viernes, 24 de mayo de 2019

El niño que vivía en las estrellas (Jordi Sierra i Fabra)


Dentro de mi compromiso de leer libros de la Cesta’13, llegan las cuestiones sobre si debo leer libros infantiles como es este caso. Sin embargo, no veo por qué no iba a ser menos y acometer el libro 24 de la Cesta como si de un zagal de 10 años se tratara, teniendo en cuenta al público al que está dirigido.

Título: El niño que vivía en las estrellas
Autor: Jordi Sierra i Fabra

“Al despacho del doctor Rojas llega un extraño niño que no puede comunicarse con los demás. Nadie sabe de dónde ha salido, ni quién es, incluso podría venir de alguna lejana estrella...”

Puede sorprender a muchos (como a mí) el encontrar a este autor que conozco por su saga de novela negra sobre el Inspector Mascarell escribiendo un libro para los más pequeños (10-12 años). Sin embargo, dentro de la vasta obra de este autor (tiene un chillón de libros de muy diversa índole) la literatura para los más pequeños ocupa un puesto principal, siendo su género más habitual con bastante diferencia y bastante concienciado con la divulgación de la lectura entre los más pequeños. Es tanto su interés que su fundación convoca cada año un premio de literatura infantil para jóvenes, con el objetivo de fomentar el placer de la lectura entre los más pequeños como vehículo esencial de formación.

La trama que se nos narra en El niño que vivía en las estrellas es una pequeña historia en la que un psicólogo de un hospital anónimo de una ciudad cualquiera se ve envuelto en una trama de maltrato infantil algo excéntrica, pues los toques de ciencia-ficción parecen indicar una motivación esotérica que desafía la lógica. Estoy seguro de que con este planteamiento se podría haber tirado por un libro de 500 páginas más confuso y visceral, que jugara con el terror o los diferentes planos de realidad, pero no olvidemos que está pensado para ser una historia para niños. Por ello, se le da la complejidad justa para captar el interés del churumbel lector, con un puntito de intriga que un adulto captará rápido pero que un pequeño podrá disfrutar.

Este librito se ventila en dos tardecitas mientras te deja una sonrisa agradable en los labios. No tiene la mayor complicación ni más rizos de los justos y necesarios, pero funciona a la perfección como una vía para que los más pequeños se inicien en la lectura. Seguro que se sentirán intrigados con el enigmático niño y seguirán con interés la trama, generando alguna que otra duda que sus atentos progenitores deberán resolver (como debe hacer un buen libro infantil) antes de volver a zambullirse en una nueva aventura literaria.

Evidentemente, para un adulto el libro no tiene más que una pequeña historia emotiva que se ventila en un ratillo, pero el público objetivo es el público objetivo.

Nota: 4
Nota goodreads: 3.5/5

martes, 21 de mayo de 2019

Mistery Men (Hombres misteriosos)


En estos tiempos de Vengadores, Fuerzas mutantes y otros supergrupos veredes, no viene mal recordar uno de los grupos más cachondos que recordaba de mi adolescencia: Los hombres misteriosos.

En un mundo donde hay un súper-héroe perfecto, que vive de patrocinadores y ha hecho tan bien su trabajo que casi no tiene gracia ser un guardián de la ley, ¿quién iba a querer ser un héroe? Pues un puñado de inadaptados que parecen no desear otra cosa que procurar que el día a día de sus vecinos sea algo más agradable (¡su vecino y amigo… Flatulencia!). Pero claro, estamos de acuerdo en que para dedicarte a esto debes de tener poderes o ser riquísimo. ¿y sí tu único poder es volverte muy, muy furioso? Quién dice eso, dice también manejar con maestría una pala (cromada) o ser un artista lanzando cubiertos (de plata). Entre esta improbable panda de patanes yace la única esperanza para la ciudad de Champion City una vez su héroe local desparezca del mapa por… cosas que pasan.

Este predecesor más cómico de Kick-Ass y su troupe procede de un cómic de la Dark Horse que parodiaba con mucha mala leche y un buen puñado de gracia toda la imaginería superheroica con unos héroes improbable que, de alguna manera, deben arreglar todo el tinglado.

Ésta es una de esas películas que veía cuando iba a ver a mis primas de Badalona. De cuando en cuando me tocaba ir con toda la familia, y como la chavalería se acababa aburriendo mucho, acabábamos yendo al cine más cercano a ver lo más digerible que hubiera. Recuerdo ver Perdita Durango con apenas 13 añetes. ¡Ay que zagalillo! Una de éstas que cayó fue Mistery Men, de la que me sonaba ser el único que había disfrutado con ella (hablando, mi hermano también guarda un buen recuedo).

