viernes, 27 de junio de 2025

El gato con botas - El último deseo

Como quince años después de su anterior entrega, el segundo Banderas más sexy se vuelve a enfundar el traje de furro. No es que nadie hubiera pedido una secuela a estas alturas, por lo que mi enarcamiento de cejas cuando se anunció fue bastante considerable. Pero bueno, uno devora (casi) todo lo de animación, así que…

El gato con botas, secundario de lujo en las películas de Shrek y meme andante, había provocado risas estupendas cuando estaba de estrella invitada, pero se había estampado con ganas cuando tuvo su propia película. Así que uno no iba con muchas expectativas al empezar esta secuela tardía, consciente de que me iba a encontrar algo bastante malillo

Y voy y me encuentro con este videoclip inicial que me pone el ánimo por las nubes.

El último deseo se sitúa bastante tiempo después de las anteriores entregas. Aquí encontramos a un Gato con Botas muy veterano que empieza a ver demasiado cerca la muerte. Después de haber combatido ese miedo con una huida desesperada hacia ninguna parte, llega a la conclusión de que sus mejores tiempos han pasado y lo mejor que puede hacer es retirarse y vivir tranquilo el resto de sus días. Pero bueno, el destino tiene otras ideas y se ve obligado a cursar una última aventura, con la muerte pisándoles los talones y la posibilidad de redimir una vida repleta de excesos con un último acto de integridad.

No hubiera esperado yo juntar El gato con botas y formidable, pero es lo que encontramos aquí. El último deseo es una película simpatiquísima donde todo funciona a las mil maravillas. Con un argumento que hila las aventuras que nos  han hecho disfrutar durante tantos años con versiones irreverentes de los cuentos de hadas más populares, tenemos un festival de ingenio repleto de humor bien encontrado, chistacos afiladísimos y personajes entrañables que se hacen querer.

El argumento abraza el más difícil todavía con muchísimas ganas en una cabriola imposible que se abre melones como si no hubiera un mañana: la importancia de la familia en quienes somos, los amigos son la familia que construimos, saber aceptar que el tiempo pasa y los buenos tiempos no volverán, carpe diem, todo ello aderezado con traumas, problemas de ansiedad y cómo lidiar con ellos. No se olvida de añadir un MONTÓN de asesinatos, construyendo encima un mundo de fantasía que recoge un montón de referencias a los cuentos clásicos que desborda ingenio, y encima lo hilvana bien con la trama. ¿Se puede pedir más?

Por si fuera poco, tienes al prota más carismático que uno pueda encontrar. Tanto la animación como Antionio Banderas dan el do de pecho y Gato se hace querer con ganas. Además, a su alrededor hay un elenco de secundarios que son capaces de echarse la película a las espaldas sin inmutarse: Gatita Garrassuaves, Perrito (cómo le quiero), los tres Ositos o el Lobo Feroz (cómo le quiero). Para terminar, tenemos a Jack Horner como unn antagonista de los que no se olvidan, con una mala idea y un colmillo retorcido que sorprende en una película “para todos los públicos”.

La animación – muy deudora del Spiderverso combina estupendamente el 2D y el 3D reforzando tanto las escenas de acción (no hay más que ver el vídeo de arriba) como los momentos más emotivos (todo lo referente al Lobo Feroz, por ejemplo). El mundo que se crea es vibrante, se percibe vivo y tiene profusión de detalles que hacen un montón de gracia, tanto en los castillos como en las prueba épicas. Y no olvidemos toda la secuencia final, que sabe homenajear a lo grande a los grandes dibujos animados de siempre.

El peor defecto de la película está en su poco oportuno año de estreno. A quien se le ocurre sacar una película tan redonda justo el año de Pinocho. Casi cualquier otro año, El gato con botas – el último deseo se habría llevado el premio gordo en los Oscar de Animación, pero se tuvo que conformar con la nominación. No le dio suficiente con ser una estupenda y encantadora película de aventuras, repleta de creatividad, atractiva, divertida, con un colorido y enérgico lenguaje visual, una notable evolución de personaje, y mucho más cargada de madurez y profundidad de lo que parece a simple vista


Quizás por lo poco que esperaba de ella y lo mucho que me ha dado, pero El gato con botas – El último deseo es una estupendísima película de aventuras en la que todo funciona a la perfección: personajes carismáticos y tridimensionales, una trama madura y trascendente sin perder un épica de diversión, acción a lo grande, chistes bien metidos y una animación de bandera. 100 minutitos divertidísimos.

