jueves, 22 de julio de 2021

El gabinete de curiosidades (Marie Rutkoski)

Otro libro que cae por formar parte de la Cesta’13 (Nº 47). Al menos tiene una portada bonita.

Título: El gabinete de curiosidades

Autor: Marie Rutkoski

Título original: The cabinet of wonders (de maravillas)

Traducción: José Pasó Espinosa

“Petra Kronos y Astrophil, su ilustrada araña mascota, odian la injusticia. Y eso es precisamente lo que ha cometido el príncipe Rodolfo al arrebatarle los ojos a su amado padre MIkal, privándolo de seguir creando maravillosos ingenios. Resuelta a recuperarlos, Petra se infiltra en el Castillo de la Salamandra, un lugar peligroso, habitado tanto por extraordinarios artistas como por misteriosos magos y eruditos. ¿Podrán Petra y Astrophil sortear los peligros que se esconden en el castillo y lograr su objetivo?”

Como suele ocurrir en los libros que no conozco de nada, a veces hay sorpresas agradables. El gabinete de Curiosidades es una novela de fantasía ambientada en la Praga del siglo XVII a la que se le ha añadido la presencia de magia como un elemento más de la sociedad. En cierto modo, se nota muy deudora del estilo Potteriano, tanto en el tono que utiliza para la historia como para la cohabitación de la magia dentro del mundo “real”. Una de las cosas que se consigue con acierto es la suspensión de la incredulidad necesaria para alejarse de la novela histórica sin que ningún resorte chirríe por ello.

En este caso, El gabinete de curiosidades se sitúa poco antes de la fundación del Imperio Austro-Húngaro, durante la construcción del Reloj de Praga (un monumento que vale la pena visitar), al que se le otorga la capacidad de controlar el clima. El príncipe local es consciente del poder que implica ese control, intentando con todas sus fuerzas conseguir las piezas finales del constructo que, obviamente, nuestra heroína tiene en su poder.


Así pues, tenemos un puñado de aventuras mágicas para toda la familia (como podríamos esperar en las obras del niño mago), a pesar de alguna que otra escena un tanto escabrosa que no acaba de casar con el tono general de la obra. Lo más curioso es que al inicio no se te avisa de la presencia de la magia, presentando un mundo aparentemente normal en el que hay cosas que “no cuadran”. Es algo más avanzada la lectura cuando se te dice que hay algunos elegidos que saben hacer magia y, entonces, todo cuadra más. En todo momento se mantiene cierta cotidianeidad con el tema, no es un secreto, no es algo a celebrar, simplemente es un elemento más de la sociedad.

No se abusa, no se llega al steampunk. En este universo la “ciencia” y la “magia” se han desarrollado en colaboración para acabar llevando a la civilización a un avance similar al “real”, con lo que no hay nada que choque especialmente por la presencia de la magia. Asimismo, no se trabajan especialmente unas reglas o unos límites, hay quién tiene sus extras y ya, pero tampoco se ven poderes desmesurados, con lo que se mantiene todo bajo control.

Se nota, después de todo este rato, que lo que más me ha gustado del libro es la construcción del mundo en que se desarrolla: coge un momento histórico concreto, recrea lo que le interesa y luego cambia lo que le da la gana. Sin embargo, lo hace con acierto, transportando a nuestro mundo lo que podría estar ambientado en un mundo de fantasía cualquiera. Se siente como posible y verosímil, algo bastante raro en este tipo de libros.

Con tanto mimo en la presentación del mundo, los personajes son algo más arquetípicos, pero por lo menos bien diferenciables, con caracteres definidos. Petra Kronos es la protagonista absoluta de la novela, siguiendo punto por punto el manual de cómo debe ser una heroína de aventuras juveniles: chulita, determinada y testaruda, pero muy entrañable, mostrando cierta ingenuidad sobre cómo funciona el mundo, con lo que se le coge cariño rápido.

