viernes, 6 de julio de 2012

Tetro


Reconozco que esta película empieza descolocándome un poquito… Está dirigida por un “monstruo” como es Coppola, sale la Verdú, está rodada en Argentina y en castellano. La mezcla es… rara.



Bennie es un joven camarero que vuelve a su hogar tras unos años de ausencia con la intención de reencontrarse con Angelo, su hermano mayor. Al llegar, encuentra que Angelo ha cambiado su nombre a Tetro y vive en una espiral de decadencia autocomplaciente y destructiva. Intentando entender porqué Angelo se alejó de su familia y de su famoso padre, Bennie deberá introducirse en el decadente mundo de los teatros de Buenos Aires. Sin poder evitar sentir la influencia del ambiente, intentará desentrañar los misterios y los secretos familiares que han llevado a Tetro a la locura.

Quizás lo más importante es el hecho de que no es una propuesta comercial. La película no está hecha con la intención de entretener al público. Es extraña y personal. Coppola se dedica a “jugar” mezclando géneros, tergiversando los diálogos y enredando con el modo en qué se cuenta una historia. Es trabajo del espectador estar atento a todos las sutiles variaciones y las indicaciones que marcan los “cambios” de momento.

ACTORES: Vincent Gallo se enfrenta a un personaje arriesgado y extraño, difícil de realizar de una manera verosímil y sale airoso del lance. Su actuación puede no ser memorable, pero salir vivo del brete es digno de mérito. La Verdú hace lo que puede por mantener el tipo y consigue salir decorosamente. Ehrenreich compone acertadamente un papel inocente, de un joven que aterriza en medio de la tempestad de una familia en crisis e intenta llegar vivo a puerto, entendiendo qué ha desencadenado la tormenta, mientras intenta mantener la cordura.

DIRECTOR:  El director de dos o tres de las mejores películas de la historia del séptimo arte se enfrenta en Tetro a una historia de rencillas familiares, encuentros y desencuentros sin gángsters ni mafiosos de por medio y elige, sorprendentemente, la forma más enrevesada, teatral y folletinesca que podía haber escogido. Desde la fotografía en blanco y negro (acorde con la fisonomía porteña, cambiando su textura en función de los sucesos de la obra) hasta la música (onírica y autóctona), cada encuadre está pensado al milímetro y obedece a una cuidada y meticulosa lógica interna. Una vez estás en la película, encuentras que de pronto el ritmo, las emociones en los personajes, la luz… cambian de una manera notable, como si de repente, se estuviera viendo otra película. Esta sensación sucede más de una vez. Coppola nos deleita con escenas hipnóticas e impactantes, que se quedan grabadas en el alma mientras juega con los colores y los géneros; pero lo une a algunas escenas que no provocan otra cosa que ganas de atizarle para que se centre, cuente algo y se deje de sombras, espejos, flashbacks y secuencias oníricas.

GUIÓN: La historia está desarrollada en una mezcla de extraños flashbacks en color mientras la historia principal es contada en blanco y negro, mostrándonos una radiografía perfecta de la desintegración familiar, el egoísmo y la frustración de los sueños personales. La acrobacia narrativa que propone Coppola es ardua y francamente notable, pero exige al espectador un esfuerzo excesivo y en ningún momento consigue (o intenta) provocar al espectador para que lo realice. El juego de diálogos y las variaciones que se van produciendo en los tonos están formidablemente conseguidos. No obstante, si no se consigue atractivo, por muy bien que te cuenten las cosas, rápidamente se provocará hastío y aburrimiento. El personaje de Vincent Gallo merece capítulo aparte; Tetro es él. Él es quién ha decidido ser. Desconocemos su pasado, pero la niebla se va disipando mientras se va desarrollando la cinta. Hacía tiempo que no veía una caracterización de un personaje tan trabajada, aunque no provoque otra cosa que indiferencia.

Lo que más destacaría:
-          La soberbia fotografía
-          La atrayente BSO
-          El giro final
-          Escenas magníficas como el diálogo entre Tetro y su hermano, reflejando un espejo a éste, y viéndose la sombra de Tetro por otra parte o la de Tetro presentando en sociedad a su pareja, asistiendo impotente a la lascivia que ella despierta en su padre. Es pura magia.

Es un ejercicio artístico que no puede dejar indiferente. Lástima que tanta exhuberancia y virtuosidad técnica resulta en una farragosidad agotante que provoca fácilmente tedio y desapego. El carácter intimista de la obra se mezcla con un tono operístico que pone la guinda final a un precioso pastel, pero que resta credibilidad a unos personajes en una extraña jugada que puede resultar desagradable para el espectador medio. Magistralmente realizada, pero irregular en el resultado debido a su exagerada complejidad.

Nota: 6
Nota filmaffinity: 5.8



La cara de Maribel Verdú cuando le avisaron de que Coppola quería rodar una película con ella de protagonista tuvo que ser espectacular. Estoy seguro de que algo tan inverosímil la debió de dejar alucinando.

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