Seguimos avanzando dentro de la Cesta’13. Llegamos al número 51 de la misma.
Título:
El caballero del jabalí blanco
Autor:
José Javier Esparza
“Refugiados y encerrados entre
riscos y valles del norte, los últimos cristianos libres resisten a los
todopoderosos conquistadores musulmanes. Zonio, el joven protagonista de esta
novela, hijo de Lebato y Muniadona, atraviesa las montañas con su familia en
busca de un fértil valle que los alimente a todos. Son los primeros colonos y
saben que por su audacia pueden acabar muy mal: Asesinados en sus nuevas
tierras saqueadas por los musulmanes o esclavos en el gran mercado de Córdoba;
pero el hambre aprieta y se niegan a seguir viviendo escondidos.
Así comienza la epopeya de la Reconquista. Y así la ha novelado José Javier Esparza. Zonio, el Caballero del Jabalí Blanco, y sus pioneros –labradores, monjes y guerreros- verán muchas veces destruida su obra, sus sueños y también sus amores, y tendrán que comenzar desde cero. Durante unos años de oro y hierro, sembrarán con su sangre las tierras que acabarán convirtiendo en un poderoso reino. Precisarán de una fe a toda prueba y de una fuerza titánica para continuar adelante.”
Lo
primero que llama la atención es la localización de la novela. La Asturias del
siglo X no es un punto de partida habitual, ya sea para hacer historias de
caballerías o casi cualquier tipo de historia.
Este detalle es, probablemente, el valor más importante del libro, pues pronto toma el tomo panfletero de las novelas de Emilios Salgari, con una acción de época muy fácil de leer, una trama bastante escueta y la excusa de lanzarse de espadazos contra los infieles. Quizás los hechos históricos cuadren bien dentro del libro (eso no lo pongo en duda), pero el resto… Tampoco negaremos que se hace divertido a la que apagas el cerebro un rato, pero sabiendo quién es el autor, me da miedo que se tome quizás demasiado en serio a sí mismo. Evidentemente, no se pierde un momento para destacar la españolidad de todo y su obvia preferencia por el cristianismo como motivación absoluta para realizar cualquier acción pertinente dentro del libro.
Una
vez tenemos esto en cuenta, podemos empezar a hablar de sus muchos defectos. El
más importante es su nula descripción de personajes. Hace aparecer nombres por
doquier, pero luego todos los caballeros y criados son prácticamente
intercambiables. Puede que en una reunión haya 8 personas. De ahí, todas tienen
nombre aunque sólo dos de ellos lleguen a hablar.
El
único que tiene un mínimo de desarrollo es el propio Zonio,
el protagonista, del que continuamente tenemos monólogos internos en que se
explica a sí mismo (a nosotros) sus estados de ánimo frente a una situación, en
vez de transmitirlo a través de sus actos y palabras. Se perciben ciertas ganas
de darle carisma, pero el esfuerzo denota que se quiere mostrar cuanto mola el
prota en vez de molar directamente.
Si
nos paramos a analizar la trama, recuerda a la que podríamos encontrar en El
León de Damasco u otras propuestas del estilo. Hay unos buenos, cristianos
y amantes de la bondad y la lealtad, y unos malos, musulmanes, mezquinos y
traicioneros. A raíz de ahí, una excusa para que buenos y malos tengan sus disputas,
se estocen de lo lindo y los buenos ganen y sean felices. Realmente es que no
hay mucho más. En algunos casos se hace incluso irritante la casualidad inmensa
de las vicisitudes de su protagonista para estar en todos los follones del
momento (jus, que pasa de ser expulsado de un monasterio a guardaespaldas del
Rey en dos meses ^^).
En
cuanto al estilo, se hace especialmente raro. Esparza despliega una prosa muy
florida, especialmente en los primeros capítulos de la novela, en algunos
momentos incluso inspirada, pero lo hace obviando la existencia de cualquier
conector. Todo es: frase. Punto. Frase. Punto… Incluso en medio de una
descripción o de la sucesión de datos.
Además,
encontramos algunos errores de edición incluso groseros. Por poner un ejemplo,
en las páginas 93-94 del libro:
“El obispo Oppas estaba dispuesto a retorcer
la fe para ponerla a su servicio”.
A primera vista, sin problema. Pues el narrador repite la frase tres veces en dos páginas. Ni siquiera se molesta en variar alguna palabra para que no suene igual. ¡Esa revisión!
Por
otro lado, hay que reconocer que cuando decide pasar de hacer descripciones o
que sus personajes se comporten como humanos (ejem) y se dediquen a lanzarse
mandobles, las escenas de acción son entretenidas y pasan a buen ritmo. Esto
sucede especialmente en sus últimas 150 páginas. En ellas, el libro deja de
intentar fingir que tiene una trama o algún personaje verosímil. Básicamente, son
150 páginas de batallas contra los malvados sarracenos a los que (casi) siempre
derrota, para mayor gloria de la cristiandad. No ofrece nada nuevo, pero
entretiene, y cómo entra sin dificultad, permite abandonar el libro con un
mejor sabor de boca que el esperado en las trescientas páginas anteriores.
¿A alguien le haría gracia leer la novelización de un tebeo del Capitán Trueno? Pues El caballero del Jabalí Blanco podría ser un buen ejemplo de ello. Repasemos: Trama inexistente, nulo desarrollo de personajes y problemas en la coherencia temporal. Sin embargo, contiene abundantes toñas y espadazos, con sarracenos malos y cristianos buenos con los que apagar el cerebro un rato.
Nota:
2
Nota goodreads: 3.8/5
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