Como quince años después de su anterior entrega, el segundo Banderas más sexy se vuelve a enfundar el traje de furro. No es que nadie hubiera pedido una secuela a estas alturas, por lo que mi enarcamiento de cejas cuando se anunció fue bastante considerable. Pero bueno, uno devora (casi) todo lo de animación, así que…
El
gato con botas, secundario de lujo en las películas de Shrek y meme
andante, había provocado risas estupendas cuando estaba de estrella invitada,
pero se había estampado con ganas cuando tuvo su propia película. Así que uno
no iba con muchas expectativas al empezar esta secuela tardía, consciente de
que me iba a encontrar algo bastante malillo
Y
voy y me encuentro con este videoclip inicial que me pone el ánimo por las
nubes.
El último deseo se sitúa bastante tiempo después de las anteriores entregas. Aquí encontramos a un Gato con Botas muy veterano que empieza a ver demasiado cerca la muerte. Después de haber combatido ese miedo con una huida desesperada hacia ninguna parte, llega a la conclusión de que sus mejores tiempos han pasado y lo mejor que puede hacer es retirarse y vivir tranquilo el resto de sus días. Pero bueno, el destino tiene otras ideas y se ve obligado a cursar una última aventura, con la muerte pisándoles los talones y la posibilidad de redimir una vida repleta de excesos con un último acto de integridad.
No
hubiera esperado yo juntar El gato con
botas y formidable, pero es lo
que encontramos aquí. El último deseo es
una película simpatiquísima donde todo funciona a las mil maravillas. Con un
argumento que hila las aventuras que nos
han hecho disfrutar durante tantos años con versiones irreverentes de
los cuentos de hadas más populares, tenemos un festival de ingenio repleto de
humor bien encontrado, chistacos afiladísimos y personajes entrañables que se
hacen querer.
El argumento abraza el más difícil todavía con muchísimas ganas en una cabriola imposible que se abre melones como si no hubiera un mañana: la importancia de la familia en quienes somos, los amigos son la familia que construimos, saber aceptar que el tiempo pasa y los buenos tiempos no volverán, carpe diem, todo ello aderezado con traumas, problemas de ansiedad y cómo lidiar con ellos. No se olvida de añadir un MONTÓN de asesinatos, construyendo encima un mundo de fantasía que recoge un montón de referencias a los cuentos clásicos que desborda ingenio, y encima lo hilvana bien con la trama. ¿Se puede pedir más?
Por si fuera poco, tienes al prota más carismático que uno pueda encontrar. Tanto la animación como Antionio Banderas dan el do de pecho y Gato se hace querer con ganas. Además, a su alrededor hay un elenco de secundarios que son capaces de echarse la película a las espaldas sin inmutarse: Gatita Garrassuaves, Perrito (cómo le quiero), los tres Ositos o el Lobo Feroz (cómo le quiero). Para terminar, tenemos a Jack Horner como unn antagonista de los que no se olvidan, con una mala idea y un colmillo retorcido que sorprende en una película “para todos los públicos”.
La animación – muy deudora del Spiderverso – combina estupendamente el 2D y el 3D reforzando tanto las escenas de acción (no hay más que ver el vídeo de arriba) como los momentos más emotivos (todo lo referente al Lobo Feroz, por ejemplo). El mundo que se crea es vibrante, se percibe vivo y tiene profusión de detalles que hacen un montón de gracia, tanto en los castillos como en las prueba épicas. Y no olvidemos toda la secuencia final, que sabe homenajear a lo grande a los grandes dibujos animados de siempre.
El peor defecto de la película está en su poco oportuno año de estreno. A quien se le ocurre sacar una película tan redonda justo el año de Pinocho. Casi cualquier otro año, El gato con botas – el último deseo se habría llevado el premio gordo en los Oscar de Animación, pero se tuvo que conformar con la nominación. No le dio suficiente con ser una estupenda y encantadora película de aventuras, repleta de creatividad, atractiva, divertida, con un colorido y enérgico lenguaje visual, una notable evolución de personaje, y mucho más cargada de madurez y profundidad de lo que parece a simple vista
Quizás
por lo poco que esperaba de ella y lo mucho que me ha dado, pero El gato con botas – El último deseo es
una estupendísima película de aventuras en la que todo funciona a la
perfección: personajes carismáticos y tridimensionales, una trama madura y
trascendente sin perder un épica de diversión, acción a lo grande, chistes bien
metidos y una animación de bandera. 100 minutitos divertidísimos.
Nota:
10
Nota filmaffinity: 7.0