jueves, 31 de enero de 2019

El Retorno del Rey


Y a la tercera semana consecutiva (o al tercer año real, jeje), llegó la culminación de la saga. No sabéis las ganas que tenía de ver cómo iban a terminar todo.



Así pues, tenemos a Frodo entrando en Mordor para destruir el anillo y a Aragorn y compañía yendo hacia Gondor para derrotar a los ejércitos de la oscuridad y todas esas cosas.

Ésta fue la película que vi más veces en el cine, pues Loli se enamoró un muchito de Frodo (un saludo, sé que te va bien ;)) e insistió mucho en que tocaba verla. Se hizo un descanso a mitad de película en el cine al que fuimos debido a la desmesurada longitud de la película. Como no lo habían avisado, recuerdo a ver a parte del público indignado, pues no, pero a mí me sentó muy bien, ya que tenía muchas necesidades miccionales. El subidón de volver y comerse toda la batalla de los campos de Pelenor totalmente descansado fue espectacular.
En esta revisión a base de capítulos de 45 minutos ha hecho que la el visionado se alargue más de una semana, completando casi un mes a base de Señor de los Anillos. Ha sido toda una experiencia de lo más disfrutable, no lo dudéis. Incluso la eterna batalla final ha durado más de un día, pudiendo coger el hilo de nuevo sin que se haga pesada en absoluto.

En conclusión hay que destacar la continuidad en medios e imaginería que hay dentro de toda la trilogía (cosa esperable teniendo en cuenta cómo está realizada), sin esos cambios de tono tan habituales que deslavazan el conjunto (Harry Potter, Piratas del Caribe…). En ese sentido, el que un director se atreva a rodar una trilogía con tal despliegue técnico del tirón, sin el colchón del buen funcionamiento de taquilla es de auténticos insensatos. Bendita locura, viendo el resultado final.

El retorno del Rey destaca entre las otras dos por su gusto por los momentazos molones tan gratuitos como efectivos. Cada veinte minutos tienes una escena que te pone los pelos como escarpias que puedes recordar incluso meses después.
Sin ningún orden en concreto:
- EL cubil de Ella-Laraña
- Los muertos bajo la montaña
- Góndor pide ayuda / Y Rohan responderá
- La carga de los Rohirrim
- La lucha con los Olifantes
- La destrucción del anillo
- El fin de Saruman
Y así podría estarme un bueeeeen rato, je je.

Tal como ocurría en las dos partes previas, Jackson despliega un virtuosismo técnico a la hora de recrear la Tierra Media tal como habitaba en mi imaginación. Desde la crueldad de Mordor, hasta la grandeza de Minas Tirith, pasando por la malignidad de Ella-Laraña y la sensación de pérdida de los Puertos Grises. Magnífico.


Quizás como si se hubieran reservado para la ocasión, la Academia sí se acordó de esta película en los Oscars otorgándole un total de 11 estatuillas -empatando así con Ben-Hur y Titanic-, después de haberse olvidado un poquito de las anteriores que no eran precisamente menos buenas. Recuerdo el debate que se vivió en la previa, pues parecía que se iba a llevar el premio de Mejor película sin recibir ninguno de los otros premios mayores. Como al final el listado fue glorioso (mejor película, director, guión adaptado, montaje, banda sonora, canción, diseño de producción, vestuario, maquillaje, sonido y efectos visuales), la polémica se deshizo, pero el peligro estuvo allí.

Otra de las anécdotas que corrían por los mentideros era qué se hacía con Gollum. Andy Serkis había dado vida maravillosamente al torturado personaje, pero ¿cómo se podía premiar? Al tener una piel generada por ordenador encima, no entraría dentro de Mejor Actor, pero también requiere un actor, por lo que no se podía meter dentro de los premios de efectos digitales…Al final se ignoró completamente, pero me hubiera gustado que se le hubiera tenido más en cuenta.


Una vez acabado el repaso de esta trilogía, me quedo con la sensación de que la gloria de esta historia es tal que no puede ser compartimentalizada en partes o películas individuales. Las tres forman parte de una única película, grandiosa, épica y madura –la mejor película de 9h 18 minutos jamás realizada- que orbita en torno a Gandalf, los Hobbits y el anillo.

El retorno del Rey es la mejor de las tres partes (si es que es algo que se pueda decidir), concluyendo una adaptación a la gran pantalla con la que probablemente Tolkien habría quedado satisfecho. Esta epopeya es un logro que todos deberíamos visitar alguna vez, constituyendo uno de los mayores hitos del género fantástico.


