jueves, 9 de febrero de 2023

El Guerrero Samurái: El final

Y esta vez, sin ya dar más tiempo de espera (qué raro), le damos a la última parte del Guerrero Samurái. La última de las adaptaciones en acción real de las aventuras en el manga (no se cuentan OVAs ni esas cosas, que hay otra peli con un nombre muy similar).

Estamos en 1879, 12 añoa tras el inicio de la Restauración Meiji y Japón ya ha abrazado con energía la Revolución Industrial y muchas costumbres occidentales. Los kimonos tradicionales se mezclan con los bombines y las novias vestidas de blanco. En la estación de Yokohama, el Capitán Hajime Saito, con su inevitable cigarrillo intenta arrestar a un pasajero sospechoso. Pero el caos subsiguiente provoca que Saito tenga que emplearse a fondo para reducirlo, sólo para ver cómo es liberado, al ser un protegido por la embajada china. Pronto conocemos que es uno de los jefes de la mafia china, y pronto veremos que tiene a su alcance un arsenal destructivo de primera categoría. ¿Su objetivo? Convertir la vida de Kenshin en una pesadilla de la que no pueda escapar.

Son justo los hechos acaecidos en El guerrero Samurái: el principio los que sirven de detonante para este El guerrero Samurái: el final. La muerte de Tomoe, mujer de Kenshin, es el motivo de esta venganza acaecida veinte años después, que pondrá a Kenshin mucho más allá de sus límites.

Se trata de la última saga que fue publicada en el manga, con el objetivo claro de funcionar como última aventura de Kenshin (ignorando el OVA de La muerte de Kenshin, que no gustó a nadie). La saga original no ofrece más que una excusa para que Kenshin y sus amigos se estocen contra un puñado de enemigos de lo más variopinto. Por ello, en esta adaptación se producen una serie de cambios para hacerla más digerible en la gran pantalla, especialmente a la hora de funcionar de mash-up con la que traer a todos los personajes “vivos” para que dediquen unos espadazos a mayor gloria del espectáculo.

Es decir, se abandona cualquier pretensión de la lógica en el argumento. Hay unos buenos, unos malos y un motivo algo peregrino para arrearse toñas como si no hubiera un mañana. Si en El principio la acción brillaba por su ausencia, aquí es TODO acción, salvo un par de minutos entre pelea y pelea para servir de excusa para el cambio de ambiente. Como si de un continuo de la saga se tratase, toda la película es una batalla final ultraviolenta de per se. Una idea bastante polarizante que atraerá a tanta gente como alejará.

Sin embargo, esto no impide para que podamos gozar con su estupenda factura técnica, con una ambientación de la era Meiji de bandera. Además, las coreografías están en su punto más dulce. Kenshin no sólo lucha con su espada, sino con todo su cuerpo. La velocidad y el uso del escenario juega un papel capital en las coreografías, empujando a los actores a los límites de lo que es físicamente posible. Que sí, que los cables ayudan y se acercan a los territorios de los súper hombres, pero sin provocar en ningún momento la suspensión de la incredulidad. El uso de la cámara es igual de destacable, ya sea mejorando el dinamismo de las luchas, o aportando una capa extra de significado a la puesta en escena.

Los actores continúan desplegando su habitual “calidad” interpretativa, pero como esta película es de arrearse, su poca capacidad para transmitir pasa a un lugar muy secundario. Así, tenemos a unos personajes bien trasladados del manga que se dedican a lucir sus armas y sus coreografías (que no son nada fáciles) en pantalla para hacernos disfrutar.

Puede que esta película no tenga mucho que contar, pero sí que funciona como un colofón a toda esta saga con un espectáculo con el que apagar el cerebro y dejarse disfrutar. Las toñas están bien diseñadas, las peleas se suceden a buen ritmo y no dejan de pasar cosas con las que mantener la atención. Las sofisticaciones se acercan a cero, pero funciona para lo que quiere.

Estas dos últimas entregas me parecen bastante más innecesarias que las anteriores, ya que la película de Sishio Makoto cierra perfectamente el arco argumental de Kenshin (y de todos los personajes). Tanto El origen como El final no son más que excusas para generar una nueva saga con la que seguir vendiendo mangas, animes y películas. No obstante, los personajes molan, la acción está bien realizada y, aceptando unos propósitos más digestivos, sigue funcionando como entretenimiento.

Si algún espectador ha llegado hasta esta quinta parte, es porque le gusta mucho El Guerrero Samurái, por lo que seguro que quedará satisfecho con una película que despide al personaje con todo el estruendo que uno desearía. Katanas, sangre y acrobracias japonesas con buen presupuesto es algo que no se ve todos los días. Si es tu onda, a gozar. Si no es tu taza de té, seguro que hace mucho que saltaste de este barco.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 6.2 

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