lunes, 30 de mayo de 2022

Carbono Modificado (Richard Morgan)

Ya ha pasado el Sant Jordi de este año y ya tocaba ponerse con el Sant Jordi del año pasado, ¿no?

Título: Carbono Modificado

Autor: Richard Morgan

Título original: Altered Carbon

Traducción: Juanma Barranquero

“Takeshi Kovacs, mercenario y antiguo emisario colonial, había sido juzgado, condenado y almacenado. Pero lo transmiten a la Tierra y lo reaniman en una funda de policía a instancias de un millonario… que le pide que investigue su reciente asesinato. En un futuro en el que se ha vencido a la muerte, el crimen toma derroteros insospechados.”

Uno no ve todos los días un caso de asesinato en que la propia víctima sea la que encargue al pringado del detective la investigación de su propia muerte. Y es que en verdad, hay muchas cosas del libro que son sorprendentes. Partiendo desde un mundo de ciencia-ficción muy bien trabajado, nos presenta una solidísima historia de detectives ciberpunk con influencia neo noir, que además presenta unas cuestiones éticas bien tratadas, una sociedad podrida como pocas, ultra-violencia brutal y toneladas de diversión.


Carbono modificado busca con ahínco una lectura áspera y desagradable. Recrea un futuro cercano podrido, en el que todo está en venta, dónde la justicia y la integridad ni están ni se les espera. Cada aspecto parece modificado para glorificar las drogas, la violencia y el sexo en una búsqueda de la obscenidad gratuita bastante desmadrada. El libro contiene una de las escenas de sexo más involuntariamente hilarantes que he leído. Pero de siempre. Ya sabréis a cuál me refiero cuando la leáis. Es… interesante.

La gratuita grosería que rodea cada página del libro no impide poder apreciar la consistencia del mundo que se crea,  pudiéndose entender como nuestro mundo ha llegado ahí a partir de adaptando las reglas que conocemos a las novedades que esta sociedad presenta, especialmente cuando se nos ilustra con el concepto del re-enfundado. Para lidiar con los viajes más allá de la luz o las logísticas galácticas intergeneracionales, la conciencia puede ser descargada a un chip y luego cargada a un caparazón humano, llamado “funda”. Aquí es donde la cosa cobra todavía más gracia, ya que la funda no tiene por qué ser un clon generado a tal efecto, sino que también puede ser el cuerpo de un criminal o una víctima cuya conciencia se ha almacenado, dejando a su cuerpo disponible para su compra. Así que puedes estar al lado de tu vecino, amigo o amante – excepto que no son ellos, sólo su cuerpo caminando con otra persona mirando a través de sus viejos ojos. Morgan no deja que esta novedad robe el escenario, sino que la combina con una trama que lo aprovecha hasta sus últimas consecuencias. Fácilmente podemos encontrar malos usos para esta nueva tecnología, especialmente en una sociedad tan podrida como la que se nos presenta.


EL mundo en que el detective de fortuna Takeshi Kovacs existe es duro, frío y desagradable, pero pronto se nos hace notar que Kovacs tiene un buen pasado detrás de esa superficie cachonda y arrogante. Este detective fatalista no tiene miedo de usar las pistolas, es bien consciente de que está ante un caso que le viene grande y, entre su chulería y mala idea, sabe qué cabezas reventar para conseguir su objetivo. Aparentemente desesperado, mantiene un plan que sólo él conoce, arrastrándonos por un torbellino de acción despiadada, ataques cibernéticos y reflexiones sobre la (mala) suerte que algunos arrastran.

Le acompaña muy a su pesar la curtida policía Kristin Ortega, una de las pocas personas íntegras del cuerpo que, además, ha encontrado en el caso un filón del que no puede evitar tirar. Con muy poco sentido del humor, mucha necesidad de autoafirmarse y ganas de que, por una vez, se haga justicia con aquellos que abusan de la inviolabilidad del poder. Por si fuera poco, estaba enamorada de la anterior persona que ocupó la funda actual de Kovacs, lo que le provoca cierta incomodidad que la pone todavía más de mala leche. En el fondo, sólo intenta hacer lo correcto en un mundo que parece haber olvidado lo que es eso.

