domingo, 29 de junio de 2014

X-men: Días del futuro pasado

Los mutantes han vuelto. No es que se hubieran ido realmente, pero cuando uno se enfrenta a la adaptación de un cómic, siempre existe la duda: ¿Veré un Green Lantern o un Ironman? Por suerte para los fans, las adaptaciones de Brian Singer siempre han venido acompañadas de un respeto y un oficio que las convierten en plenamente disfrutables. Y ahora vienen con el presupuesto más abultado de su historia y adaptando una de las sagas más famosas. ¿Qué mejor?

La película empieza con mucha fuerza. Los primeros cinco minutos ya se habían filtrado y ya mostraban que se iba a lo grande. Buenos efectos especiales y una coreografía muy cuidada avisa de lo que está por venir: una excusa para mandar a Lobezno al pasado y conozca a los Xavier y Magneto de la primera generación para evitar un futuro apocalíptico. Desde la llegada a los bien ambientados años 70, un Lobezno aún sin adamantium tendrá que encontrar a los poderosos mutantes  y detener a Mística, impidiendo así la creación de unas criaturas aterradoras: los centinelas.

Si por algo destaca es por su equilibrio. Todo está bien orquestado para así ofrecer un gran espectáculo. Es imposible no destacar unos trabajados efectos especiales que Singer consigue poner al servicio de la historia, cosa inusual en una propuesta de estas características. Su historia, bien hilvanada, tiene la capacidad de satisfacer a todos los fans, dando a cada mutante su minuto de gloria.

Los protagonistas, entre los que sobresale un certero Michael Fassbender  como joven Magneto, hacen un buen papel. Ya no nos podemos separar con la idea de que Hugh Jackman ES Lobezno, Halle Berry ES Tormenta o Ian McKellan ES Magneto. Su actuaciones vienen ayudadas con un guión que les da cancha y nos ofrece los habituales chascarrillos de la saga y que contribuyen a relajar la tensión acumulada (casi todos en torno al hecho de que en los setenta, Lobezno no es metálico). Y siempre me ha caído bien Mercurio (que cabroncete).

No deja de manejarse en la eterna dicotomía entre la aceptación de los mutantes, sus diferencias y su papel en la sociedad, aderezado esta vez con la situación de la Primera Generación (un Magneto más brutal y un Xavier menos seguro de sí mismo), una promesa de un futuro apocalíptico y las reverberaciones de los viajes en el tiempo (que siempre mola). Entretenimiento es lo que se busca, y entretenimiento  lo que encontramos. Podemos discutir que quizás el malvado de la historia no es más que una excusa para juntar a Lobezno con la primera generación, pero el espectáculo mola con ganas. Da para dos horas que pasan en un suspiro y permite gozar con más aventuras de los carismáticos mutantes.

Acción bien llevada, toques de comedia y de intriga, buenos personajes y un par de paradojas temporales de las que sale bien librado. Es lo que tiene que tener un buen blockbuster y es lo que tiene esta película. X-men: Días del futuro pasado es todo lo que tiene que ser un film de superhéroes, que asume su condición de entretenimiento puro, pero atendiendo al desarrollo de sus personajes. Se agradece que desde todos los estamentos se intente más allá de ofrecer un engendro enlatado con etiquetas y entreguen productos concebidos para disfrutar dos horas sin menospreciar su propio material o a los espectadores que invertirán su dinero en ella.

Disfrutable, como debe ser.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 7.2

jueves, 26 de junio de 2014

La historia completa de mis fracasos sexuales

Después de un par de películas serias y densas, el DPM del mes nos ha traído una película más ligera, una comedia de desamores más fácil de seguir.

Chris es un director de cine en depresión. Su novia le dejó hace unos meses y aún no ha salido del hoyo, como siempre, Chris acaba siendo abandonado. Para conseguir entender qué le ocurre con las mujeres, decide empezar un documental en que entrevistará a todas sus exparejas y así averiguar qué falló para que todas le mandaran a tomar viento.

Bañándose en autopatetismo, Chris Waitt nos propone este mockumentary que, durante 90 minutos, nos sumerge en la vida de su atontado protagonista. Gatillazos, momentos de empanamiento máximo, sesiones de sado, viagra… Todo sirve para que entendamos porqué (obviamente) la vida del protagonista es un auténtico desastre y nada le sale bien.