Nota:
10
Nota filmaffinity: 8.2

martes, 29 de enero de 2019

Las dos Torres


Evidentemente, después de rememorar el cariño que profeso con La comunidad del anillo, Continuamos nuestra “miniserie” tolkeniana y la semana siguiente a asistir a la disolución de la Comunidad, nos ocupamos de los hechos acaecidos en Las dos Torres.

Ahora ya conocemos a los personajes y sus vicisitudes. Nos lanzamos, pues, a conocer el Reino de Rohan, tierra de caballos y guerreros de renombre. Por su parte, Frodo, Sam y Gollum transitan desde el Emyn Muil hasta las tierras de Mordor.

Allá por 2002, un zagal como yo no podía quedarse sin ver esta película. No obstante, el día de marras llegué con Berta (un saludo, ¡espero que todo te vaya bonito!) unos 5-10 minutos tarde al inicio del metraje, incluso después de los trailers. Me perdí, por tanto, la batalla de Gandalf contra el Balrog, de la que no tuve noticia hasta tres años después, cuando maratoneé toda la saga. No veáis el subidón cuando recuperé esos espectaculares minutos de película.

Si hablaba el otro día de lo bien que le sienta a la saga esta división de capítulos de 45 minutos, el resultado es todavía mejor en la película más falta de ritmo de las tres. Vuelvo a recomendar encarecidamente este acercamiento para el paciente espectador. Tres temporadas de 4-6 capítulos que entran finísimos. No os podéis imaginar lo que es ponerte a cenar y degustar “un capítulo” enteramente dedicado al Abismo de Helm. Es una auténtica pasada.

Parándome a recordar lo que el libro supone para mí, se encuentra divido en dos partes completamente diferenciadas. Primero tenemos 400 páginas sobre todas las aventuras de Aragorn y compañía por las tierras de Rohan y Fangorn, que quizás mi parte favorita de toda la saga, para luego hacer otras 400 páginas con Frodo y los demás en su ruta hacia Mordor, lo que es quizás la parte que se me hace más pesada de la misma (me ralla mucho todo lo de Gollum). A la hora de adaptar la obra a la gran pantalla, Peter Jackson hace un buen puñado de retoques, unos buenos (todo lo de los wargos mola) y otro no (¡ay esos Ents!), pero el conjunto es magnífico.


Lo primero que me gustaría destacar es la mayor presencia de Christopher Lee como Saruman. Ya me había gustado su papel como villano, pero aquí se supera, dándonos escenas como el discurso de conquista ante sus tropas. Acojonante es poco ^^.

Y luego está Gollum. Si bien en el libro es de lo más cargante, la criatura creada por Andy Serkin se palpa como la prueba real de la malignidad del anillo, debatiéndose sobre si es mejor el FIFA o el Pro cómo conseguir apoderarse del anillo, en plena lucha interna por la servidumbre y la ambición despiadada.

Como secuela, Las dos torres puede constituir como una de los primeros ejemplos que no se molesta en recordarte los principales elementos argumentales de su inmediato predecesor. El plan es tan simple como lanzarnos directos a la acción. Continuista en todos sus elementos, todo aquello que fascinaba anteriormente, sigue siendo magnífico.


El momento que todo el mundo recuerda de esta película es El Abismo de Helm. Lo que consigue Jackson con este fragmento es todavía más impresionante que las persecuciones por Moria; pues provee a todas las escenas militares de un empaque adicional. Su fascinante estilo de acción es tan excitante como dramático; cuando las vastas huestes del ejército de Saruman chocan contra la fortaleza del rey, uno podría estar viendo una versión de las Campanadas de medianoche de Orson Wells, pero dirigida por George A. Romero (trasncendencia shakespeareana con vísceras de puro exploitation). Todos sabemos que los exultantes escalofríos del terror gore constituyen una de las marcas de la casa de Peter Jackson, pero en Helm exagera en términos majestuosamente épicos, consiguiendo una grandeza asombrosa, tal como he dicho antes, por ejemplo, en la escena en que los Urik-Hai cargan contra las murallas del Abismo, cuya puesta en escena se realiza mediante un travelling desde el cielo, con sus escudos moviéndose como si fueran las alas de un insecto peculiarmente hipnótico y fatal.

Asimismo, no puedo sino adorar el nuevo tema musical que se utiliza para los jinetes de Rohan. Es escucharlo y sentir la necesidad de ensillar mi caballo, coger mi lanza e ir pos de una batalla de incierto destino.

Por otro lado, al tratarse de una película de transición, la trama se enfrenta a un desarrollo más pausado y reflexivo que la anterior (y la siguiente), con lo que se puede hacer algo lenta, especialmente en su versión extendida. Ésta añade un puñado de escenas de gran belleza (más de 15 minutos) que harán las delicias del fan devoto, pero que enlentecen todavía más el avance de la trama para tortura del esforzado profano al universo.