El caso viene encargado por el matu Laurens Barcroft. Habría que entretenerse un momento a explicar qué son los matus: Se trata de aquellas personas tan pero tan ricas que mantienen un conglomerado de clones, copias de seguridad y sistemas redundantes que se han convertido en virtualmente inmortales, capaces de volcarse de nuevo en cuerpos jóvenes tan pronto alguno se les echa a perder. Esto provoca que a partir del tercer siglo de vida, la perspectiva del tiempo se pierda de tal manera que han perdido gran parte de su humanidad, convirtiéndose principalmente en bastardos arrogantes que consideran el mundo como su patio de juegos con el que entretenerse para toda la eternidad. Cuando el magnate Laurens Barcroft es asesinado, automáticamente “resucita” utilizando la copia de seguridad del día anterior, con lo que recibir un disparo entre los ojos no sería un gran inconveniente, pero a nadie la gusta que le disparen, y menos a alguien con el orgullo tan subido como el suyo. Este ricachón vive para sus negocios, que maneja con la perspectiva del que sabe que le quedan siglos por delante, implacable ante sus enemigos y siempre buscando aumentar su parcela de poder.



Su acompañante en este viaje eterno es Miriam Bancroft, una mujer cuya única tarea en la vida es “estar buena”, que palia su aburrimiento con perversiones cada vez más y más retorcidas. Esta niña caprichosa es consciente de todo lo que puede comprar el dinero y sabe que dispone de un chorro casi infinito del mismo, por lo que se permite hacer todo lo que le viene en gana. Pero nadie vive cerca de ocho siglos siendo una pavitonta inocente, por lo que ha tenido tiempo de sobrar para guardar una buena cantidad de secretos dentro del armario. Bajo una apariencia de indolencia, esconde un alma manipuladora que urde conspiraciones por el mero placer de urdirlas y entretenerse viendo como los “inferiores” luchan y caen a su alrededor.

En su inhumanidad, ninguno de los dos tiene un especial ánimo cruel ni malvado, lo cuál sí ocurre con la verdadera antagonista Reileen Kawahara. Antigua mercenaria que ha progresado hasta convertirse en matu, es la dominadora de los bajos fondos de la Tierra (y medio sistema). Con una guarida bien característica que no se olvida, no se despista ni un segundo para aplastar a todos los incautos que puede bajo su bota, inventando nuevas torturas y nuevos negocios de los que sacar tajada. Toneladas de mala idea, crueldad y ambición se esconden en una apariencia aparentemente amable, encarnando a una de las malvadas que más se clavan en el inconsciente del lector.

El estilo de Morgan es muy directo, pero plenamente efectivo, haciendo avanzar la acción a toda velocidad, como si estuviera en una olla a presión presta a detonar en estallidos de violencia en cualquier momento. Se nos cuenta siempre a partir del punto de vista de Kovacs que, a pesar de sus obvios defectos como persona, se hace fácil de querer. Tiene su arte al explicar las cosas y sus cínicos comentarios que denotan su peculiar ética dan lugar a un puñado de momentos jocosos.

La historia funciona espléndidamente como thriller, pero tiene su enjundia cuando se nos muestran diversos aspectos de la sociedad. Si bien Morgan no se entretiene mucho en un tema en concreto, sí toca un puñado de conceptos que se nos hacen ahora más relevantes que cuando se escribió. El abuso de poder de los estratos superiores, los problemas que genera la falta de acceso a una sanidad decente, las limitaciones de una policía a la hora de hacer justicia y, sobretodo, las consecuencias del re-enfundado en la sociedad… Es sorprendente como se nos muestra la profundidad del universo sin por ello detener el avance de la trama para dar explicaciones, planteando además un buen puñado de dilemas interesantes a debatir posteriormente.

Respecto al desenlace SPOILER me ha volado la cabeza reconocer al Valle de los Caídos como la guarida de Kawahara. No te lo dice explícitamente, pero queda muy claro de qué se está hablando. Toda una sorpresa. No deja de ser curioso que un británico se acuerde de estas cosas a la hora de ubicar una historia de ciencia ficción. FIN DEL SPOILER.