No en vano, se trata de una película de lo más curioso. Kinka Usher es un director de anuncios francés que, un buen día, leyó determinado cómic de la Dark Horse y, enamorado de sus páginas, removió cielo y tierra para conseguir los derechos y rodar la versión para los cines del mismo. Después de tocar un montón de puertas, coincidió con Ben Stiller, al que le hizo gracia el guión y, entre ambos, liaron a la Universal y a un puñado de amiguetes para dar luz a este Hombres misteriosos de hoy. A la que te pones a repasar, hay que reconocer que está la flor y nata del elenco cómico de finales de los 90 de los EEUU. No falta nadie y sorprende, de hecho, comprobar la enorme cantidad de cameos curiosos que aparecen por ahí.


El resultado es un engendro que hace las veces de parodia de todos los grupos de súper – héroes que estaban por venir en los veinte años siguientes, realizada mucha antes de que éstos se pusieran de moda. Aunque ahora quizás hubiera tenido mucho más éxito, pasó completamente desapercibido en taquillas, pero cumplió el sueño de Usher, que volvió a dirigir sus anuncios con tranquilidad y no ha tenido más inquietudes de volver a hacer un largo.

Hay que reconocer que la película es realmente simpática, y se nota que todos sus actores se lo estaban pasando en grande, disfrutando con ganas del rodaje, como si de una reunión de amigos se tratara (ejem). Sin embargo, se debe notar que la película presenta graves problemas en su guión. A pesar de guardar un puñado de chistes tremebundos, se toma demasiado en serio a sí misma (nada comparable a los más recientes Guardianes de la Galaxia o a Deadpool, mismamente), lo que ocasiona unos problemas bien gordos a la hora de desarrollar una trama que pide un tratamiento más cachondo. Que sí, que el argumento es inesperadamente coherente y tiene un poso que bien podría envidiar la Marvel, pero cuesta de tomar en serio, con unos cuantos baches que provocan que se haga bastante larga. Reconozco que con los años sólo recordaba los 4-5 chistes buenos y me había olvidado de todos los pedos y demás zaranganadas que no tienen sentido.

También se debe tener que cuenta que Universal apenas hacía otra cosa que distribuir, por lo que el presupuesto del que goza la película es ciertamente diminuto, por lo que los decorados y la puesta en escena son bien dignos de la serie de Adam West. Hay escenas que dan realmente cosica. Se nota que han cambiado los tiempos. Veo ahora la mucho más reciente (y no tan sobrada de dineros) Kick-Ass y es que no hay punto de comparación. En ese sentido, ésta última bebe de los mismos mimbres (aunque sea mucho más bastarda), por lo que siempre hay que reconocerle un poco de mérito a los pioneros. Hay muy buenas ideas y un puñado de chistes descacharrantes, aunque ya hayan pasado sus años.

En resumen, es una película que desborda orgullo por el frikismo. Que se sabe ridícula y convive muy bien con ser un esperpento voluntario, consiguiendo varias escenas realmente descojonantes con muy poco sentido de la vergüenza ajena. Tiene unos fallos gordotes en su puesta en escena y su poco brío en la acción, pero sabe ser lo suficientemente simpática para que se perdonen muchas cosillas. Si quieres ver un esperpento de súpers sin complejos ni sentido, ésta puede ser una buena manera de pasar 2 horitas.

Nota: 5
Nota filmaffinity: 5.3

sábado, 18 de mayo de 2019

Ácido Sulfúrico (Amélie Nothomb)


Supongo que en condiciones normales nunca me habría acercado a este libro, pero la CLO tiene estas cosas (gracias Lauriqui), así que me tocó ponerme con él y disfrutar, o no, de su lectura.

