Continuamos con el repaso de Satoshi Kon. Quizás no se dice suficiente, pero Millenium Actress es una verdadera maravilla. Gráficamente apabullante, con un ambicioso mensaje repleto de subtextos, enrevesado, pero de una claridad constante, repleto tanto de alta costura como de acrobacias desbocadas. Triunfa al mezclar ingredientes excéntricos sin por ello perder a un espectador mientras se hace un repaso por la historia del siglo XX japonés, hilvanado al destino tumultuoso de una mujer que se convierte por casualidad, por la pasión de un hombre, para huir de su familia y su condición, en actriz de cine. Esta actriz, Chiyoko Fujiwara, ex estrella de unos míticos (y ya desaparecidos) estudios de cine, vive retirada del mundo. Chiyoko acepta conceder una única entrevista después de mucho tiempo. Una entrevista en la que repasará su exitosa carrera en la que sus películas se entremezclan con la historia del cine y la propia historia del país. Uno se pregunta desde un primer momento si el excesivo fervor de Genya Tachibana, el feliz periodista-cinéfilo que recoge sus confesiones, tendiente a una admiración quizás demasiado excesiva, tiene otro rol que jugar en la historia. En efecto, pronto veremos como trae un regalo a la actriz. Una llave, en apariencia banal que abrirá las puertas que retienen el torrente de recuerdos que la actriz está deseando revelar.
Un cambio de género (otra vez) respecto a sus otras películas. No hay aquí rastro de la inquietante confusión de Perfect Blue, ni del optimismo capriano de Tokyo Godfathers o del onírico mundo de Paprika. Millenium actress es una oda de amor al cine, a la capacidad de transmitir historias y emocionar a un espectador que se maravilla ante lo que se le ofrece.
Las épocas de la película cambian continuamente, bellamente representas por una animación excelente, de una factura técnica fabulosa. La cantidad de saltos a través del tiempo, el espacio, la fantasía y la realidad desafían al creador para mantener la coherencia interna de un mundo asombroso, capaz de sorprender a cada nuevo giro de cámara. Se complementa de una música deliciosamente escogida (de Susumu Hirasawa) que es ideal para transmitir con solidez la magia que la película acoge en su interior.
Tomando como base
los códigos del melodrama, Millenium
Actress nos lanza, a un ritmo desbocado, a perseguir los recuerdos de
Chiyoko. Después de su experiencia iniciática – su encuentro, de niña, con un
pintor fugitivo de la policía, que le confía una misteriosa llave a cambio de
la promesa de reencontrarse en un futuro – hasta el último plano de su última
película, con la posterior clausura de los estudios que la hicieron famosa
(daos cuenta, que no desvelo nada aquí, todo se nos cuenta en el primer minuto
de película), su vida se nos rememora por completo, siempre a la búsqueda de
este hombre-espejismo. Uno capta rápidamente que lo que importa, lo que la guía
para seguir adelante no es tanto el resultado como la búsqueda misma. Concebida
como una declaración de amor de Satoshi Kon al cine, Miellenium Actress, homenajea con júbilo un puñado de gloriosas
referencias cinéfilas (la llave como obvio Rosebud de Chiyoko), elaborando en
un magnífico torbellino romántico evocaciones de Kurosawa, Mizoguchi, Ozu y un
puñado de obras que no han llegado al público europeo, presto a forjar la
filmografía de ensueño de nuestra heroína. El resultado es un monumento de
creatividad, una película desbordante y vertiginosa, cuyo preciosismo no frena
en modo alguno su capacidad de emocionar. Una magnífica historia de amor, cuya
belleza normal deja atónito.
Las transiciones
entre época y época (entre película y película) son una muestra de virtuosismo
que no dejan a nadie indiferente. Con ellas, se cambia de tercio y la historia
dentro de la historia da un nuevo giro. Los diálogos adaptan su tono y su
estilo a cada situación con acierto (estupendo trabajo de traducción),
inesperadamente líricos incluso en los momentos más tontos. Cada escena
funciona por sí misma, pero con todas ellas se conforma una preciosa oda de
amor al cine que cierra con acierto en sus compactos 90 minutos. Ni un solo
segundo está por estar ni deja la sensación de que falte algo que contar. Eso
siempre es un gustazo.
Así que tenemos una película que lo tiene todo. Millenium Actress es un delicioso puzzle que completar, siempre presto a darte una agradable sorpresa ante cada giro de guión. Esta oda al cine de apenas 90 minutos está llena de júbilo, de alegría por vivir y multitud de hallazgos ingeniosos que se prestan a apreciar con más cariño en sucesivos visionados con los que se sigue disfrutando una y otra vez. Y qué final, oiga.
Nota: 9
Nota filmaffinity: 7.4
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