martes, 28 de febrero de 2023

Perseguido

A raíz del programa de LODE, me enteré de que mi pareja no había visto esta película y había que arreglar eso. No en vano es uno de mis placeres culpables de mi juventud y hay que difundir la palabra.

El corredor es un programa de televisión de un futuro cercano. En él, un puñado de desesperados luchan en un juego mortal de televisión cuyo vencedor verá cumplidos sus deseos (Juegos del Hambre, ¿dónde?). Evidentemente, el concurso está amañado en función de los intereses de la productora y los gobernantes. Ben Richards es un policía que se ha enterado de lo que no debía y ha sido injustamente acusado de una serie de asesinatos. Como última oportunidad para sobrevivir, es obligado a participar en el concurso. Pero como Ben Richards es Arnold Scwharzenegger, las cosas no serán tan fáciles para los malos.

Esta película surge de un libro con el mismo nombre, escrito por el – entonces – desconocido Richard Bachman. Después de un puñado de libros de éxito más o menos discreto, el autor saltó a la fama al descubrirse que era el pseudónimo que utilizaba Stephen King cuando quería alejarse del Terror. Si no lo habéis leído, es cortito y recomendable. En él, King aprovecha para realizar una crítica feroz a los Realities y a la manipulación de los medios de comunicación en medio de un thriller de acción que entra muy fácil. En un principio, iba a estar protagonizada por Paul Glaser (Starsky, de la famosa serie de los 70-80), pero al entrar Arnie en el proyecto, éste pasó a estar tras las cámaras. Obviamente, al tener al Chuache involucrado, se obvió en gran medida la critica social, centrándose en gran medida en la acción desnortada y terriblemente pasada de página.

Lo que yo no recordaba es que el inicio de la película es bastante indigesto. Le cuesta entrar en materia y pasa por una media horita inicial bastante pestosilla. Sin embrago, una vez empieza el concurso en sí, la acción ochentera toma el mando y se convierte en una propuesta muy entretenida: escenas de acción bien construida, mamporros gratuitos, explosiones exageradas, futurismo hortera y un buen ritmo de frases lapidarias. Además, se guarda un buen puñado de bastardadas para lucimiento de nuestro Terminator favorito que no sé cómo pasaron el comité de decisiones (un poco de poder que debía tener ya el hombre). Muy fan de la “carrera” de coches a reacción, que tuvo que ser un quebradero de cabeza para los dobles de acción.

Y bueno, el final es el final porque tiene que haber uno. Debo reconocer que en mi memoria había guardado sólo lo bueno y tenía todo lo aburridote algo olvidado. Errores de continuidad por todos lados, un ritmo extraño (siendo amables), escenas construidas únicamente para que el Chuache se luzca. Pues a ver, se nota que es la primera vez del director tras las cámaras, que ya venía de ser “invitado” a dejar de ser el prota, por loque mucho no podría mandar tampoco.

Así, tenemos a Chuache haciendo de sí mismo, la cubana María Conchita Alonso de dama en apuros y un puñado de amiguetes (Jesse Ventura, Yaphet Kotto y Jim Brown) acompañando en la acción, todos en unos papeles algo lamentables. El único que hace algo parecido a actuar es Richard Dawson, como sádico presentador del programa que, a base de carisma, se marca un par de momentazos gloriosos.

Pero sí me acordaba de su cruda acción, con un puñado de escenas con empaque, bien resueltas en su parte central. La propuesta para crear a gladiadores tan improbables como Subzero Dinamo o Buzzshaw y la manera de acabar con ellos tiene su dosis de mérito e imaginación. Hay carisma y poca vergüenza bien usada por ahí.

Se nota que estamos en la parte más loca de los ochenta, con una propuesta estética estridente y hortera. Desmesurada y cutre en muchos sentidos, cosa que a mí me produce cierta ternura, pero que entiendo que a muchos les puede echar para atrás. Hay quién pediría un remake para adaptarlo a nuestros estándares actuales, pero teniendo Los Juegos del Hambre tan recientes (y ya sabemos lo mucho que bebe Katniss Everdeen de esta propuesta), no creo que fuera muy bien recibido.

