jueves, 15 de julio de 2021

Cáscara de nuez (Ian McEwan)

Como en muchos otros casos, se trata de un libro en el que yo no me hubiera fijado especialmente, pero viene recomendado por Lauriqui y la experiencia me ha enseñado a confiar en su criterio. Además, cuando es de McEwan, las posibilidades de tener una propuesta bien parida aumentan considerablemente.

Título: Cáscara de nuez

Autor: Ian McEwan

Título original: Nutshell

Traducción: Jordi Martín Lloret

“Trudy mantiene una relación adúltera con Claude, hermano de su marido John. Éste, poeta y editor de poesía, es un soñador depresivo con tendencia a la obesidad cuyo matrimonio se está desintegrando. Claude es más pragmático y trabaja en negocios inmobiliarios. La pareja de amantes concibe un plan: asesinar a John envenenándolo. El motivo: una mansión georgiana valorada en unos ocho millones de libras que, si John muere, heredará Trudy. Pero resulta que hay un testigo de esta maquinación criminal: el feto que Trudy lleva en sus entrañas. Y en una pirueta de triple salto mortal que parece imposible de sostener pero le sale redonda, McEwan convierte al feto –al que todavía no han puesto nombre porque no ha nacido– en el narrador de la novela, desde la primera página hasta la última. Lo que sigue es una mezcla genial de comedia negra, trama detectivesca y astuta reescritura intrauterina de un gran clásico, por cuyas páginas asoman también una joven poetisa amante de John y una bregada inspectora de policía. Pero además de observar desde primera fila los preparativos del asesinato de su padre a manos de su madre, el feto filosofa sobre el mundo y la vida, lanza preguntas incómodas y se lo cuestiona todo, mientras las copas de vino –y alguna bebida de más graduación– que bebe su madre tienen efectos mareantes sobre él. Jugando con un narrador inaudito, Ian McEwan plantea un audaz experimento literario que es un auténtico tour de force sólo al alcance de un escritor superdotado. Y el resultado es una novela redonda que avanza con el palpitante ritmo de un thriller, trufada del mejor humor británico.”


Lo leí sin saber apenas nada de qué iba y qué cosita más cachonda. Lo que McEwan hace aquí es coger la historia de Hamlet y darle una vuelta muy rara. En esta reescritura, el príncipe danés pasa a ser un feto próximo a nacer en una familia algo desestructurada de nuestra sociedad actual. Por el resto, todos quiebros y todas las conspiraciones que se arrojan entre ellos están más que presentes.

Esto no provoca que el que conozca bien la obra de Shakespeare se vaya a aburrir, para nada. El libro funciona estupendamente como una novela negra muy particular. Como si se tratara de una extraña Ventana indiscreta, se está planeando un asesinato y nuestro impotente protagonista intenta por todos sus medios (no muchos), impedirlo.

Ahí es donde triunfa la gracia de utilizar como narrador único a este feto intrauterino. Tiene unas limitaciones claras: No ve nada, no puede moverse, tiene sus fallos propios del que no sabe nada de la vida y, cuando desconoce qué ocurre lejos de él, rellena con lo que se le ocurre. Como tenemos un narrador no muy fiable entre manos, se nos obliga a reflexionar sobre qué se nos explica (y qué no) para que comprendamos qué está ocurriendo realmente.



Puede parecer una tontería o un alardeo innecesario (que lo es) pero nuestro protagonista preparto es una verdadera joya. Agudo, elocuente, con unos detalles a veces bastante cachondos, como cuando disfruta de unos cuantos vasos de vino tinto “decantados a través de una placenta saludable”, con su cogorza correspondiente, o que, de repente se entretiene para hacer vuelos en su espacio vital removiendo tanto sus pensamientos como su cabeza de arriba abajo.

(Ger)Trudy es la madre que le lleva y le protege. A efectos del narrador, es su mundo, su diosa, todo lo que él puede percibir. La ama por ser quién es, por todo lo que representa en su existencia, pero no puede evitar odiarla por aquello que hará en las próximas semanas. Se trata de una mujer caprichosa, a la que el embarazo ha arrebatado aquello que ella más apreciaba de si misma (su belleza). A pesar de haber querido mucho a su marido en el pasado, las circunstancias han provocado que ahora lo odie y planee su caída. Ahora saborea con pasión a su cuñado, especialmente planeando el asesinato que están por cometer. Sin embargo, es su conexión con el bebé lo que resulta fascinante. A raíz de la comprensión del embarazo, de cómo las acciones de elle la afectan a él, involucrándolo en sus siniestros planes de los que no se puede evadir al estar confinado en el vientre materno, lo que aporta a la historia de un puntito cachondo de lo más inusual.