En fin, Carbono alterado es un libro que provee de buena ciencia-ficción, con un punto provocador, que al mismo tiempo contiene un estupendo thriller y una serie de personajes que saben dejar huella. Su estilo directo y su mezcla de géneros lo convierten en indispensable para cualquier fan del género negro, la ciencia-ficción y la ambientación grimdark. Eso, que lo léais. Son 700 páginas que pasan como nada.

 

Nota: 9

Nota goodreads: 4.05/5 

lunes, 16 de mayo de 2022

A. P. B.

Habitualmente, cuando me dispongo a ver una serie por primera vez, sopeso concienzudamente todas las opciones, con el objetivo de evitar comerme propuestas que no me interesan. A diferencia de las películas, intento cuidar lo que veo, aunque ello me obligue (ejem) a ir a un ritmo que hace imposible estar al día con todo lo que se estrena. Es una característica que acepto, sabiendo que siempre me perderé algo. Por ello, ¿qué hago viendo una serie como APB? Pues que en aquel momento tuve que pasar un tiempo en casa de mis padres y, en casa ajena, hay que ver lo que a ellos les gusta. Y a mis padres les encantan los procedimentales policíacos.

APB juega en ese concepto, este procedimental de la FOX evoluciona el molde CSI dotando a una Comisaría de Policía de Chicago con todos los gadgets y avances tecnológicos inimaginables proporcionados por un trasunto de Elon Musk que se incorpora también al cuerpo. Así tenemos un caso de la semana a lo CSI, solucionado con algún gadget raruno súper-molón de la muerte. Sorprende la ligeraza con la que un ricachón aburrido decida “comprar” una comisaría para usar sus juguetitos, pero THIS IS AMERICA!, y si no compramos el concepto no tenemos serie.

En esta primera y única temporada se utiliza la excusa de un caso a investigar para divagar sobre los límites de la tecnología, con pinceladitas sobre las consecuencias éticas de las “leyes naturales” que se están rompiendo, tanto en la posible evolución de la sociedad como en las consecuencias que cada elemento tiene en la vida del individuo y su relación con el estado y las empresas. Se aprecian toquecitos de querer parecerse a Robocop o Minority Report, metiéndose en berenjenales filosóficos que a la postre le vienen muy grandes y no sabe resolverlos demasiado bien.

En todo momento se circula por lugares comunes, sin espacio para la sorpresa: su caso semanal, su sub-trama romántica y el inevitable malo maloso de fondo que se mantiene toda la temporada. Su simplicidad le permite funcionar aceptablemente (ejem) como propuesta ligerita para paladares poco exigentes. No en vano, si NCIS, Bones o el mismo CSI pueden aguantar años en antena, ésta podría haber sido un aceptable sucedáneo.

No acompañan unos actores principales algo sosetes. Justin Kirk y Natalie Martinez son los encargados de cargar esta propuesta bajo sus hombros, aunque no se acaban de creer mucho la propuesta y funcionan con el automático puesto. Van justitos de carisma y el guión tampoco les permite tener una especial profundidad, por lo que la serie da para lo que da.

No es de extrañar, entonces, que la serie no renovara tras su primera temporada. Si bien en su desenlace los creadores decidieron echar el resto, y se guardan un pequeño subidón para dejar buen sabor de boca, la calidad de APB no es precisamente desbordante. Por ello, el cliffhanger final quedará en suspenso sin que nadie eche precisamente de menos su resolución.

Así, ¿qué tenemos? 1 temporada de serie de 12 capítulos de 45 minutos de una correcta factura técnica que funciona como procedimental. APB es una más de la miríada de clones de CSI que han surgido a lo largo de los años, sin apenas nada que la diferencie de su competencia. Sin destacar en absoluto por su calidad, no resulta insultante, y pudiera funcionar para quien pudiera querer una cosa ligera cortita que dejar de fondo sin prestar mucha atención. Cada uno con sus prioridades.

