Apenas un poco de tiempo después de reseñar mi primer manga, aquí va el segundo, éste más corto y más sesudo.
Imagina que un día cualquiera encuentras una libreta por el suelo. ¡Oh, qué sorpresa para empezar el día! No tendría más novedad sino fuera porque es una libreta mortal: Si escribes el nombre de alguien en ella, morirá a los pocos segundos. Light Yagami, quizás el estudiante más brillante del país, que vive hastiado de un mundo que no le ofrece ningún desafío, asqueado ante la interminable retahíla de crímenes que jalonan cada día las noticias, es quién recibe el poder de matar personas simplemente escribiendo sus nombres en una libreta. Empieza con la más noble de las intenciones (o no): barrer del mundo a TODOS los criminales, pero jugar a ser Dios tiene un precio. La policía pronto se da cuenta de que alguien, de alguna manera, está acabando con los criminales pasando por encima de las leyes del país. Las preguntas salen a la luz, ¿está haciendo este asesino de masas un favor al mundo, o está mostrando una total falta de respeto a los derechos humanos? Pronto L, el mejor detective del mundo, se pondrá tras la pista de Light, empezando así un juego del ratón contra el gato en el que ambos darán todo de sí para demostrar que son más brillantes que su adversario.
Resumiendo las cosas bien rápido: Me ha encantado y no podéis dejar de leerlo. Así que parad ahora mismo e id a por él.
Pero bueno, pongámonos el traje de faena: QUÉ INICIO. He leído un buen puñado de mangas y no recuerdo muchos con un primer tomo más apabullante que éste. Si bien la propuesta es un poco inverosímil, el dúo Ohba/Obata se la toma en serio y va tó tieso a quitarte el aliento. No dudo que si tienes más tomos a tu disposición, los primeros cuatro entran del tirón. Es un ejemplo perfecto de que no necesitas hacer inventarte muchas locuras fantásticas para volverte adictivo dentro de la ficción especulativa. Con una simple libreta mortal, tenemos 12 tomos de canelita dentro de los thrillers de cualquier formato.
Se plantea un conflicto aparentemente tonto, pero Ohba/Obata se las arreglan para profundizar en todos los matices éticos de lo que se plantea, llevando hasta límites insospechados las consecuencias sin que por ello la trama detectivesca se ralentice ni se obvien las dificultades de unos y otros para llevar a cabo sus planes.
El protagonista
indiscutible es Light
Yagami, que pronto se hace conocer con el sobrenombre
de Kira, el Dios de la Muerte. Para él, su misión adquiere tintes de una
cruzada sagrada, pues es consciente (ejem) de que él y sólo él es el único con
la capacidad suficiente para purgar el mundo y crear así un paraíso terrenal. Cuando
la policía reconoce que no son capaces de capturar al asesino, piden ayuda a L,
el mejor detective del mundo. L
es un personaje tan tarado y tan brillante a su modo como Light,
estableciéndose une enemistad que no sólo debe acabar con el fin de su oponente
sino con el total reconocimiento de quién es el mejor de los dos.
Esta lucha entre
Light y L muestra las diferencias que tienen ambos sobre la justicia, lo que es
correcto y la maldad. Death Note
consigue con brillantez que lo veas desde ambos puntos de vista, de manera que
por momentos estás de acuerdo con ambos. El desarrollo se produce con asombroso
ingenio, desafiando tus puntos de vista sobre la justicia y el poder. El dilema
que te plantea está lejos de ser simple, garantizando que cambies de opinión
varias veces por tomo. A cada momento te sorprendes saltando de un bando a
otro, quizás empiezas a leer creyendo que Light es un demonio y a las tres
páginas lo apoyas como una animadora descocada. Realmente, es una historia
sobre la moral muy compleja, con especial hincapié en la corrupción del poder y
qué castigo merecen los impíos.
Como apuntes, me encanta como se refleja de dualidad de Kira en la Policía. Algunos del cuerpo están muy de acuerdo con la misión sagrada que se ha autoimpuesto, mientras que otros lo consideran un monstruo e intentan capturarlo. Con el tiempo, estos últimos empiezan a morir misteriosamente (con algunas bajas que se clavan en el hígado), mostrando que oponerse a Kira quizás no es muy buena idea. Lo mismo ocurre con los políticos, retratados como cobardes chupatintas que lo único que desean es salvar su trasero, incapaces de reaccionar ante la amenaza que se presenta. Cosa que, por otra parte, es muy comprensible a la que alguien hace el esfuerzo de ponerse en su pellejo. Otro alarde de brillantez para el dúo Ohba/Obata.
