Y así, sin apenas avisar, aparece en la gran pantalla una nueva película de
Pixar. Y además, la segunda del año. Por si no nos hubiéramos quedado a gusto
con la estupendísima Del Revés, estas Navidades tenemos una nueva dosis.
¿Estará a la altura de lo que esperamos de este gran estudio? Si queréis
saberlo, no tenéis más que seguir leyendo.
Para aquellos que seguimos el día a día de los estudios Pixar El viaje
de Arlo (The good dinosaur) ya nos suena de antiguo. Se empezó a hablar de ella desde allá por el
2010, y se planeaba inicialmente su estreno en 2013. Sin embargo, las únicas noticias que
trascendían sobre ella eran sus continuos retrasos. Oficialmente, Pixar decía
que no acababa de encontrarle el punto al guión e iba posponiendo su estreno.
Los cambios de planes se hicieron necesarios, adelantándose y estrenándose Brave antes de hora ante la imposibilidad de sacar adelante
el proyecto jurásico. Incluso se dejó un año en blanco por ello. Finalmente, el trabajo ha llegado por fin a
buen puerto, pero curiosamente no se estrena como película Pixar (ya
hemos tenido Del
revés), sino sustituyendo a la
película navideña anual de Disney. Es la primera vez que Pixar estrena
una película “menor” de manera consciente. De tapadillo, sin apenas publicidad…
La actitud de la empresa da la sensación de que se le ha pegado un empujoncito
extra para que el proyecto finalice, cumpla minimamente en taquilla y así
evitar que el dinero invertido se pierda.
El argumento entronca con el Disney más clásico e
infantil. Arlo es un joven apatosaurio que busca su lugar en el
mundo. Una riada le aleja de su hogar y deberá emprender un viaje para volver a
casa, encontrando en el camino a un niño humano con el que madurará y pasará
mil peligros en su viaje. En cuanto a la historia, complicaciones cero. La
clásica historia de superación personal que hemos visto mil veces.
Puede parecer que no hay nada nuevo bajo el sol, pero los estándares de
calidad Pixar se mantienen, incluso cuando ponen el piloto automático. A partir
de la idea de que los dinosaurios no llegaron a extinguirse hace 65 millones de
años, se les hace evolucionar hasta llegar a “nuestra” Edad de Piedra en la que
los reptiles han avanzado como sociedad. Ahí empieza un meritorio juego con las referencias que manejamos. En las
Rocosas estadounidenses los dinosaurios herbívoros se han convertido en
pacíficos granjeros, las hienas son los indios y los humanos ocupan un estrato
similar al de los lobos. La película
juega continuamente moviendo las referencias hacia un lugar donde no
esperaríamos, confundiendo lo que esperaríamos de unos y otros. Incluso
al final se lanza hacia el western infantil con suficiencia, como si fuera un Colmillo Blanco realizado con los personajes de En busca del valle
encantado a los que se les ha cambiado el
papel.
El guión se las arregla para generar unas cuantas
escenas de primera calidad (los círculos familiares, la genial
aparición de los T-Rex o el ataque de los salteadores de caminos
pterodáctilos), pero se nota la cantidad
de gente que le ha metido mano (¡8 escritores acreditados!). El tono es
irregular y los altibajos son continuos. Como si se quisieran asegurar de que
hay suficiente lagrimita, se pasa el
checklist de todos los eventos traumáticos aparecidos en las películas de
animación: muertes, estampidas, riadas, hostias, traumas… La trama
avanza a golpes de una manera casi literal, pues cuando toca cambiar de escena,
toca que Arlo se pegue una toña, queda inconsciente y fundido a negro,
¡funciona! (Ejem). El compendio de obviedades en el desarrollo nos lleva a catalogarlo como el guión más flojo de Pixar
(a la altura de Cars 2, no sabría decidirme).
Aunque la historia recuerda a época más sosa de las películas Disney, la animación deja claro que se trata de una película
de Pixar. Es deslumbrante. El fotorrealismo del paisaje es lo más
espectacular que he visto en animación. El
mundo en que los personajes se mueven se confunde con la realidad. Los planos
generales, los árboles y las rocas son impresionantes, y no hablemos del agua,
que parece más vívida que la de verdad. El diseño de todos los
personajes desborda inspiración, con un Arlo hecho de pura ternura que se hará
adorar rápidamente por los pequeños de la casa y un Spot muy perruno la mar de
expresivo. El músculo técnico que se despliega para ponerlos en movimiento es
deslumbrante. Sólo por ello ya merece un visionado en pantalla gigante. Eso sí, la mezcla de fondos hiperrealistas
con el diseño HannahBarbera de los personajes queda jodidamente rara.
Como es tradición en Pixar, la película viene precedida de un corto. En
este caso, Sanjay’s super team se aleja de la ñoñería de Lava, dándonos
siete minutos de aventuras dónde se juega con los dioses antiguos y los
nuevos y se reflexiona sobre las tradiciones, las prioridades y la
incomunicación entre generaciones. Es divertido y mucho más redondo y
conseguido que la película que le sigue.
Merece la pena su visionado para poder apreciar
lo que Pixar es capaz de diseñar y crear, pero luego no esperéis más que
aventurillas para niños de seis años y un pequeño manojo de escenas inspiradas.
Nota: 5
Nota filmaffinity: 6.6
Publicada previamente en Cinéfagos AQUI
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