La película-documental empieza pero que muy bien. Rápidamente capta el interés del espectador. El problema viene cuando tiene que convencer a sus ex para que participen en el documental, cosa a la que no están demasiado dispuestas. Al forzar la situación, el tímido protagonista da muestras de un egocentrismo que no hace bien a la película. Situación tras situación, intenta sacar adelante la película y su vida, consiguiendo incluso un par de momentos logrados que sacan una sonrisa (especialmente la entrevista con su madre, quizás la única persona con sentido común en el film).  Pero es un mero espejismo pues nada de la película es mínimamente creíble. No se hace la mas mínima autocrítica y se enfrasca en multitud de peripecias de débil profundidad y mínima coherencia. La cara de autocompasión perpetua del protagonista, su actitud inestable y estúpida y las incoherencias de su carácter pueden hacer gracia los primeros cinco minutos, pero luego acaban cansando.

Por si fuera poco, el happy ending de rigor está embutido con fórceps, por lo menos. No guarda ningún sentido o relación con lo que se ha visto anteriormente y convierte al conjunto en una comedia romántica muy edulcorada disfrazada de falso documental. Parece que quiera dejar una moraleja, puedes ser todo lo inútil y cabrón que quieras, que haciendo una búsqueda interior acosando exnovias el karma te compensará con una chica estupenda. Recurso demasiado fácil y demasiado mal buscado.

Nota: 3
Nota filmaffinity: 5.3

martes, 24 de junio de 2014

El verdugo

El cine español mantiene vivo el tópico de basarse en tetas, putas y guerra civil. Aunque son temas recurrentes en la filmografía, los cinéfagos sabemos que el cine nacional goza de buena reputación por su calidad, pues cada año aparecen películas apreciables para el público y la crítica. Incluso en aquella época en que el cine padecía bajo la bota del Caudillo había artistas dispuestos a sortear la censura y regalarnos auténticas obras maestras, como la que nos ocupa ahora, El Verdugo del particularísimo Luis García Berlanga.

Inicios de los años 60, España. Es tiempo de pobreza y de jóvenes que ansían con emigrar a Alemania o Suiza para ganarse el pan. José Luis es uno de ellos. Trabaja en la funeraria y no cobra mal, pero su sueño es ser ingeniero. Su novia es hija de Amadeo, verdugo profesional para el régimen. Justo cuando Amadeo se jubila, las necesidades económicas de la familia aumentan: un bebé se incorporará en breve. Esto provoca que José Luis se vea obligado a ocupar el puesto de Amadeo. Al principio todo va bien, cobra maravillosamente y no tiene que ejercer, pero claro llega el momento en que se necesita a un encargado de ejecutar la sentencia y eso no es nada fácil…

En todo régimen donde se ejecuta a prisioneros, es necesario que alguien lleve a cabo el brete, y es ahí donde aparece la polémica y macabra figura del verdugo. A partir de este detalle es donde Berlanga y Azcona realizan uno de los mejores alegatos contra la pena de muerte que recuerdo. No sólo eso, sino que consiguen realizar la película sorteando hábilmente a la censura. ¿Cómo le dices a un dictador que la pena de muerte no está bien? ¿Cómo haces para manifestar que la pena de muerte no conduce a ningún lado? Y el mérito está en: ¿Cómo haces una película para manifestar que la pena de muerte es algo rechazable y que la censura de la época no prohíba la película?Por si fuera poco, también habla de temas que no favorecen la imagen del franquismo: la pobreza en comparación con los privilegios de los funcionarios, el “amiguismo”, la falta de libertades…

El medio es convertir el film en una comedia negrísima, cuyo sutil y atroz humor no oculta un devastador ataque a las ejecuciones sumarias del Estado.

No contento con ello, Berlanga aprovecha para retratar la sociedad española del momento, mostrando sin regodeos la pobreza reinante en el momento que incluso obliga a la gente a ir contra sus ideales para poder sobrevivir, como vemos en la decisión no tan libre de José Luis de convertirse en verdugo. El problema de la vivienda, el sexo pre-matrimonial, el papel de los funcionarios… problemas de la hipocresía de la sociedad reflejados con acierto en escenas, como por ejemplo:

-          El hecho de que la pareja de enamorados acaben juntos porque ambos están relacionados, de algún modo, con la muerte y por tanto sean marginados por el resto de la sociedad.
-          La visita al futuro piso que provoca toda la trama, con el malentendido con los otros visitantes, el espontáneo y la resolución del caso.
-          Los funcionarios jugando al ajedrez mientras José Luis y Amadeo buscan el expediente que necesitan.
-          La boda que, al ser de penalti, se realiza un poco de aquella manera…
-          La firma de libros de Corcuera, la dedicatoria y el éxito del día.
-          El requerimiento en las cuevas del Drach, que rompe la armonía y la felicidad reinante.