Si hasta el (mínimo) subtexto de la película es el mismo: una crítica a la manipulación de las masas y al entretenimiento a base del morbo y el sufrimiento ajeno. En ambos casos, en el libro está mucho mejor tratado y, al pasarlo a la pantalla grande, pierde cualquier sutilidad y, al tirártelo a la cara con tanta gratuidad, no acaba de funcionar del todo bien. Como he comentado antes, la idea inicial era hacer más hincapié, pero al aparecer Chuache por ahí, cambiaron todas las prioridades.

A pesar de mis buenos recuerdos, debo reconocer que Perseguido se queda en una irregular propuesta de acción a la que le cuesta un mundo empezar pero que luego entretiene que da gusto. Un Chuache en su época más loca que se queda muy a gusto en un proyecto del que tiene un mando casi absoluto. Muy hija de su época, para lo bueno y lo malo, con un horterismo tan pasado de vueltas que lo tienes que querer, ni que sea un poquito.

 

 

Nota: 4

Nota filmaffinity: 5.8 

martes, 21 de febrero de 2023

Luca

Desde hace un tiempo, parece que las grandes películas de Pixar han desaparecido y, especialmente post-pandemia, han cogido un tono menor. Disney las hace pasar de puntillas por el cine y las estrena rápido en su plataforma, sin una especial publicidad de la casa madre (con la excepción quizás de Lightyear). Parece que los ejecutivos de arriba están apostando por otras franquicias últimamente y el estudio tenga que conformarse con un presupuesto más reducido y un trato menos favorable.

Eso no quita para que tengamos nuestra cita (más o menos) anual con la nueva propuesta del estudio. En este caso, Enrico Casarosa debuta a cargo de un proyecto en que rememora su infancia en un pueblecito italiano (al pie de las montañas….) de lo más pintoresco, siguiendo la vida de Luca, uno de los chavalillos que hay por ahí.

Pero obviamente, Luca no es un niño cualquiera, sino que él y su mejor amigo son en realidad tritones que adoptan forma humana cuando no están en contacto con el agua. Se han escapado de su casa submarina para explorar el mundo fuera del mar, maravillados ante las perspectivas que se les ofrecen. Al no conocer la sociedad humana, se comportan como un pez fuera del agua (jé), lo que no les impedirá hacer amigos de verdad ni participar en una competición deportiva que se celebra cada verano en el pueblecito.

Nos hallamos ante la película más pequeña de Pixar, pequeña en contenido y ambiciones, limitándose a contar (muy bien) uno de esos veranos que todos los que tenemos una edad pasábamos en el pueblo de los abuelos, corriendo aventurlillas en las que todo era posible a su modo. No hay verdades trascendentes ni emociones que nos busquen la lágrima. La historia de Luca y sus amigos es una trama sencilla, con su planteamiento, su nudo y su final, muy entrañable y muy bucólico todo. Complicaciones mínimas en un desarrollo impecable de una trama destinada únicamente a los más pequeños.

Lo que sí maneja la película es una calidad técnica descomunal. No deja de sorprenderme la calidad de los paisajes, el mar y la propia recreación del pueblo italiano. No se dejan ningún detalle que yo pudiera relacionar con lo que eran mis veranos de churumbel (a pesar del cambio de ambiente). Así se usa la nostalgia.

Además, tiene un diseño de personajes muy bien parido. Desde los dos tritones, desarrollando el sentido de la maravilla cada uno a su manera, con diferentes grados de malicia infantil pero sin mala fe hasta la pequeña Giulia, una niña muy echada pa’lante que ve en los dos chavales raros una posibilidad de cumplir su sueño de ganar la competición. Mención aparte para Massino, el padre de Giulia, un personajazo que acepta la vida como le viene y, cuando parece que te va a contar la historia para sacarte la lagrimita (el contexto busca el momento), rompe con lo esperado y despacha su anécdota sin más. Y qué grande al darse cuenta de la condición entre los tritones sin importarle lo más minimo ni inmutarse ni medio segundo. Son los amigos de su hija y ya le vale.

