viernes, 8 de julio de 2022

Cristal Oscuro

Jim Henson es uno de las leyendas dentro del marionetismo, creando gran cantidad de mundos fantásticos para los más pequeños allá por los 80. A raíz del especial de Todopoderosos que le dedicaron a su figura, le eché un ojo a esta película, el único de sus trabajos a los que no había echado el ojo.

Este mundo fantástico llamado Thra está gobernado por los crueles Skekses, seres parecidos a buitres que mantienen aterrorizada a la población. Una profecía proclama que los Gelfings podrán reparar el Cristal Oscuro, acabando con el reinado del miedo de los Skekses, por lo que estos últimos ordenan acabar con los pacíficos Gelfings. Será tarea de Jen, el último superviviente de su especie, cumplir la profecía y acabar con el mal para siempre.

Cuentan que Henson perdió mucho dinero con esta película y no es para menos. Se nota un derroche de imaginación apabullante, contando una historia perfectamente reconocible sin necesidad de tener ningún humano en pantalla. A base de marionetas, se da vida a un Universo entero, creíble y palpable. Puede que la historia no sea nada del otro mundo, pero sirve como excusa para alardear de efectos especiales, decorados tenebrosos y personajes estrambóticos. El esfuerzo por su puesta en escena se come al argumento, pero el resultado es impresionante: el sucio banquete palaciego de los Skekses, en el que estos seres repugnantes tienen una hilarante pitanza de Podlings todavía vivos mientras conspiran unos contra otros, la secuencia onírica de Jen  o la visita a la madriguera de la bruja (y la pelea posterior) brillan en la memoria, justificando de sobras la atención y el esfuerzo del espectador.

La influencia de Tolkien en la trama que se nos cuenta es bien obvia, mostrando una lucha entre el bien y el mal muy del estilo del fantástico autor, con un improbable héroe débil y pequeño y el añejo sabor de las historias clásicas. Henson le da un toque más oscuro, poblando su mundo de criaturas tétricas y malvadas, sin esconder la masacre que los Gelfin sufren en la película, pero el punto de partida es claro y notable. 


Tanto esfuerzo no oculta una serie de problemas. El principal de ellos es el típico de los cuentos de terror para niños. Acaban siendo demasiado terroríficos para que se los puedas poner a los retoños de la casa, pero demasiado infantiles para quién tenga el estómago más curtido. Así pues, se hace difícil encontrar un público objetivo afín a la película. Además, el argumento avanza a un ritmo extrañamente lento, llegando a provocar que una película que apenas llega a los 90 minutos se haga larga. Además, no acaba de pasar nada especialmente interesante en ningún momento de la película. Sí, los buenos hacen sus cosas, los malos las suyas, pero no encontramos rastro de la locura desnortada que caracteriza a las obras de Henson. Aquí parece querer hacer una obra épica más centrada y se pasa tres pueblos de seria, lo cual no suele ser la mejor idea para un público infantil.

El primer desembarco de Henson en el largometraje comete un error muy grave: No es divertida. El barroco despliegue visual deslumbra en primera instancia y se le pueden poner muy pocos peros (o ninguno), demostrando un talento inusual en la puesta en escena. Sin embargo, no compensa una historia algo manida y un ritmo bastante inexistente. Henson toma buena nota de esto y, en otras obras posteriores como Dentro del Laberinto, corrige sus defectos y nos brinda obras mucho más disfrutables. 


Igualmente, una película para ver, aunque sea para poder disfrutar del talento de un marionetista único, gozando de libertad absoluta y un presupuesto holgado para hacer la película que le da la gana.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 7.0

 

miércoles, 6 de julio de 2022

Ataque a los Titanes

Ahora que un día de estos saldrá la temporada final del anime de Ataque a los Titanes (llevan mareando la perdiz demasiado), igual es momento de hablar del manga en que se basa la serie, que ya hace un año bien bueno llegó a su final, después de revolucionar las mentes de mucha gente en sus inicios, allá hace un buen puñado de años.

Ataque a los titanes nos sitúa en un mundo en que la Humanidad está a punto de perecer. Recluida en una suerte de fuerte último protegido por gigantescas murallas, se ve asediada por los llamados Titanes, unos gigantes babeantes de probada letalidad que parecen vivir únicamente para comer carne humana. Tras un asalto sangriento de estos Titanes, seguiremos las aventuras de tres huérfanos que entran en el ejército con el objetivo de vengarse y acabar con la amenaza. Obviamente, en el camino encontrarán mil entuertos que desfacer, además de muchos secretos en torno al origen de estos Titanes que sorprenderán al más pintado.