Título: Ácido sulfúrico
Autor: Amélie Nothomb
Título original: Acide sulfurique
Traducción: Sergi Pàmies

“El último grito en programas televisivos de entretenimiento se llama «Concentración». Por las calles de París se recluta a los participantes de este reality show, que serán trasladados al plató en vagones precintados como los que trasportaban a los judíos durante el exterminio nazi y, después, internados en un campo. Ante las cámaras de televisión, los prisioneros son golpeados y humillados. El clímax llega cada semana, cuando los telespectadores ejercen el televoto: desde sus casas pueden eliminar-ejecutar a uno de los participantes. Pannonique, una estudiante de gran belleza, es reclutada. Zdena, una mujer sin empleo, se enamora de ella. Una pareja fatal: la víctima y el verdugo. Cuando la audiencia tiene que votar sale a la luz el sadismo inconsciente del público que deplora el horror pero es incapaz de perderse una entrega. Una historia que sirve como crítica de un mundo brutal y crudo de hipocresía bien-pensante: un mundo en el que incluso la denuncia del sistema pertenece al sistema.”

Y la verdad es que no estaba preparado para lo que este libro me ofrece. Esta diminuta joyita te lleva a lugares inesperados, obligándote a experimentar sensaciones que uno no hubiera podido esperar de un libro. En ese sentido, es muy diferente a casi cualquier propuesta que uno puede esperar encontrar.

El programa de televisión que hace las veces de excusa para contar la historia es, realmente, una experiencia mortal en un campo de concentración. Partiendo de personas anónimas escogidas al azar, se lanza al espectador a una experiencia extrema como pocas. Me sorprende comprobar la verosimilitud de lo que se está explicando, pese a la burrada de su planteamiento. Se produce el escándalo, alguno se queja, pero en el fondo TODO el mundo está pendientes del programa.

Rápidamente conocemos a la mayoría de participantes y, también, a los verdugos que se ocupan de mantener el orden. Ahí reside uno de los mayores triunfos del libro, su estupenda construcción de los personajes. De entre ellos destacan los nombrados en el resumen de la contraportada.

Pannonique es una estudiante modelo, dotada de una belleza griega y un carisma que dignifica hasta el más mínimo de sus actos. Desde un primer momento se convierte en favorita de la audiencia, lo que convierte su particular rebeldía en un factor más a tener en cuenta por los productores del programa para fascinar todavía más a el mor.

Por su parte, Zdena es una ruda mujer que ha tenido mala suerte en la vida, corpulenta y fuerte, pero sin muchas luces (por no decir muy pocas) ha sido marginada por todos, acumulando toneladas de frustración e inquina que ve en su papel de guardiana dentro de Concentración la oportunidad perfecta para dar rienda suelta a todo el odio que lleva dentro. Como la cámara parece apreciar la malignidad que desprende, desde el programa potencian y glorifican su sadismo. Al principio, Zdena es feliz al creer ser aceptada por primera vez en su vida, pero pronto descubre lo que se siente al ser la mujer más odiada del país y es que, en el fondo, los guardianes también son participantes del programa cuya dignidad es presta a ser explotada por loa de las audiencias. Su personalidad es inusitadamente compleja, fascinante a su modo, comiéndose cada página del libro en la que aparece. Llega a transmitir una mezcla de ascopena muy difícil de generar.

Cuando ambas se convierten, por distintos motivos, en las mayores estrellas de Concentración, pasarán más tiempo en escena, lo que producirá impactantes e inesperadas reacciones tras el choque de personalidades tan distintas. El resto de personajes, aunque tienen nombre, son mucho más secundarios, funcionando más como herramientas (el viejo, la niña, el pesimista…) que cómo caracteres a tener en cuenta. Pero bueno, son 150 páginas. Ni hay tiempo para todo ni desentonan lo más mínimo en su actuación.

En lo que concierte el conjunto del libro, me recuerda al mismo ejercicio que hacía Saramago en sus libros (al que tengo leído bastante más), en el que la historia de la novela no es más que la excusa para hablar sobre un tema problemático. En este caso, Nothomb realiza una crítica brutal a los reality shows y a los vacuos espectáculos con que la indolente sociedad llena sus horas en un estado de apatía. No deja títere con cabeza mientras va atizando continuos torpedos bajo la línea de flotación de los consumidores de ficción (de los que también soy parte, ¡ay!), bien capaces de dejar tonto a más de uno. Realmente, no se trata de un libro para todos los lectores. No sólo por su concepto, también por la crudeza de lo que se relata, bien capaz de pegarte un buen puñetazo en el estómago a la que te pilla despistado. Como digo muchas veces, ojito las almas sensibles y las mentes bienpensantes, pues puede hacerse desagradable con ganas.