Observando el subtexto, a priori puede parecer que nos están contando una Sirenita modernizada, pero pronto vemos que la cosa no va por ahí. Luca es una entrañable alegoría sobre la inmigración (esos niños que son iguales pero no son iguales, no entienen la sociedad en la que están y siempre serán extraños por mucho que se esfuercen) explicada para los más pequeños, todo ello dentro de una preciosa historia de aventuras para los retoños de la casa, rodada – eso sí – con gusto exquisito.

Mis dieces por hacer que el niño gordo no sea el escogido para el desafío de comida. Por una vez no se tira de tópico.

Luca fue nominada a los Oscar de animación de su año, que perdió ante la muy inferior Encanto. Tú y yo sabemos que ese Oscar era para Los Mitchell, pero bueno…

Sorprende que Pixar traiga una película menor. Luca adolece de no tener nada de ese toque trascendente que nos ha hecho disfrutar durante tantos años en Pixar. Se limita a ser una deliciosa historia de aventuras para los más pequeños de la casa sin más complejos que ese. Unos personajes muy bien construidos y una calidad técnica marca de la casa complementan una propuesta con la que pasar 90 minutitos muy agradables. Muy entrañable a la que te pille con el ánimo adecuado.

 

Nota: 7

Nota filmaffinity: 6.9 

viernes, 17 de febrero de 2023

Sonic - La película

Estaba yo por aquí sin hacer nada de provecho con mi día cuando me acordé que tenía que hacer la reseña de Sonic.

A pesar de haber disfrutado durante años con los videojuegos del puercoespín azul, no tenía una especial ilusión por ver esta película. Viendo las experiencias proporcionadas por las películas de videojuegos, podíamos esperar tener un buen truñete entre manos. Además, las imágenes que se iban filtrando no prometían nada bueno. Pero hete aquí que al final se vio (años después), y ya tocaba hacer su reseña.

La película nos sitúa a un Sonic que, por alguna razón saltó de su mundo natal a la Tierra, donde lleva atrapado un puñado de años, en los que se ha criado al margen de la sociedad. Un día es descubierto por un patán que hace lo que puede con su vida y, entre ambos, deberán luchar contra un malo maloso que quiere a Sonic por una historia de Anillos de Poder y tal y tal.

Y debo reconocer que me he llevado una grata sorpresa. Sonic es una película de videojuegos con pocas pretensiones, pero la mar de simpática, constituyendo una de las mejores adaptaciones que se habían hecho hasta la fecha.

A ver, ¿qué tienes que adaptar del videojuego? El bicho azul, que corre mucho y Robotnik es el malo. Más allá… No tienes mecánicas que representar, ni tampoco un argumento mínimamente complejo (que esto no es Half-Life o The last of Us), así que los creadores optaron por un acercamiento a lo MCU: Coge el concepto original, lo trata con respeto y crea una nueva historia a partir de ello que recuerda suficiente al material primigenio para que el fan lo reconozca y aprecie, mientras que mete suficientes conceptos “nuevos” para que el profano no se pierda. Además, esforzándose para funcionar a diversos niveles dependiendo del frikerío del espectador (referencias para el que se lo sabe todo, detalles de común conocimiento para el que le suena de por dónde va la onda y luego, facilidades para que el profano no se pierda). Así, con una historia sin complicaciones, pero bien desarrollada y cuatro chascarrillos, pues tenemos 90 minutos para divertirnos sin exigencias.

Que sí, que la película es infantil, cuyo público objetivo ronda los 8-10 años, así que no lo podemos pedir lo que no tiene interés en dar. Sonic es una road movie de amistad entre un humano y un puercoespín de CGI, de atajos argumentales, todos los que queráis.