Lo que llama más la atención desde un primer momento es la novedosa ambientación de la que goza la historia. La imaginería parece provenir de una especie de Steam-punk retro-futurista de ambientación teutona, como si nos halláramos en uno de esos reinos del siglo XVIII pero luego traído muy al futuro. Se sabe diferente, especialmente cuando nos muestra toda la panoplia de recursos con las que se intenta combatir la Titánica amenaza, con un puñado de hallazgos de prodigiosa imaginación, como es el equipo de ataque aéreo y el jugo que se le saca al mismo. Todo ello constituye una de las variadas causas de su éxito.


Todo el que quiera saber el final de la historia, debería acercarse al manga. Sin embargo, hay una radical diferencia entre ambas propuestas. El anime goza de una animación mimadísima, de desbordante talento, con un hábil uso del ordenador y el 3D para que te puedas flipar con las coreografías aéreas y las abundantes peleas que encontramos. Adolece de ciertos problemas de ritmo y de una reiteración de escenas un poco exagerada, pero mola con ganas. Por su parte, el manga destaca precisamente por lo MAL que está dibujado. Abusando del esbozo e insinuando más que mostrando gran cantidad de escenas, puede echar para atrás de buenas a primeras, especialmente si venimos rebotados del anime. A cambio, goza de un ritmo mejor imbricado y de una mayor cohesión argumental, a pesar de que es bastante más feo. A muchos les costará acostumbrarse, aunque vale la pena.

Otro de los detalles por los que Ataque a los Titanes es capaz de volverse muy adictivo se produce en su gran capacidad de fascinar. Calcula MUY bien cuánto del Universo te desvela y cuantos detalles te da, para que te fascines y te sumerjas con ganas en su trasfondo y sus capítulos. Desde un primer momento te muestra cuáles son los misterios, jugando acertadamente con su resolución y cómo surgen continuamente nuevos enigmas con los que seguir captando el interés. Sin contar un devaneo de intrigas políticas de unos 15-20 números que pronto se despacha para volver a la trama principal, goza de tener un argumento muy compacto que dura lo que debe durar, sin dar una sensación de alargamiento innecesaria (cosa que la serie no está pudiendo evitar). A pesar de sus 10 años de publicación, parece una obra cuyo final estaba pensado (más o menos) desde su inicio, resolviendo acertadamente todos los misterios que plantea, sin que parezca que las presiones editoriales hayan influido excesivamente a la hora de su creación.

Y, finalmente, llegamos al último detalle que hace de Ataque a los Titanes en una experiencia inusual es el gran índice de muerte de los personajes. Ahora quizás ya estamos acostumbrados, pero cuando salió, se hacía extraño que los personajes, con los que habías gastado un buen tiempo para explicar su trasfondo, para que los conozcas y les cojas cariño, morían como nada. A cada batalla, a cada ronda, encontrábamos una o dos bajas (o más), sin que el protagonismo llegara a ser garantía de supervivencia. Además, las muertes no tenían por qué ser heroicas, muchas veces eran banales, injustas, amargas e incluso estúpidas, remarcando mucho la futilidad de una lucha perdida de antemano. Algo se te muere en el alma cada vez que empieza un combate, pues no sabes si tu personaje favorito va a salir vivo de ésta o no.

Con este ratio de muertes, se hace necesario tener un gran surtido de personajes. Éste es otro de los puntos fuertes de la obra, con una gran (y rápida) caracterización de los mismos. Es muy fácil tener unos favoritos, y son tan variados que, si no es uno, es otro el que te hace gracia.

Destacan obviamente, los tres protagonistas. Primero, tenemos al arquetípico protagonista un poco torpe, pero esforzado, dispuesto a todo por cumplir su sueño. Es el caso de Eren Jaeger, un chaval que se enrola en el ejército con el sueño de exterminar a todos los titanes. Pura venganza y rencor desbocado que, con el tiempo, va adquiriendo más conciencia del mundo que hay a su alrededor.

Le acompaña en sus andanzas su hermanastra Mikasa Jaeger (no), una chica seria y huraña que pronto destaca por sus capacidades atléticas al entrar al ejército. Se convierte pronto en una asesina despiadada, (casi) la mejor a la hora de rebanar cabezas titánicas sin pestañear ni medio segundo. No parece disfrutar con lo que hace ni tener apenas ningún impulso personal, más allá de querer proteger al inútil de su hermano. Con el tiempo entenderemos su reservada actitud y su extraña actitud para con Eren.

El tercero en discordia es Armin Arlert. Un chaval cobardica y torpe, que no acaba de saber muy bien por qué se ha enrolado. Se sabe a si mismo inferior a sus compañeros, flaquea en los momentos de tensión y lo único que quiere es no morir. Su destacada inteligencia lo hace ideal para ascender en la cadena de mando, pero allí empezará a tener problemas para tomar las decisiones que impliquen la vida de sus allegados. Hay momentos en que se hace especialmente irritante, pero en muchos casos, encarna la voz de la cordura entre tanta matanza indiscriminada.

