Hoy
viene la segunda sección de las recomendaciones, que a la postre es la que más
páginas y páginas ocupa. Hablamos de las películas que he ido viendo a lo largo
del año. Han sido 65, entre las que puedo decir que he escogido bien, dado el
disfrute que me han proporcionado a lo largo de este año.
Mientras
que en los libros faltaba quizás material para escoger, aquí ha dolido dejar
según qué propuestas fuera. Pero bueno, como siempre, recuerdo que lo que
importa para aparecer en mis recomendaciones es que la haya visto // reseñado
este año, sin importar de cuándo son. En
los libros, los recomendados compartían el hecho de ser obras de
ciencia-ficción. Aquí las tres comparten el hecho de ser películas de
animación, aunque se trata de propuestas muy diferentes entre ellas realizadas
con técnicas que no tienen nada que ver.
LAS
MEJORES
Empezamos
con una película surgida a raíz del estupendo repaso que le pegamos a Satoshi
Kon. Casi cualquiera de sus películas podría haber aparecido por aquí, pero
entre todas he seleccionado Paprika. Esta
precursora de Origen, es un anime desbordante
de imaginación sobre los sueños y su capacidad para influir en el mundo real. Con
una duración perfectamente afinada, supone 90 minutos de maravilla en la que la
frontera entre realidad y sueño se funde de la manera más bella. Paprika es una
fantástica película que pide ser vista una y otra vez para apreciar todo el
mimo y toda la belleza de la que se ha impregnado cada fotograma. Eso, que la
veáis.
Nos
vamos ahora a una propuesta radicalmente diferente, anclada en la realidad y el
trabajo artesanal. En Wolfwalkers tenemos
un delicioso cuento sobre invasiones inglesas, niños-lobo y la mitología
irlandesa. El trabajo de orfebrería que se marcan Moore y Stewart deslumbra en
una puesta en escena que lleva al límite las influencias de los frescos góticos.
El virtuosismo de cada fotograma – una
obra de arte en sí mismos – se suma a un inteligente uso de la pantalla partida
para agilizar la acción, jugando con mucha gracia con diferentes estilos en
función del lugar geográfico dónde se desarrolla la acción. Una joyita que ver
en familia, pues todas las edades encontrarán motivos para maravillarse,
sonreír, estremecerse y emocionarse. Además, el glorioso final feliz es de los
que dejan algo calentito en el alma y alegría para todos los espíritus.
Finalmente,
nos alejamos de la solemnidad y nos arrojamos al locurón de Los Mitchell contralas máquinas. En medio de un apocalipsis robótico en que Siri quiere dominar el
mundo, esta familia disfuncional tendrá que hacer frente a todas sus
diferencias para salvar a la humanidad (o algo así). Su animación de CGI luce
espléndidamente, dando vida a una comedia de aventuras para toda la familia que
constituye un continuo hallazgo de momentazos delante de la pantalla. Los
chistacos inesperados aparecen por todos lados: Siri como malvada, los furbys,
los robots renegados, el momento Tarantino, los videos de youtube….Ah, bueno, y
el desenlace, con un ataque final tan estúpido como maravilloso. Un descacharre
de película oiga.
Los
Mitchell contra las máquinas es un verdadero gozo en que todo funciona a la
perfección, presto a dar diversión a lo grande, una historia muy bien contada,
personajes diseñados con mimo y toneladas de sorpresas agradables.
Y
luego está MONCHI, claro. El mejor chiste del año. No hay más que discutir.
LA
PEOR
Ya
desde el momento en que se vio esta película, sabía que estaba ante una firme
candidata a ocupar este puesto, como así ha sido. Fuga de cerebros tiene como único aspecto positivo que se atreve a
hacer chistes sobre muchas cosas que nadie en su sano juicio se atrevería a
hacer. Tanta incorrección política consigue tres o cuatro momentos límite que
te dejan ojiplático. Luego, esta comedia universitaria de alumnos salidos que
la lían en el campus mientras intentan ligarse a la rubia guapa de turno “goza”
de un guión lleno de estupideces, un elenco actoral que sólo piensa en la
chequera y muy poca gracia. Básicamente, es mala en (casi) todos los sentidos
que yo quisiera valorar. Así que bueno,
poco más que decir.
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