A su lado está su fiel Astrophil, una arañita mecánica que la acompaña siempre. Muy simpática y presta siempre a ayudar a su amiga, funciona a modo de Pepito Grillo, de conciencia a conveniencia del guión, para que Petra haga lo correcto y no la líe más de lo que necesita la historia.

Es ayudada en su Aventura, por Neel, un gitano de su edad que se las sabe todas, un granujilla de buen corazón que, como buen Han Solo, empieza siendo egoísta y pronto comprende la necesidad de ayudar al héroe por el bien de la humanidad (o algo así). Por una vez (quizás en consonancia con el buen trabajo de construcción del mundo), los gitanos son retatados como seres humanos, con sus costumbres y sus particularidades, pero sin parecer hadas místicas ni alegres juglares. Se agradece por fin una presentación sin la caricaturización tan típica de la fantasía.

La trama es quizás lo de menos, aventuritas facilitas para refrescar y dar a un lector primerizo un buen entretenimiento con el que coger impulso para lanzarse a cosas más sesudas. Ahí está uno de sus triunfos, el libro se lee agradablemente, con una acción que guarda algún que otro momento inspirado y te permite pasar páginas sin especial esfuerzo. Su reducida longitud (inusual para este género), los pocos devaneos filosóficos inútiles y la acertada construcción del mundo son indispensables para dejar un buen recuerdo. El libro va directo al grano con acierto y avanza a buen ritmo sin complicarse la vida en absoluto.

Aunque sea  a modo de apunte, me hace gracia que se insinúe cierto toque romántico entre los protagonistas que, al tener apenas doce años, no llega a culminar (ni se busca). Supongo que en libros posteriores, una vez crezcan más… En fin.

¿Echas de menos a Harry Potter? ¿Tienes ansia de la clase que desprende la Misteriosa Sociedad Benedict? ¿Buscas al siguiente Ladrón del Rayo que te lleve de aventuras fantásticas? El gabinete de Curiosidades está por debajo de este nivel, pero se basta para paliar el mono, por ahora.

Aventuras para toda la familiar ciertamente entretenidas que disfrutar sin exigencias. Surgido a raíz de los tótems de su género, bebe de sus fuentes y cumple como sustituto sin ofrecer nada especialmente novedoso. Una lectura agradable dentro del ejército de los clones Potterianos de los que hemos leído cientos de propuestas similares.

Nota: 5

Nota goodreads: 3.95/5

  

martes, 20 de julio de 2021

Colossal

Vi esta película en una época bastante oscurilla de Escocia, siendo además casi el único espectador, dejándome tan descolocado que no supe ni cómo empezar una reseña que nunca hice. Años después, encontré la necesidad de revisitarla y, así, también hacer la reseña.

Colossal nos muestra a una mujer con graves problemas de alcoholismo que acaba volviendo al pueblito que la vio nacer, un poco con el objetivo de poner algo de orden en su vida y empezar de nuevo en un sitio donde apenas nadie la conoce. Allí se reencuentra con sus amigos de infancia y, entre borrachera y borrachera, se da cuenta de que puede controlar a un monstruo gigante que devasta Seúl de vez en cuando. Esa revelación le servirá de alarma para intentar hacer las cosas bien por una vez en su vida.

A ver, otra vez estamos ante una película cuyo argumento no tiene (aparentemente) nada de sentido. Pero bueno, ¿se puede hablar (bien) de obsesiones, abusos y alcoholismo en una película de Godzilla? Vigalondo se lanza sin titubear a este tour de force completamente gratuito y demuestra que sí, que se puede. A pesar (o gracias a) este argumento tan raruno.

Para ello cuentas con la ventaja de contar con Anne Hathaway, una buena actriz, implicada en el proyecto para el papel principal de mujer desastre. A su modo recuerda mucho al tópico que hemos visto mil veces de hombre de barba descuidada al que su mujer echa de casa por borracho y mujeriego, que vuelve a su pueblo natal en busca de una nueva oportunidad y recuperar novias del pasado. Sin embargo, en este caso es Hathaway quien hace de ese personaje con un realismo sorprendente. Una vez en el pueblo se encuentra con su antiguo amor, ahora dueño del bar del lugar, interpretado por Jason Sudeikis, que en vez de ser un entrañable recuerdo, se muestra pronto como un ser ruin y mezquino. Así pues, cuando parece que vamos a tener una bonita historia de segundas oportunidades, reencuentros con la niñez, se torna rápido una historia turbia, bastante desasosegante, en la que las cosas no son ni mucho menos lo que parecen.

