domingo, 5 de febrero de 2023

El Guerrero Samurái: El principio

Cuando parecía que ya no tendríamos más adaptaciones de El Guerrero Samurái, después de pasarse por aquí los tres arcos argumentales principales, parece que los productores le han cogido el gusto a esto y nos traen las dos historias que quedaban por adaptar. Ojo, no son parte de la historia original, sino adiciones posteriores para celebrar el aniversario de la obra. Así, tenemos un díptico consistente en El principio y El final de la historia. Lo bueno que tenemos es que el mismo equipo creativo está a cargo de todo y el nivel técnico se mantiene.

Empecemos por El principio. En vez de tener a un veterano ronin torturado por los recuerdos, Kenshin es un joven impetuoso con un talento descomunal para matar gente. Talento que pone al servicio de los rebeldes Meiji, con el objetivo de hacer caer al gobierno. En una de sus matanzas conoce a la joven Tomoe, de la que se enamora perdidamente. Como no puede ser de otra manera, ella tiene muchos secretos, cuya revelación provocará el trauma que Kenshin arrastra a lo largo de los años.

Se trata de la obra más diferente de todo el pack. En vez de tener una película que se base en la acción y en los espadazos, nos ofrece un drama romántico lleno de parsimonia, silencios e intenciones sobreentendidas. Kenshin cambia radicalmente de carácter, pues el desenlace de la película es la causa del trauma, con todos los detallitos escabrosos que uno puede imaginar.

Esto tiene un claro impacto en el ritmo y en el mensaje. Se nos ofrece una historia introspectiva, llena de amor y política. Sí bien hay escenas de katanas feroces y molonas, éstas no abundan porque aquí lo que importa es el desarrollo del personaje. Su propuesta más contemplativa puede suponer una bajona bien grande para todos aquellos que quieren emociones fuertes, pues aquí no las van a encontrar.

Además, esta necesidad de reforzar el desarrollo provoca que los actores tengan que interpretar mucho más, notándose las limitaciones que tienen. Espléndidos para las coreografías de sablazos, pero más justitos para transmitir emociones.

Lo cual no quita para que, al repetir todo el equipo técnico y gozar de un presupuesto decente, se pueda apreciar una gran puesta en escena  en la que la ambientación y los escenarios despiden una gran verosimilitud. La fotografía destaca en todo momento, consiguiendo escenas de gran belleza como la “lluvia de sangre” o todo el desenlace final en la nieve.

 Si te has leído el manga original, sabrás que esta saga es considerablemente más tranquila, por lo que tampoco le vas a pedir emociones fuertes. Se nota que estamos ante una historia más floja que las tres anteriores (por algo también se adaptaron antes), con lo que también tenemos entre manos una película menos interesante. Es un placer para la vista, aunque algo más aburridilla. Me sorprende que se salten toda la infancia de Kenshin y su relación con Seijuro Hiko, pero tampoco es que lo haya echado en falta.

En fin, El guerrero Samurái: el principio es una propuesta dedicada exclusivamente al fan con ganas de ser completista. Se percibe innecesaria y palidece ante las entregas anteriores, especialmente al tratarse de un drama de época. Muchos la encontrarán falta de ritmo y acción (obvio), ya que la propuesta busca otro tipo de entretenimiento. No obstante, la factura técnica es más que notable, lo que se nota en una puesta en escena pulcra y vistosa, que hace más agradable su visionado. Además, pone luz a uno de los enigmas más importantes del pasado del protagonista.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 6.4 

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