Como sabéis, me gusta mucho
Spielberg. En el podcast
que he participado podréis comprobar los grandes ratos que me han hecho pasar
las películas del Rey Midas. Coincidiendo con la publicación de nuestro
programa de radio, es buena idea echar un repaso a su última película, que con
un poco de suerte, estará a punto de salir en DVDs y blurrays varios.
La película tiene su origen en
la obsesión de Melissa Mathison (guionista de la mítica E.T.) para llevar a
la gran pantalla esta adaptación de un cuento de Roald Dahl. Después de años
llamando a todas las puertas posibles y pasando por varias reescrituras de
guión (incluyendo una versión protagonizada por Robin Williams), el proyecto
acabó interesando a Steven Spielberg, que decidió dirigir y producir la obra.
Después de unas cuantas
películas más serias, sorprende la excursión que
Spielberg realiza hacia un cine infantil que había dejado de lado en los
últimos años. Asimismo, el cuento que se adapta de Dahl no
forma parte de sus famosos cuentos para niños que no son para niños sino que en
este caso sí se trata de un entrañable
cuentecillo para los más pequeños. Mi amigo el gigante se centra en la
improbable amistad entre una niña huérfana y el gigante que alimenta nuestros
sueños al dormir. Cuando el resto de habitantes del país de los Gigantes se
muestre hostil ante la pequeña, no tendrán más remedio que pedir ayuda a la
Reina de Inglaterra para derrotar a los malvados come niños.
El protagonismo recae sobre un Mark Rylance que repite con Spielberg después de su Oscar con El
puente de los espías. Las imágenes que habían trascendido de
Rylance embutido en neopreno con puntitos para rodar a base de captación de
movimiento eran más que ridículas, pero esto no nos impide poder apreciar una brillante interpretación del premiado actor.
Spielberg lleva al límite la técnica que ya aplicó en El secreto del Unicornio
para dar vida al gigante en un despliegue de virtuosismo al alcance de muy
pocos.
El País de los Gigantes es un derroche de imaginación en el que cada
escena es, individualmente, una obra de arte. La viveza que transmiten los
colores del mundo de los sueños –impresionante- choca con la brutal fealdad de
los gigantes –también impresionantes- y la improbable cotidianeidad de la corte
inglesa. Tres ambientes muy diferentes retratados con el mimo del orfebre que
deslumbran en la gran pantalla y aprovechan como pocos un 3D que, esta vez,
vale la pena pagar. El guión puede interesar más o menos, pero Mi gran amigo el gigante es
una película que luce con ganas del savoir
faire técnico que caracteriza a Spielberg. Es un placer para la vista que bien vale un visionado en la pantalla más
grande posible.
Esto no impide que,
lamentablemente, la película sea un auténtico
peñazo. Mi
amigo el gigante padece de un inicio desmedidamente lento, me
atrevería a decir que soporífero, que convertirá en un suplicio la visita del
padre que no esté muy interesado en luces bonitas. Incluso los más pequeños se
podrán aburrir con una hora inicial en que apenas pasa nada. Luego coge algo de
interés –a pesar de la vergonzante incursión monárquica- para acabar en un
desenlace que vuelve a dejar frío al espectador. Se acaba y punto, no llega ni a tener emoción.
Ni siquiera la presencia de John Williams a cargo de la banda sonora es suficiente
para remontar el ánimo. Su trabajo pasa bastante
desapercibido, muy alejado del estupendo sentido de la épica al
que nos tiene acostumbrados, limitándose a aparecer con corrección en los
momentos en que se requiere.
Mi amigo el gigante es un espectáculo visual adornado por una mágica atmósfera que nunca
acaba de arrancar. Tiene suficientes ingredientes para hacer
que quieras creer, su atractiva historia tiene mimbres para atrapar al público
infantil, pero luego carece de la fuerza suficiente para ello. A pesar de su indudable belleza, aburrirá incluso a los más pequeños.
Nota:
3
Nota
filmaffinity: 5.6
Publicado previamente en Cinéfagos AQUI
Bienª Otro que piensa que es una mala película!
ResponderEliminarMuy aburrida. Eso no se lo negaremos.
EliminarMt