Pero no se vive sólo de un buen guión. La película no se sostiene sin la buena actuación del protagonista, Nino Manfredi, que desprende naturalidad y desesperación a partes iguales. Esclavo de los tradicionalismos al tener que casarse y esclavo de la pobreza al tener que convertirse en verdugo. Y luego el maravilloso Pepe Isbert que convierte al verdugo Amadeo en alguien que no es siniestro ni malintencionado, que inspira hasta ternura. Tan metido en su trabajo que no parece tener sentimientos (que si afloran para con su hija) y que no es hasta el desenlace de la película que vemos que no es más que otro pobre diablo atrapado por la necesidad. Isbert convierte en posible lo imposible: conseguir que sintamos compasión y empatía hacia alguien que vive de acabar con vidas humanas. Impagable como defiende el garrote vil frente a otras vías de ejecución y cómo se come la pantalla cada vez que aparece. Espectacular.

Disfrazar de comedia la obra no le impide a Berlanga lanzar dardos envenenados contra el proceso mortal, nada más hacerse inevitable la ejecución. No hay más que ver la escena del cadalso, en que se acaban confundiendo ejecutado y ejecutor, o el desprecio de los presos hacia José Luis, e incluso su entrada en la cárcel, con pocas diferencias respecto a la de un prisionero común.


El Verdugo es una pequeña obra maestra del cine español, hay que disfrutar de su naturalidad y su espontaneidad, así como de su sarcasmo al mostrar lo irracional y bestial de la pena de muerte. El inicio es bello y realista, describiendo una sociedad aún cercana y reconocible, pero su media hora final es simplemente apoteósica, es al mismo tiempo inquietante, divertida, imprevisible y trascendente. Un clásico indiscutible, por su tema y su enfoque, y más sabiendo en las condiciones sociopolíticas en que se rodó. Buenísima.

Nota: 9
Nota filmaffinity: 8.3

- Es la última vez que lo hago.
- Sí, sí... eso dije yo la primera vez.  

domingo, 22 de junio de 2014

Habitación en Roma

La última película de uno de los bichos raros del cine español es de estas que nació con la polémica bajo el brazo. Cine de lesbianas con altas dosis de desnudos, el escándalo estaba asegurado y la publicidad alimentó más la hoguera de las habladurías en una película que dio mucho que hablar en su momento.

Dos mujeres se dirigen a un hotel en plena noche romana. Allí se disponen a pasar una noche de sexo desenfrenado antes de volver a su casa. Una vez en ella, la extraña atmósfera de la habitación, cargada de erotismo y sensualidad, las llevará a compartir sentimientos y pensamientos que tenían encerrados. Entre titubeos, afloran los traumas que cada una arrastra en un torrente de revelaciones que nos prueban que esta noche es mágica, todo el universo está contenido en estas cuatro paredes y cualquier cosa es posible. Es momento de soñar y dejar el alma libre, sin importar un mañana que, aunque existe, parece no tener importancia lejos del lecho compartido…

¿Es una película erótica? Las protagonistas están desnudas el 90% de la película y tenemos como veinte minutos de puro sexo, pero realmente la película no acaba de ir de eso… ¿Es una película de lesbianas? Sí, las protagonistas son mujeres y la película se detiene un poco sobre los miedos y neuras que tienen (o pueden tener) aquellas que aún no han salido del armario, pero la película no acaba de ir de eso… ¿Es una película de amor? Las protagonistas se dan mil muestras de afecto mucho más allá del ámbito sexual, haciéndose incluso sinceras promesas de amor eterno, pero la película no acaba de ir de eso… ¿Es una película simbólica? En ella encontramos muchos guiños y símbolos que aportarán información adicional al espectador avezado, los cuadros no están allí porque sí, ni los enlaces de Google, ni las canciones del servicial botones, pero la película no acaba de ir de eso…

