Después de dos rondas de
Cárax, la DPM de este mes nos ha propuesto una historia de amor bastante más
pequeña y fresca. De las que entran bien y se disfrutan relajadamente. Como
casi siempre, no tengo ni idea de que me espera, pero hay casi garantía de
buenas propuestas (o al menos, diferentes a los circuitos habituales).
En Marius y Jeannette
hay que alejarse de los tópicos yanquis sobre el amor y las relaciones.
Olvidemos todas las mariposas en la barriga, los amores a primera vista, las
idealizaciones gratuitas y la estupidez melosa que impregnan todas las comedias
románticas clónicas de Hollywood. Aquí tenemos una relación coqueta de dos
personas normales que tienen vidas más o menos normales. Ambos padecen los
problemas que arrastran aquellos que han tenido una vida dura pero que aun así luchan
por tirar adelante.
Ella, cajera de supermercado.
Él, vigilante en una construcción. Cada uno de ellos con sus traumas,
maltratados por la vida, fieles retratos de los barrios obreros donde hay que
luchar por salir adelante y sobrevivir con lo que se tiene. Deben luchar contra
las desilusiones que han recibido una y otra vez, afectando a su autoestima,
impidiéndoles concebir que alguien pueda querer encariñarse con ellos más allá
de la simple calentura sexual. Poco a poco, irán reconociendo sus sentimientos,
aceptando que lo que sienten no son ganas de echar un polvo sino simple amor, desarrollándose
con plena naturalidad y realismo.
Y es que el progreso de
toda la relación es perfectamente creíble. Desde la desconfianza mutua inicial
hasta que se dan cuenta de que están enamorados hasta las trancas. De fondo,
huelgas y otras luchas obreras jalonan el paso, mostrándonos al resto de un
vecindario cuyos entrañables personajes se nos hacen pronto cercanos. Todos
tienen su historia y la película guarda uno o dos momentos para que cada uno de
ellos se luzca, explayándose sobre su filosofía para la vida y cómo hacen para
tirar para adelante a pesar de las dificultades del día a día.
La descarnada fotografía
retrata una deprimida Marsella de finales de los 90, con su eterna crisis
(aunque ahora lo estén pasando peor). Sucia, contestataria y decididamente
obrera, Marsella se muestra agitada, reivindicativa. No contiene ninguna
denuncia social, puessólo funciona como
un escenario muy reconocible, un fondo donde situar todo el percal. Destila
realismo y cotidianeidad, permitiéndonos empatizar rápidamente con todos sus
habitantes, cogiéndoles cariño desde el primer momento y sufriendo
agradablemente con sus penurias.
Estamos ante una pequeña
gran película. Su propuesta es modesta pero no por ello está mal aprovechada,
pues despliega grandes dosis de naturalidad, demostrando que ni las acrobacias
sentimentales ni la sobredosis de azúcar son necesarias para aportar un buen
toque de romanticismo. Pero tampoco hay tanto que contar. Actores muy creíbles,
una historia simple y bien contada y pocas ganas de meterse en follones
inadecuados. Caramelito fácil y devorable cualquier domingo tarde, de los que
te dejan una sonrisita tonta y feliz.
Nota: 7
Nota filmaffinity: 7.1
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