Nota: 10

Nota filmaffinity: 7.0 

lunes, 23 de junio de 2025

Black Adam

Uno más de los bandazos de este universo DC que tantos quebraderos de cabeza ha dado a los fans en los últimos años. En una suerte de reinicio, Black Adam era la obra que iba a cambiar el equilibrio en los Súpers. Nada iba a ser igual, ni el mundo DC ¡ni nuestras vidas!

Black Adam es un súper de un país ficticio pseudoegipcio que, después de miles de años en hibernación, despierta para recuperar aquello que fue suyo. Ultrapoderoso e incontrolable, la Liga de la Justicia Suplente se lanza para detenerlo, pero ¡ay! Black Adam no es un malvado. Tiene agenda propia y no es precisamente buena gente, pero detrás de todo este follón un mal primigenio acecha su oportunidad….

Dentro de los personajes de cómic, mis conocimientos de DC son más reducidos, así que no tenía ni idea de que este personaje existía. Al parecer es uno de los malos característicos de Shazam, que con los años se había transformado un poco en el anti-héroe de “vale, soy mala gente, pero existen malos mucho más malosos que yo, así que voy con los buenos”.

Esta película tiene su origen en que Dwayne Johnson quería entrar en el mercado de los súpers. Corrían tiempos extraños dentro de Warner (DC) y, dado el inesperado éxito de Shazam!, Johnson decidió buscar cuál era el personaje relacionado que le fuera bien (Black Adam en este caso) y montar una película en torno a él, reiniciando un poco el trasfondo y teniendo en todo momento la sartén por el mango a la hora de decidir qué se hacía. Así, si sonaba la flauta y tenía éxito (po’ dio’, es La Roca, ¿cómo no iba a tener éxito?), él quedaba como el amo y señor del (ahora sí) rentable DCuniverse, montándose en el dólar a lo bestia con las secuelas.

Así, juntó a sus amiguetes (Jaume Collet-Serra en la dirección, etc.), convenció (timó) a los directivos de Warner para que le pagaran la película mientras él mantenía un control total (y 40M$ de sueldo) y tiró para adelante en un proyecto que tenía por objetivo “reequilibrar” el universo de Súpers de DC. Encima, convenció a Henry Cavill para firmar una escena tras créditos un tanto polémica (Cavill había salido rebotado de su Superman harto de las intromisiones de la Alta Dirección de Warner) que no contribuyó a calmar los ánimos en el DC studio. Al final, la recaudación se quedó en la tierra de nadie entre el “no ha perdido dinero” y el “ha sido un éxito”, por lo que se especuló durante mucho tiempo si se seguía esta línea argumental, no, en qué condiciones… Tiempos de indecisión que hicieron que Warner perdiera todavía más dinero y se decidiera a hacer un reset duro del universo (de hecho, ya llevan tres resets desde entonces).

Si algo es Jaume Collet-Serra es un director muy eficaz. Black Adam no tiene nada especialmente sorprendente, pero es entretendida. No llega a molar, pero no aburre en ningún momento. En un mundo ideal, en un universo rodado, habría sido más que suficiente para contentar al espectador, pero claro, no eran tiempos corrientes.

Así, tenemos una película MUY diferente a todo lo que venía haciendo DC.  Siendo una película moderna, tiene un sabor añejo, como si de pre-MCU se tratara que la hace la mar de interesante. Las escenas de acción son ciertamente espectaculares, luminosas, llenas de fuego y explosiones, perfectamente seguibles. Muy académico, en ese sentido. No innova, no se arriesga, pero pone todo en su sitio y cumple a la hora de dar 150 minutos de entretenimiento. Si quisiéramos enseñar a alguien una película que constituyera el canon de lo que debe ser una de Súpers, Black Adam es uno de los mejores ejemplos de ello.

Además, tiene la suerte de tener a un Dwayne Johnson que sabe que se está jugando muchos cuartos, con lo que lo da todo para conseguir que Black Adam mole. Como es tan buen actor, se queda un poco a medio camino (o muy al inicio del camino), pero se nota que se esfuerza. El resto del elenco es un poco más funcional, obviamente no tan implicado. Entre ellos se nota un Pierce Brosnan, que levantando una ceja ya tiene más calidad actoral que la mitad del elenco junto y roba cada escena en qué aparece. Eso no impide que cada uno de los súpers secundarios se sienta distintivo, pudiendo reconocer los traumitas y poderes de cada uno sin especial problema.