El mayor pero que le puedo poner es también el mayor cambio de carácter de toda la trilogía: la decisión de los Ents respecto a Isengard. Ni he entendido nunca porque Jackson hace que inicialmente no se muestren interesados en tomar la fortaleza de Saruman, ni me gusta el repentino cambio de actitud que se produce poco después. Pero bueno, luego la batalla es otra pasada.

Como he dicho, esta película puede hacerse algo lenta para el profano, pero luego la majestuosidad del Abismo es más que capaz de comprar cualquier voluntad. Yo me declaro enamorado de casi todos los planos aéreos del film. Además de sentirme cautivado por el Gollum de Andy Serkin, esencial para que las andanzas de Frodo sean más activas e interesantes, además de preparar el terreno para que todo encaje. Las dos Torres desborda tanta épica y espectacularidad que uno sólo debe desear dejarse llevar a este universo mítico para disfrutar durante tres horas de la mejor fantasía. Qué grande que es Tolkien y qué bien le salió a Jackson

Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.0

Pasada quizás la sorpresa inicial que supuso el desembarco en la Tierra Media, Las Dos Torres se conformó con seis nominaciones a los Oscar (Película, montaje, diseño de producción, sonido, efectos sonoros y efectos visuales), quedándose con los dos últimos, lo que demuestra una vez más el virtuosismo técnico con que la película está realizada.

domingo, 27 de enero de 2019

La comunidad del anillo


Por si no lo sabéis, hace poco me he mudado a un nuevo piso (vale, no es nuevo, pero ya me entendéis), con lo que tengo una nueva televisión (ésta si es nueva nueva), así que para estrenarla, decidimos re-visionar la saga que más nos ha hecho disfrutar en nuestra adolescencia (seamos sinceros, todavía no teníamos Internet en el piso y los canales de televisión son los que son, así que sólo nos quedaba atacar los DVDs que tenemos acumulados y El señor de los anillos da para muchas horas de entretenimiento).

Empezamos pues por La Comunidad de Anillo. Imagino que a estas alturas no hace falta que nos paremos a explicar mucho el argumento: El Anillo Único, el más poderoso del Señor del Mal, aparece en un inesperado lugar de la Tierra Media, por lo que una Alianza de las razas de la luz deberá establecer un plan para destruir el Anillo antes de que su legítimo dueño lo recupere y tal y tal. Basado en los libros de J. R. R. Tolkien, por sí mismos constituyen una de las más influyentes novelas de fantasía épica de la historia (y de mis favoritas).

Como sabréis, cada una de las películas ronda las tres buenas horas de duración. En el cine, la inmersión es espectacular, pero para el hogar puede ser excesivo (como he tenido la ocasión de comprobar en más de un maratón de películas).  Recuerdo que cuando se la puse a mis padres la dividimos en sesiones de 90minutos (cada uno de los DVDs) que la hacían más soportable para el espectador no devoto. Sin embargo, de acuerdo a nuestra disponibilidad diaria, no podíamos ni dedicar 1h a cada sesión nocturna, apenas 45minutos. No era algo que nos atrajera en un primer momento, porque imaginábamos que se nos haría muy larga, perdiendo la capacidad de meternos en la historia. Sin embargo, nos sorprendimos al comprobar lo bien que entraba la película. Convertir cada una de las partes en una miniserie de 4-5 capítulos permitía que la trama dejara poso sin volverse pesada, especialmente por lo bien clavados que están los “cortes” para dejar un subidón cada “final de capítulo” que te dejaba con ganas para el día siguiente. Nunca lo hubiera esperado, pero os lo recomiendo para una degustación con calma de la saga. 


No obstante, no puedo alejarme de mis recuerdos de adolescencia al rememorar la expectación cuando fui al cine con Adriana (lo siento, debí comportarme mucho mejor de lo que lo hice) a ver por primera vez La Comunidad del Anillo. El libro que tantas veces había leído y releído (10-15 veces, quizás) se iba a convertir en película (¡y tenía toda la pinta de estar bien hecha!). Un servidor estaba encantadísimo. A medida que la película avanzaba, mi espíritu friki no podía quedar más saciado: la fiesta en el Pony pisador, la emboscada de la Cima de los Vientos, la sensación de maravilla al entrar por primera vez en Moria (Ruido de tambores…) y el final, aunque conocido, no por ello menos desgarrador. ¡Ay que experiencia más espectacular!