 

Nota: 3

Nota filmaffinity: 5.1 

viernes, 13 de mayo de 2022

Paprika

Y ahora, para acabar por fin con la ronda de películas de Satoshi Kon (tenéis que verlas todas, y punto): Paprika. Esta especia es un éxito completo, con resultados soberbios en todos los apartados: Argumento, personajes, diseño, colorido, animación… Provoca el entusiasmo y la euforia de todos aquellos que gusten de dejarse llevar por este universo de escala fantástica, desafiando las reglas de la lógica y flirteando con la locura. ¡Desde el momento en que el color aparece… “It’s showtime!”.

A pesar de las reticencias de muchos a quitarse prejuicios, es obligatorio recordar: Una película de animación no quiere decir para niños. En sus ocurrencias, la complejidad de su intriga, el vértigo de su clímax, Paprika se dirige evidentemente a un público adulto. El tema a tratar no es precisamente una novedad: la frontera cada vez más tenue entre la realidad y la imaginación. Pero es en propuestas como ésta en las que la acción real encuentra sus límites – salvo quizás en casa de los más grandes – mientras que la animación se encuentra a sus anchas: Inventiva visual a cada momento, desfile de colores y locuras frente a nuestros ojos asombrados, que nos hacen pasar por un abanico de sensaciones en un abrir y cerrar de ojos. A la vez divertida, sorprendente, trágica, inquietante, Paprika brilla con mil luces, explora mil pistas, manteniendo el rumbo, mientras nos emocionamos con el destino de los personajes. Como un espectáculo total, la película de Satoshi Kon reside en la flor y nata de los animes.

Nos situamos en un futuro no especialmente lejano. El Dr. Tokita ha inventado una máquina, el DC Mini, que permite introducirnos en los sueños de las personas para sondear sus pensamientos y su inconsciente. Esta invención, evidentemente peligrosa, tiene por noble objetivo el tratar a los pacientes con problemas psicológicos. Tan pronto como se obtienen los primeros prototipos funcionales, es robado. Pronto, los científicos empiezan a volverse locos, confirmando que el DC Mini ha caído en malas manos, lo que peude tener consecuencias devastadoras para el mundo. La Dra. Atsuko Chiba, colega de Tokita, decide descubrir quién se esconde detrás de los robos, aventurándose dentro del mundo de los sueños, encarnando a su alter ego imaginario, la atrevida Paprika…

Si hay Satoshi Kon, hay calidad. La animación desborda imaginación, sorprendiendo a cada momento que pasamos en el mundo de los sueños. Nos vemos atrapados por un vórtice fascinante que ataca a nuestro subconsciente con señales, sonidos y palabras inescrutables (jé), en un torrente de creatividad, el absurdo onírico erige sus leyes, dando paso a la más perturbadora de las lógicas en un caos salvaje fuente de belleza. Tal como vimos años después en Origen (que se inspira // copia en gran medida de aquí), la realidad se rompe por completo para asombrarnos con el poder de los sueños. La fantasía que se nos muestra desborda nuestra capacidad de comprensión, abrumando nuestros sentidos ante la cantidad de cosas que suceden a la vez en la pantalla. Se hace necesaria ver la película más de una vez para poder apreciar todos los detalles. Escenas como el DESFILE son un desafío para el espectador (y una tortura para los pobres animadores), dignas del más sincero aplauso, un prodigio del diseño de personajes, fondos y acciones. Un portento de animación de vivos colores, notables contrastes y sorpresas escondidas en los rincones más inesperados.



Otra vez, tenemos una duración muy ajustada, que te lleva a mil por hora por un argumento que obliga a nuestro cerebro a echar humo si queremos entender (vana ilusión) todo lo que ocurre. En unos vertiginosos 90 minutos que desaparecen ante nuestros ojos, llegamos a un desenlace que culmina con brillantez una trama a la que no le falta ni le sobra ni medio segundo, dejándonos agotados en el asiento mientras intentamos procesar el viaje del que hemos sido testigos (no se puede explicar, ¡es pura fantasía!).