Tiene el problema, eso sí, de un exceso de minutos que un ritmo “épico” no contribuye a arreglar. La trama recuerda mucho a las primeras películas de Súpers de los 2000, más simple que el mecanismo de un botijo, con un desarrollo muy obvio y sencillo, con el que te tienes que hacer el tonto muchas veces para que funcione. Pero bueno, no tiene más función que la de servir de armazón para las escenas de acción que vienen incluidas. Se agradece que no abunden los diálogos de besugos, e incluso se las arregla para meter detalles del Universo DC sin que parezcan impostados. Un poco de tijera aquí y allá para que las tortas y las explosiones no estén tan alargadas le habría venido muy bien, pero bueno, en peores nos hemos visto.

Cada vez que hablo de Black Adam con alguien me encuentro que tengo que defender una propuesta entretenida y funcional. Arrastra fama de película horrible cuando se halla sin  problemas dentro de lo “decente”. Pero claro, las ínfulas con que venía para revolucionar el mundo de los súpers, las ganas que tenían muchos de que La Roca se estrellara y los Snyder-fans han provocado que sea una película vilipendiada cuando su única culpa es la de nacer en un universo ya muerto y enterrado.

Black Adam es una película fácil, estruendosa y tonta. Como la película de súpers más académica que uno pudiera concebir, es un divertimento de acción palomitera con cero complicaciones. Constituye un acercamiento muy distintivo del de la Liga de la Justicia y, sin ser una  película que cambie la vida de nadie, proponía el inicio de un Universo (o una línea argumental) que me hubiera gustado ver desarrollada.


Nota: 6

Nota filmaffinity: 5.2 

sábado, 21 de junio de 2025

Lazarillo de Tormes (Anónimo)

Mira tú que libros que aparecen en la Cesta’13 (Nº73).

Título: Lazarillo de Tormes

Autor: Lázaro de Tormes (Anónimo)

“Lázaro es un muchacho desarrapado a quien la miseria obliga a emplearse como sirviente. Las inocentes y a veces justificadas burlas con las que Lázaro se defiende de sus amos son castigadas con una crueldad brutal. Así, garrotazo a garrotazo, la simpleza y credulidad del Lázaro de las primeras páginas ceden paso a la sagacidad y a la astucia propias del más clásico y típico de los pícaros.”

El Lazarillo es uno de los libros de cabecera que todos los chavales tienen que leer en el instituto. Como no puede ser de otra manera, me tocó leerlo con gran placer, recordándolo con gran cariño. Después de todo, fue de los pocos libros que disfruté de su año.

Veinte años después y con unos cuantos años más a la espalda, ¿habrá cambiado mi opinión sobre ella?

Este libro es la primera novela “picaresca” de la literatura castellana. Algo ya de por si un hecho de gran importancia literaria, sino que también es un buen libro por mérito propio. Escrito en 1553 (casi nada), es el pistoletazo de salida a un género que caracterizó el siguiente siglo. Este tipo de libros seguían un esquema común: tenemos a un chico pequeño, muchas veces el bastardo de una prostituta, que hace lo que puede en la vida que le ha tocado vivir, llena de privaciones, de un amo cruel a otro, con mil vicisitudes de todo pelaje. Afronta con ingenuo optimismo los reveses de seres ambiciosos, pretenciosos y detestables. Siempre pasa mucha hambre, pero como sabe ser ingenioso, acaba por salir adelante.

La historia – contada en este caso por un Lázaro ya adulto – no intenta ser divertida, ya que sólo retrata la hipocresía de la sociedad, pero se las arregla para contener un buen puñado de chistes  que harán reír a más de uno. La atmósfera es realista y deprimente, poblada de un puñado de personajes memorables (mi cariño para ese ciego cabrón y al escudero que prefiere pasar hambre a revelar que es pobre y pasa apuros). El tono es deliciosamente irónico, muy propio de la picaresca castellana.

Lázaro empieza con un amo ciego que le maltrata, salta de ahí a un clérigo que sólo le da cebollas mientras guarda el pan bajo llave, un escudero más pobre que las ratas, un fraile corrupto… pero poco a poco su vida va mejorando, aprende a leer, prospera y consigue un trabajo honrado y una mujer que le es fiel (jé). Siempre mejorando, pero siempre mostrando una sociedad llena de trapicheos, hambre y gente que hace lo que sea para salir adelante.