Quizás lo que menos me esperaba es que Sonic fuera creíble en pantalla. Para ser un peluche peludo que se mueve por ordenador, funciona estupendamente. Va muy acelerado por la vida, corre que se las pela e incluso el carácter bocazas y respondón del personaje está bien adaptado. Esto permite que las partes en que la película se decanta por la comedia y la acción sean las más logradas, ya que, además, Sonic tiene una gran química con James Marsden, complementándose muy bien cuando ambos están en pantalla (mis felicitaciones al actor y al equipo técnico). Luego la película naufraga un poco cuanto intenta ponerse trascendente y poner algo de drama, pero bueno, es soportable.

Y bueno, luego está Robotnik. Nadie lo había pedido, pero Robotnik es Dios. Jim Carrey es una improbable encarnación del malvado doctor que roba cada escena en la que aparece, gozándose a sí mismo como hacía años que no hacía y convirtiéndose en el espectáculo por excelencia del film. Es una bendita locura impredecible, tan desternillante como malvada, que levanta la calidad de cada segundo que aparece en pantalla. Estoy seguro que la mayoría de escenas están rodadas siguiendo el motto de “Carrey hace cosas y vosotros os adaptáis a ello”. Impagable.

En cuanto al trabajo del debutante Jeff Fowler, destacamos su capacidad para no meterse en líos, resolviendo con corrección las escenas de acción (aunque sin deslumbrar). Se nota la influencia de Mercurio a la hora de acelerarse, que con Sonic pasa bastante. La película avanza a buen ritmo, los chascarrillos tienen su gracia, Robotnik es dios y el desarrollo no es insultante. Además, el clímax final sigue un buen escalado y no parece estar por que sí. Al final, esta propuesta no busca más que ser simpática y hacer pasar un buen rato al espectador con 90 minutitos muy ajustados, funcionando como un entretenimiento agradable para toda la familia.

Así que al final, Sonic ha sido una sorpresa muy agradable. Esperando una basurilla, nos encontramos con una chorradita inofensiva, pero simpática y entretenida, que provee de aventuras para toda la familia. Y luego está Robotnik, que joé, como mola. Con su total falta de prejuicios y pretensiones, consigue ser una de las mejores películas que adaptan videojuegos que te puedes encontrar (bueno, la competencia es la que es).

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.4 

sábado, 11 de febrero de 2023

Guerreros de Ultramar (Graham McNeill)

Seguimos con Guerreros, aunque ahora sean de otro tipo. Con ésta, cierro toda la saga de Uriel Ventris, teniendo todos sus libros reseñados en este sitio. Algún día me pondré (o no) a hacer una reseña de toda la saga completa, pero no será hoy, que los Tiránidos invaden Tarsis Ultra y eso siempre llama la atención.

Título: Guerreros de Ultramar

Autor: Graham McNeill

Título original: Warriors of Ultramar

Traducción: Juan Pascual Martínez

“En la fría oscruridad del espacio, los voraces alienígenas Tiránidos viajan de mundo en mundo, consumiendo todo en un intento fútil de saciar su hambre de materia biológica. Justo en su camino se halla el planeta industrial de Tarsis Ultra, dónde el Capitán Uriel Ventris y los Ultramarines de la Cuarta Compañía les plantan cara en compañía de sus hermanos de batalla del Capítulo de los Mortificadores. A medida que la guerra arrecia y la situación empeora, Uriel deberá aceptar las tradiciones bárbaras de sus aliados y actuar contra las tácticas arcanas escritas en el sagrado Codex Astartes si quiere tener alguna posibilidad de destruir la amenaza alienígena.”

Lo que vemos desde un primer momento es un cambio de tono bastante importante. Cualquier atisbo de trama o desarrollo político (como sí habíamos visto en El Portador de la Noche) ha desaparecido. Aquí tenemos una invasión tiránida que no deja lugar a nada más que muchas toñas. Grandes y gigantescas. Obviamente se pierde la gracia del libro anterior, pero si algo sabe hacer bien el autor es escalar la belicosidad a tope, con lo que el libro se disfruta de otra manera.