En el fondo, de lo que va la película es de Medem. Después de dedicar una película a su hermana (Caótica Ana) ha vuelto a sumergirse en su torbellino de obsesiones, aunque se haya vuelto más cursi que nunca. Todo lo que podríamos esperar encontrar en una película de Medem se condensa en cuatro paredes, tan compactado que no queda espacio para el que no beba de su bodega.
Ha jugado tanto a deconstruir la estructura narrativa que aquí la desmenuza totalmente: no hay historia. Crea un  mundo en la habitación que contiene un universo entero. Fuera, una mística Roma se convierte en un extraño y ajeno lugar, lleno de peligros y fuente de miedos, que sólo se nos permite observar con seguridad a través de la distancia que atorgan los satélites de Googlemaps.
Los personajes de Medem se mueven entre la realidad y los deseos, la fantasía que imaginan, la que les gustaría que fuera real y la que perciben como tal. El diálogo que se crea entre ambas amantes es un fiel reflejo de estas obsesiones. Juegan a inventar historias, confesar secretos recién creados. En un primer momento, con cierta complicidad, se sumergen en un juego de invenciones, pero la realidad se va filtrando poco a poco en sus historias para acabar reflejando los sueños de las protagonistas, cayendo en un onírico sueño donde crean la relación que ambas sueñan con tener y que saben que nunca tendrán.
La cámara se mueve con virtuosismo, siguiendo a una espléndida Elena Anaya y a una Natasha Yavorenko que le da una difícil réplica con remarcable acierto. La cantidad de simbolismos que podemos encontrar a lo largo de la cinta bebe de las típicas influencias pictóricas y musicales de Medem, reconocibles y apreciables para el observador experto, desconcertantes y surrealistas para el profano. La decoración de la habitación tiene de todo menos casual, como no es casual que todo ocurra en Roma, ni las obras de arte de las paredes ni ese Cupido traidor pintado en el techo. En este reducto que componen la cama y las paredes lo cotidiano se vuelve trascendente e inolvidable (al menos para la pareja que vive su noche loca).

Y luego está el sexo, a Medem le va el vicio y siempre ha incluido mucho sexo en sus películas. Eso no es nada nuevo e incluso ha realizado películas que tratan específicamente sobre las obsesiones sexuales. Pero incluso en estos casos, ninguno de sus trabajos tiene tal cantidad de escenas de cama como Habitación en Roma. Con una bellísima fotografía, retrata primorosamente la relación entre las protagonistas. Orgasmos, primeros planos pezoniles, culos… A lo largo de la mágica noche que comparten las amantes, los diálogos se intercalan con retozamientos continuos. Cabe reconocerle que, al menos, sus intenciones para con su dependencia del sexo como expresión artística siempre van más allá del primario placer "voyeur", en un intento por trascender hacia el desnudo emocional de sus personajes por encima del regodeo físico.

¿Era necesario meter todo esto en una sola película?  Pues igual no, porque se convierte en un mastodonte denso e indigesto, que exige conocer previamente de qué pie cojea el director y tener cierta experiencia con sus simbolismos y su particular lenguaje. A diferencia del resto de su filmografía, no hay más concesión para el espectador que los bellos desnudos que ocupan la pantalla. Después de todo, Medem es uno de estos directores que al hacer películas no piensan mucho en los espectadores y se nota. Se vendió como una película erótica (los productores quieren sacar taquillas) y seguro dejó el culo torcido a la mitad de los espectadores. Pero ¡ay! Debo reconocer que sabe fascinarme, consigue intrigarme y emocionarme, siempre me atrapa y me invita a seguir su poesía visual y acompañarle en sus delirios. He disfrutado, y lo que parecía una simple película de tetas se ha convertido en un extraño y apasionante viaje.

En resumen, Medem nos invita a presenciar una noche loca con una pareja que se acaba de conocer. Entre polvo y polvo, los amantes comparten estas intimidades que sólo puedes decir a quién no volverás a ver. Es eso lo que Medem retrata: una noche loca que se vuelve mágica, condensando todas las obsesiones que atormentan a este particular director, con una fotografía preciosista y toda la cursilería que te puedes imaginar. Has de ir dispuesto a dejarte fascinar y seguir las migas que se te dejan por el camino. Si eres de la cuerda de Medem, estoy seguro de que disfrutarás de la película. Si no te gusta su estilo, evidentemente, ni te acerques a ella. El resto, igual puede disfrutar de la cantidad de sexo que hay, pero poco más.