Mención aparte para dos escenas (de tantas): la no-violación que sufre la protagonista es MUY perturbadora. No quiero conocer (mucho) la mente de la que ha salido. Y bueno, el epílogo en las salas del cine, en el que se cita a sí mismo, en un recordatorio del amor por el cine que profesaba Kon, además del amargo reconocimiento que supone ver ahí la película en la que había empezado a trabajar y de la que era consciente que no llegaría a ver el final…

En fin, que tenemos otro prodigio de la imaginación – ya rutina con Satoshi Kon – que fascina allá por dónde va. Con una duración perfectamente afinada, supone 90 minutos de maravilla en la que la frontera entre realidad y sueño se funde de la manera más bella. Paprika es una fantástica película que pide ser vista una y otra vez para apreciar todo el mimo y toda la belleza de la que se ha impregnado cada fotograma. Eso, que la veáis.

 

Nota: 10

Nota filmaffinity: 7.3

 

miércoles, 11 de mayo de 2022

Millenium Actress

Continuamos con el repaso de Satoshi Kon. Quizás no se dice suficiente, pero Millenium Actress es una verdadera maravilla. Gráficamente apabullante, con un ambicioso mensaje repleto de subtextos, enrevesado, pero de una claridad constante, repleto tanto de alta costura como de acrobacias desbocadas. Triunfa al mezclar ingredientes excéntricos sin por ello perder a un espectador mientras se hace un repaso por la historia del siglo XX japonés, hilvanado al destino tumultuoso de una mujer que se convierte por casualidad, por la pasión de un hombre, para huir de su familia y su condición, en actriz de cine. Esta actriz, Chiyoko Fujiwara, ex estrella de unos míticos (y ya desaparecidos) estudios de cine, vive retirada del mundo. Chiyoko acepta conceder una única entrevista después de mucho tiempo. Una entrevista en la que repasará su exitosa carrera en la que sus películas se entremezclan con la historia del cine y la propia historia del país. Uno se pregunta desde un primer momento si el excesivo fervor de Genya Tachibana, el feliz periodista-cinéfilo que recoge sus confesiones, tendiente a una admiración quizás demasiado excesiva, tiene otro rol que jugar en la historia. En efecto, pronto veremos como trae un regalo a la actriz. Una llave, en apariencia banal que abrirá las puertas que retienen el torrente de recuerdos que la actriz está deseando revelar.

Un cambio de género (otra vez) respecto a sus otras películas. No hay aquí rastro de la inquietante confusión de Perfect Blue, ni del optimismo capriano de Tokyo Godfathers o del onírico mundo de Paprika. Millenium actress es una oda de amor al cine, a la capacidad de transmitir historias y emocionar a un espectador que se maravilla ante lo que se le ofrece.

Las épocas de la película cambian continuamente, bellamente representas por una animación excelente, de una factura técnica fabulosa. La cantidad de saltos a través del tiempo, el espacio, la fantasía y la realidad desafían al creador para mantener la coherencia interna de un mundo asombroso, capaz de sorprender a cada nuevo giro de cámara. Se complementa de una música deliciosamente escogida (de Susumu Hirasawa) que es ideal para transmitir con solidez  la magia que la película acoge en su interior.

Tomando como base los códigos del melodrama, Millenium Actress nos lanza, a un ritmo desbocado, a perseguir los recuerdos de Chiyoko. Después de su experiencia iniciática – su encuentro, de niña, con un pintor fugitivo de la policía, que le confía una misteriosa llave a cambio de la promesa de reencontrarse en un futuro – hasta el último plano de su última película, con la posterior clausura de los estudios que la hicieron famosa (daos cuenta, que no desvelo nada aquí, todo se nos cuenta en el primer minuto de película), su vida se nos rememora por completo, siempre a la búsqueda de este hombre-espejismo. Uno capta rápidamente que lo que importa, lo que la guía para seguir adelante no es tanto el resultado como la búsqueda misma. Concebida como una declaración de amor de Satoshi Kon al cine, Miellenium Actress, homenajea con júbilo un puñado de gloriosas referencias cinéfilas (la llave como obvio Rosebud de Chiyoko), elaborando en un magnífico torbellino romántico evocaciones de Kurosawa, Mizoguchi, Ozu y un puñado de obras que no han llegado al público europeo, presto a forjar la filmografía de ensueño de nuestra heroína. El resultado es un monumento de creatividad, una película desbordante y vertiginosa, cuyo preciosismo no frena en modo alguno su capacidad de emocionar. Una magnífica historia de amor, cuya belleza normal deja atónito.