¡Qué voy a decir que no se haya dicho sobre la recreación de la Tierra Media que se hace en esta película! Peter Jackson coge el texto original y lo adapta a la gran pantalla de manera asombrosa. Primero, se carga a Tom Bombadil -lo que menos me gusta de las 3000 páginas del libro-. Segundo, nos trasladan a la Tierra Media con una puesta en escena simplemente brutal. Tanto el vestuario como la imaginería generada a partir de las bellísimas ilustraciones de John Howe se conjugan con un relato épico y emotivo con el que no podemos sino disfrutar. Su descomunal duración puede hacerse pesada para los espectadores menos aguerridos, pero su espectacularidad y la gran banda sonora de Howard Shore hacen que un servidor se sumerja ávido en este Universo tan fascinante. No hay más que ver el formidable uso de los efectos especiales (no como en El Hobbit) con el que se crean ciudades increíbles, ejércitos aterradores y todo tipo de seres míticos.


Creo que todos estaremos de acuerdo de que la película es impresionante en sus aspectos técnicos. Sin embargo, LOTR tiene la suerte de que el extenso reparto de actores está a la altura del gran tesoro épico que tenemos entre manos. Puede que no coincidieran con la imagen mental que tuviera de los personajes, pero una vez en la gran pantalla, hay que reconocer que todos hacen un trabajo genial. Por poner un ejemplo, temblé cuando un desconocido argentino-danés de nombre extravagante fue anunciado para ser Aragorn, pero cuando vi el carisma que despertaba Viggo Mortensen, mi sensación fue muy diferente. Por su parte, adoraba a Ian McKellen por su Magneto mutante, regocijándome cuando fue anunciado para ser Gandalf, al que había acompañado durante tantas y tantas páginas. Pocos mejores me habría imaginado para el personaje y menos lo hubieran hecho mejor que el actor inglés.

Como anécdota curiosa, la banda sonora corre a cargo de Howard Shore, desbordando un lirismo hipnótico deudor de los sonidos de Enya. Aunque ahora no podemos imaginar la película sin el misticismo épico que nos acompaña a lo largo de todo el metraje, inicialmente iba a ser muy diferente. La propuesta inicial tenía a Blind Guardian (grupo de power-metal que ha demostrado un ferviente amor por la obra tolkeniana) con la idea de tener una banda sonora más cañera. Existen algunas pruebas que se realizaron para la película, con resultados más que satisfactorios, por si queréis molestaros a buscarlo. La saga también habría molado mil con los suecos al aparato, pero estaríamos hablando de una experiencia completamente diferente.


En fin, La comunidad del anillo es una obra de orfebrería de tamaño mastodóntico que da vida a la fantasía épica de la mejor manera posible. Ya sólo por no haber destrozado el trabajo de Tolkien, Peter Jackson ya se merecía todos los honores, pero es que le queda una preciosidad en todos los sentidos, una película monumental, por su duración y por su calidad. Y quizás lo mejor de todo: es el inicio de un cuento fantástico. Salí embriagado del cine en su momento: todavía quedaban dos películas más en las que no deseaba sino sumergirme con todas mis fuerzas.


Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.0

Si la película me dejó extasiado, más sorprendido me quedé al ver que había conseguido la impresionante cantidad de 13 nominaciones a los Oscars. Todo lo gordo: Película, director, actor de reparto (Ian McKellan), guión adaptado, montaje, canción, diseño de producción, vestuario, sonido, fotografía, banda sonora, maquillaje y efectos visuales. Al final “sólo” se llevó los cuatro últimos, pero …wow.

viernes, 25 de enero de 2019

El Dios asesinado en el servicio de caballeros (Sergio S. Morán)


Y después de dos libros más chorras, estaba yo por la labor de leer una propuesta más seria, pero sucede que me iba de viaje y yo para los aviones adoro las cositas ligeras (los de Wh40k entran finísimos). En estas que este libro se metió por medio y no pude sino devorarlo.

Por si no lo conocéis, Morán es un dibujante/humorista/guionista de un puñado de webcomics la mar de interesantes. Yo lo conocí a raíz de El Vosque. Este comic, creado junto a la fantástica dibujante Laurielle, es con diferencia el mejor webcomic escrito en castellano que podéis encontrar en la web. Desde aquí os ordeno que leáis con avidez, ansia y una buena taza de té. En serio, mola un puñado y parte de otro, y tengo la edición en papel firmada con una Hostia y un cerdílope autografiados (¡que vergüencita pasé para atreverme a pedirlo!).

De entre su chillón de proyectos que tiene siempre entre manos, me agencié este libro tan pronto como salió, pues me encanta su humor y tenía muchas ganas de comprobar cómo se las arreglaba para sacar adelante sus delirantes historias sin más ayuda que la letra escrita (y no lo he leído hasta ahora, ya me vale U.u).