Nota: 7
Nota filmaffinity: 5.3

viernes, 20 de junio de 2014

Dónde los árboles cantan (Laura Gallego García)



Siguiendo con el repaso a la bibliografía de Laura Gallego (eso de tener la colección completa a tu disposición ayuda xD), le llega el turno a su último libro publicado, Dónde los árboles cantan.

Título: Dónde los árboles cantan
Autora: Laura Gallego García

“Donde los árboles cantan, el regreso de Laura Gallego, la más alabada autora de fantasía en español. Viana, la única hija del duque de Rocagrís, está prometida al joven Robian de Castelmar desde que ambos eran niños. Los dos se aman y se casarán en primavera. Sin embargo, durante los festejos del solsticio de invierno, un arisco montaraz advierte al rey de Nortia y sus caballeros de la amenaza de los bárbaros de las estepas..., y tanto Robian como el duque se ven obligados a marchar a la guerra. En tales circunstancias, una doncella como Viana no puede hacer otra cosa que esperar su regreso... y, tal vez, prestar atención a las leyendas que se cuentan sobre el Gran Bosque..., el lugar donde los árboles cantan.”

Una vez has leído bastante de un autor, empiezas a encontrar una serie de rasgos comunes en sus obras. Para Laura Gallego, siempre tenemos una prosa muy agradable de leer, unas historias sencillas pero interesantes y unos mundos de fantasía que recuerdan mucho a los JRPG,  siempre cambiantes pero de los que acabamos por saber pocas cosas, ya que nunca se entretiene a describirlos en profundidad.
En esta propuesta, parece buscar una vuelta a los orígenes de la fantasía, con un mundo que bebe mucho de los cuentos medievales típicos y con muchos toques de D&D de los ochenta. En una sociedad artúrica típica, con sus caballeros y sus nobles, sus bárbaros al norte, sus bardos y sus historias folklóricas, la regordeta Viana vive feliz su existencia de mujer objeto, esforzándose ser el mueble más bonito del caballero más valiente del reino. Una invasión asoladora de los bárbaros provocará el colapso de la sociedad y con ello, la desaparición de las aspiraciones de Viana, que es vendida como esclava sexual de uno de los caudillos invasores.
Obligada por las circunstancias, Viana consigue hacer lo que nadie se esperaría: negarse a aceptar su nuevo lugar en la sociedad. Se rebela contra su destino (con mejor o peor suerte) y busca mejorar las cosas, metiéndose en más líos de los que pudiera imaginar, implicándose en una rebelión y visitando lugares sólo conocidos en las leyendas.

Me resulta curioso como Viana evoluciona como personaje a lo largo de la novela. Empieza siendo una mujer florero algo pánfila que, casi sin saber cómo, se convierte en una proscrita fugitiva. Luego, una vez se convierte en una aventurera autosuficiente, pasa a ser una temeraria que actúa a base de impulsos sin pensar en las consecuencias, metiendo la pata un buen puñado de veces debido a su inconsciencia. Por un lado, me hace gracia que “el héroe” sea un metepatas de este calibre, poniendo traba tras traba en la historia, por otro, sus ínfulas de cuento de hadas que arrastra toda la novela me acaban sacando de quicio. Hacía tiempo que un protagonista no se me hacía tan insoportable.
Su alocada impetuosidad (casi siempre contraproducente) saca de quicio a Lobo, un noble venido a menos que se ha convertido en montaraz. Es un veterano curtido en mil batallas, malhablado y gruñón, pero como siempre en estos casos, con un corazón de oro y una paciencia infinita para soportar todo el pavo y todas las tonterías de la protagonista. Es un personaje mucho más tópico y funcional que el de Viana, pero también más lógico en su comportamiento.
Por medio tenemos a Robian, inicialmente el prometido de Viana, posteriormente, un noble superviviente. No acabo de entender que es lo que quiere hacer la autora con él, ya que parece iniciar una trama que luego no se concluye, quedando colgada en la historia.  
Finalmente, tenemos a Uri, un misterioso muchacho de los bosques, de pelo verdoso y piel oscura que aparece en medio de la nada. Parece haber perdido la memoria y se sorprende descubriendo todo lo que saben y pueden hacer los seres humanos. Es un niño que aprende de nuevo lo que es vivir y amar, pero que es obvio que guarda muchos secretos (que no se ven venir… no… para nada…).

