miércoles, 15 de mayo de 2019

La clave está en Rebeca (Ken Follet)


Hoy voy a hablar de un libro que llevaba más de un lustro en mi lista de pendientes. Cosas que pasan que nunca le acababa de tocar. Por fin tocaba ponerse al día, ¿no? Tampoco recuerdo cuánto tiempo hacía que no leída algo de Ken Follet que tuviera menos de 500 páginas. Acostumbrado a sus monstruacos de mil páginas, se hace raro coger una propuesta manejable de apenas 336 páginas que casi entra en el bolsillo. ¡Y además de espías! Nada de historias a lo largo de generaciones.

Título: La clave está en Rebeca
Autor: Ken Follet
Título original: The Key to Rebeca (la clave hacia Rebeca)
Traductor: Jorge V. García Damiano

“Esta impactante novela nos lleva a las ardientes arenas de África del Norte durante la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas alamanas, al mando del mariscal Rommel, se enfrentan a las tropas británicas. Al mismo tiempo, en El Cairo, se desarrolla una intriga protagonizada por el servicio secreto británico y el espionaje alemán, en la que se verá implicado el joven oficial Sadat.”

¡Ah, que gusto volver a leer una novela de espías a la antigua usanza! Códigos secretos a transmitir por microfilms y contraseñas, las mujeres son fatales de necesidad y donde los buenos son muy buenos, los malos muy malos, sin escalas de grises que te obliguen a comerte el tarro con dicotomías y distinciones sobre si unos son unos malnacidos y los otros apenas unos canallas. Se puede leer sin necesidad de una especial gimnasia mental, ideal para relajarse en la playita o en algún viaje sin exigencias.

Además, como está ambientado en la IIGM, la narrativa se aleja de los cacharritos mega-tecnológicos Bondianos que suelen poblar el género. La tecnología y las posibilidades son las que son. En ese sentido, supone casi un chorro de aire fresco. No en vano, se trata de una novela que ya tiene sus años, cuando Follet apenas tenía treinta y es algo que se tiene que notar.

Aunque ahora lo conozcamos casi en exclusiva por sus monumentales novelas sobre iglesias o guerras mundiales, Follet empezó como un novelista de thrillers, con un buen puñado de propuestas la mar de interesantes (yo recomendaría El ojo de la aguja).  Por lo que dice la leyenda, cuando Follet estaba investigando para justo esa novela, se encontró con una historia paralela, de estas que aparecen en el pie de página de la historia, que involucraba a un espía alemán, una danzarina del vientre y la famosa “Rebeca” de Daphne du Maurier. Unos años después, rescató la historia, mezclando la realizad y la ficción, pues Rommel, Sadat y una fallida Operación Cóndor se pasan por ahí con la idea de escribir uno de los thrillers que tanto éxito le dieron en sus primeros años.

El protagonista es el Coronel Vandam (si, así como suena), que no es sino un patriota íntegro que encarna al legal bueno que debe protagonizar este tipo de historias. Padre soltero, intenta criar a un hijo durante la guerra, con todos los problemas que ello conlleva para la convivencia. Por suerte para él, es un alto cargo, por lo que puede compaginar ambos aspectos (más o menos). Es el encargado del contraespionaje, por lo que tendremos en él a un ser astuto, versado en mil añagazas y experto en casi cualquier cosa que pudiera necesitar. Puede resultar un bueno demasiado monolítico para los cánones actuales, pero no desentonaba a finales de los 70.

Por su parte, el malo es Alex Wolff. Éste no sólo tiene la gracia de ser un inmisericorde y ladino espía nazi, sino que Follet le da profundidad suficiente para que podamos odiarlo con ganas y no nos importen todas las medidas que se toman contra él. Obviamente, quiere el triunfo alemán y pasará ante todo y todos para ganar, como buen malo maloso. Follet lo escribe suficientemente bien como para no caer en maniqueísmos ni convertirlo en un malvado de opereta.

 A su alrededor, la bailarina exótica Sonja constituye un contrapunto sensual muy deudor de las femme fatales de las novelas negras clásicas. Egoísta y presumida como ella sola, se apega a Wolff por la sencilla razón de ser el único capaz de satisfacer sus perversiones sexuales (de las que tenemos sobradas descripciones en el libro). ¿Malvada? Sin duda. ¿Nazi? Bueeeeno… esas consideraciones no van con ella.

Como debe haber también una pareja femenina para el protagonista-héroe de la historia (se nota que el libro tiene sus añetes), el papel cae en Elene, una chica judía que ha acabado de rebote en Egipto para huir de los nazis y ahora se ve abocada a ayudar a Vandam o acabar en un salón de striptease, un prostíbulo o algo peor. No es que tenga más personalidad de ser el objetivo romántico del prota pero por lo menos no resulta estúpidamente ofensiva. Si es que en la época que se publica el libro, los personajes femeninos no podían ser otra cosa que madres, monjas o prostitutas.

Otro detalle a valorar estriba en que los secundarios que nos presenta vayan más allá del tópico. No destacarán por su profundidad, pero cumplen con su función y se hayan diferenciados con corrección, situándolos acertadamente donde deben estar sin que chirríe ningún aspecto de la lógica.

Por medio tenemos algún que otro personaje histórico relevante, como Rommel o Sadat, que pasan por ahí haciendo cosas con el inequívoco motivo de dar un poco de lustre a la trama, como no. Es un detalle muy habitual de las obras de Follet, siempre con las ganas de alardear de su profusa documentación, mostrando multitud de escenas que, si bien no hay pruebas de que ocurrieran, bien podrían haber pasado, respetando el carácter de las personas reales que saca en sus libros.

Lo que sí tiene la novela es un ritmo muy ágil, desarrollando una trama muy bien llevada a través de un adecuado crescendo que se resuelve con acierto. Quizás no tiene una especial trascendencia, pero se lee con mucha facilidad, devorando páginas llevado por la emoción del juego de espías que se crea. Como siempre en estos casos, hay que hacer el esfuerzo de creer que el destino de la historia de la IIGM depende de un jueguecito de espías secundario, que sabemos cómo va a acabar (después de todo, sabemos quién gana al final), pero incluso así, hay que destacar la calidad de Ken Follet a la hora de mezclar realidad y ficción. Los destellos de acción se mezclan con las escenas de continua tensión para dar lugar un libro que cuesta dejar de leer.

Puede que no sea la mejor novela de Ken Follet, pero se trata de una buena novela, perfectamente recomendable para aquel que quiera leer una historia de espías clásica. Repleta de romance, exactitud histórica e intriga, La clave está en Rebeca consigue que llegues a temer por la futura victoria de los Aliados, cosa nada fácil. Si te gustan las historias de la segunda guerra mundial, no la puedes dejar pasar.

Nota: 8
Nota goodreads: 3.87/5

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