jueves, 8 de septiembre de 2016

Ghost in the shell: Stand alone Complex



Cuando se habla de Ghost in the Shell: Stand Alone Complex, se habla siempre en tono de alabanza. No en vano, esta fascinante serie es capaz de combinar eficazmente la mejor acción con ciborgs y reflexiones existencialistas. ¿Es posible reflexionar sobre el sentido de la humanidad o la ética en el uso de nuevas tecnologías mientras los disparos atronan por doquier? No es tarea imposible al lado de Motoko Kusanagi.

 La gran Motoko Kusanagi. “El gorila”. La capitán de la Sección 9 antiterrorista. Criada desde la infancia en cuerpos prostéticos (es decir, totalmente artificiales), los años han convertido a Motoko en una mujer dura y desconfiada. Tan eficaz en su trabajo como huraña en el trato con las personas, esconde en su interior un conflicto trascendental. A lo largo de los años ha saltado de un cuerpo a otro: rostros diferentes, géneros variables, modelos no-humanos… Es difícil mantener el concepto del YO con tanta variabilidad. No es sólo la cuestión de género sino el mero hecho de ser un humano, especialmente cuando por la calle puedes encontrar a miles de personas con tu mismo rostro ¿Qué la separa de las máquinas? ¿Acaso aún tiene alma? Mientras cumple con su función salvando Japón de amenazas terroristas, Motoko se aferra a los últimos resquicios de individualidad para seguir considerándose humana. 

En el lugar opuesto tenemos a los Tachikomas. Son unos tanques automatizados con IA que actúan de ayudantes de la sección 9. Con una mentalidad ingenua e infantil, intentan por todos los medios parecerse a los humanos, a los que adoran. Incluso las conversaciones más tontas nos desvelan sus inquietudes sobre la vida, Dios, la muerte física y espiritual… Lo que deja claro que la frontera entre las IAs y los humanos no es nada clara. 

Y luego tenemos el resto del equipo, un grupo de soldados más o menos mecanizados que se esfuerzan para estar a la altura de lo que exige su trabajo. Mientras tanto, se nos muestran las intimidades de cada uno de ellos, el porqué de sus miedos y angustias… No sólo estamos viendo dibujos, sino que tenemos personalidades planificadas, “reales”, donde se le da importancia a cada individuo, dándole alma, pasado y vida propia. 

Esta profundidad que hará delicias de los consumidores de la ciencia-ficción más sesuda se complementa a la perfección con la acción más trepidante que un aficionado a la spaece-opera puede pedir. En cada temporada, la sección 9 se ocupa de la investigación de un caso de un súper-terrorista al que hay que detener, jugando con el concepto del Complejo de Autosuficiencia (un ejemplo real sería Anonymous). Debido a su extraña naturaleza, se hace muy difícil localizar a los terroristas y, por ello, acabar con su amenaza. 

“El Hombre que ríe” es un super-hacker que chantajea a las compañías fabricantes de cuerpos prostéticos. Estos habían tapado los resultados de una investigación médica que ponían en peligro su modelo de negocio y ahora deben pagar por ello. A medida que avanzan los capítulos los misterios se acumularán alrededor de este amargado adorador de “El guardián entre el centeno”: ¿Es un malvado o un justiciero? ¿Realmente existe?

La segunda temporada se centra en los atentados producidos por un grupo llamado “Los once individuales” que reclaman un retorno a las viejas costumbres en las que una persona podía cambiar las cosas, obligando a la Sección 9 a lanzarse a un peligroso juego del gato y el ratón. En él se diluyen las culpabilidades y las conspiraciones esconden otras conspiraciones bajo continuos juegos de sombras. Son obvias las comparaciones con “El hombre que ríe”, que los autores aprovechan para explorar más a fondo el concepto en torno a la pertenencia (o no) a una banda armada y el trato a los refugiados tras una guerra. ¿Qué hacer cuando defender la ley te lleva a proteger a corruptos y degenerados? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de un gobierno por los crímenes cometidos por los anteriores gobernantes? 

Son dos temporadas llenas de emociones fuertes, con desenlaces perfectamente rematados y capítulos capaces de dejarte boquiabierto. El homenaje de la Chaqueta mecánica, el sacrificio de los Tachikomas, la conversación mental con Kuze, la ejecución de los Once Individuales… Son unas cuantas escenas inolvidables dentro de la multitud de momentos impagables que tiene la serie.

Su artesanal animación es impecable, con un diseño de imaginería que combina el más brillante cyberpunk con el realismo más cotidiano. Incluso los profanos al anime apreciarán enseguida encontrarse con una serie inteligente, original, ambiciosa, con un desarrollo de la trama (el caso del Hombre que rie... qué maravilla) y una descripción de personajes admirable. Sus dos temporadas se hayan perfectamente medidas para que no haya un capítulo de más (ni de menos), aunque conforme avanzan los capítulos, más ganas tiene uno de que no termine. 

La mejor ciencia-ficción y la mejor acción combinadas en uno de los pocos animes totalmente recomendables para todo el mundo. Se te gusta el anime, Stand Alone Complex no te decepcionará. Y si no te gusta, ¡tampoco!

Nota: 10
Nota filmaffinity: 7.7

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