Leyendolo hoy en día, sorprende lo fácil que entra. A pesar de las burradas que propone, no se pierde en ningún momento un tono de comedia muy bien encontrado. Después de todo, si no es por los chistes, costaría soportar según qué barbaridades. Aunque hay versiones más actualizadas, lo leí en castellano antiguo. Entendible a la que pones un poco de atención. Además, apenas dura 80 paginitas, por lo que te lo puedes ventilar en una tarde.

El lazarillo es un libro que te saca la sonrisilla cómplice, con algún chistaco bien metido, pero se lee con agrado. Con casi 500 años a sus espaldas, las aventuras de este desharrapado siguen siendo divertidas.

 

Nota: 8

Nota goodreads: 3.5/5 

domingo, 25 de mayo de 2025

Encuentro en París

Nos apetecía una película clásica y repasamos qué tenía Movistar en ese momento. A Hepburn le tenemos mucho cariño, así que, p’adentro.

Estamos en los años 60, París, y Hepburn en modo estrella máxima, así que tenemos una historia romántica donde el amor es inevitable. William Holden interpreta a un guionista vividor al que le ha pillado el toro y tiene que improvisar el guión de una película en un fin de semana. Para ello se recluye en un hotel de Paris para dormir poco y trabajar mucho. Las circunstancias le obligan a contratar a una secretaria, que no es otra que Audrey Hepburn. Evidentemente, saltarán chispas y, probablemente, lo que menos interés ambos tienen es dedicarse a escribir.

Con la grandísima estrella de Hepburn en su momento álgido, a algún productor se le ocurrió reunir al elenco principal de Sabrina en una nueva película siguiendo un esquema similar. Así, tenemos una nueva comedia romántica muy típica de la época. Se fuerza una situación en que dos solteros empedernidos deban convivir y pasa lo que tiene que pasar. A grandes rasgos, podemos predecir desde un inicio qué va a ocurrir y cuando, sin gran espacio para la sorpresa. 

Mi mayor problema radica en la poca química entre la pareja protagonista, se me ocurren pocos personajes que peguen menos entre ellos. Pero bueno, por lo menos Holden y Hepburn desbordan carisma y con eso les vale para sacar adelante el proyecto. Ella es la heroína más adorable que existe, mientras que el morro gigantesco que le echa él es inesperadamente creíble. Son los mitos que son por algo, a ver. Esto en cualquier otro par de protagonistas habría dado lugar a una propuesta más indigesta. Por otro lado, hay que destacar el bonitísimo vestuario a cargo de Givenchy, que permite que Hepburn esté todavía más preciosa. Cómo se nota.

En un intento de no ser la típica comedia romántica, Encuentro en Paris realiza un jueguecito de película dentro de la película: los protagonistas están escribiendo un guión para Hollywood. Por ello, cada vez que Holden (es que no vale la pena decir el nombre del personaje) le pasa una página a Hepburn, se da un salto visual y tenemos a ambos como protagonistas de la propia película que están escribiendo. Esto permite un montón de jueguecitos de cámara para ver la “acción desde afuera”, momentos en que se detiene la acción para que ambos comenten cuál es la jugada correcta que debería ocurrir en la película y una puesta en escena deliberadamente artificiosa de lo más curiosa. Además, les permite hacer bromitas sobre las propias películas, con un puñado de puyas internas a actores, guionistas y a muchas disputas que ocurren entre bambalinas durante el rodaje de una película. Así, se permiten cameos de un puñado de estrellas “que pasaban por ahí”, como Marlene DIetrich, Mel Ferrer y Tony Curtis (el chistaco a su costa casi me tira del sofá).

El mayor problema que tiene Encuentro en París es que no es tan graciosa ni tan ingeniosa como cree ser. Sí, el espectador aprecia dónde está el chiste y cuál es la diversión inherente, pero luego no hace tanta gracia. Además, el desarrollo no está bien equilibrado, gastando muchos minutos en poner las piezas en su sitio y luego flojea durante minutos, como emburullándose en su  propio chiste, terminando por cortar por lo sano y hacer un chimpún tras un happy ending que nadie vio venir. También sufre de tener una historia romántica que está porque en estas películas debe haber una, que bueno, nadie se la cree, aunque se la tengamos que comprar porque los actores son muy buenos y tal.

Por otro lado, qué bonita Paris y cómo alimenta el mito de ciudad romántica.

