Las series de televisión cada vez ocupan más mis noches
de soledad, por lo que se me hace obligatorio hacerles un pequeño gran hueco en
este resumen. A lo largo del año he visto capítulos de un total de veintitrés
series diferentes. Sin embargo, sólo hablaré de aquellas que he acabado
este año, es decir, de aquellas que he visto el último capítulo de la misma (y
ya no habrá más) a lo largo de estos últimos 365 días, que doy por finiquitada,
vuelva o no por sus capítulos en un futuro próximo o lejano. Así que nada de Juegos de tronos, Muertos caminantes o Almas de metal. Aparecerán más adelante
(o no).
Si hacemos un repaso, podréis ver que las propuestas son
muy variadas.
Algunas gozan del músculo técnico que permite un
presupuesto abultado, recreando con mimo diferentes épocas de nuestra historia.
En este caso, la fastuosa Rome es un
must see en toda regla, una joya olvidada de los inicios de la HBO. Por su
parte, la BBC echó la casa por la ventana para recrear la monumental novela de Guerra y Paz, permitiéndonos visitar la
Rusia de los zares con el lujo de disponer de recursos a voluntad, aunque se le
eche a faltar un poco de brío.
Sobrada de músculos y brío, aunque falta de realismo
histórico está el McDonald’s más devorable de mi año. Espartaco es un espectáculo tan divertido como vacío de contenido.
Sangre, sexo y violencia. En fin, flipadas sin sentido con la que apagar el
cerebro un ratito con la gracia de un desenlace que vuela a mucha más altura
que el resto de la serie.
El filo de las espadas se cambia por lenguas afiladas en The office, en la que un Gervais con
toneladas de acidez y mala leche retrata la rutina de una oficina cualquiera,
provocando amargas risas sobre situaciones que no deberían tener ninguna
gracia.
Más amigable y feliz es el anime que constituye el
paradigma del humor absurdo japonés. Bo-bobo
es una propuesta muy personal con las que relajarse y recuperar la alegría de
vivir, además de echarse unas buenas risas si casas con su excéntrico humor.
Y ahora, por fin, llegamos a las elegidas para la gloria.
Las tres series que he acabado que más me han hecho vibrar este año. Tres
series por las que no todo el mundo se sentirá atraído, pero que son más que
capaces de atraparte y provocarte la necesidad de devorar un capítulo tras
otro.
La primera de ellas es una deliciosa joya escondida en un
canal minoritario de EEUU. Procedente del canal juvenil Cartoon Network, Más allá del jardín es un delicioso caramelito que
te lanza a un mundo fantástico y oscuro, dónde todo y nada es lo que parece
ser. La aparentemente inocua historia de dos hermanos que se han perdido por el
bosque esconde mil misterios. El misterio de saber
dónde están, de dónde vienen y adónde se dirigen. Dos protagonistas
empedrablemente carismáticos, un humor delicioso, una ambiente lóbrego y
poético, canciones que despiden la alegría de vivir por todos sus poros y un
desenlace que te saca la lágrima mientras te deja reflexionando sobre todo lo
que has visto. Sólo 10 episodios, pero suficiente para ofrecernos una muy buena
historia. Humor y misterio. Hasta donde llega el amor, por una chica también,
pero sobretodo entre hermanos. Vida y muerte. Más allá del jardín es la mejor miniserie infantil no apta para
niños que he visto nunca.
Otra propuesta semi-desconocida pero no por ello peor es
la paranoica historia de viajes en el tiempo de Steins;Gate. Emitida por White
Fox y basada en una novela visual interactiva del mismo nombre. Esta serie de
23 capítulos nos hace seguir las aventuras de un grupo de frikis que viven en
Akihabara y han convertido su micro-ondas en una máquina del tiempo. A
medida que realizan diferentes experimentos, una organización llamada SERN, que
también ha estado haciendo su propia investigación sobre viaje en el tiempo,
les sigue la pista y ahora los personajes tienen que encontrar una manera de
evitar ser capturados por ellos. Si bien hay que acostumbrarse al horterismo de
sus protagonistas (BUF!), una vez inventan realmente la máquina del tiempo la
serie despega de la manera más bestia que uno pudiera imaginar. Viajes en el
tiempo desesperados, líneas temporales paralelas, multiversos y una única
fuerza que puede traspasar cualquier barrera: el Steins;Gate. Pocas veces una
serie me ha dejado tan continuamente con la boca abierta. Además, goza de tener
un final cojonudamente impresionante, que te obliga a revisionar los primeros
capítulos desde una perspectiva completamente diferente, pues todo lo que
ocurre cobra nuevas implicaciones. Steins;Gate te obliga a calentar tu cerebro
desde el primer momento pues son tantos los mundos que se crean por los viajes
en el tiempo y los giros argumentales que hay que darle al pause y reflexionar
cada cinco minutos. Cuesta un poco empezar, pero son capítulos cortos (20
minutos) y, al llegar a la zona clave de la serie, no querréis parar, os lo
aseguro.
Repetimos con la ciencia ficción con uno de los popes del
género. No en vano, esta fascinante serie es capaz de combinar eficazmente la
mejor acción con ciborgs y reflexiones existencialistas. ¿Es posible
reflexionar sobre el sentido de la humanidad o la ética en el uso de nuevas
tecnologías mientras los disparos atronan por doquier? No es tarea difícil con
la ayuda de Motoko Kusanagi. Siguiendo las aventuras de un comando policial dedicado
en la investigación del caso de un súper-terrorista, Ghost in The Shell: Stand Alone Complex complementa a la
perfección la ciencia-ficción más sesuda con la acción más trepidante que un
aficionado a la Space Opera puede pedir. Son dos temporadas llenas de emociones
fuertes, con desenlaces perfectamente rematados y capítulos capaces de dejarte
boquiabierto. El homenaje de la Chaqueta mecánica, el sacrificio de los
Tachikomas, la conversación mental con Kuze, la ejecución de los Once
Individuales… Son unas cuantas escenas inolvidables dentro de la multitud de
momentos impagables que tiene la serie. La mejor ciencia-ficción y la mejor acción combinadas en
uno de los pocos animes totalmente recomendables para todo el mundo. Se te
gusta el anime, Stand Alone Complex no te decepcionará. Y si no te gusta,
¡tampoco!
En fin, ésta es la conclusión de mi resumen del año.
Seguro que dentro de esta marabunta de recomendaciones de todo tipo encontrarás
alguna propuesta interesante con la que disfrutar, pasar un buen rato y, quién
sabe si cambiarte la vida.
¡NOS LEEMOS!
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