Las transiciones entre época y época (entre película y película) son una muestra de virtuosismo que no dejan a nadie indiferente. Con ellas, se cambia de tercio y la historia dentro de la historia da un nuevo giro. Los diálogos adaptan su tono y su estilo a cada situación con acierto (estupendo trabajo de traducción), inesperadamente líricos incluso en los momentos más tontos. Cada escena funciona por sí misma, pero con todas ellas se conforma una preciosa oda de amor al cine que cierra con acierto en sus compactos 90 minutos. Ni un solo segundo está por estar ni deja la sensación de que falte algo que contar. Eso siempre es un gustazo.


Y bueno, el McGuffin, el enigma sobre el que gira la película. ¿Porqué Chiyoko dejó de actuar? Una vez llegamos a este momento, parece imposible que el desenlace esté a la altura. La trama está pidiendo un más difícil todavía que invalidará cualquier resolución. Pero lo consigue. Vaya si lo hace. Un final apoteósico, perfecto, que duele como una patada en el estómago pero al mismo tiempo es una experiencia catártica, una culminación de la tortuosa búsqueda que comenzó sesenta años atrás. Seguro que muchos sueltan alguna lagrimita en el hospital.

Así que tenemos una película que lo tiene todo. Millenium Actress es un delicioso puzzle que completar, siempre presto a darte una agradable sorpresa ante cada giro de guión. Esta oda al cine de apenas 90 minutos está llena de júbilo, de alegría por vivir y multitud de hallazgos ingeniosos que se prestan a apreciar con más cariño en sucesivos visionados con los que se sigue disfrutando una y otra vez. Y qué final, oiga.

Nota: 9

Nota filmaffinity: 7.4 

domingo, 8 de mayo de 2022

Lupin III - The first

Entre las obras de Satoshi Kon se me ha colado otro anime, en este caso adaptación de uno de los mangas de referencia de los 70-80.

Lupin III tiene su origen en el manga del mismo nombre de Monkey Punch publicado en 1967. En él, su protagonista es –aparentemente- nieto del mítico Arsène Lupin (personaje de ficción francés creado por Maurice Leblanc hace más de un siglo). Lupin III era un audaz ladrón de guante blanco, caracterizado por su inteligencia, su simpática cara de cemento armado su capacidad de reírse de la policía y su habilidad para seducir a toda fémina que pasara a su alcance.

Ya en 1979 encontramos una primera adaptación a la gran pantalla con todo lujo de detalles con El castillo de Cagliostro, el film fundacional (más o menos) del famosísimo Estudio Ghibli. En el caso de hoy, la película no tiene nada que ver con lo que habíamos visto, situando a los protagonistas en una loquísima aventura que parte en el París de los años 70. La aparición de un diario perdido de un arqueólogo metomentodo es el pistoletazo de salida para la búsqueda de un tesoro que involucrará a nuestros queridos ladrones, un puñado de nostálgicos nazis, la Interpol, y la –inevitable- mujer misteriosa con secretos oscuros a sus espaldas.

Esperando encontrar una tontada simpática, me he encontrado con que Takashi Yamashaki ha creado una estupenda mezcla de comedia y aventuras que es todo lo que las películas de Tomb Raider o Uncharted desearían ser y no son. Si bien no llega a la altura de las mejores películas de Indiana Jones (obvia inspiración), destaca agradablemente entre el marasmo de clones que el hombre del sombrero ha tenido a lo largo de los años. La trama se desliza con fluidez a lo largo de un puñado de escenas de acción, chistacos desternillantes y un ritmo vivo que permite pasar el visionado de un plumazo. Incluso algo tan tonto como la ronda de pruebas finales típica de este tipo de propuestas (La última cruzada, oiga) guarda un momento de gloria para cada personaje, mantiene la coherencia con lo que ha mostrado previamente y, además, es entretenidísima.

