viernes, 13 de mayo de 2022

Paprika

Y ahora, para acabar por fin con la ronda de películas de Satoshi Kon (tenéis que verlas todas, y punto): Paprika. Esta especia es un éxito completo, con resultados soberbios en todos los apartados: Argumento, personajes, diseño, colorido, animación… Provoca el entusiasmo y la euforia de todos aquellos que gusten de dejarse llevar por este universo de escala fantástica, desafiando las reglas de la lógica y flirteando con la locura. ¡Desde el momento en que el color aparece… “It’s showtime!”.

A pesar de las reticencias de muchos a quitarse prejuicios, es obligatorio recordar: Una película de animación no quiere decir para niños. En sus ocurrencias, la complejidad de su intriga, el vértigo de su clímax, Paprika se dirige evidentemente a un público adulto. El tema a tratar no es precisamente una novedad: la frontera cada vez más tenue entre la realidad y la imaginación. Pero es en propuestas como ésta en las que la acción real encuentra sus límites – salvo quizás en casa de los más grandes – mientras que la animación se encuentra a sus anchas: Inventiva visual a cada momento, desfile de colores y locuras frente a nuestros ojos asombrados, que nos hacen pasar por un abanico de sensaciones en un abrir y cerrar de ojos. A la vez divertida, sorprendente, trágica, inquietante, Paprika brilla con mil luces, explora mil pistas, manteniendo el rumbo, mientras nos emocionamos con el destino de los personajes. Como un espectáculo total, la película de Satoshi Kon reside en la flor y nata de los animes.

Nos situamos en un futuro no especialmente lejano. El Dr. Tokita ha inventado una máquina, el DC Mini, que permite introducirnos en los sueños de las personas para sondear sus pensamientos y su inconsciente. Esta invención, evidentemente peligrosa, tiene por noble objetivo el tratar a los pacientes con problemas psicológicos. Tan pronto como se obtienen los primeros prototipos funcionales, es robado. Pronto, los científicos empiezan a volverse locos, confirmando que el DC Mini ha caído en malas manos, lo que peude tener consecuencias devastadoras para el mundo. La Dra. Atsuko Chiba, colega de Tokita, decide descubrir quién se esconde detrás de los robos, aventurándose dentro del mundo de los sueños, encarnando a su alter ego imaginario, la atrevida Paprika…

Si hay Satoshi Kon, hay calidad. La animación desborda imaginación, sorprendiendo a cada momento que pasamos en el mundo de los sueños. Nos vemos atrapados por un vórtice fascinante que ataca a nuestro subconsciente con señales, sonidos y palabras inescrutables (jé), en un torrente de creatividad, el absurdo onírico erige sus leyes, dando paso a la más perturbadora de las lógicas en un caos salvaje fuente de belleza. Tal como vimos años después en Origen (que se inspira // copia en gran medida de aquí), la realidad se rompe por completo para asombrarnos con el poder de los sueños. La fantasía que se nos muestra desborda nuestra capacidad de comprensión, abrumando nuestros sentidos ante la cantidad de cosas que suceden a la vez en la pantalla. Se hace necesaria ver la película más de una vez para poder apreciar todos los detalles. Escenas como el DESFILE son un desafío para el espectador (y una tortura para los pobres animadores), dignas del más sincero aplauso, un prodigio del diseño de personajes, fondos y acciones. Un portento de animación de vivos colores, notables contrastes y sorpresas escondidas en los rincones más inesperados.



Otra vez, tenemos una duración muy ajustada, que te lleva a mil por hora por un argumento que obliga a nuestro cerebro a echar humo si queremos entender (vana ilusión) todo lo que ocurre. En unos vertiginosos 90 minutos que desaparecen ante nuestros ojos, llegamos a un desenlace que culmina con brillantez una trama a la que no le falta ni le sobra ni medio segundo, dejándonos agotados en el asiento mientras intentamos procesar el viaje del que hemos sido testigos (no se puede explicar, ¡es pura fantasía!).

Mención aparte para dos escenas (de tantas): la no-violación que sufre la protagonista es MUY perturbadora. No quiero conocer (mucho) la mente de la que ha salido. Y bueno, el epílogo en las salas del cine, en el que se cita a sí mismo, en un recordatorio del amor por el cine que profesaba Kon, además del amargo reconocimiento que supone ver ahí la película en la que había empezado a trabajar y de la que era consciente que no llegaría a ver el final…

En fin, que tenemos otro prodigio de la imaginación – ya rutina con Satoshi Kon – que fascina allá por dónde va. Con una duración perfectamente afinada, supone 90 minutos de maravilla en la que la frontera entre realidad y sueño se funde de la manera más bella. Paprika es una fantástica película que pide ser vista una y otra vez para apreciar todo el mimo y toda la belleza de la que se ha impregnado cada fotograma. Eso, que la veáis.

 

Nota: 10

Nota filmaffinity: 7.3

 

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