Una tarde tonta en que tenía exceso de plancha y pocas ganas de ver algo exigente, le di a Movistar+ a ver qué tenían por ahí y encontré esta peliculilla. Motivado que es uno a veces para escoger.
Este
título no presagia nada bueno, eso por descontado. Memorias de un zombie
adolescente nos sitúa unos años después del apocalipsis zombie de turno. La
sociedad vive encerrada en sus refugios más o menos seguros y parece haber
llegado a un status quo mínimamente aceptable. Sí, la cosa se fue a la pucha,
pero se esquivó la bala y ahora la gente hace lo que puede en un mundo
peligroso (pero no mucho) por la presencia de los no muertos. Por estas cosas
que pasan, una chica que quiere demostrar a su padre lo muy autosuficiente que
es se pierde en las tierras infectadas, su padre esel jefe del refugio, cómo no.
Habría pasado a engrosar las filas de los no-muertos si no fuera por la
casualidad de que el zombie que la ha atrapado está enamorado de ella porqué,
bueno, porqué lo está. Este será el inicio de un amor imposible entre Montescos
y Capuletos que cambiará sus vidas para siempre (jé).
Pues,
así como suena, tenemos una comedia romántica zombie. Si tenemos vampiros
brillantitos, hombres lobo sexys y maltratadores con sombras de Gris, pues los
zombies también se apuntan a la orgía. Es una vuelta de tuerca que nadie vio
venir y, más allá de unos primeros diez minutos que parecen llevarnos al terror
más genérico, toda la película transcurre dentro de las películas de amor
adolescente con un escenario más insólito de lo normal.
Apela
al “amor que todo lo puede” con una desvergüenza tan grande que el resultado es
una tontería fresca, muy fácil de ver y de olvidar. No se mete en fregados
extraños, ofreciendo lo de siempre en un envoltorio inusual. Tiene la suerte de
que los actores se lo toman inesperadamente en serio, sosteniendo así la
película. No puedo sino felicitar los bemoles del director por tener las
agallas de presentar una película repleta de humor y optimismo en un ambiente post-apocaliptico
que, además, funciona a su modo. Su reducida longitud (apenas hora y media)
contribuye a que la película entre fina y no llegue a cansar en ningún momento.
Podría haberse ido a la gamberrada, a la sátira o tirar de humor negro, pero no. La película es un Crepúsculo y no lo esconde en ningún momento. Es anodina, tan fácil de ver como de olvidar y no ofrece apenas sorpresas al espectador. No va a proporcionar emociones fuertes ni va a cambiar tu vida, ni tampoco lo busca. Es predecible como sólo pueden ser este tipo de películas, sin tampoco ofender por su desarrollo.
Memorias
de un zombie adolescente es una comedia inofensiva. La
edulcorada portada no presagia nada bueno, pero su toquecito original hace más
agradable el trago. Previsible sin estridencias, presta a ser confortable para
un espectador poco exigente. Tiene un poquito de todo y no te comerá mucho los
sesos.
Nota:
5
Nota filmaffinity: 5.2
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