En su momento se estampó de lo lindo, constituyendo el mayor fracaso de Audrey Hepburn de (casi) toda su carrera. Hoy en día, si uno quiere ponerse con esta película, debe aceptar que está rodada en 1964, por lo que los tópicos amorosos son los propios de la época. Es decir, las expectativas en las relaciones hombre-mujer no son las actuales, los cigarrillos se utilizan con motivos seductores continuamente, los personajes se tiran achispados el 90% del tiempo… las cosas han cambiado un poquito ^^

A pesar de que se trata de un género cinematográfico que casi ha desaparecido, durante años fue la base de cualquier película de estudio: una comedia romántica con dos estrellas de Hollywood que ponen su cara bonita delante de un guión predecible y lleno de edulcorante. Para ver agradablemente sin exigible demasiado. Puede gustar a la que estés dentro del género. Por mi parte, mi mayor queja es que la relación de un poco de grimilla, pero poco más. ¡Qué guapa era la Hepburn!

 

Nota: 6

Nota filmaffinity: 6.0


viernes, 23 de mayo de 2025

El instante más oscuro

En mi habitual tendencia a equivocarme de película, cuando le di al play estaba convencido de que iba a ver la película de la muerte de Osama Bin Laden (La noche más oscura). No os podéis imaginar mi sorpresa al ver que estamos en la IIGM y aquí a los talibanes no se les espera.

El instante más oscuro está situada en las semanas que transcurren desde que el frente franco-británico es destrozado por las fuerzas alemanas hasta la consolidación de la batalla de Inglaterra. Se centra en la figura de Winston Churchill, repasando sus actos durante los primeros meses de la IIGM y su papel vital para que Gran Bretaña no se rindiera a los nazis. Se inicia con la dimisión de Chamberlain como primer ministro del Reino Unido y la tarea de Churchill de negociar una paz (una rendición) ante Hitler y Mussolini. Sabemos cómo ocurre la historia y veremos como éste decide desafiar a su gabinete y tomar una postura contrara a la negociación, preparando a su país para una resistencia a ultranza en una guerra se prevé larga.

El instante más oscuro es un vehículo para el lucimiento de Gary Oldman, que da vida a Winston Churchill en un ejercicio de transformación en el que se convierte en un doble del personaje histórico. Su enormérrima actuación es capaz de mostrar todas las contradicciones y defectos de un personaje vital para la historia de su país, copiando dejes, maneras de comportarse y discursos a veces indistinguibles del personaje original. Es el alfa y omega de la película y, si lo que quieres es ver a un buen actor haciendo un buen trabajo, aquí te vas a quedar a gusto.

Además, se agradece que este ejercicio venga acompañado de un envoltorio muy bonito. Se realiza un gran esfuerzo para recrear la Londres que vive bajo los bombardeos, tanto en una fotografía impecablemente sucia con la que mostrar los daños sufridos sin por ello dejar de ser espectacular. Lo mismo ocurre con el vestuario – lo que refuerza la teatralidad de la película – y los escenarios en sí, consiguiendo una recreación histórica fina y creíble. También debe destacarse el brutal trabajo de maquillaje y el chillón de prostéticos que debe ponerse Oldman para transformarse, siendo al mismo tiempo capaz de interpretar y realizar todos los gestos que sean necesarios.

Técnicamente, El instante más oscuro es un portento de discreta orfebrería. El problema que tiene es que más allá de ello la película es un peñazo de los grandes. Sí, hace gracia adentrarnos en los despachos y ver qué ocurre entra bambalinas, enterándonos de los diálogos dentro del gobierno y quién llamaba impresentable o petardo a quién mientras los británicos se planteaban capitular. Sin embargo, esa recreación concienzuda es la que le resta interés a la que sepas un poco de historia: ahora viene este discurso, ahora toca esta decisión, etc. El retrato del momento está realizado con una asepsia tal que le cuesta provocar sorpresa o emoción, más cerca de un documental novelado que de una película como tal. A ello contribuye un ritmo no especialmente brillante, unos diálogos – excepto de los de Churchill, que se nota quién debe quedar bien – no especialmente brillantes y cierta inexistencia de los giros de guión. A mí me tienden a gustar las películas de gente hablando en pasillos, pero esta vez se me ha hecho bastante bola.