Ahí viene el problema de la película, cuando te das cuenta de que no puedes tomártela literalmente. No muchos comprarán que la aparición del kaiju es una analogía de los daños causados por el alcoholismo. Un monstruo que sale cuando bebes y lo controlas (o no), siendo responsable de sus actos, con las consecuencias que eso tiene para tus allegados, los que tienes cerca y para quien, simplemente, pasaba por el sitio equivocado en el momento equivocado. Especialmente ilustrativo es la escena de la disculpa en coreano, cuando el propio “monstruo” es consciente del daño que hace y se disculpa, pero con el dolor de saber que la va a volver a liar y no podrá controlarse en un futuro.


El más difícil todavía se produce cuando se añade también el maltrato. Queda perfectamente claro cómo el abusador es capaz de aprovecharse de un ser vulnerable al que someter en su introducción como Meca-godzilla. Se ven representadas la humillación, el sometimiento, la rebeldía y la búsqueda de la fuerza en uno mismo para salir adelante (o no). Este último salto mortal es el más forzado de todos, haciéndose bastante difícil de comprar. Especialmente en una resolución que no acaba de estar bien atada y te obliga quizás a aceptar demasiadas trampitas de guión para que todo cuadre.

¿Cuándo la película es literal y cuándo alegórica? Pues cuando le interesa a la historia, sin indicarte en ningún momento qué es lo que debes pensar e incluso haciéndote trampitas cuando menos te lo esperas. Desentrañar el puzzle tan rocambolesco que propone Vigalondo requiere un esfuerzo que no todos estarán dispuestos a realizar (y que tampoco satisfará a la mayoría). Cualquiera que esté familiarizado con su obra ya estará acostumbrado a sus pajas mentales y sus extrañeces. Todas sus películas tienen juegos de este estilo y en Colossal estos están más desatados que nunca. No pillará desprevenido al versado en la materia, pero a la que el profano se despiste, sale volando a velocidad de escape sin posibilidad de retorno.

El ritmo extraño de la película no ayuda a captar el interés, especialmente cuando se acerca al desenlace y se emburulla con explicaciones rarunas que no acaban de tener sentido y que debes comprar sí o sí. Me da la impresión de que intenta meter tantas cosas que el conjunto se desequilibra (o faltan algunas escenas que se perdieron en montaje).

Al final, Colossal es una película rara, algo tramposa, que además te miente descaradamente un par de veces. Pero bueno, también es un acercamiento muy inusual al problema del alcoholismo, presentado con talento y honestidad, encarnado por una Anne Hathaway muy inspirada y secundado por un Jason Sudeikis que se hace odiar con ganas y motivos. Este ejercicio de estilo del talentoso director español es un alarde acrobático que descoloca al más pintado y te deja alucinando media película y enfadado la otra media. Si aceptas su juego (que requiere algo de voluntad), vas a disfrutar, que el engendro funciona; si no lo aceptas, las posibilidades de que salgas volando de la película son demasiado altas. Ahí queda para cada uno.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 5.9 

sábado, 17 de julio de 2021

2Guns

Un día que estás paseando por el Catálogo de Movistar+ para ver cuál es la película menos mala que apetece y aparece esta película. A pesar de que los actores son medio conocidos y no precisamente muy antigua, no tenía ni idea de su existencia. Esto no suele ser un gran punto de partida, pero a veces hay sorpresas.

