Cuando se relanzó la
saga de dinosaurios por excelencia, con Jurassic World, me llevé una sorpresa
bastante agradable. No es que fuera a ser una gran película, pero se dejaba ver
agradablemente. Aunque tenía sus defectos y claramente podía haber estado mucho
mejor, sobrepasaba sin dificultad a los últimos engendros surgidos del parque
Jurásico y, por lo menos, proporcionaba dos horitas de buen entretenimiento.
En ese sentido, habían conseguido captar mi interés para una posible continuación.
Cuando además se anunció
que fichaban a J. A. Bayona como director, mi interés creció un poco. Sabiendo
que el proyecto estaba en sus manos, me garantizaba al menos que la película no
iba a ser una chufla. Puede que el guión que le dieran hiciera aguas por un par
de sitios (o mil), pero tenía la seguridad de que tras las cámaras había un
buen artesano que conoce su trabajo. Por si fuera poco, pudo traerse a gran
parte de su equipo, lo que garantizaba que el director mantendría cierto
control sobre el proyecto.
El reino caído nos
sitúa poco tiempo después de Jurassic World. El parque se ha ido a tomar viento
y los dinosaurios viven en la isla como si de una reserva se tratara. La
erupción de un volcán pone en peligro su existencia y un grupo de activistas
viajará a la isla para rescatar a tantos bichos como sea posible. Como no todo
puede ser tan fácil, pronto quedará claro que los ideales de los que mandan en
la organización no tienen precisamente intereses altruistas.
Se hace fácil notar
desde un primer momento que hay mucho del director en la puesta en escena del
film. Se nota que aprecia las novelas de Chrichton y las primeras propuestas de
Spielberg para sacar de allí el encanto original y plasmarlo en una imaginería
muy trabajada y característica, en la que la fotografía, los efectos visuales y
el sonido se conjugan para el servicio de la película y no al revés. En este
sentido, está muy por encima de la película que firmó Colin Trevorrow y resulta
especialmente eficaz para el montón de situaciones tétricas y malrolleras que
guarda la película. Incluso se autoplagia descaradamente sin que nadie se lo
eche en cara. El conjunto da lugar a una especie de película de serie B
supervitaminada que me ha hecho mucha gracia, con un sello de autor que permite
disfrutar de la experiencia sin esfuerzo.
El principal escollo
que tiene la película estriba en el desconcierto que provoca su forzado
desarrollo. Mientras que todas las propuestas anteriores respondían al esquema
de las películas de aventuras con sus puntos de tensión, El reino caído abraza con ganas el género del terror con un puñado
de escenas bien incómodas que te pegan el culo al asiento. Sin embargo, esto se
mezcla con un humor chorra que no casa con el tono general, a cargo de
personajes cargantes sin apenas personalidad, jalonado de un exceso de tramas y
de sinsentidos de guión que da vueltas sin saber bien hacia dónde (la subtrama
familiar es TAN innecesaria, ¿cómo que no hemos conocido a este
súper-benefactor a lo largo de ninguna de las películas?). Mezclar escenas llenas
de acción, tensión y espectacularidad con estupideces tan absurdas no es la
mejor de las ideas.
Los actores,
bueeeeeeeeno, Chris Pratt tiene la suerte de ser de esos elegidos que se comen
la pantalla cada vez que aparecen en ella, bien secundado por una Bryce Dallas
Howard que sabe estar a la altura a pesar de lo poco que le ofrece el guión. El
resto de personajes varían entre lo soso y lo lamentable, con algunos
personajes realmente cargantes (muy merecida la nominación al Razzie para
Justine Smith). Entre que el guión da para lo que da y que Bayona no parece
molestarse en que actúen bien, pues aquí tenemos un buen defectillo en
pantalla.
Los problemas de
guión tienen como consecuencia unos baches de ritmo que se hacen bastane
desagradables. Cuando Pratt no está al mando, la escena se resiente con ganas,
especialmente cuando los chistes idiotas salen a la palestra. Suerte que en su
parte final el terror y la tensión salvan la papeleta, porque si no, se podría
haber hecho bastante pesada.
Por lo menos, toda
la parte de los efectos especiales funciona perfectamente. Bayona recupera los
animatronics como base, ayudándose de ordenador cuando conviene y no al revés.
Esto se nota en el realismo de los propios dinosaurios, que se ven realistas,
como si los hubieran resucitado para la causa. Ésta es una parte vital para que
la película funcione y se agradece lo bien que funciona.
Al final, El mundo caído adolece de los mismos
defectos que veo últimamente en muchas propuestas modernas. Las cosas que están
bien hechas están MUY bien hechas, pero las partes que no han quedado logradas
están MUY mal hechas, haciendo mucho daño. Por un lado, goza de ser el mejor
“Parque Jurásico” desde la primera. Mantiene una tensión y genera escenas de
acción más que notables, con unos efectos especiales de primera que funcionan
estupendamente y sabe ser “entretenida”. Por otro lado, la película sufre un
elenco actoral no demasiado inspirado, además de padecer de un guión que no
sabe muy bien qué tipo de película quiere ser durante dos terceras partes del
metraje, lo que se resiente en su visionado.
Así en resumen,
cosas buenas:
Muchos dinosaurios y
muchos dinosaurios nuevos. Se mueven que dan gusto. Tiempo en pantalla para el
dino cabezón. Debates éticos sobre los derechos de los dinos. El brachiosaurio
del muelle. Ian Malcolm. Blue. Efectos especiales bien mezclados con la
animatrónica. Dirección y tensión.
Cosas malas:
Poco T-Rex. Poco
desarrollo de los debates éticos. Poti-poti genético para generar un súper-dino
(otra vez). Patillada de guión para hacer aparecer un socio capitalista de
vitalisisíma importancia que nadie había nombrado anteriormente. Habíamos visto
casi toda la peli en los trainers. Justine Smith. Clonaciones humanas
gratuitas.
Bayona hace muy bien
su trabajo, con un despliegue visual espectacular y convincente que está varios
niveles por encima del guión. Lástima que éste último lastre considerablemente
el resultado e impida al film ser más que una propuesta entretenida.
Nota: 6
Nota filmaffinity: 5.8
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