Título: El Dios asesinado en el servicio de caballeros
Autor: Sergio S. Morán
“Soy Verónica Guerra, Alias Parabellum. Soy a la que llamas cuando la chica de la curva te ha robado el coche. Soy a quien recurre el hombre del saco cuando un extraño se mete en su casa. Soy a quién necesitas cuando descubres una cabeza de unicornio en la cama.
Soy detective paranormal y me enfrento a diario a los sucesos más extraños que puedas imaginar. Pero acabo de encontrar el cadáver de un Dios griego en el maletero de mi coche. Y hasta yo tengo un límite.”

Y Morán me atrapó desde el primer capítulo. Un inicio arriesgado y apoteósico que mezclaba mitología griega con vampiros pijos y mala leche castiza era una invitación que no podía dejar escapar. Hay novelas que devoras una vez se presentan en el plato, y El dios asesinado en el servicio de caballeros es una de las que no dejas ni una miga, y te acabas también con el plato, los cubiertos y las servilletas. Adrenalina y risas a raudales. Desde el momento en que entendemos que los dioses pueden nacer y morir, una guerra sagrada puede desatarse en Barcelona y sólo una detective que no llega a fin de mes puede arreglarlo, la diversión está asegurada.

Me encanta el personaje de Parabellum, especialmente su dualidad con Verónica Guerra. Tan pronto una desborda mala leche y sobradas continuas como la otra (siendo realmente la misma persona) es tímida e insegura. Este contraste entre personalidad secreta // real está muy bien equilibrado y mola mucho, especialmente cuando las actividades sobrenaturales se cuelan y entremezclan con la cotidianeidad de su día a día “mundano”. Verónica es una chica tímida que no quiere que su peligroso trabajo influya en su amantísima pareja (Roberto, un sol de persona, legal bueno en todos los sentidos) y en la relación con el resto de su familia, que desconocen su ocupación. No es fácil aparentar normalidad cuando en cualquier momento puede aparecer una valquiria con ganas de arrancarte la cabeza.  Por su parte, la detective Parabellum adopta una pose chulesca y sobrada, como un Han Solo barcelonés. En parte es para tapar las inseguridades que genera no tener ningún poder sobrenatural y en parte es morro que hay que echar para salir airoso de situaciones que, obviamente, le superan (¡y cómo mola!). Me encanta comprobar la habilidad para crear un personaje tan a caballo entre dos mundos, falible y lleno de errores, pero que al mismo tiempo, sea puro carisma.

Tal como Harry Potter situaba sus aventuras en una Inglaterra muy particular, Morán coge aquí la Barcelona que conocemos todos y nos hace visitar sus secretos más divertidamente sobrenaturales. Su delicioso humor absurdo se combina admirablemente con el más allá (y el más acá) para dar lugar a momentos que son puro descacharre. Podríamos decir que es como si John Constantin hiciera una excursión de trabajo a Anhk-Morpock. Toda una fiesta, oiga. Se capta la diferencia de ambiente según los distintos barrios de Barcelona en que Verónica se mueve, desde los barrios bajos hasta los más señoriales tienen su personalidad y su fauna sobrenatural. Además, hace mucha gracia encontrar las referencias a la realidad barcelonesa, como el personaje de Carlos Arnesto (tertuliano del corazón, gay, de pelo rizado y gafas) y Emilio Gambeta (el mesías del balompié que juega en el mayor equipo de la ciudad), por poner un par de ejemplos rápidos.

Quizás me hubiera gustado ver más profundidad en la construcción del mundo, pues apenas se dan unas pinceladas que permiten atisbar un universo rico, que se nutre de todas las mitologías habidas y por haber sin ningún tipo de pudor. Por un lado, sabe a poco, pero por el otro, es toda una invitación a sumergirse con más profundidad en la continuación de este libro, recién publicada (Los muertos no pagan IVA), que seguro contribuirá a desarrollar un trasfondo que se atisba fascinante.

Cualquiera que haya seguido la carrera comiquera de Morán conocerá su gusto por el absurdo y los quiebros molones inesperados, con personajes de mente rápida tan dispuestos al clásico intercambio de puñetazos como al lanzamiento de puñaladas verbales que parecen salidas de Sorkin. Son obvias las influencias de Pratchett o Ennis, por lo que las risas malsanas están aseguradas. No obstante, a lo largo del libro hay un uso y un abuso de los chascarrillos. A veces no acaban de venir a cuento (aunque hagan gracia, como los Guardianes de Gunn), e incluso me ha parecido ver alguna que otra repetición del chascarrillo a treinta páginas de distancia, pero bueno, tampoco nos vamos a enfadar mucho.