Estos libros rompen
una de mis premisas básicas de lo que hace a una historia interesante. La gran
mayoría de la “acción” consiste en gente pensando sobre cosas, con diálogos
internos imposibles. Esto es un gran “no” en términos de contar una trama y un
doble “no” en un medio visual como un cómic. Pero funciona. Eso es innegable.
Se construye un thriller vibrante, repletos de diálogos afilados (que debes
seguir con atención para comprender los hechos) en los que todo son juegos de
“yo sé que tú sabes que yo sé” presentado con una maestría sorprendente bien
capaz de dejarte la mandíbula en el suelo.
Además, el dibujo me encanta, con un preciosismo en el detalle muy inusual en el género, con multitud de vestuarios y complementos cotidianos que refuerzan la “verosimilitud” de la historia. Sólo con la cantidad de vestiditos que lleva Misa Amane en un tomo tendríamos para vestir el 90% del vestuario de un manga cualquiera. Funciona estupendamente tanto cuando salen las pistolas a relucir como en un simple partido de tenis que es mucho más que un partido de tenis. Joé, ¡consigue que un diálogo mental de dos tíos en habitaciones separadas esté lleno de molabilidad! Este dúo es el que tiene una mayor perfección técnica en todos los aspectos de su medio con una diferencia bastante clara. Lo que hacen, lo hacen bien.
Rompiendo también uno de los mantras típicos del anime, su duración es relativamente reducida, apenas 12 tomos (6 en su Black Edition) que se leen con ansia y caen en muy poco tiempo. Nada que ver con los 56 tomos del InuYasha que reseñé hace nada, que impiden la realización de un buen banquetazo. No, estos 12 tomos le vienen estupendamente bien, condensando una historia compleja con acierto, permitiéndose todas las acrobacias que quieren sin que (casi) ninguna de la impresión de estar por el mero hecho de estar.
Uno de sus mayores defectos (¿el único?) es que la historia parece llegar a su final de manera natural cuando han pasado sobre 4/5 del camino y, cuando todo parecía cerrado, se vuelve a abrir un poquito porque sí, añadiendo un par de tomos adicionales al conjunto. En ningún momento llega a quedar MAL, pero si sorprende que, cuando se ha llegado a una conclusión concreta, todavía falten un buen puñado de páginas para acabar. Los creadores han comentado más de una vez que tenían pensado finalizar ahí, pero el manga estaba funcionando TAN bien, que desde la editorial les forzaron (mucho) para que le metieran una vuelta más y alargan la publicación unos seis meses. ¿Death Note debería haber durado un poco menos? Sus propios creadores opinan lo mismo, verbalizando justo eso en su manga posterior Bakuman (que algún día se pasará por aquí), en el que achacan a su falta de experiencia (apenas llegaban a los 30 al escribir Death Note) su poca resistencia a las presiones de arriba, declarando que una obra debe durar lo que debe durar y no lo que el editor quiera.
Éste y otros pequeños defectillos irrelevantes que surgen de ciento en viento sirven para hacerte ver que Death Note no es una creación sobrenatural y, por tanto, te permite mantener la cordura.
Para celebrar el 15º aniversario de la publicación, Ohba y Obata se volvieron a juntar para publicar un one shot sobre un posible retorno de la libreta de la muerte en nuestros días, adaptándolo al contexto contemporáneo. Se lee y se goza en un ratillo (apenas 50 páginas) con una historia auto contenida muy bien parida en la que aparecen los representados los políticos del 2019. Sientes un escalofrío cuando te hacen ver qué podría hacer Trump si consiguiera la dichosa libreta.
Con InuYasha simplemente destacaba lo divertido que llegaba a ser. Death Note, en cambio, es una de estas historias que HAY que leer. El mejor thriller de detectives (o casi) que te puedes echar en cara. Te coge y no te suelta mientras alucinas con todo lo que está pasando. Además, son apenas 12 tomos, no te das cuenta, te lo has ventilado y tu vida no volverá a ser lo mismo.
Nota: 10
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