Desde un primer momento se nota que es una película hecha desde el cariño. Los creadores se han empapado del material de partida, pero además se nota que les encanta, que lo conocen y admiran. Así que han puesto toneladas de mimo para hacer las cosas bien. Se transmite bien el tono del manga original, con un traslado intachable del carisma de todos los personajes. Los diálogos y las rencillas marca de la casa destacan por su ingenio e incluso se han atrevido a trasladar al salido de su protagonista de una manera casi literal. Esperaba que lo rebajaran para adaptarlo a los nuevos tiempos, pero no se han cortado un pelo en abusar de toneladas de carisma para paliar la sarta de estupideces que Lupin es capaz de hacer cuando hay mujeres guapas a su alrededor.

Es de destacar gratamente la estupenda animación de la que goza la película. En vez de dedicarse a hacer los live-action, pasar las obras de dibujos clásicas a este 3D cell shading queda estupendamente, permitiendo tener escenarios grandilocuentes y “realistas” sin por ello renunciar a la estética cartoon que tan mal suele sentar a las adaptaciones con personas. De la misma manera que se ha hecho con las películas de Astérix o Caballeros del Zodíaco (por poner un par de ejemplos rápidos), la tenemos aquí, funcionando a la perfección. Por mi parte, quiero más propuestas que apuesten por este estilo, que me encanta.

Otra cosa es que la película no se molesta a explicarte quién es ninguno de los personajes. O vienes con los deberes hechos de casa o es posible que te pierdas un poco al ubicarte. Esto no impide la diversión, porque las aventuras molan, los personajes tienen carisma y los diálogos tienen momentos tronchantes, pero claro, no es lo mismo si sabes los tejemanejes de unos y otros y puedes apreciar la enorme cantidad de pullas que se tiran provenientes de las aventuras del manga.

Y es que al final no inventa nada: aventuras clásicas, con sus toques de comedia cuando toca y un protagonista carismático. Puede pecar de predecible en su desarrollo, pero destila solvencia, aportando entretenimiento por sus cuatro costados. Quizás es por lo poco que esperaba de ella, pero su propuesta funciona tan bien que se me hace obligado tenerle mucho cariño. Así han de ser las chorraditas de aventuras, jroñe.

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.2 

viernes, 6 de mayo de 2022

Perfect Blue

 Aunque ya conocía a Satoshi Kon, a raíz del programa de Cinéfagos que tenéis AQUÍ en el que repasamos toda su filmografía, me tocó volver a ver sus películas (¡qué suplicio!) y, ya puestos, que se pasasen por aquí. Así que, en las próximas semanas, tendréis un poquito de mucho anime. También volví a ver Tokyo Godfathers, pero de esa tenéis la reseña aquí.

Aunque ya han pasado treinta años desde su estreno, el vértigo que provoca todavía el visionado de Perfect Blue es apoteósico. Ver o volver a ver la primera película de Satoshi Kon provee de la ocasión de darse cuenta de hasta qué punto el joven realizador (28 años en el momento de su estreno) ya era todo un visionario: En el seno de un estupendo thriller hitchcockiano yace un torbellino metafísico que abraza poco a poco los miedos engendrados por la virtualización en las redes, sin limitarse a ser un simple discurso. Perfect Blue no es otra cosa que la primera materialización seria –y una de las más brillantes- de las bases del imaginario del siglo XXI.

La película nos cuenta la historia de Mina, una joven cantante miembro de una banda de J-Pop que decide abandonar la canción para convertirse en actriz. Poco después de su decisión, descubre un blog de autor desconocido en el que su vida es desgranada hasta el más mínimo detalle, mientras que una serie de extrañas muertes se suceden a su alrededor. El culpable parece obvio: un fan taciturno e inquietante que la sigue allá por donde va. Pero no pasará mucho tiempo hasta que ella se pregunte si es posible que ella misma sea la asesina.