La historia es probablemente el punto más flojo del libro, pues su trama es bastante simple y parece no tener más sentido que el de llevar al personaje principal de momentazo molón en momentazo molón. A veces parece incluso que algún que otro personaje (Arantxa o Carlos, por ejemplo) aparece y desaparece de escena sin ningún motivo. Se supone que “está ahí” pero no hace nada en treinta páginas y luego vuelve a hablar o actuar en un momento vital para la trama. Estas cositas no evitan una diversión de primera, pues El dios asesinado en el servicio de caballeros tiene un armazón mucho más sólido que la mayoría de libros de Moore o Mendoza. Las páginas pasan como nada, con un vicio de los buenos buenos. Especialmente ese clímax final, divertido y pasado de página que se guarda unas cuantas soluciones inesperadas, mucha acción y un punto de mala leche encantador.

Estamos hablando de una novela debut, con todos sus problemas (al autor le falta la experiencia para evitar excesos y, a veces, las cosas ocurren demasiado porque sí), pero se trata de una novela ligera muy divertida y tremendamente recomendable. Parabellum / Verónica es un personaje que se quiere con ganas, especialmente en su falibilidad, ideal para capitanear una novela de detectives muy diferente, con una gracia que ya le gustaría tener a Percy Jackson o a Wade Watts. No llega al nivel de fascinación que me provocan las obras de Pratchett (¿quién podría?), pero El dios asesinado en el servicio de caballeros tiene la ventaja de que puedo encontrarme con Morán, darle dos abrazos y decirle cuando he disfrutado con este libro.

Nota: 8
Nota goodreads: 3.83/5
PD: Tengo el segundo en casita, no creo que tarde mucho en caer.

miércoles, 23 de enero de 2019

La princesa Mononoke


Los lectores fieles a este sitio conocerán sobradamente el amor que le profeso al Estudio Ghibli. Autores de bellísimas obras de animación, no dejo de visitar sus películas desbordantes de imaginación, grandes historias y amor por el séptimo arte.

Hoy voy a hablar de una de las películas que más disfrute en mi adolescencia, que además fue (casi) la primera película que fui a ver con mis amigos, fuera del alcance de mis padres, saliendo excitadísimo del cine y comentando la película durante horas y horas.

La princesa Mononoke es un gran, es un soberbio film que tiene la particularidad de ser de dibujos animados. Firmado por uno de los grandes maestros del género: Hayao Miyazaki. Después de dos inconmensurables éxitos infantiles (Porco Rosso y Mi vecino Totoro), La princesa Mononoke se dirige esta vez a un público más crecido, aunque los pequeños todavía lo pueden ver y disfrutar. Es una grandiosa epopeya que nos transporta, durante dos horas y cuarto en un recital fantástico, que nos sumerge en el Japón del siglo XV, mezclando referencias históricas, leyendas ancestrales, un recorrido iniciático y un mensaje ecologista. Contiene la especia lírica, el toque de belleza exultante de los grandes films de aventuras de una receta que parece ya perdida. Siendo de otro estilo y otra cultura, movió tantos referentes como el Excalibur de John Boorman, constituyendo el segundo bombazo desde el país nipón, demostrando otra vez que los dibujos no son sólo para niños. Un servidor se quita el sombrero, admirando el despliegue de inventiva, poesía, la atención al detalle y la maestría en la puesta en escena.

La acción se desarrolla, entonces, en el Japón de la era Muromachi (1333-1568), que marca la transición entra la Edad Media y la Moderna en el país (Miyazaki y sus colaboradores han investigado profusamente la época en que recrean la historia, lo que se puede ver sobre la pantalla en las construcciones, las costumbres, la imaginaría, los vestidos… impresiona). En esta época el país es prácticamente virgen, cubierto de profundos bosques casi impenetrables. Sin embargo, el progreso tecnológico está empezando a dejar su huella en la ecología y el orden milenario que ha regido la vida de los seres vivos empieza a romperse.

En el norte del archipiélago vive una tribu pacífica, los Emishi, de los cuales el futuro jefe es el joven príncipe Ashitaka. Su destino se trunca cuando un día, un jabalí salvaje, poseído por una deidad maligna ataca el pueblo. Obligado a abatir a la bestia enloquecida por los demonios, Ashitaka es herido en el brazo, cayendo bajo una maldición que conllevará una muerte inevitable y horrible. Siguiendo los consejos de la gran sacerdotisa, deja a los suyos y parte a Oriente, a la búsqueda del Dios-Ciervo del Bosque, el único con poder para eliminar el sortilegio que amenaza su vida.

Durante su viaje, Ashitaka llega a la villa de los Tatara, una comunidad de herreros dirigidos por Lady Eboshi, una mujer con una voluntad de hierro. Aprovechando el poder de su fortaleza, acoge a las mujeres perdidas y a los campesinos sin tierra, a los que defiende de la hostil naturaleza y de los clanes vecinos, que sueñan con saquear el pueblo. Pero Eboshi es también el objetivo de San, una joven salvaje criada por los lobos, que agravian a los Tatara la devastación que sufre el bosque para encender sus hornos y extender su dominio. San es la llamada “princesa Mononoke”, la princesa de los espectros… La colisión de todos los bandos es inevitable, con resultado tan inimaginable como esplendoroso.