El argumento tiene cero complicaciones. Los buenos defienden el mundo frente a los malos. Además, los Tiránidos son un villano muy fácil de escribir porque no piensan como nosotros y no tienen emociones, por lo que no hace falta dedicar tiempo a entender por qué hacen lo que hacen. Lo único que debes saber es que son el Gran Devorador y consumirán todo a su paso.

Esta simplicidad también se nota en el carácter de los personajes. Parece que McNeill “se olvida” de darles la personalidad que tenían en el libro anterior y se limita a tirar de tópicos como si no hubiera un mañana. Uriel Ventris pasa a ser “el prota”, con pocos detalles característicos más allá de ser el prota. El Sargento Pasanius se convierte en “el tío del lanzallamas” que, como buen secundario, siempre está allí. Peor parado queda el Sargento Learchus que se convierte en el gruñón que lleva la contraria al prota, sin más papel que ese.

Por lo menos, sí que entramos cierta diferencia entre los Ultramarines y los Mortificadores. Este capítulo de marines intercambiables se muestra como el reverso tenebroso de los Ultras para dar ejemplo de lo que ocurre si te alejas del Codex. No hace falta abandonar el Imperio para transformarse en un ejército de lo más inquietante. Su adoración por la muerte y aceptación de cualquier daño colateral como baja asumible los convierten en seres todavía más inhumanos de lo que tiende a ser cualquier Marine, provocando ciertos escalofríos cada vez que explican alguna de sus peculiaridades.

Me hace especial gracia encontrarme por aquí a un personaje famoso dentro del trasfondo, como es el Inquisidor Kryptmann. Sin andarse con suberfugios ni otras totnerías, se comporta tal como esperaríamos de un inquisidor cabrón. Su objetivo es todo lo que importa, y el resto, cositas veredes. Si tiene que cargarse un par de planetas para detener a la Flota Enjambre, pues se hace y punto.

Entre batalla y batalla, encontramos pequeños interludios en que se desarrolla una mini-trama secundario, siguiendo las vicisitudes de una pandilla callejera en los estratos más bajos de la ciudad colmena. Evidentemente, no lo pasan muy bien durante la invasión tiránida, teniendo sus aventurillas aquí y allá. No es que tenga una especial importancia dentro del libro (o ninguna), pero un poco sirve de recordatorio a lo mal que lo pasa el pueblo llano cuando las pistolas toman protagonistmo.

Lo que sí tiene el libro es un ritmo estupendo. No para. Consciente de tener una historia prácticamente nula, McNeill sabe lanzarte explosiones a la cara sin parar. Es decir, tienes acción continua de lo más emocionante. Así, el libro no aburre en ningún sentido. Las toñas son tan enormes y tan diversas que mola a su modo. Por otro lado, se echa en falta ese punto de trama que permite leer páginas y páginas sin parar. A mí no me importa disfrutar de escena de batalla tras escena de batalla, pero mucha gente encontrará dificultad en avanzar capítulos del libro sin una historia interesante, que la tercera ronda de cañones disparando y misiles explotando puede perder un poco la gracia.

Viniendo de un libro la mar de redondo como El Portador de la Noche, este libro es una pequeña bajona. Abandona cualquier pretensión argumental para ofrecer acción a lo bestia, pero le falta llegar al nivel de épica que otras propuestas similares consiguen, como El legado del Capítulo. Por lo menos no llega ser tan insulso como Cielo muerto, sol negro, de la misma saga y mucho más difícil de tragar.

Guerreros de Ultramar es una propuesta de acción descocada que busca tener las batallas más pantagruélicas de su franquicia. Su flojita trama lo destina a ser para cafeteros y completistas del género. No obstante, sigue siendo divertida y zumbada, que a veces es lo que se pide.

 

Nota: 5

Nota goodreads: 3.83/5 

jueves, 9 de febrero de 2023

El Guerrero Samurái: El final

Y esta vez, sin ya dar más tiempo de espera (qué raro), le damos a la última parte del Guerrero Samurái. La última de las adaptaciones en acción real de las aventuras en el manga (no se cuentan OVAs ni esas cosas, que hay otra peli con un nombre muy similar).