En apenas un suspiro de libro, no sólo destripa el pervertido concepto del reality-show que consumimos en nuestro día a día, sino que también atiza a aquellos que son indiferentes frente a la maldad (siempre y cuando no les afecte), la facilidad para malinterpretar al bienintencionado (junto a la crítica para con el bienintencionado orgulloso, que busca hacer grandes obras para satisfacer su ego), además de las habituales meteduras de pata de las mentes bienpensantes que intentan ayudar sin pensar mucho en lo que hacen, causando más mal que bien.

Si alguien ve una entrevista de Amèlie Nothomb, se podrá sorprender al encontrar a una mujer muy alegre y chistosa, siempre presta a ver el lado amable de la vida, de estas personas capaces de alegrar el día de cualquiera con una sonrisa. Sorprende entonces tamaña acidez y mala leche en su libro. La crítica es feroz y despiadada, tan directa que es imposible que te deje indiferente.

Sin embargo, el libro pasa inesperadamente bien, pese a que lo que se nos narra es realmente tremebundo. Las palabras se deslizan con fluidez, pues Nothomb se las presta sola para describirnos el carácter de los personajes en apenas dos palabras, en las que captamos la acción, el efecto del ambiente y la feroz crítica que se realiza. Desborda gusto por la fealdad, con escenas realmente monstruosas bien capaces de remover tu interior, quieras o no. No he leído más libros de esta autora, pero reconozco que tengo muchas ganas de más. Una verdadera artista a la hora de elegir la palabra justa para cada situación

Ácido sulfúrico es un puñetazo en el estómago pensado con estilo, realizado con finura y finalizado con una contundencia inusitada. Obliga al lector a transitar por parajes agrestes poco dados a visitas turísticas que, sin embargo, impiden dejar de leer mientras te agarra las entrañas y te obliga a reflexionar sobre tu papel en la sociedad. Ácido sulfúrico es un golpe de puro arte que te deja sin aliento, del que sales contento y destrozado. A medio camino entre el thriller, la crítica social y la comedia negrisísíma, es un ejercicio de virtuosismo grosero, bestial e impresionante. Totalmente recomendable para los que tengan buen aguante.

Nota: 9
Nota goodreads: 3.58/5

miércoles, 15 de mayo de 2019

La clave está en Rebeca (Ken Follet)


Hoy voy a hablar de un libro que llevaba más de un lustro en mi lista de pendientes. Cosas que pasan que nunca le acababa de tocar. Por fin tocaba ponerse al día, ¿no? Tampoco recuerdo cuánto tiempo hacía que no leída algo de Ken Follet que tuviera menos de 500 páginas. Acostumbrado a sus monstruacos de mil páginas, se hace raro coger una propuesta manejable de apenas 336 páginas que casi entra en el bolsillo. ¡Y además de espías! Nada de historias a lo largo de generaciones.

Título: La clave está en Rebeca
Autor: Ken Follet
Título original: The Key to Rebeca (la clave hacia Rebeca)
Traductor: Jorge V. García Damiano

“Esta impactante novela nos lleva a las ardientes arenas de África del Norte durante la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas alamanas, al mando del mariscal Rommel, se enfrentan a las tropas británicas. Al mismo tiempo, en El Cairo, se desarrolla una intriga protagonizada por el servicio secreto británico y el espionaje alemán, en la que se verá implicado el joven oficial Sadat.”

¡Ah, que gusto volver a leer una novela de espías a la antigua usanza! Códigos secretos a transmitir por microfilms y contraseñas, las mujeres son fatales de necesidad y donde los buenos son muy buenos, los malos muy malos, sin escalas de grises que te obliguen a comerte el tarro con dicotomías y distinciones sobre si unos son unos malnacidos y los otros apenas unos canallas. Se puede leer sin necesidad de una especial gimnasia mental, ideal para relajarse en la playita o en algún viaje sin exigencias.

Además, como está ambientado en la IIGM, la narrativa se aleja de los cacharritos mega-tecnológicos Bondianos que suelen poblar el género. La tecnología y las posibilidades son las que son. En ese sentido, supone casi un chorro de aire fresco. No en vano, se trata de una novela que ya tiene sus años, cuando Follet apenas tenía treinta y es algo que se tiene que notar.

Aunque ahora lo conozcamos casi en exclusiva por sus monumentales novelas sobre iglesias o guerras mundiales, Follet empezó como un novelista de thrillers, con un buen puñado de propuestas la mar de interesantes (yo recomendaría El ojo de la aguja).  Por lo que dice la leyenda, cuando Follet estaba investigando para justo esa novela, se encontró con una historia paralela, de estas que aparecen en el pie de página de la historia, que involucraba a un espía alemán, una danzarina del vientre y la famosa “Rebeca” de Daphne du Maurier. Unos años después, rescató la historia, mezclando la realizad y la ficción, pues Rommel, Sadat y una fallida Operación Cóndor se pasan por ahí con la idea de escribir uno de los thrillers que tanto éxito le dieron en sus primeros años.