El otro asesino (o proyecto de) es Claude, el cuñado de la víctima es en este caso un aburrido ricachón venido a menos, necesita de la muerte de su hermano para prosperar, especialmente ahora que se ha visto involucrado en una relación MUY tóxica con su cuñada. Se trata de un ser rastrero y zafio. Odia a su hermano por haber triunfado “sin haberse esforzado”, habiéndose involucrado con Trudy por puro despecho y necesidad, atraído por la estupidez y lo prohibido, se halla ahora aterrado por llevar a cabo un plan que le reportará muchos beneficios pero que no se ve capaz de realizar. Sin embargo, su propia cobardía le impide tomar los pasos necesarios para salir del brete.

Finalmente, tenemos a John, el veleidoso poeta candidato a cadáver. A pesar de recibir la adoración incondicional de nuestro protagonista, su relación con Trudy está prácticamente destruida y espera a la consecución del parto para desaparecer del todo. Se hace patente que casi todos sus actos son para fastidiar a su mujer, también queda claro que hubo sincero amor en el pasado, que le llena de remordimientos de vez en cuando, con esa vana ilusión de, a veces, reconducir una relación que no lleva a ningún lugar. Me gusta lo bien que está representado el calor que queda entre las cenizas de la relación, con pequeños vaivenes entre “te quiero fastidiar” y el “te quiero” que existe en una relación a punto de destruirse.

La acrobacia narrativa funciona a la perfección, con un ritmo y un ingenio notable, además de una construcción de personajes impecable. Por si fuera poco, se puede disfrutar página a página, frase a frase, con un torrente de construcciones semánticas adorables, en las que nada chirría, sin una palabra fuera de lugar, sin conexiones extrañas ni nada que te lleve a pensar que le falta una ronda adicional de edición. Mientras tanto, McEwan encuentra tiempo para reflexionar sobre cambio climático, extremismo religioso, SJW y políticas de identidad, sin olvidarnos de mencionar el chorreo de citas a Shakespeare más o menos disimuladas, de las que he pillado un puñado (y habré pasado por alto un montón más).

Otra cosa que me hace especial gracia es que Trudy echa algún polvete a lo largo de la novela y, como todo se nos cuenta desde el punto de vista intrauterino, el asunto coge tintes realmente jocosos por momentos. Realmente, McEwan le da una vuelta de tuerca la mar de divertida al tema.

Todo el libro avanza a buen ritmo, a pesar de sus devaneos filosóficos. Acaba (es un decir) con el parto correspondiente, que provoca que nuestro protagonista nazca y cambie radicalmente su punto de vista. Especialmente cuando puede “ver” a los personajes y se da cuenta de que son mucho más feos de lo que había imaginado, decepcionándose especialmente con la poca gracia que tiene el mundo exterior. Aunque la base es Hamlet, se realizan suficientes cambios para que no quede claro cómo va a progresar el crimen, con su correspondiente dosis de suspense para ver si les pillan o no.



Pero bueno, se trata de un libro a leer con calma. Eso por seguro. A veces dan ganas de releer frases, algunas para asegurarse de comprender todo lo que implica cada expresión en toda su gloria, mientras que otras se hacen simplemente para disfrutar de la musicalidad de la frase. Aceptar que un feto te habla como un cultivado académico puede ser chocante para muchos, pero es indispensable para poder disfrutar del libro.

Puede descolocar, especialmente cuando el narrador se pasa un buen puñado de páginas divagando mientras elucubra sobre lo que podría haber ocurrido  (o no), o filosofa (a su manera) sobre el mundo y lo que será su vida en párrafos eternos sin diálogos. Tenemos un narrador poco fiable y no se nos cuenta nada que éste desconozca, por lo que los sucesos son siempre interpretables (como se gusta McEwan con esto) y exige cierto esfuerzo para seguir la historia. Sin embargo, se trata de una reinterpretación muy puñetera de Hamlet, con chascarrillos de humor muy negro, un asesinato por cometer y una escritura llena de pulcritud que es todo un placer leer.

 

Nota: 7

Nota goodreads: 3.67/5

3 comentarios:

  1. A mí también me gustó mucho y además, me dio un empujón hacia el mundo de los podcasts.

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    1. Por cierto, el mensaje de arriba también era mío, no sé por qué no sale firmado como cocodras. Debí de cambiar la configuración en algún momento. :S

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    2. ¿Qué podcast gastas habitualmente?

      A ver Coco, confiesa, ¿quién es Nal? ¿Es esa tu identidad secreta de la identidad secreta?

      Mt

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