Podría seguir con una plétora interminable de personajes secundarios. Los hay para aburrir, todos ellos con su punto que puede hacerlos más interesantes.

De entre ellos, quizás el más conocido es el Teniente Levi Ackerman, el mejor exterminador de Titanes (con permiso de Mikasa), que se ve obligado a tomar a Eren bajo su cuidado durante un tiempo. Un auténtico maniático de la limpieza, con una mala gaita descomunal y bastante inepto socialmente, pero completamente implicado en la causa, transformándose cuando se pone el uniforme y se prepara para la batalla.  Odia al protagonista desde un primer momento y no le pone las cosas fáciles, además de soltar un montón de one-liners a la que tiene ocasión, simplemente, mola y se hace querer en su bordería.

Mi favorita es, sin duda, Sasha Blouse. Una recluta camarada de Eren que mantiene siempre una actitud alegre y optimista. No tanto porque lo sienta, sino como una manera de transmitir esperanza a la gente que tiene alrededor. Consciente de que cualquier comida puede ser la última, consagra todo su tiempo fuera del campo de batalla a conseguir alimentos y preparar nuevos platos de cocina. Le dedica un entusiasmo tal que saca de quicio a todo el mundo, especialmente si hay patatas cerca. La “loca de las patatas” es un rayo de luz que hace que el mundo se algo menos siniestro allí por donde pasa. Si es que se le coge cariño, jroñe.


Uno de sus aspectos más polémicos es que la obra defiende un militarismo de la sociedad sin ningún tipo de ambages, remarcando lo beneficioso que es para todos continuamente. Coquetea con el fascismo con bastantes ganas, lo que a veces chirría todavía más. Evidentemente, esto ha provocado buenas dosis de polémica a lo largo de los años, que el autor se ha encargado de compensar a base de proveer de un manga de calidad con el que se le “perdonan” un poco estos devaneos.

Porque lo más importante es que Ataque a los Titanes MOLA. A pesar de su feísmo, su pesimismo impenitente y su brutalidad, los continuos giros argumentales vician con ganas, provocando que las ganas de leer no dejen de aumentar. Puede que su militarismo eche a alguno para atrás, pero se utiliza con gracia para componer un universo intrigante lleno de misterios que se desgranan en su justa medida, siempre atento para volarte la cabeza cuando menos te lo esperas.

Con el único bache del desvío político que sigue el argumento (una lucha por el poder que dura unos 20 números para después volver al punto inicial), la trama sigue un crescendo cada vez más salvaje hasta que SPOILER llegamos al time-skip que te descoloca totalmente y te obliga a replantearte todo lo que has leído hasta ahora. La frontera entre los buenos y los malos se diluye por completo, poniendo a prueba el sentido de la lucha y las lealtades de todos. Los esquemas cambian tanto que te caes de culo, te levantas y te vuelves a caer. Entiendo que mucha gente alucinara y otro montón se enfadara con ganas. Yo soy de los que acabó fascinado por la osadía, ganándome hasta el pitido final.

Un desenlace que también trajo cola. No voy a entrar en detalles pero sí decir claramente que (seguir a vuestro propio riesgo) todo parece indicar que se va a producir una batalla final ultraviolenta entre XX y ZZ que, al final, se produce en off, viendo sólo el desenlace de la misma. Esa falta de clímax loquísimo que acabara con la historia no se produce y, claro, mucha gente se enfadó. Aparte de que no satisfacía las ansias de muchos fans, obvio. Por mi parte, sin ser un final apoteósico, no me pareció una mala jugada.

 FIN DEL SPOILER


Para los completistas, existe también una película en acción real, tan en boga en las propuestas de Disney y en las adaptaciones de los animes. Esta adaptación tuvo sus dosis de polémica porque todos los actores son asiáticos (producción japonesa, como no), cuando en el manga se deja claro que el único personaje asiático es Mikasa (tiene importancia dentro de la trama), mientras que el resto deberían tener rasgos teutones. Esto no impide que, como suele ocurrir en estos casos, la película sea malísima, no sirviendo ni siquiera para explicar el primer arco argumental de la trama, con una calidad técnica más que cuestionable, a pesar del abultado presupuesto que manejan esta vez

Con unas características muy marcadas: un dibujo feo (que en ocasiones parece inacabado), un tono malsano lleno de violencia explícita, una trama complicadísima que cuesta seguir y muchas ganas de traumatizar los corazones sensibles, se trata de una obra muy recomendable. No es especialmente larga (34 Volúmenes) ni se estira innecesariamente, gustando a cualquiera que disfrute de los mangas de acción y no tengan problemas a la hora de ver sesos desparramados o cabezas volando.

Por otro lado, si no sabes si los mangas no son lo tuyo, no es quizás, la mejor puerta de entrada para introducirte en el mundillo. Café (del bueno) para cafeteros.

Nota: 8