El protagonista es el Coronel Vandam (si, así como suena), que no es sino un patriota íntegro que encarna al legal bueno que debe protagonizar este tipo de historias. Padre soltero, intenta criar a un hijo durante la guerra, con todos los problemas que ello conlleva para la convivencia. Por suerte para él, es un alto cargo, por lo que puede compaginar ambos aspectos (más o menos). Es el encargado del contraespionaje, por lo que tendremos en él a un ser astuto, versado en mil añagazas y experto en casi cualquier cosa que pudiera necesitar. Puede resultar un bueno demasiado monolítico para los cánones actuales, pero no desentonaba a finales de los 70.

Por su parte, el malo es Alex Wolff. Éste no sólo tiene la gracia de ser un inmisericorde y ladino espía nazi, sino que Follet le da profundidad suficiente para que podamos odiarlo con ganas y no nos importen todas las medidas que se toman contra él. Obviamente, quiere el triunfo alemán y pasará ante todo y todos para ganar, como buen malo maloso. Follet lo escribe suficientemente bien como para no caer en maniqueísmos ni convertirlo en un malvado de opereta.

 A su alrededor, la bailarina exótica Sonja constituye un contrapunto sensual muy deudor de las femme fatales de las novelas negras clásicas. Egoísta y presumida como ella sola, se apega a Wolff por la sencilla razón de ser el único capaz de satisfacer sus perversiones sexuales (de las que tenemos sobradas descripciones en el libro). ¿Malvada? Sin duda. ¿Nazi? Bueeeeno… esas consideraciones no van con ella.

Como debe haber también una pareja femenina para el protagonista-héroe de la historia (se nota que el libro tiene sus añetes), el papel cae en Elene, una chica judía que ha acabado de rebote en Egipto para huir de los nazis y ahora se ve abocada a ayudar a Vandam o acabar en un salón de striptease, un prostíbulo o algo peor. No es que tenga más personalidad de ser el objetivo romántico del prota pero por lo menos no resulta estúpidamente ofensiva. Si es que en la época que se publica el libro, los personajes femeninos no podían ser otra cosa que madres, monjas o prostitutas.

Otro detalle a valorar estriba en que los secundarios que nos presenta vayan más allá del tópico. No destacarán por su profundidad, pero cumplen con su función y se hayan diferenciados con corrección, situándolos acertadamente donde deben estar sin que chirríe ningún aspecto de la lógica.

Por medio tenemos algún que otro personaje histórico relevante, como Rommel o Sadat, que pasan por ahí haciendo cosas con el inequívoco motivo de dar un poco de lustre a la trama, como no. Es un detalle muy habitual de las obras de Follet, siempre con las ganas de alardear de su profusa documentación, mostrando multitud de escenas que, si bien no hay pruebas de que ocurrieran, bien podrían haber pasado, respetando el carácter de las personas reales que saca en sus libros.

Lo que sí tiene la novela es un ritmo muy ágil, desarrollando una trama muy bien llevada a través de un adecuado crescendo que se resuelve con acierto. Quizás no tiene una especial trascendencia, pero se lee con mucha facilidad, devorando páginas llevado por la emoción del juego de espías que se crea. Como siempre en estos casos, hay que hacer el esfuerzo de creer que el destino de la historia de la IIGM depende de un jueguecito de espías secundario, que sabemos cómo va a acabar (después de todo, sabemos quién gana al final), pero incluso así, hay que destacar la calidad de Ken Follet a la hora de mezclar realidad y ficción. Los destellos de acción se mezclan con las escenas de continua tensión para dar lugar un libro que cuesta dejar de leer.

Puede que no sea la mejor novela de Ken Follet, pero se trata de una buena novela, perfectamente recomendable para aquel que quiera leer una historia de espías clásica. Repleta de romance, exactitud histórica e intriga, La clave está en Rebeca consigue que llegues a temer por la futura victoria de los Aliados, cosa nada fácil. Si te gustan las historias de la segunda guerra mundial, no la puedes dejar pasar.

Nota: 8
Nota goodreads: 3.87/5