Disney continua con su costumbre de actualizar sus
clásicos a acción real (y yo sigo viéndolos xD). En este caso le toca con una
de sus películas menores, una medio olvidada de los setenta que tampoco es que
fuera gran cosa.
El pequeño Pete parte de aventuras con sus padres, pero
un accidente de tráfico lo deja huérfano y perdido por un bosque de Portland.
Allí encontrará al que será su protector y amigo durante largos años: un dragón
verde, casi de peluche, llamado Elliot. Cuando Pete es encontrado, mucho tiempo
después, por la guardabosques y su familia, todos creen que Elliot es un amigo
imaginario que se inventó para no estar tan solo. Solamente la pequeña Natalie
le cree, dispuesta a realizar el salto de fe necesario para traspasar la
delgada línea en que convergen fantasía y realidad, donde aparece, al fín, la
magia.
La mejor idea que ha tenido Disney al realizar esta
adaptación es trasladar la acción a nuestros días. En vez de situar la relación
entre Peter (Pedro) y el dragón invisible en una idílica Edad Media (en la
película de 1977), que no daba tanto juego, se traslada al siglo XXI, donde se
aprovecha para introducir por medio una subtrama sobre la destrucción del
hábitat natural de los dragones forestales y los problemas que ello acarrea sin
que parezca un pegote ni quede en mal lugar.
Por otro lado, además del hecho de que la película es un
remake, tenemos entre manos una historia que Disney nos ha contado mil veces:
unos niños que deben salvar a un animal de la crueldad de unos malos malosos
que quieren ganar dinero sin importarles el medio ambiente y esas cositas. Sí,
hay sus variaciones y esas cosas, pero nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, el
film se las arregla para ser distraído y entrañable, con un puñado de escenas
que funcionan aceptablemente. No tiene nada que ofrecer dentro del género
familiar ni pasará a la historia de ninguna de las maneras, pero no se hará
pesada a los más pequeños de la casa ni hará sufrir demasiado a los pacientes
padres que deban acometerla.
Como siempre, hay una cara conocida en los actores
principales para dar un poco de lustre y solemnidad (en este caso un adusto
Robert Redford, en un papel muy facilito y bienintencionado), rodeando a un
elenco infantil que bastante hace con no ser repelente. El director –un novel
David Lowery- se las arregla para ser
anodino y dirigir con funcionalidad un guion anodino que no pide florituras
innecesarias. Como nota positiva destacaríamos una ejemplar fotografía y una
magnífica banda sonora salpicada de canciones folk, que vienen a sumar enteros
a esta cinta de gran contenido sensorial y unos efectos especiales muy
resultones inesperados en una propuesta relativamente “modesta” como ésta.
Debo destacar la voluntad de innovar, de aportar algo
nuevo en la ejecución de un remake, siendo al mismo tiempo fiel al original.
Sin embargo, la película de 1977 no pasaba de ser un entretenimiento familiar,
y ahora sigue sin ser otra cosa que ello.
Nota: 3
Nota filmaffinity: 5.9
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