Así que tenemos a Denzel Washington y Mark Whalberg (¿acaso importa el nombre de los personajes?) que trabajan para un narco y son coleguillas. Pero también trabajan para dos agencias antidroga diferentes, ignorando que el otro es un agente infiltrado. Luego la cosa se acaba saliendo de madre cuando roban un botín de la mafia que luego era de la CIA pero en realidad era de un jeque, o algo así. Obviamente, tendrán que hacer sus apaños para salir del paso, en una ensalada de tiros de primera.

El argumento es realmente el que es. Una memez que sirve como excusa para un pim-pam-pum dentro del género de las buddy movies, a modo de una Arma letal actualizada a los cánones estilísticos actuales. Dentro del chorro de imitaciones que han salido de Murtaugh y Riggs, ésta se nota hecha con cierto respeto, sin otra intención que hacer pasar un buen rato al espectador. 


La película se sostiene principalmente por el carisma de los dos actores principales. Aunque el guión no les exija lo más mínimo, destilan un buen rollo estupendo que denota lo bien que se lo habrán pasado durante el rodaje. Ahí está la gracia del género y la gracia de ambos: buen rollito y tonterías agradables para apagar el cerebro un rato sin complejos. Y lo consigue

Que sí, que el argumento es un engendro que no hay por dónde cogerlo y la lógica brilla por su ausencia. Sin embargo, consigue sorprender unas cuantas veces por la cantidad de tonterías que es capaz de soltar sin asomo de vergüenza. Ahí está una de las gracias de la película, los diálogos son afilados, soltando memeces sin despeinarse a velocidad de vértigo, con escenas llenas de inspiración con efectos desternillantes, como la preparación del atraco al banco (“nunca atraques un banco junto al café con los mejores donuts” JÉ).

2Guns también destaca por su acción bien tirada. Nos mostraremos de acuerdo en que tiene el mismo problema que la trama: no tiene apenas sentido, con más gusto por la acrobacia que por la lógica, pero oye, funciona. Presenta set pieces muy variados, con acrobacias trepidantes de todo tipo, resultados frenéticos pero seguibles y altas dosis de molabilidad. Pasan tantas cosas entretenidas a tanta velocidad que la película entra finísima y permite no pensar durante dos horitas sin ningún problema. Que a veces es lo que uno quiere. 

El director islandes Baltasar Kormákur es quién firma el proyecto, siempre dentro de la acción, con resultados funcionales. Sabe hacer las cosas bien cuando toca sacar los fuegos artificiales, quizás nada especialmente notable, pero sin apenas cosas “malas”. Lo que me gustaría saber es cómo pasó de hacer películas efectivas dentro de la escena nórdica a hacer tres proyectos de cierta envergadura con Mark Whalberg. Supongo que lo conoció en alguna fiesta y se hicieron amiguetes, pero claro, seguro que hay algo más ahí.

2guns es un film consciente de lo que es. Adapta un comic de acción de diálogos ácidos con acierto en una película deudora de su género con acierto. Proporciona lo que quiere proporcionar y sirve para lo que sirve. No engaña a nadie y divierte a todos los que quieran apagar el cerebro con un entretenimiento lleno de tiros y chistes, tan intrascendente como funcional. La podría recomendar para ver con los amiguetes y unas cervecitas y así pasar un gran rato de entretenimiento y colegueo.

 

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.8

 

jueves, 15 de julio de 2021

Cáscara de nuez (Ian McEwan)

Como en muchos otros casos, se trata de un libro en el que yo no me hubiera fijado especialmente, pero viene recomendado por Lauriqui y la experiencia me ha enseñado a confiar en su criterio. Además, cuando es de McEwan, las posibilidades de tener una propuesta bien parida aumentan considerablemente.

