Viendo la experiencia que he tenido al revisitar las películas que recordaba con cariño de mi infancia, cogí este repaso a Willow con cierto miedo. En los 80 la fantasía daba para lo que daba y ésta era uno de sus estándares, pero vista hoy en día podría ser demasiado cutre incluso.
Willow es un cuento de fantasía épica con todas sus razas extrañas, brujas, poderes mágicos y otras profecías varias. La historia nos sitúa a una hechicera oscura persiguiendo a todos los recién nacidos porque está escrito que una pequeña va a acabar con su vida. La elegida consigue escapar al caer su cesta al río y ser arrastrada con la corriente. Acaba en un pueblo de enanos, rescatada por el Willow del título, un joven ingenuo con ansias de aventuras que aspira a convertirse en mago.
Con
este argumento, ya os podréis imaginar qué va a ocurrir. Se trata de una
historia que hemos visto cientos de veces, sigue todos los tópicos del género,
despliega una ingenuidad a veces entrañable y no guarda ninguna sorpresa
escondida entre sus escenas. ¿Por qué es famosa? Obviamente, porque en los 80
no había nada más y ésta es la película que luego todos imitaron para hacer el
género de espada y brujería para todos los públicos.
Suele
decirse que entre ciegos, el tuerto es el rey. ¿Esto quiere decir que Willow es una mala película? Tampoco es
eso. A pesar de sus tropos y convencionalismos, todo lo que se presenta se
halla justo en su sitio. El guión es coherente, creando buenos personajes a los
que dota de diálogos interesantes que hacen avanzar la acción por si mismos,
con una historia bien desarrollada, coherente en su universo, que hace avanzar
la película a un ritmo vivo. Se nota que quién está detrás del libreto (George
Lucas, jé) sabe hacer las cosas y ha hecho un buen trabajo.
Tras
las cámaras está un artesano que es consciente de que, por una vez, tiene un
buen guión y se dedica a hacer lo que sabe hacer mejor: poner las cosas en su
sitio sin liarla y dejar que los técnicos (de éstos siempre ha sabido rodearse
bien) hagan su trabajo.
Así
que tenemos un aparataje técnico en la frontera del momento, con unos efectos
especiales que hoy día parecen pueriles, pero que se ganaron sus nominaciones a
los Oscar de su año (perdiendo ante Roger Rabbit). Se ve
un diseño trabajado y vistoso, coherente con el mundo representado, cuyos
monstruos tienen esa ingenuidad tan ochentera que se hace querer (esa serpiente
gigante de plastelina es TAN entrañable…). Una vez aceptas la artesanía con que
está realizado todo y comprendes las convenciones que se usa, la película ha
envejecido inesperadamente bien, mucho mejor que otras propuestas de la misma
época (o de diez años después). Esto se nota especialmente cuando toca
presentar juntos en pantalla a personajes de diferente tamaño, una tarea
realizada con tanto mimo que sólo se mejoraría veinte años después en El
Señor de los Anillos.
Además,
tienes la suerte de tener a dos actores con tanto carisma como Warwick Davies y
Val Kilmer protagonizando la película. Se la echan a la espalda sin problemas y
se hacen querer con sus interpretaciones de héroes improbables de apariencia
canalla pero de buen corazón (Han Solo, ¿oiga?)
A fin de cuentas, se trata de presentar “simplemente” una historia bien hecha, que trata al espectador infantil con respeto asegurándose de que la puesta en escena es correcta. Se ajusta el ritmo con brío y goza de tener una duración perfectamente acorde a lo que se quiere contar, sin prisas pero sin pausas para epicidades gratuitas.
Se nota que tiene casi cuarenta años, extrañándome que no haya sonado nunca para un remake de los que Hollywood gusta tanto últimamente. No me parecería mal realizarle un buen lavado de cara, pero sólo pediría que los enanos siguieran siendo enanos, por favor.
Sé
que no puedo ser objetivo con una película a la que le tengo tanto cariño. Willow hizo las delicias de toda una
generación y es capaz de entretener a cualquier zagal que sea capaz de apreciar
el paso del tiempo. Es previsible e infantilodie, pero está muy bien contada,
el universo creado tiene carisma y, qué demonios, me la he visto tantas veces
que me sé los diálogos de memoria, así que no la puedo poner mal a pesar del
paso de los (muchos) años.
Nota:
9
Nota
filmaffinity: 6.8
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