en suerte, es capaz de presentar una resistencia feroz a sus secuestradores, pero todavía se haya débil ante los horrores que debe afrontar. Con una inesperada verosimillitud, vemos como no se desmorona, aferrándose a cualquier atisbo de esperanza por sobrevivir.

Realizando una investigación paralela a la de nuestro protagonista, tenemos a la agente de policía Terri Collins, en el pasado una mujer maltratada que se atrevió a huir con sus hijos de la casa. Ha rehecho su vida, encontrando en el cuerpo de policía el valor para tira adelante. Debido a su pasado, arrastra muchas inseguridades, pero esto no le impide tener la decisión de seguir adelante cuando la situación lo requiere. Consciente de cuando se enfrenta a situaciones injustas, tiene el problema de traer demasiados problemas del trabajo a casa, especialmente cuando su vecina Jennifer desaparece…



Tom Wolfe, por su parte, es un personaje de lo más curioso. Violador en el pasado, malvive en casa de su madre enferma debido a sus antecedentes, que le impiden llevar una vida normal. Por un lado, es consciente de que la vida que llevaba no era precisamente adecuada y desea poder pasar página, por el otro, sigue siendo el mismo pervertido acosador que le llevó a meterse en problemas en el pasado. Y además vive muy cerquita de Jennifer, lo que le pondrá en líos adicionales. Cómo se ha sumergido en las peores cloacas de la sociedad, sabe moverse entre ellas, siendo útil en la investigación. Pese a ser un tipejo repugnante, en muchos momentos eres capaz de empatizar con él, pues es un salido peligroso, pero de asesino no tiene nada. Sorprenden sus ataques de decencia cuando se vuelve consciente de que pululan por ahí seres mucho más malvados que él.

Los torturadores son la pareja de malnacidos Linda y Michael, que han hecho del negocio de la tortura su modo de vida. A su modo, necesitan del dolor ajeno para sentir algo en esta vida, con un punto perverso de lo más retorcido. Me encanta como Katzenbach retrata a esta pareja tan curiosa en la que se retroalimentan continuamente el uno al otro para ser todavía más cabrones.



Para este viciante thriller, se sigue un esquema de capítulos de alrededor de unas 10 páginas en las que se va intercambiando el punto de vista entre cualquiera de los personajes. Su longitud es la adecuada para hacer avanzar la trama con agilidad, sin llegar a cansar. Cuando los capítulos son más largos (Canción de hielo y fuego, por ejemplo), acaba por tener demasiadas páginas entre dos capítulos de un mismo personaje, lo que se hace pesado fácilmente. SI los capítulos son demasiado cortos, me provoca siempre la sensación de una trama demasiado inconexa, molestándome más que facilitando la lectura (cada vez soporto menos la manía de mini-capítulos de dos páginas tan en boga últimamente).

Lo más curioso es que la trama avanza “en continuo”, sin narraciones paralelas ni actualizaciones de lo que ha ocurrido en otras partes. Cada vez que hay un cambio de punto de vista, toca poner las neuronas a trabajar para rellenar e intentar comprender qué están haciendo los otros personajes cuando no les enfocan. Cómo además sabes que pronto volverás a ver a los personajes que te gusta, vicia con ganas, invitando siempre a acabar con un capítulo más. Además, la trama vicia tanto y está tan bien entrelazada que no encuentras ningún momento en que quieras dejar de leer.

Katzenbach siempre se ha caracterizado por unas historias tremebundas no aptas para corazones sensibles (ni estómagos delicados). En El profesor tenemos una de las tramas más extremas y salvajes, aunque no por ello inverosímil (a su extraña manera). Consigue darle la pátina de realismo para que te creas que podría estar pasando, aunque probablemente no (o sí). La tensión sobre si llegarán a rescatar a Jennifer a tiempo es de las gordas, y más cuando sabes que al autor no le duelen prendas en cargarse a sus personajes si así le conviene. Aunque hay veces que se acerca peligrosamente al torture porn Katzenbach mantiene el difícil recorrido entre la carnaza y el regodeo, provocando que puedas llegar a sentirte muy sucio en algunas partes especialmente perversas.



Toda la trama lleva acertadamente a un final en paralelo, por un lado la parte voyeurística y por otro en la investigación criminal, de estos que no puedes parar de leer, robando tiempo de donde sea para pasar unas páginas más. Como suele ser habitual, se concluye con una ensalada de tiros de bandera mientras todo salta por los aires en un desenlace que es buena muestra de lo mal que debe tener la cabeza el autor, pues hay que tener imaginación para tanta sordidez y crear este merdé tan malnacido.

En vez del neutro El profesor, el título original (What comes next), es un recordatorio de nuestra ansia de emociones fuertes, que el autor aprovecha para hacer una crítica no precisamente sutil a los reality show y nuestra necesidad de llevarlo todo al extremo, provocando que la pornografía o el snuff más salvaje puedan existir en las catacumbas de la red. El jueguecito (con muy mala leche) que plantea el autor está bien encontrado, casi insultando al lector por estar leyendo su libro.

Se trata de uno de estos libros que da gusto leer, que te coge, te atrapa y te deja hecho un guiñapo, con tanto lío, tanta cosa y tanta maldad acumulada. Todo ello narrado con estilo en una trama absorbente y mediante unos personajes bien trazados. Un libro que promete y da emociones fuertes, no apto para mentes bienpensantes, de los que se gozan tanto como agotan. De mis favoritos del autor (que ya van unos cuantos) y más que recomendable para los que gusten del género de detectives con mala idea.


Nota: 9
Nota goodreads: 3.9/5