Título: Cáscara de nuez

Autor: Ian McEwan

Título original: Nutshell

Traducción: Jordi Martín Lloret

“Trudy mantiene una relación adúltera con Claude, hermano de su marido John. Éste, poeta y editor de poesía, es un soñador depresivo con tendencia a la obesidad cuyo matrimonio se está desintegrando. Claude es más pragmático y trabaja en negocios inmobiliarios. La pareja de amantes concibe un plan: asesinar a John envenenándolo. El motivo: una mansión georgiana valorada en unos ocho millones de libras que, si John muere, heredará Trudy. Pero resulta que hay un testigo de esta maquinación criminal: el feto que Trudy lleva en sus entrañas. Y en una pirueta de triple salto mortal que parece imposible de sostener pero le sale redonda, McEwan convierte al feto –al que todavía no han puesto nombre porque no ha nacido– en el narrador de la novela, desde la primera página hasta la última. Lo que sigue es una mezcla genial de comedia negra, trama detectivesca y astuta reescritura intrauterina de un gran clásico, por cuyas páginas asoman también una joven poetisa amante de John y una bregada inspectora de policía. Pero además de observar desde primera fila los preparativos del asesinato de su padre a manos de su madre, el feto filosofa sobre el mundo y la vida, lanza preguntas incómodas y se lo cuestiona todo, mientras las copas de vino –y alguna bebida de más graduación– que bebe su madre tienen efectos mareantes sobre él. Jugando con un narrador inaudito, Ian McEwan plantea un audaz experimento literario que es un auténtico tour de force sólo al alcance de un escritor superdotado. Y el resultado es una novela redonda que avanza con el palpitante ritmo de un thriller, trufada del mejor humor británico.”


Lo leí sin saber apenas nada de qué iba y qué cosita más cachonda. Lo que McEwan hace aquí es coger la historia de Hamlet y darle una vuelta muy rara. En esta reescritura, el príncipe danés pasa a ser un feto próximo a nacer en una familia algo desestructurada de nuestra sociedad actual. Por el resto, todos quiebros y todas las conspiraciones que se arrojan entre ellos están más que presentes.

Esto no provoca que el que conozca bien la obra de Shakespeare se vaya a aburrir, para nada. El libro funciona estupendamente como una novela negra muy particular. Como si se tratara de una extraña Ventana indiscreta, se está planeando un asesinato y nuestro impotente protagonista intenta por todos sus medios (no muchos), impedirlo.

Ahí es donde triunfa la gracia de utilizar como narrador único a este feto intrauterino. Tiene unas limitaciones claras: No ve nada, no puede moverse, tiene sus fallos propios del que no sabe nada de la vida y, cuando desconoce qué ocurre lejos de él, rellena con lo que se le ocurre. Como tenemos un narrador no muy fiable entre manos, se nos obliga a reflexionar sobre qué se nos explica (y qué no) para que comprendamos qué está ocurriendo realmente.



Puede parecer una tontería o un alardeo innecesario (que lo es) pero nuestro protagonista preparto es una verdadera joya. Agudo, elocuente, con unos detalles a veces bastante cachondos, como cuando disfruta de unos cuantos vasos de vino tinto “decantados a través de una placenta saludable”, con su cogorza correspondiente, o que, de repente se entretiene para hacer vuelos en su espacio vital removiendo tanto sus pensamientos como su cabeza de arriba abajo.

(Ger)Trudy es la madre que le lleva y le protege. A efectos del narrador, es su mundo, su diosa, todo lo que él puede percibir. La ama por ser quién es, por todo lo que representa en su existencia, pero no puede evitar odiarla por aquello que hará en las próximas semanas. Se trata de una mujer caprichosa, a la que el embarazo ha arrebatado aquello que ella más apreciaba de si misma (su belleza). A pesar de haber querido mucho a su marido en el pasado, las circunstancias han provocado que ahora lo odie y planee su caída. Ahora saborea con pasión a su cuñado, especialmente planeando el asesinato que están por cometer. Sin embargo, es su conexión con el bebé lo que resulta fascinante. A raíz de la comprensión del embarazo, de cómo las acciones de elle la afectan a él, involucrándolo en sus siniestros planes de los que no se puede evadir al estar confinado en el vientre materno, lo que aporta a la historia de un puntito cachondo de lo más inusual.