Es curioso cómo va cambiando la novela: el inicio es desolador, en cuarenta páginas pasamos de un cuento de hadas a una venta de mujeres, para luego acabar transformándose una novela de caballerías tan fácil de leer como ingenua en su planteamiento. Tiene todos los tópicos que podríamos esperar: amor cortes, juglares y bufones, cuentos de hadas, romances, un toquecito de magia…En sí, el libro parece casi como si estuviera compuesto por tres historias diferentes que se han acabado juntando pero, sin contar con el doloroso inicio, peca en todo momento de ser predecible. Al inicio de cada capítulo podemos hacer la previsión de qué va a ocurrir y no nos vamos a equivocar demasiado.
Esa misma predictibilidad la convierte también en un pasatiempo agradable. Las páginas pasan como nada y no exige apenas esfuerzo para seguir una historia simple y tópica, de las que se sabe que funcionan. No aporta nada nuevo a la fantasía, pero constituye un ejemplo de novela poco profunda, para leer relajadamente en cualquier momento.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 4.5/5

domingo, 8 de junio de 2014

Crank: Veneno en la sangre



Desde que apareció con su carismática Transporter, Statham se ha erigido como uno de los estandartes de la acción pura. Y vaya si se queda a gusto en este “engendro”



La premisa es simple: Chev Chellos ha sido envenenado. Como casualmente la adrenalina actúa retardando los efectos del veneno, Chev tiene que mantenerse literalmente “a tope” para seguir vivo y así poder vengarse. Anfetas, efedrina, sexo salvaje, disparos por todos lados… Todo sirve para estar puestísimo y seguir vivo.

Y esto es casi un fotograma de la película. 


Grand Theft Auto. Si, es una imagen del GTA, no me he equivocado… Es que eso es lo que es Crank: Veneno en la sangre.
Desde la industria del videojuego estamos asistiendo, asombrados, a propuestas con un lenguaje cada vez más cinematográfico, acercándonos en mucho a películas interactivas dónde podemos decidir el futuro de los protagonistas (Shenmue, Hotel Dusk, Beyond two souls). Pero también desde la industria del cine asistimos a propuestas que se parecen cada vez más a videojuegos, ya sea mediante importaciones directas del lenguaje videojueguil (Scott Pilgrim) o copiando el esquema de juego (The Raid, La historia de Ricky). Éste es uno de estos casos, pues Crank puede ser, simplemente, una misión del inmersivo juego de los bastardos de Rockstar.

A partir de aquí, el desmadre es brutal. Tal y como ocurre en GTA, la moral y las vidas humanas son algo prescindible. Hay que cumplir la misión y hay que pasar por encima de todo y de todos en una espiral de violencia cada vez más salvaje. Puedes atravesar un centro comercial con tu coche a toda velocidad, echar un casquete en pleno Chinatown, asaltar las urgencias de un hospital, robar la moto a un policía en pleno atasco…Casi como si de fases se tratara, Chev va zumbando en un coche, llega a dónde tiene que llegar, arrasa con todo y sale disparado con otro coche hacia el siguiente destino.


La estética videojueguil aparece desde un inicio. Escenas a modo de “Shoot’em up” en primera persona, para convertirse en un GTA durante el resto de la historia, con los latidos del corazón a modo de barra de vida, zooms sacados de Google Earth y un puñado de referencias que todo vicioso reconocerá rápidamente. Desde el principio al final la película es un cúmulo de ángulos complicados, velocidad trepidante, colores saturados, una locura completa.

La premisa argumental es totalmente NULA, no hay nada más que la línea del planteameninto. Los personajes son estúpidamente planos y hay diálogos que dan verdadera vergüenza ajena. Aquí los tópicos se juntan de forma que casi nos dan igual: machismo, homofobia, racismo...Pero… ¿y qué? También es frenética, ruidosa… Una mera excusa para ver a un pétreo e implacable Statham haciendo de las suyas durante ochenta minutos, incluyendo sus dosis de desnudos (masculinos) y uno de los polvos más grotescos del cine yanqui de los últimos años.


Así que, si lo único que quieres ver es acción sin complejos, prepara las palomitas y disfruta con la mamarrachada que te prepara un Statham pre-Mercenarios. Sin apenas sentido y muy pasada de vueltas, un engendro de violencia bastante divertido. Sin descansos, acción, acción, acción... y puntos de humor y picanteo.

Nota: 4
Nota filmaffinity: 6.2