Parece que llega un momento en todo actor que se da cuenta de que quiere ganar y empieza a hacer películas-lucimiento para que se lo den. Gente como Will Smith, Leonardo DiCaprio, Bojack Horseman… empiezan a producir películas sobre las que tienen control para que destaque especialmente su trabajo y así llevarse la estatuilla y quedar a gusto con su ego. En este caso, le ha tocado el turno a Gary Oldman, que ha sacado adelante el proyecto casi de su bolsillo. Para ello ha reunido a la flor y nata de los estudios británicos en una propuesta técnicamente impecable (mis felicitaciones a Joe Wright y al resto del equipo tras las cámaras, que hacen un trabajo enorme al recrear el Londres de 1939 tan bien como lo hacen). Fue nominada en los Oscar a Película, fotografía, diseño de producción y vestuario, ganando también – como no podía ser menos – el de actor principal y el de maquillaje.

¿Quieres disfrutar de una actuación de bandera aunque luego la película sea un poco meh?  Este “documental” sobre las intrigas políticas inglesas durante el inicio de la IIGM es justo eso. Oldman impresionante, la película aburrida. Cada uno con sus preferencias.

 

Nota: 5

Nota filmaffinity: 6.7


domingo, 18 de mayo de 2025

Esto no estaba en mi libro de historia de la Química (Alejandro Navarro)

Un regalo de cumpleaños o así que a veces le cae a uno. Que uno es científico y lee mucho, así que de vez en cuando caen propuestas que aúnan ambas tendencias.

Título: Eso no estaba en mi libro de historia de la química

Autor: Alejandro Navarro

“¿Quiénes fueron los pioneros en las guerras químicas? ¿Cuáles han sido los engaños más increíbles que se han perpetrado con la química como instrumento? ¿Conoces la receta para fabricar oro? ¿Y el origen de las conservas? ¿Cuál es el poder de las «balas mágicas»? ¿Cómo ha afectado la química a la producción de alimentos? ¿Por qué se usa el acero de los pecios de la Primera Guerra Mundial para fabricar contadores Geiger? El Arsénico y el polonio son asesinos despiadados; pero no solo para el mal se ha usado la química: vitaminas, vacunas, medicamentos, mejoras en los cultivos… han ayudado a la humanidad durante toda su historia.

Alejandro Navarro nos trae una obra fascinante y divertida, cargada de curiosidades e historias con mucha química. Comprobaremos cómo a lo largo de la historia hemos utilizado esta ciencia para el bien y para el mal; para hacer la guerra, enriquecernos a costa del prójimo —borrándolo del mapa cuando ha sido preciso—; pero también para sanar y alimentar una población siempre creciente, para un sinfín de utilidades que hacen nuestra vida más segura y agradable. Por sus páginas recorreremos estas crónicas de la mano de célebres químicos, pero también de gobernantes, militares o de embaucadores de toda índole, todos ellos han protagonizado una de las mayores aventuras en la que nos hemos embarcado, la fabulosa historia de la química.”

En este caso, tenemos un libro a medio camino entre el ensayo y la divulgación sobre las diversas aplicaciones directas que tiene la Química en la sociedad. Así, se muestran avances útiles (o al menos importantes) que han impactado claramente en nuestro mundo: La detección de las vitaminas y su importancia, el abono para mejorar cultivos, medicamentos, gas mostaza, etc. Se agradece que en muchos casos no vaya hacia el ejemplo más obvio, sabiendo sorprender al más avezado y, quizás, captando la atención al neófito.

Como suele ocurrir en estos casos, cuando leo un libro de divulgación sobre un tema que conozco, me encuentro con que apenas raspa en la superficie de los temas. Vale que es mi trabajo, pero me haría ilusión encontrar más profundidad. No obstante, entiendo que entonces estás perdiendo al 95% de posibles lectores, y claro, tampoco es el plan.

Mi principal queja – que tampoco es mucha – radica en el esfuerzo que hace para remarcar que los quimifobos no son otra cosa que ignorantes con prejuicios, y que natural no es sinónimo de bueno. El autor le dedica tantas líneas que se me hace cansino. Que estoy de acuerdo con él, ¡no hace falta que intente convencerme! (Otra vez, no soy el lector objetivo / típico de este libro y se nota ^^).

Así, tenemos un libro muy bienintencionado y sencillo que te permitirá lucirte en la categorái concreta del Trivial. Fácil de leer y bien estructurado. Que es para lo que existen este tipo de libros, claro.