El otro asesino (o proyecto de) es Claude, el cuñado de la víctima es en este caso un aburrido ricachón venido a menos, necesita de la muerte de su hermano para prosperar, especialmente ahora que se ha visto involucrado en una relación MUY tóxica con su cuñada. Se trata de un ser rastrero y zafio. Odia a su hermano por haber triunfado “sin haberse esforzado”, habiéndose involucrado con Trudy por puro despecho y necesidad, atraído por la estupidez y lo prohibido, se halla ahora aterrado por llevar a cabo un plan que le reportará muchos beneficios pero que no se ve capaz de realizar. Sin embargo, su propia cobardía le impide tomar los pasos necesarios para salir del brete.

Finalmente, tenemos a John, el veleidoso poeta candidato a cadáver. A pesar de recibir la adoración incondicional de nuestro protagonista, su relación con Trudy está prácticamente destruida y espera a la consecución del parto para desaparecer del todo. Se hace patente que casi todos sus actos son para fastidiar a su mujer, también queda claro que hubo sincero amor en el pasado, que le llena de remordimientos de vez en cuando, con esa vana ilusión de, a veces, reconducir una relación que no lleva a ningún lugar. Me gusta lo bien que está representado el calor que queda entre las cenizas de la relación, con pequeños vaivenes entre “te quiero fastidiar” y el “te quiero” que existe en una relación a punto de destruirse.

La acrobacia narrativa funciona a la perfección, con un ritmo y un ingenio notable, además de una construcción de personajes impecable. Por si fuera poco, se puede disfrutar página a página, frase a frase, con un torrente de construcciones semánticas adorables, en las que nada chirría, sin una palabra fuera de lugar, sin conexiones extrañas ni nada que te lleve a pensar que le falta una ronda adicional de edición. Mientras tanto, McEwan encuentra tiempo para reflexionar sobre cambio climático, extremismo religioso, SJW y políticas de identidad, sin olvidarnos de mencionar el chorreo de citas a Shakespeare más o menos disimuladas, de las que he pillado un puñado (y habré pasado por alto un montón más).

Otra cosa que me hace especial gracia es que Trudy echa algún polvete a lo largo de la novela y, como todo se nos cuenta desde el punto de vista intrauterino, el asunto coge tintes realmente jocosos por momentos. Realmente, McEwan le da una vuelta de tuerca la mar de divertida al tema.

Todo el libro avanza a buen ritmo, a pesar de sus devaneos filosóficos. Acaba (es un decir) con el parto correspondiente, que provoca que nuestro protagonista nazca y cambie radicalmente su punto de vista. Especialmente cuando puede “ver” a los personajes y se da cuenta de que son mucho más feos de lo que había imaginado, decepcionándose especialmente con la poca gracia que tiene el mundo exterior. Aunque la base es Hamlet, se realizan suficientes cambios para que no quede claro cómo va a progresar el crimen, con su correspondiente dosis de suspense para ver si les pillan o no.



Pero bueno, se trata de un libro a leer con calma. Eso por seguro. A veces dan ganas de releer frases, algunas para asegurarse de comprender todo lo que implica cada expresión en toda su gloria, mientras que otras se hacen simplemente para disfrutar de la musicalidad de la frase. Aceptar que un feto te habla como un cultivado académico puede ser chocante para muchos, pero es indispensable para poder disfrutar del libro.

Puede descolocar, especialmente cuando el narrador se pasa un buen puñado de páginas divagando mientras elucubra sobre lo que podría haber ocurrido  (o no), o filosofa (a su manera) sobre el mundo y lo que será su vida en párrafos eternos sin diálogos. Tenemos un narrador poco fiable y no se nos cuenta nada que éste desconozca, por lo que los sucesos son siempre interpretables (como se gusta McEwan con esto) y exige cierto esfuerzo para seguir la historia. Sin embargo, se trata de una reinterpretación muy puñetera de Hamlet, con chascarrillos de humor muy negro, un asesinato por cometer y una escritura llena de pulcritud que es todo un placer leer.

 

Nota: 7

Nota goodreads: 3.67/5