Estamos en 1879, 12 añoa tras el inicio de la Restauración Meiji y Japón ya ha abrazado con energía la Revolución Industrial y muchas costumbres occidentales. Los kimonos tradicionales se mezclan con los bombines y las novias vestidas de blanco. En la estación de Yokohama, el Capitán Hajime Saito, con su inevitable cigarrillo intenta arrestar a un pasajero sospechoso. Pero el caos subsiguiente provoca que Saito tenga que emplearse a fondo para reducirlo, sólo para ver cómo es liberado, al ser un protegido por la embajada china. Pronto conocemos que es uno de los jefes de la mafia china, y pronto veremos que tiene a su alcance un arsenal destructivo de primera categoría. ¿Su objetivo? Convertir la vida de Kenshin en una pesadilla de la que no pueda escapar.

Son justo los hechos acaecidos en El guerrero Samurái: el principio los que sirven de detonante para este El guerrero Samurái: el final. La muerte de Tomoe, mujer de Kenshin, es el motivo de esta venganza acaecida veinte años después, que pondrá a Kenshin mucho más allá de sus límites.

Se trata de la última saga que fue publicada en el manga, con el objetivo claro de funcionar como última aventura de Kenshin (ignorando el OVA de La muerte de Kenshin, que no gustó a nadie). La saga original no ofrece más que una excusa para que Kenshin y sus amigos se estocen contra un puñado de enemigos de lo más variopinto. Por ello, en esta adaptación se producen una serie de cambios para hacerla más digerible en la gran pantalla, especialmente a la hora de funcionar de mash-up con la que traer a todos los personajes “vivos” para que dediquen unos espadazos a mayor gloria del espectáculo.

Es decir, se abandona cualquier pretensión de la lógica en el argumento. Hay unos buenos, unos malos y un motivo algo peregrino para arrearse toñas como si no hubiera un mañana. Si en El principio la acción brillaba por su ausencia, aquí es TODO acción, salvo un par de minutos entre pelea y pelea para servir de excusa para el cambio de ambiente. Como si de un continuo de la saga se tratase, toda la película es una batalla final ultraviolenta de per se. Una idea bastante polarizante que atraerá a tanta gente como alejará.

Sin embargo, esto no impide para que podamos gozar con su estupenda factura técnica, con una ambientación de la era Meiji de bandera. Además, las coreografías están en su punto más dulce. Kenshin no sólo lucha con su espada, sino con todo su cuerpo. La velocidad y el uso del escenario juega un papel capital en las coreografías, empujando a los actores a los límites de lo que es físicamente posible. Que sí, que los cables ayudan y se acercan a los territorios de los súper hombres, pero sin provocar en ningún momento la suspensión de la incredulidad. El uso de la cámara es igual de destacable, ya sea mejorando el dinamismo de las luchas, o aportando una capa extra de significado a la puesta en escena.

Los actores continúan desplegando su habitual “calidad” interpretativa, pero como esta película es de arrearse, su poca capacidad para transmitir pasa a un lugar muy secundario. Así, tenemos a unos personajes bien trasladados del manga que se dedican a lucir sus armas y sus coreografías (que no son nada fáciles) en pantalla para hacernos disfrutar.

Puede que esta película no tenga mucho que contar, pero sí que funciona como un colofón a toda esta saga con un espectáculo con el que apagar el cerebro y dejarse disfrutar. Las toñas están bien diseñadas, las peleas se suceden a buen ritmo y no dejan de pasar cosas con las que mantener la atención. Las sofisticaciones se acercan a cero, pero funciona para lo que quiere.

Estas dos últimas entregas me parecen bastante más innecesarias que las anteriores, ya que la película de Sishio Makoto cierra perfectamente el arco argumental de Kenshin (y de todos los personajes). Tanto El origen como El final no son más que excusas para generar una nueva saga con la que seguir vendiendo mangas, animes y películas. No obstante, los personajes molan, la acción está bien realizada y, aceptando unos propósitos más digestivos, sigue funcionando como entretenimiento.