De los numerosos niveles de lectura de la historia, no puedo sino destacar el delicado tratamiento que se realiza del ecologismo, sin caer en maniqueísmos ni tópicos fáciles.

Lady Eboshi podría considerarse la mala de la historia, pues destruye el bosque sin miramientos. Sin embargo, no desea otra cosa que proteger a los suyos: leprosos, prostitutas forzadas y demás desheredados de la tierra. No hay odio en ella, ni maldad, pues ayuda a los suyos a progresar y no deja de ganarse la admiración de sus súbditos.

Por su parte, Mononoke defiende la naturaleza salvaje y primigenia, la defensa a ultranza de la vida fuera de la influencia humana y el respeto de la vida natural que ha regido el planeta durante milenios. Heridos y esquilmados, es fácil comprender la venganza ciega que mueve sus actos. Por un lado, queremos que ganen, pero también su actitud fanática impide cualquier tipo de resolución pacífica, de acuerdo que pudiera satisfacer a todos.


Esto se ve perfectamente reflejado en la actitud de Ashitaka, atrapado entre dos fuegos a los que trata, desesperadamente de guiar hacia la reconciliación y la convivencia antes de que la tensión desemboque en una guerra abierta. Pareciera por momentos que Miyazaki refleja en él a la voz de la verdad, el desarrollo sostenible que satisface a todos. Sin embargo, se guarda también la aparición de matices y fallas que muestran que su posición también tiene defectos, pues el desarrollo sostenible quizás no satisface a nadie…

Y yo me callo ya, pues los personajes están presentados, la trama situada y me están entrando unas ganas de volver a ver la película que no os lo podéis ni imaginar. Acompañadme, por favor.

Nota: 10
Nota filmaffinity: 8.0

"La última vez que estuve aquí esto era un aldea preciosa, quizás hubo un incendio o una inundación, el caso es que todos murieron. Hay muchos fantasmas hambrientos a nuestro alrededor; muertos por la guerra, la enfermedad o el hambre, y a nadie le importa. ¿Qué sufres una maldición dices? El mundo está maldito.”

lunes, 21 de enero de 2019

El gigante de hierro


EEUU, 1957… el país del tio Sam tiene muchas preocupaciones: el rock escandaliza las ondas y pervierte a la inocente juventud, la televisión amenaza la paz de los bien pensantes, la guerra no acaba de enfriarse del todo y el Sputnik ha empezado su camino por las estrellas.

Es entonces que cae del cielo… no es Santa Claus, sino un robot gigante venido de otra galaxia, todo de hierro forjado… Al investigar la desaparición de su antena de televisión, el joven Hogarth, de 10 años, curioso y apasionado de la ciencia ficción descubre la presencia de este improbable visitante y decide ayudarle… Pero este gigante, a pesar de su apariencia guerrera y su imponente estatura, es un robot amable que sólo sueña con una cosa: fundirse en nuestro mundo donde los sentimientos y el amor hacen bien valer la pena la vida.

Pero no es fácil hacer amigos cuando uno sobrepasa los 40 metros de altura, y nuestro gigante hace sembrar el pánico por todo el país, entre otras cosas por su apetito insaciable y su gusto desmesurado por el hierro: las vías de tren, las centrales eléctricas, los coches, todo es susceptible de convertirse en desayuno. Evidentemente, ¡esto no pasará inadvertido en este recóndito pueblo donde nunca pasa nada!

El gigante de Hierro es el primer film del creador Brad Bird, posteriormente fichado por los estudios Pixar para realizar Ratatouille  y LosIncreíbles, antes de volver a la acción real para realizar Misión Imposible 4 y Tomorrowland. Aparecido en el momento en que el CGI está a punto de imponerse definitivamente a raíz del éxito de Toy Story, El gigante de hierro es el último gran film “a la antigua” realizado en Hollywood. En él encontramos los rasgos que constituirán el éxito de las producciones de Pixar: una historia con varios niveles de lectura, que nunca toma a los niños por tontos, capaz de hacer reflexionar mientras sacia el sentido de la maravilla. Tras ser injustamente ninguneado en su estreno, los años están engrandeciendo una reputación que desde aquí no podemos sino confirmar.