 

Nota: 5

Nota goodreads: 4.05/5 

viernes, 16 de mayo de 2025

Daredevil

Ahora que estos días hemos tenido por aquí la serie de Marvel, pongámonos a recordar la película que tanta fama (ejem) cosechó en su momento.

Así, tenemos a Daredevil, el abogado ciego de día, que de noche se dedica a ponerse la máscara y castigar a aquellos que escapan de la justicia gracias a su oído superdesarrollado y sus habilidades marciales. Esto causará las iras del jefe de la mafia local (Kingpin), que contratará a dos letales asesinos para acabar con él. O algo así.

Cuando yo vi la película en el cine (si, fui de los locos que acudieron a verla), apenas conocía al personaje de haber salido algunas veces de secundario en historias Spiderman, así que no sabía nada de él. Lo que me encontré fue un engendro de película que no tenía sentido, con un “bueno” que no dejaba de acosar mujeres, unos personajes que parecían cada uno sacado de una película diferente y una mezcla de imaginerías que no se entendían. No entraré en lo peregrina de la historia, que abarcaba más de lo que debería en un batiburrillo muy raro.

Ahora, al volverla a ver, conocer mucho más al personaje y tener un bagaje mayor de películas a mis espaldas, pues me he encontrado con una película chunga pero… no TAN chunga. Si bien la tenía por una blasfemia al personaje, en este repaso veo que hay cariño y ganas de que las cosas salgan bien. Han cogido elementos muy reconocibles de las tres grandes etapas del personaje y los han metido en danza con total literalidad. Que luego el tono de esas sagas no pegue entre ellas y el director no se haya molestado en adecuar una cosa a la otra es diferente. Los elementos originales están ahí, hay un chorrón de detalles para el friki, se plantan las semillas para tres secuelas… pero se conjugan con unos problemas de ritmo muy grandes, errores groseros de tono y una trama que no sabe muy bien si ser de Frank Miller o Mark Waid y se queda a mitad de todo. Es decir, percibo muchas ganas de que este proyecto salga bien. Otra cosa es que salga, que el director da para lo que da. La cantidad de despropósitos tras las cámaras es bastante grande, pero se trata de la obra más reconocida de su director – aunque parezca mentira, es así – que luego se arrejuntó a Nicholas Cage y nos dio sus Motorista Fantasma. Con un CV como éste, el resultado no es tan sorprendente.

A pesar de los ríos de tinta que han corrido en su contra, Ben Affleck no carga con las culpas del desastre. De él sabemos que es un frikazo que se ha leído todos los cómics del derecho y del revés y estoy seguro de que es la persona a la que más le duele que la película saliera como salió. Le pone ganas, le pone esfuerzo y hace lo que puede por dar vida a un Matt Murdock ligón (y pesado) y torturado (muy de su época) que podría haber salido de casi cualquiera de los grandes cómics. Sin embargo, tiene el problema de que el resto de actores no saben (o no quieren molestarse en saber) dónde están. Colin Farrell (Bullseye) hace aquí uno de los papeles que le granjearon fama de ser uno de los peores actores del momento, lo mismo ocurre con Jennifer Garner, cuya Elektra no está bien escrita ni ella hace un buen trabajo. Sólo hay que ver su presentación que sobrepasa la vergüenza ajena imitando a una Matrix estrenada no hacía tanto. Por lo menos Michael Clarke Duncan hace un Kingpin bien hecho, brutal y aterrador, como debe ser. El aspecto exterior es un poco chocante, pero es verle moverse por la pantalla y ya da el pego.

Por otro lado, debemos destacar también el trabajo de Evanescence, ejemplo perfecto de bandas sonoras que se lo creen mucho más que la película. La de gente que se quedará alucinada al comprobar que algunos de los hits más conocidos de esta banda se estrenaron para esta película. Cancionazas que están muy por encima del metraje.

Daredevil es una película que se hace aburrida. No se decide si quiere ser comedia, drama o thriller, tiene problemas de ritmo y unos diálogos un poco vergonzantes. Por otro lado, se nota que los creadores querían hacer las cosas bien. No tenían ni idea de cómo, pero lo intentan con multitud de guiños y detalles presentados en pantalla de manera similar a la que tuvimos después MCU. Fallando en casi todos los aspectos, sorprende que llegara a tener una secuela de todavía peor calidad. Mis dieces a la banda sonora, por otra parte.

 

Nota: 3

Nota filmaffinity: 4.3