Si algún espectador ha llegado hasta esta quinta parte, es porque le gusta mucho El Guerrero Samurái, por lo que seguro que quedará satisfecho con una película que despide al personaje con todo el estruendo que uno desearía. Katanas, sangre y acrobracias japonesas con buen presupuesto es algo que no se ve todos los días. Si es tu onda, a gozar. Si no es tu taza de té, seguro que hace mucho que saltaste de este barco.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 6.2 

domingo, 5 de febrero de 2023

El Guerrero Samurái: El principio

Cuando parecía que ya no tendríamos más adaptaciones de El Guerrero Samurái, después de pasarse por aquí los tres arcos argumentales principales, parece que los productores le han cogido el gusto a esto y nos traen las dos historias que quedaban por adaptar. Ojo, no son parte de la historia original, sino adiciones posteriores para celebrar el aniversario de la obra. Así, tenemos un díptico consistente en El principio y El final de la historia. Lo bueno que tenemos es que el mismo equipo creativo está a cargo de todo y el nivel técnico se mantiene.

Empecemos por El principio. En vez de tener a un veterano ronin torturado por los recuerdos, Kenshin es un joven impetuoso con un talento descomunal para matar gente. Talento que pone al servicio de los rebeldes Meiji, con el objetivo de hacer caer al gobierno. En una de sus matanzas conoce a la joven Tomoe, de la que se enamora perdidamente. Como no puede ser de otra manera, ella tiene muchos secretos, cuya revelación provocará el trauma que Kenshin arrastra a lo largo de los años.

Se trata de la obra más diferente de todo el pack. En vez de tener una película que se base en la acción y en los espadazos, nos ofrece un drama romántico lleno de parsimonia, silencios e intenciones sobreentendidas. Kenshin cambia radicalmente de carácter, pues el desenlace de la película es la causa del trauma, con todos los detallitos escabrosos que uno puede imaginar.

Esto tiene un claro impacto en el ritmo y en el mensaje. Se nos ofrece una historia introspectiva, llena de amor y política. Sí bien hay escenas de katanas feroces y molonas, éstas no abundan porque aquí lo que importa es el desarrollo del personaje. Su propuesta más contemplativa puede suponer una bajona bien grande para todos aquellos que quieren emociones fuertes, pues aquí no las van a encontrar.

Además, esta necesidad de reforzar el desarrollo provoca que los actores tengan que interpretar mucho más, notándose las limitaciones que tienen. Espléndidos para las coreografías de sablazos, pero más justitos para transmitir emociones.

Lo cual no quita para que, al repetir todo el equipo técnico y gozar de un presupuesto decente, se pueda apreciar una gran puesta en escena  en la que la ambientación y los escenarios despiden una gran verosimilitud. La fotografía destaca en todo momento, consiguiendo escenas de gran belleza como la “lluvia de sangre” o todo el desenlace final en la nieve.

 Si te has leído el manga original, sabrás que esta saga es considerablemente más tranquila, por lo que tampoco le vas a pedir emociones fuertes. Se nota que estamos ante una historia más floja que las tres anteriores (por algo también se adaptaron antes), con lo que también tenemos entre manos una película menos interesante. Es un placer para la vista, aunque algo más aburridilla. Me sorprende que se salten toda la infancia de Kenshin y su relación con Seijuro Hiko, pero tampoco es que lo haya echado en falta.

En fin, El guerrero Samurái: el principio es una propuesta dedicada exclusivamente al fan con ganas de ser completista. Se percibe innecesaria y palidece ante las entregas anteriores, especialmente al tratarse de un drama de época. Muchos la encontrarán falta de ritmo y acción (obvio), ya que la propuesta busca otro tipo de entretenimiento. No obstante, la factura técnica es más que notable, lo que se nota en una puesta en escena pulcra y vistosa, que hace más agradable su visionado. Además, pone luz a uno de los enigmas más importantes del pasado del protagonista.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 6.4