Sus reducidos 83 minutos se hallan perfectamente aprovechados en un guión ricamente elaborado, mezclando hábilmente el drama y la fantasía para proporcionar una bella historia de ciencia ficción de sabor añejo y delicado. Se las arregla además para dotar de personalidad a todos sus personajes, desde un niño que nunca deja de actuar como tal, un burócrata malvado con razón de ser y un crápula con el que te acabas encariñando y todo. Por su parte, su animación deudora de los mejores Looney Tunes le añade un encanto de cuando las cosas se hacían de otra manera, que uno no puede sino mirar con cariño.

Mención aparte para el certero desenlace, tan difícil de equilibrar como inolvidable, de los que te dejan un rato pensando, con un poquito de mal rollo en el cuerpo.

Simplemente, de las mejores cositas que le puedes poner a un churumbel de 8-9 añetes. Sólo siento que no sea más conocida de lo que ya es.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.1

sábado, 19 de enero de 2019

La sanguijuela de mi niña (Christopher Moore)


Y de libro cachondo con mordiente, vamos a otro libro cachondo con mordiente. Christopher Moore siempre entra decentemente y aquí hay mordiscos de sobras ^^

Título: La sanguijuela de mi niña
Autor: Christopher Moore
Título original: Bloodsucking Friends (juego de palabras entre "amigos con derecho a roce" y "amigos chupasangre")

“La vida de los vampiros es todo romanticismo y poesía… ¿o no? Cuando la joven Jody se despierta una mañana con parte del cuerpo quemado y una sed de sangre terrible, tiene que enfrentarse a todos los aspectos prácticos de su nueva condición: Dónde dormir, cómo conseguir sangre fresa, como mantener el tipo ante su madre… No parece una empresa fácil para una chica que no ha visto una película de vampiros en su vida. Cuando Thomas, un escritor frustrado y dependiente a tiempo parcial, se cruza en su vida, Jody coge la oportunidad por el cuello… Literalmente.

La sanguijuela de mi niña es el hilarante relato de cómo Thomas trata de vivir con la mujer a la que ama… aunque ella esté muerta.”


En este caso, Moore coge los libros de vampiros y los mezcla, con las novelas de inquietudes femeninas al estilo “Bridget Jones” a su modo ”cachondo”. Así pues, en vez de una adolescente intensa con su pavo o un malote romántico-trágico, la protagonista es una treintañera insegura que se transforma en vampiresa.

Que si regordeta, problemas en el trabajo, el peinado que no le queda bien… los problemas de Jody desaparecen (cambian) cuando se vuelve vampira. Evidentemente, la súper-fuerza, la visión nocturna y la letalidad vampíricas son un buen chute de autoestima para la protagonista, que, poco a poco, tendrá que adaptarse a una nueva realidad.

Ahí reside el mayor acierto del libro, pues la metamorfosis de comportamiento (la autoconsciencia del chute de poder, la necesidad de alimentarse, conseguir un lugar para dormir y un tonto que te proteja mientras tanto…) da lugar a algún momento interesante y un par de gags bien logrados.

El tonto útil en este caso es Thomas, un pringadete aspirante a escritor, tan salido como lleno de inseguridades y habilidad para meter la para que no tiene otra idea que enamorarse de Jody. De alguna manera, este desastre de persona consigue que Jody se enamore de él y tal y tal. Queda un poco raro pero bueno, es un tropo tan recurrente en autor que me apostaría que este perfil de personaje es una auto inclusión de sí mismo.

Sin embargo, una de las primeras cosas que me he enterado al documentarme para escribir la reseña es que se trata de una precuela escrita a posteriori de uno de los superventas de este autor tan particular (Chúpate esa, que también anda por casa y acabará leyéndose). Escrito a rebufo de un éxito, y no por ganas, da pie a pensar que está escrito un poco a vuelapluma sin ganas de profundizar en hacer un buen conjunto. Después de todo, el argumento brilla por su ausencia y el par de anécdotas que acaecen no hacen otra cosa que poner a los personajes en el punto de partida para una historia mayor, después de estar 300 páginas dando vueltas con el “me he vuelto vampira”.


Esta dejadez se nota en la creación de los personajes que, entiendo, no van a aparecer en Chúpate esa, convertidos en meros nombres, planos incluso para los cánones del autor. Solamente los policías Rivera y Cavuto, que no paran de lanzarse pullas, acaban teniendo algo de gracia (aunque no mucho).

Y es que el amor no está, ni mucho menos, tan bien encontrado como otras obras de este autor. A decir verdad, me he encontrado más de una vez pensando: “huy, esto es un chiste. Pues no me hace gracia.” Quizás lo peor que le puede pasar. Por otro lado, hay que reconocer que el estilo de Moore al escribir te permite pasar páginas agradablemente, dejando que el libro se acabe sin que te detengas mucho a pensar lo flojete que es.

Nota: 2
Nota goodreads:3.93/5