Con sus giros copernicanos, sus derivas paranoicas, sus estallidos de violencia y sus escenas con doble sentido, el film evoca abiertamente el cine de autores tan característicos como Brian de Palma o el inevitable David Lynch. Desde el punto de partida de la trama, el personaje siniestro que persigue a Mina cámara en mano e incluso los inquietantes cambios de cara de los personajes… Perfect blue se impone como un thriller a tener muy en cuenta con una intriga perfectamente cincelada. Pero es más que eso, por el vértigo que crea, por los interrogantes que genera, es un faro dentro de la animación japonesa. Una película que encuentras cuando buscas las influencias de los demás, antes que al revés.

Satoshi Kon juega con nosotros. Es fácil sufrir con la protagonista, ingenua y vulnerable, pero a medida que seguimos las pistas nos invade la confusión y la emoción. ¿Quién nos engaña? ¿Hay alguien que sea sincero en este mundillo? Y luego la película se acaba y nosotros hemos estado 81 minutos anclados a la pantalla. Una pasada. El mayor acierto (uno de ellos) es el habilidoso uso del narrador poco fiable, pues muchas veces lo que vemos no es lo que ocurre, sino lo que se nos cuenta que ocurre, o lo que la protagonista entiende de ello. Este aspecto cobra nuevo sentido cuando comprendemos que Mina no está siquiera segura de su memoria y que, por tanto, no siempre podemos confiar en lo que se nos cuenta. La realidad se difumina entonces con la ficción, jugando con el espectador en un maremágnum en que se hace difícil establecer una separación entre la historia de la película que realiza Mina, la realidad y lo que ella está imaginando. Es a partir de sutiles detalles de fondo (colores, figuras…) con las que el autor de indicaciones de “dónde” estamos, difuminando incluso este código cuando la confusión aumenta y es nuestra tarea entender qué se nos está contando y qué se nos oculta. 

La animación contribuye a generar toda esta confusión. Parte de un tono muy realista, que adolece de los años que tiene, pero que funciona a la perfección. Por un lado, permite aportar la seriedad que una trama tan impactante impone, se aprecia seria, sin amago de las caricaturas tan típicas de otras propuestas más ligeras; por otro lado, permite hacer juegos de manos llenos de virtuosismo para pervertirte ese realismo generando escenas inquietantes, capaces de desconcertar al más pintado. No hay más que ver la incomodidad que genera la escena de la violación (simulada) de la película. Sabes que está actuando, sabes que es falsa, joé, es de dibujos, pero revuelve por dentro, ya que no solo es impactante, si no que conoces por todo lo que Mina está pasando y entiendes lo mucho que significa esa escena para ella (para nosotros). Un ejemplo de sutilidad en unas capas y obviedad en otras que se requiere un toque de talento sorprendente de un creador tan joven como Satoshi Kon.

Así a modo de interludio, me produce cierta ternura la escena de Mina entrando en Internet por primera vez, aprendiendo lo que es una página web o como se utiliza el correo electrónico. ¡Eran otros tiempos!

Cualquiera que tenga un poco de bagaje en los thrillers de principios del 2000 seguro encontrará muchas escenas que han encontrado inspiración en Perfect Blue. Éstas son especialmente obvias en la filmografía de Darren Aranovsky, con escenas casi calcadas en Requiem por un sueño (el apuñalamiento) o en Cisne Negro (casi media película). Llega hasta tal punto que el director estadounidense compró los derechos de la película de Kon para curarse en salud y evitarse líos de juicios…


Así tenemos una película cortita, pero repleta de suspense, muy cruel y enrevesada, cargada de razones para resultar incómoda. Esto no impide que se trate de un estupendo thriller que te clava al asiento y no te suelta hasta su desenlace (que también tiene cola). Una joya del género que sorprende al provenir de un director novato que apenas había dirigido un par de capítulos de JoJo’s, que afrontaba aquí su primer proyecto “con libertad”. Lo dicho, una pasada con todas las letras y con honores.

 

Nota: 10

Nota filmaffinity: 7.5